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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



PLACER - PLACERES SEXUALES - ORGASMO - TIRESIAS -

Con las serpientes nunca se sabe*

Carlos Rehermann

El mayor o menor disfrute del amor no se puede evaluar cuando el lenguaje ofrece el término "orgasmo", opaco e imposible de definir en su esencia con palabras


Tiresias fue condenado a la ceguera por Juno, porque dijo la verdad. En efecto, estaban Júpiter y su esposa relajados y serenos, disfrutando del néctar y un rato de ocio, de modo que dieron en discutir acerca del disfrute del amor. Júpiter dijo, con ese tono despreocupado de los sembradores de cizaña, que las mujeres disfrutan más de los placeres del amor que los varones. Militantemente Juno se opuso con vehemencia a tal aserto.

Como no tenían nada mejor que hacer, fueron a consultar a Tiresias. Este sabio, habiendo descubierto a dos serpientes copulando en la selva, la emprendió a golpes con ellas. Como consecuencia de su acto, fue convertido en mujer. Siete años después, Tiresias, con forma femenina, se encontró nuevamente con las serpientes.
(¿A quién no le pasó encontrarse varias veces con un par se serpientes copulando?) Nadie sabe por qué, les volvió a dar una paliza, como consecuencia de lo cual fue convertido nuevamente en varón.

Así pues, Juno y Júpiter consultaron a Tiresias, que conocía los placeres de ambos sexos. Éste dijo que Júpiter tenía razón, puesto que efectivamente las mujeres disfrutan de mayor placer en el amor que los varones. La cuestión quedó zanjada, pero Juno castigó su derrota condenando a Tiresias a la ceguera. Júpiter, en compensación
(pues un dios no puede deshacer lo que otro dios ha hecho) le dio el don de ver el porvenir.

Podemos imaginar a Tiresias convertido de pronto en mujer, y pensando que bueno, hay que adaptarse a las circunstancias. ¿Con quiénes habrá consumado el amor Tiresias mujer? Su vida sexual continuó -por cierto, no hay referencias a sus preferencias tanto cuando fue varón como cuando fue mujer- lo que hace pensar que era poseedor/a de una serenidad de espíritu encomiable. Sin embargo, el mayor placer que experimentaba cuando era mujer no le impidió querer volver a ser varón. Por lo visto, a Tiresias no le interesaba demasiado el disfrute del sexo, aunque era capaz de evaluarlo. Prefirió volver a ser varón quizá porque ofrecía otras ventajas.

La ceguera que recibió como castigo le impediría en el futuro, entre otras cosas, volver a ver a las serpientes transexualizadoras. La pérdida de uno de sus sentidos puede verse como una representación de la mengua de placer que le correspondía por ser varón. La premonición otorgada por Júpiter es el correlato de la ventaja social y cívica de ser varón.

La charla entre los esposos olímpicos no puede tener lugar entre nosotros, porque hemos inventado una palabra que nivela las diferencias. El mayor o menor disfrute del amor no se puede evaluar cuando el lenguaje ofrece el término "orgasmo", opaco e imposible de definir en su esencia con palabras. La única posibilidad que nos queda, ante esa identidad de respuesta que propone la palabra, es discutir acerca de si en tales o cuales casos ocurre o no el orgasmo.

La historia de Tiresias, por otra parte, tampoco funciona entre nosotros, porque hemos perdido, al menos en el plano del discurso, la diferenciación de roles que trasuda todo el cuento griego. En teoría no habría hoy ventajas en ser varón, de manera que un segundo encuentro con las serpientes habría sido resuelto por la bella Tiresias con un mutis y un silbido bajito.


* Publicado originalmente en Insomnia

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