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FILOSOFÍA - HERNÁNDEZ, FELISBERTO - ALIENACIÓN - SARTE, JEAN PAUL - NADA - CONCIENCIA/NADA -


Felisberto Hernández y "las" filosofías (I)*

Lucio Sessa

Desprovista de fundamentos determinados y de sustancia permanente, la conciencia es nada en cuanto no es nada determinado, ni puede serlo, porque, en tal caso, dejaría de ser conciencia


Este trabajo -como la filosofia según Aristóteles- nace de un asombro debido a la pluralidad de anotaciones filosóficas ocasionadas por la obra de Felisberto Hernández. Que sus cuentos -además bastante alejados de lo que se suele llamar strictu sensu "conte philosophique"- despierten en los críticos tantas -y tan distintas- sugestiones de carácter filosóficos, es algo que maravilla. Dialogar con algunos de esos enfoques será objeto (y objetivo) del presente artículo. Por supuesto, no constituye en absoluto motivo de asombro el hecho de que la literatura de Hernández haya sido estudiada utilizando categorías que pertenecen al lenguaje y a la historia de la filosofia. Es consabida su pasión por la que otrora se solía llamar la "reina de las ciencias", consabido el influjo ejercido sobre él por el filósofo Carlos Vaz Ferreira. Tenemos abundantes testimonios, tanto directos como indirectos, de su fuerte interés por algunos pensadores del siglo XX, Bergson en particular. Lo atestigua, entre otras cosas, su epistolario.
1

Ya los escritos de la primera época de Felisberto Hernández revelan un "prurito razonador todavía adolescente. Hay en ellos eso que ya Unamuno hacía notar como rasgo de la primera juventud, la tendencia a la construcción de sistemas".2 Pero esos "pruritos" no se fueron con la juventud, como prueban con toda evidencia las palabras que el autor escribió casi al final de su parábola literaria y que pueden tener valor de balance final: "No sé si lo que he escrito es la actitud de un filósofo valiéndose de medios artísticos para dar su conocimiento, o es la de un artista que toma para su arte temas filosóficos".3

Escribe Norah Giraldi Dei Cas que "desde el punto de vista filosófico toda la obra de Hernández puede ser asimilada a algunos de los puntales fundamentales de la llamada 'filosofia de la vida' en la cual se inscribe el pensamiento de Vaz Ferreira. El intuicionismo de Bergson y el pragmatismo de James, entre otros, forman parte de esta corriente. Hernández tuvo una formación filosófica autocultivada pero profunda y de clara inclinación vazferreiriana".
4

Ana Inés Larre Borges ha estudiado las muchas coincidencias fundamentales entre la filosofia de Vaz Ferreira y la
literatura de Felisberto, señalando cómo los problemas de orden filosófico lo atraen profundamente y consiguientemente son tratados de manera explícita en su narrativa, añadiendo que "esta preocupación por las ideas filosóficas se origina seguramente en un aprendizaje intelectual que estuvo más cercano a la filosofia que a la literatura".5

¿Y entonces de dónde brota la maravilla? Surge a raíz de la abundancia y sobre todo de la heterogeneidad de las referencias filosóficas que han sido utilizadas para asir la resbaladiza prosa hernandiana. Porque si los influjos del bergsonismo son indudables y bastante transparentes en su narrativa, por lo que están muy lejos de suscitar alguna maravilla
(y por esta razón no se mencionarán los estudios que investigan esta relación ya clásica), ¿quién podría decir lo mismo a propósito de Hegel, de los presocráticos, de Jaspers, Platón, Sartre, Marx? Es pues ese espectro de referencias tan amplio, diferenciado y heterogéneo en el tiempo y en el espacio, lo que maravilla y despierta legítima curiosidad.

