"Hermano Mayor de la
Escritura,
Hermano Mayor del Dibujo:
Que viva mi animal
todavía muchos años
en las páginas del Libro,
en sus letras,
sus dibujos
y en toda la faz de la Tierra".
Canto
de Manwela Kokoroch
Cuenta la escritora Ambar Past, una gringa que se quedó
a vivir con los mayas de Chiapas, que en 1975 conoció en
las aldeas a las mujeres conjuradoras que
se ocupaban de hacer felices a los indios. En Cotzilnab, cuarenta
kilómetros al norte de San Cristobal de las Casas, mujeres
como Markarita Váskes Kómes y María Álvarez
Jiménes, Me'Avrila, se llenaban de risa pícara,
cuando le enseñaban el canto que dice:
Nichimajuk tal yo'onton
ti snupe...
Que llegue con flores en su corazón el hombre.
Que llegue con todo su corazón.
Que hable con mi carne.
Que le duela su sangre por mí
cuando me ve en el camino al mercado.
Y finalizaba: Yu'un me ta jk'an ti chinupije...
Quiero juntarme con él.
Quiero que el hombre complete mi cuerpo.
Y se trataba de un encantamiento. Me'Avrila le dijo a Ambar que
era un conjuro para cantar mirando hacia el
camino que habían tocado los pies del hombre deseado. Por los
próximos 25 años la gringa, vivió pidiendo
permiso para recopilar esas canciones de hacer magia.
Decenas de conjuros y cantos de otras tantas mujeres mayas están
impresos en el sorprendente libro "Conjuros y Ebriedades"
publicado por el Taller Leñateros de San Cristobal de las
Casas. Su formato es de libro objeto. Sus tapas fabricadas de
grueso cartón hecho a mano, muestran en su portada un basto
y hierático rostro indoamericano, forjado con molde y prensa
mientras la pasta del cartón estaba fresca. Su texto es
bilingüe en totzil y español. Está en plena
preparación una versión totzil-inglés y un
CD con las voces de las conjuradoras.
En ese taller trabajan unas veinte familias indígenas y
mestizas la mayoría de origen totzil, un par de chamulas
y una bella dama tzeltal que sonríe cuando se la saluda:
Buendía doña María Komes!.
Buscando flores para que se sequen, helechos y fibras para que
remojen, hirviendo las pastas, tiñéndolas con polvos
minerales e insectos anilinos, hacen papel con sus manos. Gruesos
cartones con color de árbol y papel casi transparente donde
se notan palitos y fibras vegetales, como si fueran fósiles
insertos en su trama. Con ese papel hacen cuadernos de notas,
álbumes rústicos de fotografías, grabados y xilografías,
pero sobre todo una revista que no se lee como un libro occidental
y cristiano, sino como un código maya, maya y pagano, La
Jícara. La Jícara se despliega y llega
a medir siete metros de crónicas, cantos, versos, sueños
mayas y recuerdos de los viejos tiempos chiapanecos.
En ese ambiente empezaron a recolectar lo que las mujeres llamadas soñadoras
conjuraban, cantaban o simplemente parrandeaban. En general las
mujeres mayas no son escritoras, la palabra escribir en totzil es la
misma que define dibujar. Una mujer del mercado de Ocosingo criticaba
a su comadre diciendo: "Cómo pues la Vicenta va
a estar escribiendo sino aún no sabe dibujar".
Las mujeres mayas, no todas,
sólo las conjuradoras, tienen que haber soñado y
en el sueño haber visto el Libro de los Padresmadres
donde están escritos los nombres de todos los muertos,
de todos los vivos y de los que han de vivir, con todas sus vidas
y todos sus hechos, para poder contar. A veces un relato es un
conjuro para que ocurra algo, otras es solo una canción,
como esta que es una canción de cuna que Petra Tzon Te'Vitz
publica en "Conjuros y Ebriedades":
¡Vayan, olol,
vayan! Yu'un ta me Xyakub atot...
¡Duérmete, pichita, duérmete!
Tu tata ya está borracho.
Y si me viene a pegar,
me voy a escapar al monte...
