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ISSN 1688-1672

 



FEMENINO

Invasores (La mujer y la hija sin Espíritu Santo)

Sandino Núñez

Aparentemente, esta nueva raza no operaría sino una inversión, simple y grosera, del procedimiento cristiano. Antes el varón se reproducía a través de la mujer; ahora la mujer se reproduce a través del varón. El varón se reproducía y la mujer era la matriz. Ahora la mujer se reproduce y el
hombre es la herramienta

 

Bella mariposa, la top model de Species (1994) es, para variar, un mutante, un organismo barroco: híbrido entre un lenguaje genético humano y otro remoto e indescifrable. Salta de impúber a mujer adulta luego de no más de una noche en estado de crisálida. Del capullo abominable y pestilente emerge una barbie de soberanía e indiferencia verdaderamente angelicales. A poco de educarse (basta una noche de filmes eróticos en la tevé de un hotel), empieza un itinerario experimentalista que le pertenece menos al deseo que al narcisismo, a la reproducción. La rubia de dos mundos busca desesperadamente ser fecundada por un varón terreno que esté a su altura biológica. Se ha convertido, casi literalmente, en una men-eater.

1

Máquina histérica. Seducción. Ella no es pero aprende a ser o a parecer (doble juego estimulante: especie de histeria de segundo grado) una atorranta en celo perpetuo, ninfómana con atavío nupcial que vagabundea por calles
y pubs de Los Angeles, dominando el arte de excitar a la muchachada noctámbula y calentona.

2

Máquina biológica. Ella es, debajo de esa piel, un monstruo, una especie de insecto-reptil copulante, exigente, carnívoro y sin deseo, bicho itinerante y letal que elimina
sin miseri-cordia a cuanto galancete no aprueba el biodiagnóstico o a cuanta competidora se atraviesa en su camino.

3

Máquina autista. Narcisismo angelical o animalesco.
Ella es, finalmente y sobre todo, un ángel, una aparición blanca, un increado, un bild. (Sin memoria ni deseo, es decir, sin pecado, ella conquista su objetivo. Se aparea,
logra el embarazo. Razonablemente, descuartiza a su partenaire y se retira a las cloacas a parir con tranquilidad.
Hay que detenerla: dados su ritmo de crecimiento y su fertilidad, esta raza sustituirá a la humana en algunas décadas.)

Este ángel es la promesa de una nueva raza femenina. Amazonas del siglo 21 lanzadas a la locura endógena
de su autorreproducción. Separadas, ajenas, excluyentes, completas. Madonna, Xuxa o Jodie Foster, monumentos
a la solitaria aventura de la femineidad, no tienen hijos. Tienen hijas.

(Xuxa ha llegado a lamentar en público no haber conocido
a la familia del padre de su nena antes de haberse fecundado: al parecer él es el único lindo en una familia de feos: ese descuido puede resultar fatal)

Toda la vasta tecnología de la fertilización asistida no deja
de ser una épica de lo femenino excluyente. El varón parece recobrar una inocencia perdida: no interviene a no ser bajo una modalidad técnica, quirúrgica, instrumental. Cuando es, el hombre no es sino un retorcido procedimiento que la mujer utiliza para llegar a sí misma.

Aparentemente, esta nueva raza no operaría sino una inversión, simple y grosera, del procedimiento cristiano. Antes el varón se reproducía a través de la mujer; ahora
la mujer se reproduce a través del varón. El varón se reproducía y la mujer era la matriz. Ahora la mujer se reproduce y el hombre es la herramienta.

Pero a poco de examinar más de cerca advertimos que
se trata de algo bastante distinto: más horizontal, menos mediado, sin apelaciones a los juegos simbólicos de la terceridad: representación, autoridad, institución. En la tradición occidental el hombre ha contado menos como hombre que como padre, como símbolo, como estructura social, como fuerza de trabajo y como capacidad para organizarla.

Menos que a él mismo, el varón reproduce ese orden,
esa estructura. La sociedad occidental masculina ha sido irreductiblemente patriarcal: somete, controla, organiza, distribuye, castiga, corrige, captura. La nueva sociedad femenina no es matriarcal (un orden), sino, simple, tautológica, asimbólicamente, femenina (un estado).

Su movimiento no es explosivo sino implosivo. No busca gobernar, capturar y crecer sino excluir. Hay que ignorar todo no-femenino. La mujer no reproduce, no representa:
se clona. Año 0 de una era augurada por un nuevo y paradójico sacrificio virginal del varón.

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