Escurre
de las vulvas ese irracional torrente de enigmas, promesas, fantasías
y certezas que alimenta, minuto a minuto, los océanos
electromagnéticos de la existencia. Desembocaduras y nichos
fascinantes. Son como dioses bañados con efluvios de sabidurías
inagotables, linderos de místicas y estéticas profundas;
sintagmas y paradigmas ¿analógicos?, arquetípicos
e irreductibles. Como es arriba es ahí abajo. Son ciencia
oculta. Alquimia de sólidos, líquidos y gaseosos
que transforma naturas en netas ignotas. Cavernas y carnavales en carnes de entrepiernas
¿escondidas? y esotéricas. Misterio dialéctico
de vulvas renovándose febrilmente con las fuerzas de lo
simbólico redimensionado en la vida con perfumes, néctares,
humedades y espesuras particulares.
Misterio
que se abre y se cierra salvándonos con sus curanderías
frente a las asechanzas reduccionistas de no pocas necedades
filosóficas, ortopédicas e institucionales. Misterio
de mutaciones para hombres
y mujeres.
Nadie se baña en la misma vulva dos veces.
Víctima de vulgarizaciones y reduccionismos moralizantes,
las vulvas fueron condenadas a la negación perversa y
voluntarista de un formato ideológico fálico y
autoritario que canta verdades amaestradas en pergaminos institucionales.
Moralismos procreadores de vergüenzas que son himnos de
culpas interminables. Moralismos épicos y extraterrestres
escondidos tras máscaras teológicas, políticas,
filosóficas y científicas. Festival de absolutos
que no admite trasgresiones a su modelo de perfección
esclavista, utilitaria, productivista y mojigata. Y sin embargo
es más grande la rebeldía de las vulvas y sus símbolos
con placeres y locuras fieles al arrebato de los instintos y
al comportamiento voluptuoso de la vida que siempre abre pasajes
alternos a delicias poéticas nuevas con sabor a fertilidad.
Una vulva es un romance cósmico, ajeno a formatos didácticos,
en donde se turba la conciencia para inaugurar otras inteligencias
profundas. Entre olores, texturas, colores, jadeos y emanaciones;
hombres y mujeres redescubren
permanentemente esa, su estética extraña de entrañas.
Estética de excitación capaz de hinchar uno a uno
manantiales físicos, químicos y meta-conceptuales
que, entendidos o no, actúan cotidianamente y desde muy
dentro. Las vulvas son mares perfectos agitados por mareas sensoriales
siempre embriagantes y distintas. ¿Alguien puede controlarlo?
"SEXO: Filología.
Si se lograra establecer por la filología que la palabra sexo (en latín
sexos) está efectivamente emparentada con SECARE que quiere
decir hender, cortar, entonces el sexo femenino -que es una hendidura-
debería ser considerado como el sexo por excelencia. Pero
todo ello no cuadraría con la noción de sexo débil,
de origen patriarcal, sino que podría remontarse a más
remotos orígenes matriarcales. Cabría también
intentar una aproximación a SECUS (aparte), habida cuenta
de la separación de sexos, incluso a sagrado (CON-SACRARE,
poner aparte). En cuanto al parentesco eventual con el nombre
del número 6 (en latín SEX; en griego HEX), éste
número tiene su mitad impar (3+3). Los números
pares son femeninos. Nótese igualmente el parentesco posible
con SECULUM, o SO ECULUM: generación." Enciclopedia
ilustrada de Sexología y Erotismo.
Como hacedoras de su propio proyecto estético las vulvas
promueven indicios marginales que se sintetizan constantemente
en sus premisas formales y conceptuales, dispuestas a no pelear
con sus contextos. Naturaleza y cultura fundidas dialógicamente
en pasajes estéticos que para lo actual como para lo potencial,
exigen obediencias no lineales, no unidimensionales. Es una estética
de renovaciones constantes que se hace y rehace a fuerza de fusiones
en las que el saber carece de sentidos utilitarios y acumulativos.