Una mujer conjuradora no
es una bruja o una curandera, en el mundo maya la medicina, tanto
mágica como terapeútica es un asunto masculino,
es una relación diferente con los Padresmadres, esa imagen
perfecta de Dios, eterno porque se concibió y parió
a sí mismo e hizo al mundo y en el mundo a hombres y hembras,
separados para que no sean dioses y tengan que doler de amor y de parto. Una
conjuradora tiene que haber nacido con el don. Uno ve niñas pequeñas
armando en el suelo con florecillas y palitos, círculos
mágicos aparecidos en sus sueños. Hablando con sus
muñecas de trapo, diciéndoles conjuros para curarles
del moco o invocando a Kajval Hermano del Trueno a que le halle
un novio con caballo y milpa. En muchos de los conjuros se desea
que el animal de uno no muera o no se enferme o lo robe y se lo
coma alguien. La cosmogonía maya indica que cada persona
nace con su animal paralelo, cuya cabeza es de la utilidad que
esa persona tendrá en la vida. Así hay quien tiene
una serpiente compañera con cabeza de tijera y sabrá
el arte de la costura, o un jaguar con la cabeza de un pajarillo
silbador y será valiente y audaz, pero tendrá gran
talento para la música y el canto. Y si tu animal se enferma,
enfermarás, si muere habrá que llamar a su alma
para insuflarla a un animal similar así tú no morirás:
Que viva mi animal
todavía muchos años
en las páginas del Libro,
en sus letras, sus dibujos,
y en toda la faz de la Tierra.
ta sba abanumil,
ta sba avinajel un, Tata. Dice Manwela Kokoroch al final de su
conjuro "Tz'akobil yora" o "Al Cargador de las
Flechas" en
las páginas 130 a la 135 de "Conjuros y Ebriedades".
La segunda palabra del título del libro también
tiene su encanto y tiene que ver con la fiesta. Casi en todos
los grupos indígenas de América las mujeres hacen
el canto y los hombres la música de los instrumentos. Generalmente
las voces de esas mujeres son falsetes, las voces se apajaran
porque en el mundo no-hispano o a-hispano el modelo musical de
la voz humana es el pájaro. Los días de las fiestas
vecinales, que pueden ser patronales, cívicas, de matrimonio
y hasta de entierro, se preparan las chichas, bebidas de frutas
fermentadas. Hombres y mujeres beben por igual:
Canto de la
Mujer Borracha
por
Tonik Nibak (Página 117)
Me llamo la Sagrada Mujer
Me llamo la Sagrada Magrina
...
Soy una mujer borracha
soy una niña borracha.
...
Me siento muy dulce
me siento muy agria.
El trago tiene sabor de melón
Tiene sabor a sandía... Y esas ebriedades traen la tentación
y los deseos de la carne. Las solteras y las mujeres infieles
podrían cantar el conjuro "Para que el Perro no Ladre
al Novio" de Petra Ernándes Jiménes que se
lee en la página 33 de "Conjuros y Ebriedades":
...
Ve caminando adelante del novio Kajval.
Sóplale con tu aliento al novio,
para que el perro no le huela las pisadas,
para que el perro no le huela sus manos.
Que no le vaya a ladrar
que no le vaya a morder... Don Cósimo Waskes de Simojovel
cuenta que tiene muchos perros, dos son para cuidar de sus tres
lecheras y sus terneros, dos lo acompañan a la milpa para
avisarle si vienen los priistas y sus últimos dos son
para cuidar las ganas de sus hijas solteras, no vaya ser que
se pongan húmedas por un soldado, o se estén noviantando
con el señor cura; textual.
En el libro del Taller Leñateros, "Conjuros y Ebriedades"
trabajaron ciento cincuenta personas. El colofón del volumen
enumera sus especialidades asi:
...cantoras,
videntes, brujas, macheteras, conjuradoras, mecapaleras, rezanderas,
copaleras, ensalmadoras, teñidoras, plañideras,
hilanderas, pastoras, crianderas, molenderas, tapiscadoras, ...
sepultureras, coheteras, parranderas, ... embusteras, computadoras,
comadronas, comadres, musas y hasta hombres. Totalmente ilustrado con dibujos
hechos por mujeres mayas, que representan desde sueños
hasta retratos del diario vivir.
El conjuro más recomendado de este libro está en
la página 131 y su título es terrible, "Hechizo
para Matar al Hombre Infiel" lo invoca la totzil Tonik Nibak
e inicia sus versos diciendo:
Que pague con su carne.
Y que no pase de mañana o pasado.
Que Trece Diablos Mujer, que trece Diosas de la Muerte
Borren su nombre...
Y
termina con una maldición atroz:
...Que se atragante con un frijol.
Dale chorrillo, sécale su semen.
Hazle chiquita chiquita su verga.
Que no se vaya a escapar.
Agárrenlo.
Mátenlo en su cama.
Conjuros
y Ebriedades
es un libro grande, 25 centímetros por 25 centímetros,
pesa casi dos kilos y habla de amor, premonición, muerte y perdón.
Tiene un verdadero idioma femenino ya que es sabio y simple, cálido
y fuerte. Como son las mujeres que yo admiro, temo y respeto.
Como me gustaría ser a mí si yo fuera mujer.
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