Fama
29.1.99 - 5:30 AM - Recibí
ayer por la tarde los primeros materiales (en algún momento
habrá que regresar sobre la palabra
materiales y alrededor de la consistencia material de estas
imágenes
-¿sobre o alrededor? ¿estoy encima o debajo?
¿las rodeo? ¿qué actitud corporal asumo?
¿qué actitud? ¿actitud?). Gracias.
En algún momento habrá que regresar a la acusación
de recibo. Quizás volviendo a estas preguntas: ¿en
qué consiste la indudable amabilidad por la que tendría
que agradecerte, la que has tenido al invitarme a participar en
el Proyecto? ¿Debería haber grabado nuestras voces
por teléfono,
no dudar de tu tono ni del mío, disponer del significado
exacto de los términos empleados en el orden de la consabida
insaciable sed de documentación, la que determina una asepsia
hospitalaria de nunca acabar haciendo coincidir desinfectar y
saber sin agradecer ni maldecir?
Por lo menos creo saber porqué hace un rato no se me ocurrió
acudir a la carta en que repites los términos del trato
y del contrato de esta lectura
cruzada, colectura, colecturía (oficio
del que recibe y distribuye las limosnas de las misas): citaría tu carta si a toda
costa quisiera estar seguro, si se tratara de contestar a lo que
me pregunto a propósito de estas poses de la muerte,
si el llamado "trabajo del duelo" no escarbara la distinción
entre la labor más tensa y la más vacua vagancia.
¿Son citas tus envíos? ¿En qué se
atienen la cita y el citar a testimonio, a juicio, a lo que sea?
La de la cabeza con el puñal en la sien se me hace haberla
ya visto. Pero ¿se pueden volver a ver? ¿Qué
acontece con la supuesta facilidad de lo revisible cuando de violencia
se trata? Respectum. Participio pasado de respicere,
"volver a mirar". Nunca estás seguro de haberlo
visto, acogido o recibido,
el respetable espectro. Ves
para no creer y crees volver a mirar.
Acabo de pasar por este sueño: estoy en la periferia de
Milano y busco posada donde mi tía materna (María, la pintora de santos que no
sabía cuándo dejar en paz el lienzo: bueno el boceto,
decente el acabado, se ponía a relamer y terminaba sobrepasando
los límites de la admisibilidad de lo menso). El apartamentico de vía
Barocco lo han convertido en albergue para pobres diablos y no
he tenido la suerte de entrar de primero. Ningún pulgoso
colchón disponible (además
de los sobrevivientes del terremoto de la zona cafetera todavía
echados entre los escombros de la
tele, tengo atravesado el lit de misère, literalmente
la "cama de miseria", o sea el potro, el sillón
para uso de las mujeres
que están de parto, expresión encontrada entre las
páginas manchadas de brea y metiolate de un ejemplar del
Traité complet des manoeuvres de tous les accouchements
de E. Adet de Roseville, de 1837, que me dejó hojear el
antioqueño vendedor de libros
viejos, ayer, al lado del palacio de la Gobernación). Estoy en una calle peligrosa,
una de las que frecuentaba Pasolini, aclara la extraviada voz
en off.
Necesito un lugar donde meterme, entre los bultos antropomorfos
sobre el asfalto. Se acerca una mujer
cubierta de estratificaciones de harapos, los labios embadurnados
al rojo muerto, como si no obstante el horror
de su cuerpo se obstinara
en venderlo.
3:54 PM - Nadie contesta.
Me hubiera gustado leerte por teléfono lo que escribí
esta mañana. ¿Será vanidad? ¿Sería
admisible?
Llagas podridas los ocelos de este pavo tan poco real.
A propósito del lente de aumento al ojal del camarógrafo
y para añadir un espécimen a tu colección
de mártires: Santo
Tomás, el que puso el dedo en el buzón intercostal,
si no la mano entera obedeciendo al crescendo copulativo ("Infer digitum tuum huc, et vide
manus meas, et affer manum tuam, et mitte in latus meum"
-Juan. XX. 27),
lo mataron en un bosque de la India
tomándolo por pavo real, ¿lo sabías?
