La elección
de un filme como centro de mi reflexión sobre la postmodernidad
(su descontructo de la razón y del sujeto) se basa en
afirmar que el cine nos entrega siempre
un excelente formato para explorar los cambios que han identificado
a la historia, de esta forma, podría ser correcto afirmar
que este medio puede legitimarse como una forma epistemológica
de analizar la historia.
El caso de Magnolia
(Steel Magnolia) de Paul Thomas Anderson, filme de 1999
que obtuvo excelentes críticas y reconocimiento mundial,
es uno de esos ejemplos arquetípicos de un filme que puede englobar:
un tema, una propuesta narrativa y un subtexto que está
imbricado en la postmodernidad. A partir del filme de Anderson intentaré conectar
las principales características de la desconstrucción
de la lógica de la modernidad (la razón) y
la crisis del sujeto, para centrarme en el
por qué una película
como Magnolia
puede ser considerada una película postmoderna.
El
azar no existe,
la coincidencia y la casualidad son parte de un por qué
suceden las
cosas
¿Por
qué podría pensarse que Magnolia es postmoderna?
Creo que la clave de esta interrogante se encuentra en los minutos
iniciales. Con una narración extremadamente rápida
y de manera introductoria el filme nos muestra tres hechos que
a primera vista parecen del azar y que perfectamente podrían
convertirse en excelentes cortos debido a sus enmarañadas
historias. En el primer relato tres hombres son ahorcados, hacia
1911, por el asesinato de un distinguido farmacéutico.
Curiosamente los tres apellidos de los asesinos forman juntos
la palabra GreenBerry -Hill (justamente
el nombre de la ciudad donde residía el farmacéutico). De todas
formas un hecho "anecdótico", pero que es superado
por el artículo publicado por la Gaceta de Reno
en 1983 y que tiene como protagonista a Delmer Darion. Mientras
fuerzas especiales intentan apagar un incendio forestal, sorpresivamente
cae de los cielos el cuerpo inerte de un hombre con un
buzo acuático, trasladado por uno de los aviones usados
para controlar los incendios forestales.
Darion
es un hombre tranquilo que trabaja como "crupier" en
un Casino de Nevada, quien goza de sobremanera su trabajo y poder
estar en sus momentos de ocio buceando en
un lago cercano. Las cosas sólo ocurrieron así:
mientras Delmer Darion nadaba en un lago cercano se desataba
un incendio forestal, que debió contar con la ayuda de
un tal Graig Hansen, piloto de aviones contra incendios forestales
y quien precisamente se introdujo en el lago para extraer agua,
sustrayendo también el cuerpo de Darion. El esforzado "crupier"
habría muerto en el recorrido del lago hacia el incendio.
Más paradójica fue la extraña circunstancia
por la cual Graig Hansen se trenzó a golpes con Delmer,
algún tiempo atrás. El dolor de Hansen por tan
extraña coincidencia hizo que éste se suicidara.
Otra "mera casualidad".
Sin
embargo, el caso explicado en 1961 por la Asociación
de Ciencia Forense, escapaba de toda lógica: un chico
llamado Sydney Barringer, de 17 años, intenta suicidarse desde un décimo
piso aburrido de las situaciones de violencia familiar de sus padres. El
niño se desliza al vacío desde el décimo piso;
mientras cae se le introduce una bala que provenía del
sexto piso dándole muerte. Sydney increíblemente
cae sobre una malla que precisamente estaba en ese momento y
que pudo haberle impedido cometer su acto de suicidio. Más
complejo fue lo que había sucedido con la "bala loca"
que dio muerte a Sydney.
Mientras Sydney se deslizaba del décimo piso, más
abajo (en
el sexto piso)
sus padres discutían como muchas veces. La madre acostumbraba
a amenazar a su esposo con un rifle que siempre estaba descargado,
sin embargo, en aquella oportunidad estaba cargado y la madre
da un certero balazo accidental que se cuela en el pecho de su
hijo. Otra paradoja: días antes el propio Sydney, aburrido
de las peleas de sus padres decide introducir una bala para que
alguno de los dos muriera. Resultado: la madre de Sydney fue
acusada de matar a su propio hijo, mientras Sydney resultó
ser el cómplice de su propia muerte.