A la dialéctica hegeliana amo-esclavo acude
Roberto Echavarren para explicar algunos momentos tópicos de la narrativa hernandiana, sus recurrentes motivos de "reificación" de los individuos. Así, según el esquema hegeliano adoptado por el crítico, en "El caballo perdido" el narrador y Celina combaten una "lucha a muerte" de la que sale un ganador, Celina, que se convierte en amo, y un derrotado, el protagonista-narrador, que al perder se reifica, identificándose con el caballo perdido del título, mientras que en el cuento titulado "Úrsula", es ésta la que, al perder esa batalla primordial, se convierte en vaca. (Cabe añadir que el propio Echavarren, en el mismo artículo, menciona, aunque sea de paso, el mito de la caverna del libro VII de la República de Platón).6

A una interpretación hegeliana recurre también José Pedro Díaz, limitadamente al obstáculo narrativo en que tropieza y se enreda el narrador de "El caballo perdido", que en un momento dado ya no logra distinguir entre la percepción del presente
(que se refiere al sujeto narrante) y la del pasado (que se refiere al objeto narrado). Se trata de una dificultad decisiva que determinará un diferente desarrollo del cuento, del plano narrativo al meta-narrativo. Así comenta la situación el crítico uruguayo: "Esta desorientación de una conciencia que no se puede aposentar en su tiempo, es más representativa del mundo en que vive que una descripción directa del mismo. La discriminación de diferentes lugares de tiempo y de oscuras relaciones entre unos y otros pone de manifiesto una situación que quizá pueda ser designada con la expresión hegeliana de conciencia desdichada".7

(A nosotros esa dificultad narrativa nos aparece más una transposición literaria de lo que Bergson definía como "distinción inmanente", es decir aquel proceso en base al cual el yo del pasado colabora y al mismo tiempo se enfrenta al yo del presente, causando así una "distinción" del yo de sí mismo; pero prometimos no ocuparnos de Bergson y lo cumpliremos!).

Como hemos visto, para analizar el mismo cuento
("El caballo perdido"), los dos críticos mencionados se apoyan en el mismo texto hegeliano (Fenomenología del Espíritu), pero se trata de analogías tan sólo aparentes, ya que tanto los enfoques del cuento como las categorías hermenéuticas hegelianas utilizadas, son tan distintos que toda comparación resultaría improponible. Lo remarcamos porque se trata de un rasgo harto frecuente en la crítica hemandiana, es decir que aun cuando el referente sea el mismo filósofo (o incluso su misma obra), se consideran diferentes aspectos de su pensamiento: por ejemplo Jaime Concha 8 igual que Echavarren, cita la República de Platón, pero en un contexto completamente diferente, y a propósito de otro cuento, mientras que Frank Graziano analiza este mismo cuento ('El acomodador'), utilizando otra obra (el Timeo) del mismo filósofo griego.9

Volvamos a José Pedro Díaz para poner de relieve cómo el crítico no bien acaba de citar a Hegel cuando ya se aleja de él, para aferrarse al concepto de alienación en el sentido marxista. Pero tampoco se entretiene mucho en este concepto, acuñado por Hegel y variamente elaborado y aplicado por Feuerbach y Marx. Se trata más bien de un rayo, de una sugestión a la que el crítico evidentemente no supo resistir
(aunque se trate de una sugestión fundada, ya que volverá sobre el mismo concepto en otro trabajo, como veremos).

Pronto el ensayo irá moviéndose hacia otras direcciones, pero no sin haber implicitamente "sugerido", a través del recurso a una terminología inequívoca, ulteriores direcciones de búsqueda en clave exintencialista. "Este término [alienación] -escribe Díaz- alude a un modo de desarraigo de la naturaleza y, por decirlo así, de sí mismo, a una caída en la inautenticidad; mientras que el hundimiento en la conciencia desdichada es consecuencia de la voluntaria búsqueda de una autenticidad que nos es impedida en nuestra relación con el mundo. La alienación es la pérdida de la conciencia en una renuncia que la incluye a ella misma; la conciencia desdichada es el drama de la conciencia que busca en sí un último apoyo y vaga a tientas corriendo siempre nuevos telones, encontrando siempre diferentes, nuevos y endebles espejismos de si misma: se encuentra como posibilidad y no como realización"
10

Sobre todo las últimas lÍneas hacen pensar en la dramática concepción sartreana del sujeto como étre-pour-soi, habitado por la nada y desprovisto de compactitad ciertamente óntica. Pues el sujeto es "facticidad" pero al ser conciencia contiene
(o es) también no-ser, por lo cual se encuentra en un estado de continua "inestabilidad", ya que la conciencia (precisamente porque conciencia y no puro Ser) se distancia de su propio ser y nunca puede sentirse realizada.