Pienso en la labor más tensa y en mi debilidad de anoche,
después de haber mirado
los materiales, al desahogarme con mi hija, explicándole
la idea del Proyecto sin rogarle la mayor discreción :
tal vez, en el fondo, esperando más bien que se enteren
parientes y amigos, el mayor número, imagínate,
justamente mientras le expresaba el firme propósito de
abolir cualquier impulso de vanidad.
Seguiré mañana. Quizás volveré a
empezar por el mudra que has inscrito en un círculo de
veinte puntos rojos.
30.1 - 6:28 AM - Que según
el Abhinaya Darpanam de Nandikeshawara el sexo femenino se nombre levantando tan
sólo la mano derecha (mostrando
la palma, arqueando suavemente el índice, el medio y el
anular, y manteniendo erguidos pulgar y meñique, en la
posición llamada Mrgasirsa, la misma que, en atención
al contexto, puede significar también a las mujeres
en general, así como una cabeza de venado, el hecho de
llevar una sombrilla o de dar un paso para invocar al ser amado), no resta eficacia alguna al ademán
de la directora ejecutiva de Proartes, al juntar pulgar con pulgar
e índice con índice mientras se trenzan los demás
dedos conformando a la altura del bajo vientre la misma elipse
esgrimida en las marchas feministas.
La mirada de la ejecutiva se funde mórbidamente con el
espacio que tiene en frente, sobre el florero de rosas blancas
y el cilindro del vaso de agua colocado a la altura del extremo
inferior de la almendra digital, justo al borde del círculo
de tu punteado.
Levanta los ojos al cielo el general a su lado, uno de los tres
altos mandos reunidos para el lanzamiento del programa oficial
del Festival de Arte de Cali.
A no ser por la brújula en ristre de la mujer de mirada
ausente, capaz de desviar el rumbo del arrobo protocolario hacia
la corporeidad de los conflictos, las notas del himno nacional
se confundirían con el eco anacrónico de los acentos
de José Enrique Rodó,
apóstol del servicio militar obligatorio y de la identificación
dannunziana de la cultura
y del arte con el brazo robusto
de la patria:
"Y la confraternidad,
la identificación, entre el ciudadano y el soldado, ganan
terreno día por día. El militar es ya, cívicamente,
una fibra del corazón del pueblo, que participa de todas
sus palpitaciones y vibra, sin disonancia, en sus congojas como
en sus regocijos ; el militar es socialmente un hombre culto,
con quien se comparten los primeros puestos en todas las manifestaciones
de la vida civil, en todas las formas nobles y superiores de
la actividad, en todos los certámenes de la inteligencia."
Creer que un ademán ni distraído ni voluntario,
en vilo entre la expresión y el indicio, pueda resultar
tan intrincado cuanto la espesura que en quechua suena sacha
y para la que Glauco Torres desgrana los sentidos de "árbol
; monte ; silvestre ; falso ; contrahecho ; improvisado ; presuntuoso
; medio", por tratarse en todo caso de lo que se interpone
substrayéndose a la suma y a la sumatoria de la imagen
pública, a ojos de quien se contenta con la visibilidad
de un florero sería tal vez demasiado presumir.
La muestra insoportable del acto de violencia
toca insistentemente a la puerta de la chata visibilidad propagandística:
lo incontable quiere ser tenido en cuenta, lo que la vista no
aguanta quiere darse en espectáculo, para que la imposibilidad
de la exhibición no sea letra
modernamente muerta, sino eficazmente notable, renovadamente preclara,
neofamosa.
Negar la ocasión de la imposibilidad de la imagen
no puede ser sino un acto de violencia.
Sólo violentamente se puede imaginar hasta qué punto
no se cree en la imagen,
hasta qué punto se padece el asco de lo puntual.
Y si en lugar de un arreglo floral, se dispone de una entera
coreografía de personajes políticos para
2. 4 - 5:20 AM - Para
no perder de vista el origen, para no perder la vista tout
court -a la letra "todo corto"- más que a
la letra totus
curtus, "todo cortado", de curtare, "cercenar"
- lo que se dice a secas (lo
prolijo aborrecería la violencia
proclamada en la deshidratada concisión de las arengas)
pongo fecha y hora
como mi tío marino en las cartas desde su buque de carga.