Por eso la razón se pierde con facilidad. Estética
de fusión, sin eclecticismos simplistas y de oscilación,
sin maniqueísmos. No hay moral que pueda mejorar la propia
de un sentir tan mágico, tan estremecedor; como la vida
misma. Toda axiología se relativiza entre las dinámicas
del placer y el deseo que son distintos,
propios y sorprendentes cada vez.
Entrar y salir de una vulva supone la integración de emociones
reproducidas instantáneamente en juegos de espejos líquidos,
enmarcados con espasmos y contradicciones catárticos sin
contraindicaciones cartesianas. Juego de espejos líquidos
y reflejos que lubrican cuerpos formales y conceptuales en el
vaivén decisivo de todas las entidades colectivas y particulares.
Es lo humano que siempre ha sido todo en uno a pesar de los separatismos
ideológicos dominantes. Espesura de fertilidades que meten
y sacan verdades en vulvas-reducto de emociones hondas, que,
por otra parte, entran y salen al antojo de paroxismos seculares.
Espesura de pelos, pliegues, claroscuros brillos e inciensos
en exhuberancia embriagante donde la piel es otra y otros son los móviles
y las intenciones. Una vulva es un manantial con peces eléctricos
saltando de reversa los extravíos y encuentros de nuestras
existencias. El clítoris es testigo.
Desarticulan configuraciones de geografías políticas
y pedantismos galileanos. Los sentidos chapotean en lo conceptual
para amarse de ida y vuelta. Es felicidad real que se arrebata,
como brasa, con soplos de vida. Es también libertad. Es
otra geografía real con demografías propias entre
voluptuosidades irreverentes y liberadas; sin utopías. Es digamos
provisoriamente una estética de cultura natural.
Largo, ancho, profundo, alto, suave, aromático, tibio
y húmedo son ideas y términos que transitan, semánticas
y sintaxis, de un vocabulario codificado a otro arbitrario, sin
abandonar esa propia gramática que es otra y no es del
"lógos": es dialéctica. Las vulvas son
arquitectura móvil en donde lo maravilloso se construye
y reconstruye incesantemente. Fertilidad, pasión, éxtasis,
orgasmo, fisiología,
metafísica, psicología, parapsicología,
ser esencia, sustancia y cópula de todos contra todos.
Materia en movimiento incesante. Edificios majestuosos; catedrales
góticas, son para entrar, para permanecer, para ascender:
para encontrar otra definición verdadera de la palabra
revolución.
"Para santo Tomás la belleza del cuerpo es un belleza
maldita: pulchiritudo coporis est pulchiritudo maledicta (la
belleza de la mujer es una espada flameante)" Bayer,
Historia de la estética.
Negaron frecuentemente los santones de la filosofía toda relación
entre lo espiritual profundo y lo sensorial (que no tiene poco de profundo). Organizaron
la separación de lo carnal y lo espiritual en una pachanga
de contradicciones, necedades y cegueras. La alta filosofía
para el espíritu; para los sentidos la estética,
arte menor del intelecto, de abajo. Sus buenas conciencias taparon
los agujeros de las vulvas con discursos de rencor, culpa e ignorancia.
Secaron cada gota de jugo vulvar con faldones de santidad hipócrita.
Cogían a escondidas. Se empeñaron en medirlo todo
con el parámetro de una inteligencia perversa, subordinada
a silogismos antropocentrístas. Negaron el desarrollo
de la estética pegada a la vida y cerraron el camino de
saberes que entre otras muchas cosas exigen libertad. Pero siempre
queda esa clandestinidad de las verdades más rebeldes
como recurso. En medio de vicisitudes, sabotajes, tergiversaciones,
manipuleos, chantajes, malversaciones y corrupciones, sobreviven
incandescentes las locuras amorosas y pasionales que emanan de
las vulvas. Son irreductibles.
Éxito y prestigio vulvares han hecho, a pesar de todo,
directa e indirectamente, su historia de la cultura. Por ellas,
con ellas y en ellas ocurren fenómenos extraordinariamente
intensos y felices. Las cuentas de vidrio teoréticas no
alcanzaron ni alcanzaran a hundir, en el pantano enano del logos,
las fuerzas volcánicas de cada vulva. La estética
mojigata de los clásicos atrofiada con moralismos paga
hoy el precio de entender (si
entiende)
muy tarde lo que negó y sigue negando.