Ella es todo "por sí-misma", pero nada "en si-misma": en si-misma es un rien d'étre. Desprovista de fundamentos determinados y de sustancia permanente, la conciencia es nada en cuanto no es nada determinado, ni puede serlo, porque, en tal caso, dejaría de ser conciencia. Ella es contingencia absoluta preñada de negatividad, suspendida entre el Ser y la Nada. Lo positivo, lo que es y no podría no ser, pertenece al mundo objetivo
(objetivo en el doble sentido de la palabra), que Sartre califica de étre-en-soi. Entre el Yo, étre-pour-soi, y el mundo de las cosas, étre-en-soi, hay radical alteridad, así que la búsqueda de la conciencia de encontrar un apoyo en el mundo para restaurar una deseada totalidad está destinada a fracasar.

Es Jaime Concha el que establece una explícita correspondencia
(ya que no se puede hablar de influjo directo) entre un cuento de J. P. Sartre ('La Chambre') y un cuento juvenil de Felisberto ("La casa de Irene") escrito una decena de años antes. En ambos cuentos hay una relación particular entre los protagonistas -el sartreano Pierre y la hernandiana Irene- y las cosas, los objetos del mundo. Escribe Hernández que Irene "cuando toma en sus manos un objeto, lo hace con una espontaneidad tal, que parece que los objetos se entendieran con ella".11

Análogamente escribe Sartre que "a Pierre seul les choses montraiente leur vrai visage"12 y el mismo Pierre así reflexiona hablando de los otros, los "normales": "Ils ne savent pas prendre les choses; ils les empoignent".13 Concha comenta esos pasajes sartreanos con esta interrogativa retórica: "¿No son [éstos] casi los mismos términos que escuchamos en la obra del uruguayo?".14

Según nuestro parecer hay realmente unas tangenciales "correspondencias" entre los dos cuentos y sus personajes, aunque los contextos sean muy distintos. En el cuento sartreano hay un choque entre el mundo alienado de la locura y el mundo ordinario, burgués; hay además una figura femenina
(Eve) que se sitúa a mitad entre esos dos mundos y que vive la tragedia de haberse alejado de la normalidad sin que por esto logre penetrar en el mundo alucinado de Pierre (empeñado en llamarla "Agathe"). "Il y a un mur entre toi et moi. Je te vois, je te parle, mais tu es de l'autre cóté"15, le dice Pierre a Eve/Agathe. En el cuento juvenil de Hernández ni se roza esa dramaticidad, todo es más liviano (aunque con matices inquietantes) y lo "extraño" se inserta en lo "normal" sin hacer ruido, casi a hurtadillas. En el cuento del uruguayo, como casi siempre en él, todo es y no es a la vez, todo es borderline.

Notas:

1 "He trabajado muchísimo en Bergson, Materia y memoria, problemas del cuerpo y del alma; he tenido que revisar muchos trabajos similares para poder comprender algunos momentos de la mala traducción de Calomino; entre ellos Naturaleza y vida de Whitehead". [Esta carta, escrita a Paulina Medeiros, lleva la fecha de agosto de 1944]. Cit. en P. Medeiros, Felisberto Hernández y Yo, Montevideo, Libros del Astillero, 1982, p. 102.

2 J. Concha, 'Los Empleados del Cielo': en torno a Felisberto Hernández, en A. Sicard, Felisberto Hernández ante la crítica actual, Caracas, Monte Avila, 1977, p.63.

3 F. Hernández, 'Buenos Días [Viaje a Farmi]', en Obras completas, México, D.F., Siglo XXI editores, 1983, vol. III, p. 212.