Tíos y tías, latitudes y longitudes etimológicas,
genealógicas y cronológicas, cálculos y
conceptos sin fin para no perder de vista el origen, para no
perder la vista, para no perder.
La imagen me pierde. La
del decapitado en particular. En esta galería todo se da
en particular, en la parte, en el miserable lujo del detalle,
el detalle por excelencia, la excelencia por detalle de la cabeza
destroncada, donde la excellentia, la accio-pasión
acreedora de celsus ("elevado",
"derecho", "erguido") y de clades ("estrago",
"pérdida de un miembro"), viene a ser la de una falta o desplazamiento
de conexión detallada, del latín vulgar taleare,
"cortar", "rajar", exceso
de lo que se recorta y destaca por su talla, pues, hay que cortar
para tener la medida, aunque sea al ojo.
Lo que no ignora el buen sastre o el coro de trabajadores del
tajo a destajo que sacaron los ojos, cercenaron los senos y cortaron
la lengua de la joven Madrigal, como informa el perfecto cuadrado
de palabras que fechaste 23 de agosto 1983 y sobrepusiste a un
trozo de papel con impresas las torsiones de quién sabe
qué hoguera o qué melena, así como anotaste
los nombres de Santa Bárbara y de Santa Agreda con una
flechita apuntando a la mártir enganchada al articulillo
simétrico, la que ofrece en espectáculo el par
de senos recididos no sin aplomo de camarera británica
(el plato los rodea como
un cartouche, la elipse que en los jeroglíficos envuelve,
controla y protege las letras del nombre propio cifrando la red
en que se agitan todavía las entidades primordiales, firmemente
sujeta gracias a la maza de Sechat, patrona del cálculo
matemático y de los archivos -por mi parte a cada rato
olvido y equivoco: se me intersecan ojos al cielo con pezones
saltones y casi siempre acabo entregando la bandeja a Santa Lucía).
Divago. Me resisto a trabajar el trabajo de este duelo. Dejé
pasar dos meses. De todas formas, cada palabra es a la vez un
desvío perezoso y un atajo corajudo. Cada forma,
cada fórmula. La inglesa: grief work.
Otro animoso rodeo ante la escasa evidencia de mi luctuosa laboriosidad:
grief suena igual que Griff , la "uña",
el "garfio", del concepto, claro, del Begriff.
Pero procede -tan puntualmente como las noticias del tío
Armando- del antiguo francés grever, "pesar",
"estar encima", igual que grève, "huelga",
apostaría.
El caso del holgado autor
de cierta presentación (déjame
llevar la cosa despacio - se cortará después, si
acaso al ras): Fabiano
Bassi escribe una introducción, más exactamente
una Presentazione, para una antología de ensayos
intitulada Pathos, horror
y trauma publicada por Ediciones Bollati Boringhieri, Turín,
1996, que en parte él ha traducido del inglés. El
último ensayo, "Ceguera psicógena por tortura"
de Pedro Grosz, ya publicado en otra colección italiana,
contiene observaciones efectuadas a lo largo de la terapia de
una niña
de ocho años refugiada en un instituto suizo para ciegos
por seguir obedeciendo todavía a la lección de quienes,
en trance de ser torturados y masacrados (dame tiempo: masacre, término
del que todavía no se ocupa la edición del Diccionario
Ideológico de Casares de 1959, constituye un galicismo
susceptible de comprometer mucho menos a la masa que a
la maza, la modalidad de la ejecución, el arma,
*mattia, derivado regresivo de mateola, "instrumento
para desfondar", tal como observa Picoche a propósito
de la concatenación *mattia®*mattiuca®massue
de la que procede massacre, término registrado desde
el siglo XIIº pero raro hasta el XVIº: no deberían
ser ni el mero acto de liquidación ni el número
de las víctimas los rasgos definitorios, sino la intensidad
del abatimiento definitivo, la obstinación que define la
ruina, el estrago, la strages, lo que implica sternere,
"extender", "esparcir al suelo", desparpajo
que en el idioma de mis padres viene a ser scempio, del