Una vulva es verdad integrada que suma la totalidad (lo femenino y lo masculino). El goce de
sus expresiones y experiencias es inatomizable e irreductible.
Cultura y natura poseen
en las vulvas una coartada permanente, como secreto magnífico,
al que podemos volver siempre para demostrar estupidez y perversión
monumentales de esa parte del pensamiento occidental autoritario
y patriarcal cargado de espantos y extravíos.
La tranza ideológica de las mojigaterías represoras
es tan necia como idiota. Desarticular el conocimiento de las
vulvas en todas sus escalas para intoxicar con ignorancia cada
palmo de la vida, equivale a sustituir lo terreno por lo divino
y afirmar que ningún placer humano merece aprecio si no
interviene algún monigote metafísico. Malversación
de fondos simbólicos.
Las vulvas están naturalmente dotadas de integración.
Son ellas y sus propietarias tanto como la fusión de géneros
sin demérito de números. Gozarlas en lo particular
es inevitablemente gozarlas en la totalidad. Nada justifica reduccionismos,
funcionalismos, atomismos o fisiologismos. La niebla densa de
los engaños y demagogias malversadoras que han tratado
de cubrir a las vulvas a lo largo de la historia, no ha logrado
desterrar todo el aporte rebelde que se promueve simbólicamente
en el goce estético de las vulvas. Hay algo de redención
y algo de invencible en cada vulva que no requiere esoterismos
lúbricos ni fetichismos mercantiles. Queda rebasada la
necedad con una estética que no admite ser seccionada
y que exige verdad absoluta del intelecto tanto como del cuerpo.
"
Durante más de veinticinco siglos las artes
plásticas occidentales han tropezado con el sexo de la
mujer. Velado y falsificado, la mayoría de las veces simplemente
eludido, sólo excepcionalmente ha aparecido en su estricta
verdad, en tanto que los órganos masculinos han tenido
todos los honores gráficos y escultóricos
".
"
Tal
censura plástica es ignorada por las civilizaciones extraoccidentales
así como las anteriores a la época clásica.
Cabría aportar acerca de ello un sinfín de ejemplos
prehistóricos y más tarde egipcios, micénicos,
o hindúes, extremorientales y negro africanos
"
"
Aún tratándose de tabú sexual,
cabe comprobar que el cristianismo, enemigo de lo carnal, sólo
comparte a medias la responsabilidad de ésta elisión.
Las primeras motivaciones las encontramos en las civilización
griega clásica, que inauguró esta actitud de censura
sistemática". Tabú del sexo femenino;
Enciclopedia de Sexología y Erotismo.
Las vulvas invocan una especie de perfección de sí
en sí. Perfección no asociable con la "divina"
o con la "tecnológica" en la medida en que éstas
con su prepotencia totalitaria desconocen opciones alternas.
Las vuelvas ofrecen un conocimiento estético proveniente
de correlatos comprometidos con lo cultural pero no exclusivamente.
Son obra de natura y de cultura de manera desigual y combinada.
Sus categorías exponenciales poseen su propia trilogía
o trinidad triangular entre la biología, la fisiología
y la anatomía y los símbolos, los signos y las
señales. Monte de Venus que es una misma cosa pubica y
pública. Trinidad que se eleva
nos eleva. Vértigo
emocional al que subimos hipnotizados. Mareo fenomenal de transmutaciones
en selvas que siempre son vírgenes; que siempre esperan
con un regalo de placeres y fertilidad. Que siempre están
por descubrirse. Un lenguaje nuevo y propio.
Trinidad de símbolos, signos y señales que jerarquizan
nociones reales de naturaleza inequívoca y particular;
formal y conceptual, referenciada con un catálogo de posibilidades
que integran términos siempre insuficientemente conocidos.
Son evidencia y contundencia, del apetito al deseo. (Ya quisieran muchos
artistas).