4 N. G. Dei Cas, Felisberto Hernández, del creador al hombre, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1975, p. 43.

5 A. I. Larre Borges, 'Felisberto Hernández: una conciencia filosófica', Montevideo, Revista de la Biblioteca nacional, No. 22, 1983, p. 5 cit. en J. P. Díaz, Felisberto Hernández, el espectáculo imaginario, I, Montevideo, Arca, 1991, p. 89.

6 R. Echavarren, 'La estructura temporal de la experiencia en El caballo perdido', Río de la Plata, N0. 1, 1985, PP. 45-58.

7 J. P. Díaz, 'Felisberto Hernández: una conciencia que se rehusa a la existencia', en Felisberto Hernández, el espectáculo imaginario, I, cit., PP. 114-115.

8 J. Concha, op. cit., p. 69.

9 F. Oraziano, 'La lujuria de ver: la proyección fantástica en 'El acomodador' de Felisberto Hernández', Pittsburgh, Revista Iberoamericana, Núms. 160-161, Julio-Diciembre 1992, PP. 1027-1039.

10 J. P. Díaz, op. cit. PP. 115-116.

11 F. Hernández, 'La casa de Irene', en Obras completas (desde ahora O. C.), vol. 1, p. 39.

12 J. P. Sartre, 'La Chambre', en Le mur, Paris, Gallimard, 1989, p. 66.

13 lbid.,p.64.

14 J. Concha, op. cit., p. 71.

15 J. P. Sartre, op. cit., p. 68.

Bibliografía

Felisberto Hernández, Obras Completas (tres volúmenes), México D.F., Siglo XXI editores, 1983.
Jaime Alazraki, 'Contar como se sueña: para una poética de Felisberto Hernández', Río de la Plata, No. 1, 1985, PP. 21-43.
Alicia Borinsky, 'Espectador y espectáculo en Las Hortensias', México, D. F., Cuadernos Americanos, No. 4, Julio-Agosto 1973, PP. 237-246.
Italo Calvino, 'Nota introduttiva', en Felisberto Hernández, Nessuno accendeva le lampade, Torino, Einaudi, 1974, PP. V-VIII
Adele Galeota Cajati, 'Felisberto Hernández: il fantastico marginale', en Altre parole, Salerno, Cooperativa Editrice Sintesi, 1980, PP. 11-38.
Julio Cortázar, Prólogo, en Felisberto Hernández, La casa inundada y otros cuentos, Barcelona, Lumen, 1975, PP. 5-9.
José Pedro Díaz, Felisberto Hernández, el espectáculo imaginario, I, Montevideo, Arca, 1991.
José Pedro Díaz, 'Felisberto Hernández y la década de los años '20', en Río de la Plata, Núms. 4-5-6, 1987, PP. 215-223.
Frank Graziano, 'La lujuria de ver: la proyección fantástica en 'El acomodador' de Felisberto Hernández', Pittsburgh, Revista Iberoamericana, Núms. 160-161, Julio-Diciembre 1992, pp. 1027-1039.
Norah Giraldi Dei Cas, Felisberto Hernández, del creador al hombre, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1975.
Norah Giraldi Dei Cas, 'Genealogía de Felisberto Hernández: un cuento y un cuentista en movimiento', Río de la Plata, Núms. 4-5-6, 1987, PP. 225-235.
Roberto Echavarren, 'La estrnctura temporal en El caballo perdido', Río de la Plata, No. 1, 1985, pp. 45-58.
Francisco Lasarte, Felisberto Hernández y la escritura de «lo Otro», Madrid, Ínsula,
1981.
Paulina Medeiros, Felisberto Hernández y Yo, Montevideo, Libros del Astillero, 1982.
Pablo Rocca, '(Más)caras de Felisberto Hernández: biografías ocultas', Montevideo, Revista de la Biblioteca Nacional, No. 25, 1987, PP. 69-97.
Alain Sicard, Felisberto Hernández ante la crítica actual, Caracas, Monte Avila, 1977.

* Publicado originalmente en Insomnia

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