Tras
estos tres relatos, todos paradójicos,
todos extraños, pero con una lógica cierta y verosímil
abren un relato y exponen una situación que puede ser
entendida como una "lógica postmoderna". Si
bien los tres casos anecdóticos tienen una cierta explicación
racional (todo
tiene una causa y efecto), el gran ausente es el determinismo
racional de las personas. En efecto, los tres sucesos están
determinados por causas y efectos provenientes de la naturaleza
de las cosas y relaciones, y no de un determinismo humano, que
omite al sujeto como ente
racional propulsor de su propia historia. Lyotard, teórico
de la postmodernidad lo explicaba más claramente, proyectando
la muerte del sujeto en otras muertes: la de la representación, la del significado,
la de la verdad. "El sujeto es un producto de máquina de representación
y desaparece en ella", explica.
En
otras palabras, estamos hablando
de la deconstrucción del sujeto por la naturaleza. Las
palabras del narrador
omnisciente sólo sirven para recalcar los hechos: "Esto
no fue una mera casualidad, estas cosas pasan todo el tiempo",
señala. Creo que estas cosas del azar - (y su lógica natural) representan
el proceso histórico "post", donde el hombre
ha perdido su autodeterminación.
Ihab
Hassan, uno de los pioneros de la reflexión postmoderna
menciona que el momento postmoderno cabe entenderlo como un movimiento
de unmaking. "Hablo de unmaking a pesar
de que hoy son otros los términos de rigueur, por
ejemplo reconstrucción, descentramiento, desaparición,
diseminación, desmitifación, discontinuidad, diferencia,
dispersión etc. Tales términos expresan el rechazo
ontológico del sujeto tradicional pleno, del cogito de
la filosofía occidental. Expresan también una obsesión
epistemológica por los fragmentos o las fracturas"
(citado en
el texto "Sobre la Dialéctica de Modernidad y Postmodernidad.
La crítica de la razón después de Adorno", Albrecht Wellmer,
1993).
Una
vez planteado el tema del azar y del determinismo de la naturaleza,
a través del desesperante, y a la vez angustioso inicio,
se da partida a otra historia. Un relato coral con muchos protagonistas
que presenta ocho o nueve situaciones desconectadas y de marcada
debilidad: un productor de televisión en su lecho de muerte
con cáncer de cerebro y pulmón (Earl Patridge), el enfermero (Phil), el único personaje
que comprende y redime el dolor y la esposa del productor; (Linda Patridge), una mujer
que descubre el amor cuando ya es demasiado tarde;
un conductor de televisión afectado de cáncer en
los huesos (Jimmy
Gator)
y su hija (Claudia) una drogadicta
quien fuera abusada por su propio padre; un policía optimista
(Jim), pero tremendamente
solitario; un chico "genio" (Stanley) que participa de un programa
de competencia con el abusivo resguardo de su padre; un adulto
"ex-genio" (Donnie
Smith) que
participaba del mismo programa y que ahora está convertido
en un perdedor; y por último, un personaje estrambótico
de televisión (Frank) que resulta ser el hijo del
productor que está falleciendo...
Para
organizar este mosaico de situaciones y darle coherencia, Anderson
recurre a un inmenso montaje paralelo convergente; y de eso se
trata en este filme, yuxtaponer lo separado, originar confluencias,
producir encuentros y desencuentros. Y estos encuentros se dan en
Magnolia a partir de dos "centros" -que se reúnen
en la pantalla de televisión- y que están afectados
por el cáncer, pero aún vivos: se trata de dos
padres -el productor y el conductor- que en la cercanía
de la muerte busca reconciliarse con sus hijos. Por eso los enigmas
planteados en este filme pueden resolverse en términos
de presente, por así decir, en una post-historia. Y esta
post-historia revela finalmente una imposibilidad de reconciliación
filial. Precisamente es esa post historia (o el presente) el que no permite la reconciliación
de los personajes abatidos por sus vidas anteriores.
La
frase recurrente del filme "quizás ya acabamos
con el pasado, pero el pasado no acaba con nosotros"
(pronunciada
por Earl Patridge y Donnie Smith), engloba respuestas y preguntas;
pues ¿qué ha determinado que estos personajes se
encuentren donde están? No creo que una razón de
sujeto (el
caso de Donnie Smith "ex genio" resulta el más
apropiado),
sino más bien el determinismo de sus propias vidas como
consecuencia de una naturaleza sin razón. Ellos se encuentran
en el lugar donde están no porque quieran, sino por determinadas
causas naturales. Es el pasado que no ha acabado con ellos y
no pueden cambiarlo. En otras palabras, la inexistencia del sujeto
autónomo. Albrecht Wellmer reconoce tres críticas
de la razón y el sujeto. La primera (expresamente presente en Magnolia)
se
refiere a la crítica psicológica del sujeto (su desenmascaramiento).