No hay límites a las posibilidades del goce estético
vulvar. Las alternativas
combinatorias entre tonos de piel; densidad y constitución
de los pelos, alargamiento y grosor de labios menores y mayores;
consistencia y tamaño del clítoris, redondez y
altura de la carnosidad púbica, cercanía y distancia
del ano, texturas, humedades, accidentes y perfumes
nutren
junto a otras muchísimas características un fenómeno
estético que también es catálogo de taxonomías
y tipologías emocionales, en paralelo con las carnes.
La naturaleza levanta ahí un himno hipnótico y
magistral. Poder de individuación prometedor y enigmático.
No hay horarios ni espacios predestinados para el impase arrebatador
de una vulva tocada por el estremecimiento, de sus síntesis
íntimas que asaltan igual a mujeres y a hombres. Un semáforo,
una avenida, un cine, un supermercado, una iglesia. La vulva
está ahí abierta en su claustro misterioso de piernas
y pliegues fértil con su santoral de menstruaciones y
sus ciclos de verdades vitales absolutas permanentemente a todo
en todo y desde todo. Abierta con una amplitud que es única
y ejemplar. Abierta con esa abertura que debería aplicarse
a todo, porque el todo lo requiere. Abierta de pies a cabeza
como el universo entero. Fluyendo y nacarándose en testimonios
de vida y pálpitos subrepticios, encantadores y silenciosos.
Vulvas manifiesto de la vida que se mojan con pócimas
extravagantes. Vulvas que se mojan saviamente en un silencio
sideral. Se erectan los sentidos y los sinsentidos. Estética
cotidiana preñada con perfumes abismáticos, abisales.
Es placer sexual distendido
y metasexual. La vida misma. Ratificación incandescente
que se reanima sin descanso para seguir soltando jugos, caldos,
néctares; chilpacholes exuberantes.
A cada cual según su lúdica, a cada cual según
sus necesidades. El juego embelezante de las vulvas es coartada
perfecta, nadie sabe, todos intuyen. La seducción tiene
secreciones que no son sólo lubricantes de entrepiernas.
Son más, mucho más en las conexiones y sinapsis
posibles de una irracionalidad inmaculada y perfecta más
allá del juicio y del pecado. Sensación de prohibido,
simultáneamente liberadora a pesar de culpas maromeras.
Forma exacta de la revolución permanente y total. Las
vulvas se recrean, vuelven a sí desde sí conectando
unos y otros linderos de juegos fantásticos, efectivamente
fantásticos. Libertad estética personalizada que
debería democratizarse, socializarse.
Confiésese o no, compártase o no, el placer estético
de las vulvas entra y sale de nosotros patinando en fascinaciones
espacio-temporales. Estética sin y con arte. Estética
de premisas orgánicas emparentada directamente con la
interioridad más desconocida: la vida. Las vulvas abren
y cierran sus válvulas para mojarlo todo y mojarse todas.
Su aliento místico, arrebatador, nostálgico y nuestro
es misterio diario. Estética que madura. En sentido contrario
las necedades ideológicas que han impuesto a las vulvas
satanizaciones multimodales son engendro de amores enfermos.
Ignorancia soberbia productivista y reproductiva. Expresión
de funcionalismos biologisistas, maquinismos ginecobstréticos
o sexologismos profilácticos. Muchos de ellos negocio
pingüe.
"
Es por tanto el más complejo de todos los
órganos externos del cuerpo humano y abunda
en pliegues y repliegues en anfractuosidades de lineamientos
complicados, lo que le ha granjeado numerosas comparaciones metafóricas.
Nada ofrece de la honesta simplicidad de los órganos masculinos.
El ojo, el oído, la mano,
son más simples, más fáciles de describir,
de esquematizar, de universalizar. En efecto, la configuración
de esos pliegues vulvares, sobre todo de las ninfas, es variable
hasta el infinito. Las mujeres difieren más
entre sí por el sexo que por el rostro. El sexo de las
mujeres es de un individualismo desafiante y hasta hoy día
ningún artista occidental ha podido o se
ha atrevido a proponer un Canon de la vulva abierta. Además,
hecho capital, ella oculta sus repliegues inquietantes bajo una
pilosidad traidora." Enciclopedia Ilustrada De Sexología
y Erotismo.
