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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



URUGUAY - MONTEVIDEO - DESIGUALDAD/POBREZA/EXCLUSIÓN - MIEDO - VIOLENCIA -

De Juan Moreira a Un oso rojo:
Crisis del
modelo neoliberal y estética neo-gauchesca (II)*

Gustavo Remedi
Cosas que uno ve que pasan por las calles de Montevideo: escuelas que en realidad son comedores de niños porque las familias no los pueden alimentar, familias desalojadas que viven en la calle al resguardo de su viejos muebles y pertenencias, mendigos de todas las edades por todas partes, clasificadores de basura y cartoneros que recorren al ciudad con sus carros tirados por caballos, vendedores de escombros, esquinas llenas de limpiadores de parabrisas, carteristas, malabaristas y tragafuegos

Fronteras urbanas

Le doy limosna a Martín Fierro y al Quijote
Que están cansados de luchar
Pidiendo en Plaza Once
(13)

 

Según Claudio Aliscioni, corresponsal de Clarín en Montevideo: "Apenas veinte minutos separan al barrio Borro del centro [...] La zona es un desierto de frontera entre dos mundos: hacia el sur elegante, yacen los lujos importados de la costanera montevideana. Hacia el norte, la cara del desamparo latinoamericano [...] casas de chapa y barro, techos de troncos o paja; telas colgantes por puertas; ropa secándose al sol; basura y animales en las cunetas; aguas servidas; carteles insólitos" [subrayado del autor](14). La última crisis que asoló la región del Plata no vino sino a coronar décadas de estancamiento y deterioro, y se expresa en economías, sociedades, culturas y escenarios desfigurados e irreconocibles.

En tanto punto de inflexión, la crisis de 2001 incluyó la quiebra y vaciamiento de varios bancos, tanto privados como estatales, la retención de las cuentas de ahorro y a plazo fijo, el colapso de la industria, el consumo, el comercio, y con ello, del empleo, los ingresos, los beneficios sociales, en suma, de la calidad de vida. En su conjunto, la crisis desarrollista del último medio siglo -que muchos supieron aprovechar- empobreció a vastos sectores de la clase trabajadora y de la clase media, que pasaron a integrar las filas de la nueva pobreza. También golpeó a quienes ya eran pobres e indigentes y que ahora ya no tendrán prácticamente ninguna posibilidad de "salir de pobres".

La pobreza, además, se volvió transgeneracional: ya no afecta a una generación sino a dos, tres y cuatro generaciones: niños de parejas jóvenes y madres solteras que viven en la pobreza porque nacieron en hogares pobres, y esos niños también reproducirán ese cultura de la pobreza. Se trata ahora de una pobreza infantilizada y feminizada -niños, jóvenes, hijos de parejas jóvenes, madres solteras-, y aunque la CEPAL sostenga que el 79% de los uruguayos son de clase media, la pobreza se ha duplicado en Uruguay y el 50% de los niños y jóvenes son pobres. Finalmente, la brecha que separa a ricos y pobres se ha agravado, tanto en lo económico como en lo sociocultural. El abrumador crecimiento de los cantegriles -hoy rebautizados más asépticamente con el nombre de "asentamientos irregulares"(15)- viene acompañado además por una fractura cultural y un creciente conflicto entre los habitantes del Montevideo familiar y un Montevideo desconocido y siniestro.

Y es allí que, aunque parezca mentira -como dice la canción- se originan muchas de las cosas que uno ve que pasan por las calles de
Montevideo: escuelas que en realidad son comedores de niños porque las familias no los pueden alimentar, familias desalojadas que viven en la calle al resguardo de su viejos muebles y pertenencias, mendigos de todas las edades por todas partes, clasificadores de basura y cartoneros que recorren al ciudad con sus carros tirados por caballos, vendedores de escombros, esquinas llenas de limpiadores de parabrisas, carteristas, malabaristas y tragafuegos, ómnibus de los que constantemente suben y bajan ciegos, enfermos siquiátricos, drogadictos en recuperación, padres de familia sin trabajo, poetas, actores y músicos, vendedores de casi cualquier cosa, avenidas y plazas llenas de feriantes y comerciantes itinerantes, largas colas para buscar empleo en un supermercado, o de corredores de puerta, aeropuertos llenos, de un lado los hijos y los nietos, del otro los viejos.

Al abrigo de esta
violencia y de estos miedos (el miedo al desempleo, a la pobreza, a perder la casa, a no poder criar a los hijos) se va gestando otra de las formas y significados del miedo en América latina: el miedo a esos otros tan diferentes a nosotros con los que tenemos que compartir la ciudad y convivir a diario, que nos vendrán a robar, a invadir y a "tomar la casa", a matar por casi nada, el miedo a que mañana o en un tiempo para nada lejano o improbable nosotros mismos nos transformemos en ellos.

La
violencia social, física y moral de los privilegiados contra los excluidos encuentra su respuesta y complemento en la violencia de los propios marginados que se vuelven contra la sociedad que los ha expulsado y abandonado, y se expresa en el aumento de las actividades ilícitas de todo tipo y gravedad: arrebatos, secuestros, agresiones contra otras personas o sus propiedades, viejecitas que aparecen violadas y descuartizadas, bandas criminales de todas los tamaños, calibres y edades, tiroteos. Hoy las cárceles no dan abasto, los procesos judiciales están infinitamente atrasados -la gente está presa sin condena-, y para muchas familias y barrios enteros la Colonia Berro y el Comcar -el horror de la cárcel- ha pasado a ser su extensión y destino natural, lo mismo que nacer pobre, crecer en un asentamiento, trabajar entre la basura, andar pidiendo por la calle, perder un hermano, o ser comido por un perro.

 

Notas:

(13) León Gieco, "Idolo de los quemados", en Bandidos rurales (2001).

(14) Clarín, Martes 26 de octubre de 2004.

(15) "Casas de chapa y barro, techos de troncos o paja; telas colgantes por puertas; ropa secándose al sol; basura y animales en las cunetas; aguas servidas […] sitios alejados de la mano de Dios que corresponden a los 350 asentamientos que hay en Montevideo. Según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), su población creció desde las 122.000 personas en 1998 a las casi 240.000 almas de 2003", Claudio Aliscioni, Clarín, 26 de octubre de 2004.

Bibliografía


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Amir Hamed, Orientales: Uruguay a través de su poesía. Montevideo: Graffiti, 1996.
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____________, Literatura hispanoamericana e ideología liberal: Surgimiento y crisis. Buenos Aires: Hispamérica, 1976.


*Publicado originalmente en Javier Campos and Mabel Moraña, Eds., (Pittsburgh: University of Pittsburgh/Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana).

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