Tiresias fue condenado a la ceguera por Juno, porque dijo la verdad.
En efecto, estaban Júpiter y su esposa relajados y serenos,
disfrutando del néctar y un rato de ocio, de modo que dieron
en discutir acerca del disfrute del amor.
Júpiter dijo, con ese tono despreocupado de los sembradores
de cizaña, que las mujeres disfrutan más de los
placeres del amor que los varones. Militantemente Juno se opuso
con vehemencia a tal aserto.
Como no tenían nada mejor que hacer, fueron a consultar
a Tiresias. Este sabio, habiendo descubierto a dos serpientes
copulando en la selva, la
emprendió a golpes con ellas. Como consecuencia de su acto,
fue convertido en mujer.
Siete años después, Tiresias, con forma femenina,
se encontró nuevamente con las serpientes. (¿A quién no le pasó
encontrarse varias veces con un par se serpientes copulando?) Nadie sabe por qué, les
volvió a dar una paliza, como consecuencia de lo cual fue
convertido nuevamente en varón.
Así pues, Juno y Júpiter consultaron a Tiresias,
que conocía los placeres de ambos sexos. Éste dijo
que Júpiter tenía razón, puesto que efectivamente
las mujeres disfrutan de mayor placer
en el amor que los varones. La cuestión quedó zanjada,
pero Juno castigó su derrota condenando a Tiresias a la
ceguera. Júpiter, en compensación (pues un dios no puede deshacer lo que otro
dios ha hecho) le
dio el don de ver el porvenir.
Podemos imaginar a Tiresias convertido de pronto en mujer, y
pensando que bueno, hay que adaptarse a las circunstancias. ¿Con
quiénes habrá consumado el amor Tiresias mujer?
Su vida sexual continuó -por cierto, no hay referencias
a sus preferencias tanto cuando fue varón como cuando
fue mujer- lo que hace pensar que era poseedor/a de una serenidad
de espíritu encomiable. Sin embargo, el mayor placer que
experimentaba cuando era mujer no le impidió querer volver
a ser varón. Por lo visto, a Tiresias no le interesaba
demasiado el disfrute del sexo, aunque era capaz de evaluarlo.
Prefirió volver a ser varón quizá porque
ofrecía otras ventajas.
La ceguera que recibió como castigo le impediría
en el futuro, entre otras cosas, volver a ver a las serpientes
transexualizadoras. La pérdida de uno de sus sentidos
puede verse como una representación de la mengua de placer
que le correspondía por ser varón. La premonición
otorgada por Júpiter es el correlato de la ventaja social
y cívica de ser varón.
La charla entre los esposos olímpicos no puede tener lugar
entre nosotros, porque hemos inventado una palabra que nivela
las diferencias. El mayor o menor disfrute del amor no se puede
evaluar cuando el lenguaje ofrece el término "orgasmo",
opaco e imposible de definir en su esencia con palabras. La única
posibilidad que nos queda, ante esa identidad
de respuesta que propone la palabra, es discutir acerca de si
en tales o cuales casos ocurre o no el orgasmo.
La historia de Tiresias, por otra parte, tampoco funciona entre
nosotros, porque hemos perdido, al menos en el plano del discurso,
la diferenciación de roles que trasuda todo el cuento
griego. En teoría no habría hoy ventajas en ser
varón, de manera que un segundo encuentro con las serpientes
habría sido resuelto por la bella Tiresias con un mutis
y un silbido bajito.
* Publicado
originalmente en Insomnia
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