A pesar de las evidencias, hechos, hábitos, tradiciones
y saberes de las vulvas y por ellas, sobreviven acusaciones explícitas
e implícitas que, entre otras, suponen la idea de oscuridad
y ocultamiento satánicos. En las vulvas cabe el infierno
de muchos. Se trata de una añeja costumbre que parte de
Grecia y sus filósofos. Casi toda idea de pecado, maldad,
perversión, enajenación, disipación, y extravío
proviene o está asociada a la genitalidad femenina. En
otras culturas el entendimiento de las vulvas posee muchas distintas
maneras de interpretación: "Vulva: designada entre
los bambara con el nombre de Gran y bonita madre es un símbolo
de abertura a las riquezas secretas, a los conocimientos escondidos.
Su simbolismo está emparentado con el de la fuente: ser
fuerte, no ser fuerte, es otra metáfora utilizada
por los bambara para designar el sexo femenino. Lo comparan a
Dios en el siguiente
dicho: "Dios es como el
sexo de la mujer; es el fuerte, el poderoso, el resistente; pero
al mismo tiempo es atracción y apetencia y en fin abandono".
El simbolismo de la vulva y del sexo femenino en su conjunto
está desarrollada entre los dogon y los bambara por la
significación cosmogónica y ritual del hormiguero,
considerado como la vulva de la tierra". Diccionario
de los símbolos de Herder.
El principio de ocultación occidental que puso las vulvas
al margen de la historia, desató por extensión
persecuciones en contra de un órgano cuyo delito mayor
es su complejidad natural y poder de seducción. Abundan los
ejemplos del autoritarismo fálico y machista padre de
la negación vulvar e hijo de una especie de intimidación
ante lo incomprendido. Terror machista por
la perdida de esa vulva fabricadora de patrimonio e hijos, terror machista por
la pérdida del control de esa vulva propiedad privada
para eyaculaciones antojadizas unilaterales y a menudo violatorias.
Negación de lo otro a ultranza.
Las vulvas son claustros de incógnitas intolerables para
el judeocristianismo. En la idea del parto divino radica un
conflicto mayúsculo disfrazado por la "santísima
trinidad". Lava como puede la posibilidad obvia de que la
madre de Dios tenga vulva
en pleno uso de sus facultades. Extensivamente ocurre lo mismo
con el papel histórico de las mujeres. La vulva, sus funciones,
sus pelos, olores y secretos son innombrables. "Papi",
"padre", "hombrecitos", "jefes de familia",
"proveedores" no pocas veces padrotes camuflados, en
casa o donde sea, se auto facultan para decidir cómo se
"usa" la vulva que es ajena, que objeto de su propiedad
por el que pagan para que esté disponible al capricho
de cierto consumismo pajero. Ya no alcanzan las "santísimas
trinidades" para salvar a tanta virgencita madre, hermana,
esposa.
Ocultar es un hábito cultural que occidente aprendió
a desarrollar. Es premisa en política, ciencia, arte,
filosofía, religión. Constituye una constante en
casi toda forma de relación humana y es paradigma, incluso,
en el conocimiento de lo propio físico e intelectual.
Las vulvas tienen un papel peculiar en este contexto. Siendo
tanta revelación, son justamente víctima de los
ocultamientos más feroces. Incluso en la exhibición
mercantil de las vulvas reina un principio de ocultamiento que
hace rentable el negocio de lo prohibido. Como delicia que carga
su cajita de culpas.
La educación oficial enseña vulvas anodinas desestructuradas
e inefables destinadas a un productivismo familiarista, fincado
en mojigaterías cientificistas. Es disfraz de pulcritud
cargado de ocultamientos para hacer generalmente rentable, a
su modo, el cometido demagógico de una educación
descontextualizada, mentirosa, carente de compromisos con las
realidades sociales. Niños y niñas aprenden más,
como primos y vecinos, jugando a la casita.
