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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



MIEDO - BARRIOS PRIVADOS EN URUGUAY - URUGUAY -

Barrios Privados: miedo, estigma, resentimiento*

Amir Hamed
El novelista aristócrata, metamorfoseado en un suizo Humbert Humbert, confrontado a la cegadora ordinariez de Loly Haze, logró rescatar al pedófilo semienterrado en París y, pulcramente, ir destilando en cientos de páginas el ergon de la lolita


Es evidente que los barrios montevideanos ya no son los que acostumbraban. Paulatina pero sostenidamente han comenzado a ghettizarse, por un lado, y a fortificarse por otro. Tal vez el punto de inflexión de esta metamorfosis se diera en los años 70, con la tugurización del centro de la ciudad, que era un centro a la vez administrativo, comercial, y social. Hasta entonces, la vida ciudadana confluía en el centro -incluso existía una etiqueta, un vestuario, que señalaba que los montevideanos, cuando iban al centro, se dirigían a un punto urbano cargado de ritualidad. Por contrapartida, en los barrios de composición heterogénea se daba una vida no ritualizada. Eran un espacio de interacción
(lo mismo que sucedía en la educación primaria y secundaria pública) entre indiviuos de extracción diferente.

Progresivamente se ha verificado un desplazamiento de la vida urbana, que ha comenzado a encerrarse en los barrios. Esto se ha dado por intereses del capital, por el aumento de servicios, pero también por la creciente inequidad que enfrenta el país y que ha hecho carne en la vida urbana.

Al mismo tiempo, en los barrios ha ido desapareciendo la interacción entre las distintas clases, y, por el contrario, de manera creciente, están marcando la separación en clases estancas. La interacción, que antes se daba en distintos puntos de la ciudad, se ha ido limitando al barrio
(y éste, a su turno, ha testimoniado la homogeneización de sus residentes). Por un lado, los marginados; por otro, los que se autoexcluyen en zonas residenciales privadas y cercan de rejas sus casas. La territorialización (y tribalización) que ganaron terreno a los viejos modos de intercambio responden sin duda a que, junto con la desigualdad, han crecido la violencia y la inseguiridad en la vida urbana.

Pero, independientemente de su necesidad, no cabe duda de que tanto ghetto como rejas, además de emblema, son catalizadores de este cambio. Consignar este hecho no implica melancolía ni por el abandonado centro de la ciudad ni por la grisura mesocrática que servía para ocultar las
diferencias. Implica por el contrario que, del modo que se está gestionando, la exhibición de la desigualdad no está favoreciendo la interacción en diferencia
(que sería el elemento cultural y socialmente enriquecedor). Ghetto y rejas son la contracara de una centrifugación, que tiene aceleración propia y que, vaciando el centro (no urbano sino institucional) y debilitando eso que llaman entramado social - del modo que lo está haciendo - sólo pueden conducir al miedo, al estigma y al resentimiento.

Una versión de este artículo se puede encontrar en Hamed, Amir, 1999. "Cómo narramos el desarrollo humano: algunas reflexiones para el caso de Uruguay", documento solicitado para el Informe de Desarrollo Humano 1999, Montevideo, PNUD.

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