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SPERRY, ROGER - HEMISFERIOS CEREBRALES - CUERPO CALLOSO
- IMAGEN - PERCEPCIÓN/EXPRESIÓN
Mitad
más mitad es igual a mitad*
Carlos
Rehermann
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El campo visual humano está dividido en
mitades: a una le corresponde el hemisferio derecho del cerebro,
a la otra el izquierdo. Cada ojo tiene este doble campo. Sperry
eligió como sujetos de investigación a pacientes
que, por diversas causas, tienen desconectados ambos hemisferios,
es decir, han sido callosotomizados |
Nadie habrá
dejado de observar la importancia de las investigaciones de Roger
Sperry. En 1981 le fue otorgado el premio Nobel de medicina por
sus investigaciones acerca de las funciones de cada uno de los
hemisferios cerebrales en las tareas cognoscitivas. Lo que mostró
Sperry permite asegurar que lo que percibimos no se puede separar
de lo que somos capaces de expresar. Esto parece reafirmar viejos
asertos filosóficos ("uno
ve lo que sabe"),
aunque en este caso, a partir de pruebas neurológicas.
Para llevar a cabo sus investigaciones, Sperry utilizó quimeras.
Además de un animal fabuloso, la quimera es una imagen
compuesta por dos mitades diferentes. El campo visual humano está
dividido en mitades: a una le corresponde el hemisferio derecho
del cerebro, a la otra el izquierdo. Cada ojo
tiene este doble campo (a diferencia
de los oídos,
que casi por entero corresponden cada uno a un hemisferio cerebral). Sperry eligió como sujetos
de investigación a pacientes que, por diversas causas, tienen
desconectados ambos hemisferios, es decir, han sido callosotomizados
(el cuerpo calloso es la principal unión
entre los hemisferios).
Puestas estas personas delante de una quimera -por ejemplo, un "rostro"
formado por dos mitades de rostros diferentes- se mostraban incapaces
de notar el artificio. Eso resulta, para quienes disponemos de un
sano y eficiente cuerpo calloso, bastante sorprendente y difícil
de imaginar. Pero Sperry fue más allá: primero, le
pedía al paciente que diera una respuesta verbal acerca de
lo que veía; se sabe que las funciones del lenguaje
están localizadas en el hemisferio izquierdo; pues bien,
el paciente hablaba y decía que veía la mitad de la
imagen que correspondía
a ese hemisferio. Luego, se le pedía que agarrara con la
mano izquierda (que está
comandada por el hemisferio derecho)
una copia del objeto que veía, que tenía a su disposición,
entre muchas otras imágenes, sobre una mesa delante suyo;
entonces, el paciente elegía la copia de la imagen
que correspondía a su hemisferio derecho.
Durante treinta años, Sperry hizo muchas otras investigaciones
sobre los hemisferios cerebrales, pero la relatada aquí es
la que dio los resultados más espectaculares. La pregunta
que cabe es: pero en realidad ¿qué veía el
paciente? Veía lo mismo que cualquier feliz poseedor de un
cuerpo calloso, pero su conciencia estaba desdoblada. Las personas
sanas, que generan en una primera etapa las mismas semi-imágenes,
intercambian luego información
entre ambos hemisferios, y son capaces de decir: "veo un
objeto compuesto por dos mitades diferentes".
Pero ¿es cierto que podemos afirmar eso? ¿No parece,
más bien, que no somos capaces de formar imágenes
enteras del mundo y de nosotros mismos? Toda esta manía
hedonista y egocentrada, toda esta ética yuppie que cunde
en el planeta, ¿no es una manifestación de una
severa discapacidad perceptiva? Si el habla conforma respuestas
a los estímulos visuales, otras funciones cerebrales también
lo harán, así como lo impedirá su atrofia.
De alguna forma, se puede estar tranquilo: no es que seamos estúpidos;
es que no nos damos cuenta.
* Publicado
originalmente en Insomnia |
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