Una vulva abierta y evidente con sus condimentos magníficos
sin interpretaciones psicoprofilácticas es una verdad
monumental capaz de enamorarnos hasta los tuétanos no
sólo de la parte sino del todo para poner en jaque nuestro
castillo de naipes llamado cultura. Una vulva verdadera, viva,
sin esquematismos didactístas, es una gran verdad que
nos regala la vida y una gran crítica a la cultura
occidental. Una vulva abierta de frente y con su ofrenda a misterios
buenos, prometedores y humanos, es una verdad devastadora e insoportable
para muchos. El ocultamiento ha rebasado sus propias expectativas
en plena moda del destape en todo el mundo.
Ese ocultamiento suele provenir del miedo. La humanidad tiene una larga
lista de interrogaciones aterrorizadas que se apaciguan y reprimen
con discursos machistas de ignorancia prepotente. Los hombres
podemos bastante menos de lo que presumimos. El miedo a las vulvas
tampoco es historia reciente, constituye otro paradigma fenomenal
erigido sobre las bases de una ideología tan soberbia
como pobre. Somos como ciegos caminando sobre la cuerda floja
de nuestras mentiras. El miedo a las vulvas refleja el tamaño
de la negación. Oculto en apologías de lo masculino
tanto como en exageraciones exacerbadas de lo
sublime
femenino, vive un reino virginal y celestial donde lo sexual
carnal se pierde entre retablos de madres, hermanas y esposas
inexistentes por imposibles. Transustanciación de metas inmediatas
en mitos utópicos. El problema central es de orden ideológico,
político y económico cuyo mecanismo integral produce
represiones profundas. Regalo de Grecia fortalecido por el judeocristianismo
y adornado con oritos renacentistas. Nos quieren miedosos, ignorantes,
deprimidos e impotentes. Inútiles para la revolución
total y permanente.
Los modelos
capitalistas
hijos putativos de su propia vagina dentada, han hecho acopio
rentable de ese modelo ideológico que se muerde la cola
para producir más asustados vaginales; consumidores de
encueradas despatarradas por cierta esclavitud en revistas carteles
glamorosos impresos con culpas. Subcultura de masas para masturbaciones enfermas que
enferman con culpas lo que debiera ser liberador y feliz. Homenajes
de miedos y ocultamientos. Se trata de una cultura vulvar sustitutiva
que disocia objetos y conceptos, experiencias e inteligencias. Sustitución
que representa, por colmo, una de las pocas alternativas populares.
Género exclusivo,
subutilizado, malversado y vulgarizado.
Miedo y ocultación
son soporte de dictaduras, incluidas las que se disfrazan
de democracia. Cuando el
miedo comienza por
el conocimiento de sí y de los iguales, los efectos pueden
suponerse. Nuestra ignorancia embarrada con demagogia tolera
vulvas cándidas, apenas insinuadas, escondites hervideros
de burlesques y santidad de clínicas maternales. La vulva
ausente. Cultura del despojo.
"Y esto porque todo cuanto recuerda la cavidad misteriosa
e inquietante cuadrifoliada y simplemente antiestética
debe ser eliminada. Antiestético para el logos por complejo
e individualizante; no pudiendo admitir que la anatomía
esté por encima de él, el logos expone en esto
el mismo tipo de razonamientos de mala fé. Para nosotros
no cabe duda de que el cuerpo es el que funda la estética
de su representación. No más que el cuerpo o la boca;
no hay razón alguna para que el sexo corresponda a un
esquema preexistente a la presencia en el mundo de la morfología
humana; tratarlo de antiestético nos parece absurdo, y
semejante pensamiento jamás ha pasado por la mente de
artistas africanos
o asiáticos. Georges Valentin escribe muy justamente que "no existe
razón alguna para que el vello pubiano no sea tratado
(plásticamente)
como
las barbas de Júpiter o los rizos del pastor"
no obstante, hay una razón: Júpiter
y el pastor son hombres. Esta mala fé estética
es de hecho una pantalla para encubrir una evidencia mayor e
intolerable para la ética Griega: el sexo de la mujer
es hueco. Al ignorar o rehusar los imperativos biológicos,
la mentalidad griega chocó con este órgano que
dicha mentalidad no puede sacar, exteriorizar, poner a la luz
para aprehenderlo. Al fundar la plenitud de la objetividad razonada,
el logos es incapaz de discernir el vacío; el hueco.