Como
señala Wellmar "la inexistencia del sujeto autónomo
y la irracionalidad fáctica de su aparente razón.
No saben lo que quieren, su razón es exclusivamente expresión
de fuerzas y relaciones de poder psíquicas y huellas de
la presión de fuerzas y relaciones de poder sociales y
el Yo - en todo caso un débil mediador entre las exigencias
del Ello y las amenazas del Superyo"- ("Sobre la Dialéctica de
Modernidad y Postmodernidad. La crítica de la razón
después de Adorno", Albrecht Wellmer, 1985, pág.
55).
El
caso de Claudia parece sintómatico de la potmodernidad
del sujeto, ella no sabe lo que quiere y está en permanente
conflicto. Precisamente es esta crítica psicológica
de la modernidad (que abre paso al post)
la
que se desarrolla en todas las relaciones sociales de los tristes
personajes de Magnolia.
El
epifánico momento en que los personajes cantan al unísono
el tema Wise Up de Aimée Mann sólo muestra
que esta rueda natural de la vida no tiene un final y que sólo
el despabilamiento (wise
up),
puede despertarte del letargo y letanía de la vida, pero
de qué vida estamos hablando. El sujeto ha muerto y eso
lleva a la muerte del autor (metáfora que se explora con los
creadores de un "programa" televisivo - ente postmoderno
por antonomasia).
Pero
Paul Thomas Anderson hace lo opuesto, nos da una cachetada con
un fenómeno "natural" de proporciones mayores:
una lluvia de ranas que infecta la ciudad. Anderson, durante toda la
película, había
dado muestras imperceptibles de que un fenómeno de proporciones
religiosas podría ocurrir (los registros del tiempo entregados
para producir pausas en la narración) y una excentricidad numerológica:
desde el comienzo de la película se puede apreciar incansablemente
que el número 82 está presente en numerosos planos
(la chaqueta
de los primeros ahorcados, el número del avión
que apaga el incendio forestal, la hora exacta en que la Asociación
por la Ciencia Forense se reúne, las cuerdas que forman
el número mientras el chico Sydney intenta suicidarse
y la primera vez que nos enteramos del porcentaje de humedad,
82%, por supuesto, sólo por nombrar algunas). En la Biblia,
el libro "Éxodo"
capitulo ocho versículo dos dice: "Así
lo hizo Aáron, y salieron tantas ranas que cubrieron todo
el país de Egipto".
De
alguna forma con esta proposición bíblica Anderson
retoma el sentido del castigo -ley del Talión- que adhieren
casi todos los personajes, conducente al rencor y la autodestrucción.
Pero el mayor acierto de la lluvia de batracios es la inverosimilitud
de una situación como aquella (en definitiva esta lluvia redondea las
primeras historias del sujeto y la naturaleza). La racionalidad postmoderna,
destruida por las ideologías, ya no es capaz de controlar
lo que sucede a nuestro alrededor. En definitiva, la razón no cumplió
con sus objetivos ilustrados y los protagonistas de esta historia
sólo deben seguir viviendo.
La
canción final de Aimée Mann (de las cuales y según el propio
Anderson, se valió para escribir el guión) Save Me
es una especie de canto desesperado hacia la época
postmoderna. La sonrisa final de Claudia, en un primer plano
cerrado, nos muestra un poco de optimismo. Pero no sabemos. Es
un final abierto, como los tiempos actuales. Es la postmodernidad
y en ella "estas cosas pasan todo el tiempo".
Bibliografía
- Oleza, Juan
"Notas en Torno a la Crisis del Sujeto"
- "Luis Alvarez Petreña o la Tragicomedia del Yo"
editorial Max Aub y el Laberinto Español, 1996.
- Touraine, Alain "Crítica de la Modernidad",
Fondo de Cultura Económica 1994.
- Wellmer, Albrecht "Sobre la Dialéctica de Modernidad
y Postmodernidad. La crítica de la razón después
de Adorno", Visor Distribuciones, colección La Balsa
de la Medusa, 1993.
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