latín exemplum, cuando se dice "hacer scempio
de los enemigos"
para indicar que han sido reducidos a la condición del
consabido pelo pedagógicamente partido en cuatro, explayado
en aras de la demostración más emblemática,
expandido como la cornamenta del ciervo que no necesita de todo
el cráneo para encuadrarse en el escudo de armas y que
en los tratados de heráldica recibe el nombre de "masacrado"
-no debería ser el número en cuestión (como
en la fórmula de María Victoria Uribe y Teófilo
Vásquez : "Definimos masacre como el acto de liquidación
física violenta, simultánea o cuasi-simultánea,
de más de cuatro personas en estado de indefensión"),
y sin embargo el crimen
atroz hace número, irrita la enumerabilidad, no de las
víctimas o de la víctima sino de sus partes, monta
su show, proclama a los cuatro vientos una marcada vocación
expositiva, máxime si la mutilación descompone en
serie la supuesta unidad -supuesta porque de explorar las premisas
del propio ser Uno quizás sea de lo que se trata, suponiéndolas
a expensas del Otro), sus padres, entre las cuatro paredes
de su casa (cantidad de "cuatro"
en tan pocos renglones : ¿qué cuadrícula
se me está armando ?), en Buenos Aires, en 1975, le han enseñado
por última vez, suplicándole : -"¡No
mires !".
En lo que a evento editorial se refiere, en lo que concierne a
la intensidad del episodio de esa peculiar alerta psiconeurológica
denominada "lectura",
a los fines del Proyecto, tan elocuente cuanto el trastorno de
la pequeña sería el del responsable de la presentación
de la presentación de su caso y del caso de su analista.
3.4 - 8:20 AM - Durante
una conferencia de prensa transmitida en vivo desde Bruselas por
la BBC, la que estoy viendo, David Wilby, portavoz militar de
la Otan, justifica el ataque a Belgrado afirmando que de esta
manera se llegaría "justo al corazón del asunto
-right to the heart of the matter". Se está bombardeando
el núcleo de un asunto, de una materia de estudio que hay
que extender para dar a comprender.
La matanza dilata un núcleo temático, lo explaya,
lo explica. El comprimido magistral de la masacre se propaga
y ofrece al conocimiento.
Así el metapresentador (¿no
es mi empeño, volver a presentar lo que me presentas, y
el tuyo también, seleccionar lo que otros han presentado,
materiales de por sí tan representativos ?) primero tergiversa la masacre de
los padres convirtiéndola en rapto y desaparición
televisivos, filmados por la hija despachada como reportera improvisada,
en seguida reduce el trabajo del terapeuta al de un marino agarrado
al timón de su barco (a
no dudarlo un buque de carga, si el estancamiento cibernético
de la "desidia" o "apatía", la Trägheit
melancólica, es lo que en todo recuadro temático
coincide con la gravedad de lo soportado, el peso de tragen,
"llevar", "sostener", "estar preñada",
faena de Herakles en lugar de Atlante, del cirineo en el de Cristo,
de la preñada en el de su criatura, cruz del mundo en equilibrio
sobre clava teórica, sobre ombligo de cámara contundente):
"La dramática
mezcla de aspectos traumáticos, elementos de afecto-señal
y situaciones evolutivas más normales, emerge de manera
explosiva en la contribución de Grosz, en la que es presentada
al lector la historia de la terapia de una niña argentina
que había vivido en toma directa -in presa diretta- la
horrible experiencia del rapto de los padres de parte de los killers
del régimen y su definitiva y subsiguiente desaparición, y que a
consecuencia de este drama había desarrollado una ceguera
de origen psicógena indudable. El conocimiento teórico
de la existencia de miedos
evolutivos 'normales', fisiológicamente vividos por el
niño
durante el desarrollo, permite al autor proveerse de una brújula
que le impide extraviarse en el mar de horror que la pequeña
paciente le echa encima..."
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