Natura
abhorret vacum, fué enunciado primeramente en griego.
El terror se apodera
del espíritu lógico ante la abertura, la hendidura,
la caverna. "El mar causa tanto pavor porque es profundo". Enciclopedia
Ilustrada De Sexología y Erotismo.
La fuerza perturbadora
de las vulvas mas allá de satanizaciones, vulgarizaciones
y ocultamientos, delata con sus situaciones actuales el licuado
postmoderno y neoliberal del poder
que presenciamos. Hay un faltante de humildad que evidencia debilidades.
Las vulvas recuerdan en su estética una consustancial
oposición de toda represión de los instintos y
la vida misma. Es una estética del deseo cuyas cualidades
constantes radican en la promoción de elíxires
arquetípicos sobre mares de excitación inefable,
excitación de la libertad concreta, objetiva. Los gobiernos
y regímenes "institucionales", "democráticos",
"progresistas", "constitucionales" y "revolucionarios",
como se autodenominan, no han soportado, no soportan y no soportarán
el reto natural de las vulvas que cuestionan toda su palabrería
de "libertades sociales". Pierden sentido con la estética
de las vulvas las comodidades racionales inventadas entre psicologismo
omnipotentes, "Sobre éste punto carecemos de referencias
plásticas tradicionales acerca de la representación
del sexo de la mujer debido a que muchos hombres no logran representárselo
mentalmente". Enciclopedia de Sexología y Erotismo.
Las vulvas manifiestan portentosas y dignas otro todo vital,
otro espacio y tiempo que
no deja deudas gnoseológicas regadas a diestra y siniestra.
Tienen poderes contundentes no hay engaño la fertilidad
y la vida están ahí por garantía absoluta,
esa es su voz mayor y su lección suprema, endógena
y exógena, articuladas perfectamente con la dialéctica
de la naturaleza y sus denominadores ultrasensoriales sin perder
cada uno de sus contextos mediatos e inmediatos. La vida pasa
por ellas haciendo caravanas agradecidas.
Los panfletos didacticistas de las sexologías y psicologías
todopoderosas, usurparon saberes colectivos que ahora creen exclusivos.
Han inventado manuales funcionalistas para crear un usuario feliz
engañado con retóricas de ciencia sólida
y rentable. "Sáquele el mayor provecho a su vulva"
parecerían rezar. Hombres y mujeres caemos en la trampa
maquinista de esos gurúes enamorados de las encuestas
más descabelladas, que contestan con porcentajes el miedo
y la ignorancia de su pulcritud sexológica. Saber mucho
con mentiras breves: saber de mentiras. Ocultación del
autoritarismo entre terapias de actualización racionalista.
Reconciliación con lo espiritual y lo "santo"
para dormir tranquilos en cuevas de dragones amaestrados con
el látigo del logos. Da gran prestigio y gran placer domar
al deseo. Usuario feliz.
La revolución del placer estético promovido por
las vulvas es un pendiente histórico que no tiene muchas
esperanzas bajo el orden económico
e ideológico dominante. Nuestras generaciones atarantadas
entre mil necedades se hunden cada vez más en la nata
de la alienación que tanto
le conviene al poder de sus serenísimas altezas, empresariales,
clericales y gubernamentales. La estética de las vulvas
reclama tiempos completos. El que miente se jode y paga el precio
de su ignorancia: el misterio le es vedado.
Cada vulva es telúrica, marítima y regional tanto
como universal, cósmica y poética. Son de todos
sin distinción de sexos. Son arriba y abajo órdenes
análogos; Ciencia oculta (ocultada). Más allá de
toda exageración fetichizante, carente de ritualidad y
seducción, existe una
estética rebelde, simbólica y libre que emerge
de las vulvas con nuestras verdades más vitales como regalo
líquido para que bebamos en su grial el enigma: seducción
de seducciones. Éxtasis y orgasmos estelares de planetas
abiertos y jugosos. Tierra prometida. Selvas, montañas,
playas, planicies y océanos en los que nos vamos y nos
venimos todos.
|
|