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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



PUIG, MANUEL - EL BESO DE LA MUJER ARAÑA - MALDICÓN ETERNA A QUIEN LEA ESTAS PÁGINAS -

Manuel Puig y ese infierno tan temido (II)

Iván de la Torre

El gran tema de Puig es el bovarismo. El modo en que la cultura de masas educa los sentimientos. El cine, el folletín, el radioteatro, la novela rosa, el psicoanálisis: esa trama de emociones extremas, de identidades ambiguas, de enigmas y secretos dramáticos


Eloy: "En 1973, cuando publicó The Buenos Aires Affair y le llovían las ofertas para
traducirlo, empezó a sentir que la Argentina no le hacía justicia. Había llegado más lejos que cualquier otro escritor de su generación, pero se lo trataba como a uno cualquiera. No quería aceptar que el país siempre había sido así, y que seguiría siéndolo. Cuando recuerdo los encuentros de aquellos años me parece volver a oír su inagotable amargura. Suponía que los críticos argentinos -tanto en los medios de prensa como en la universidad- consideraban su obra como un artificio menor, destinado a no perdurar sino a ser consumido y olvidado por el mercado. "Creen que soy un best-seller pasajero, no un escritor", me dijo. "Lo mismo pasó con Roberto Arlt hace treinta años, y los que le cavaron la tumba son los mismos que ahora lo ensalzan."

Ese exilio se prolongaría por años y lo llevaría a Estados Unidos, Brasil, Italia y México, entre otros lugares. En un reportaje habló sobre ello y su difícil relación con los demás escritores argentinos exiliados:

"-La mayor parte de los
intelectuales argentinos exiliados volvieron al país tras la caída de la dictadura militar. ¿Por qué usted no volvió?
-Cuando todos estaban en el
exilio ninguno se interesó por mi suerte, nunca. Sobreviví con mis medios. Quizá fue demasiado fuerte el rechazo que sentí. Sobre el eco de mi obra le diré una cosa y no me va a creer. Desde hace dos años
El beso de la mujer araña circula libremente y sin embargo no salió ni siquiera un comentario. Con Alfonsín la censura no existe más, pero no se escribió una sola línea para un libro que ha suscitado tantas reacciones, positivas y negativas en tantos países del mundo.
-Después de Italia y París se fue a Nueva York. Ahora vive en Río de Janeiro en vez de Buenos Aires. ¿Por qué abandonó Nueva York, el centro del mundo?
-Soy afortunado, no tengo necesidad de vivir en una
ciudad, de ir a la oficina. Mi trabajo lo puedo hacer donde sea. Y Nueva York tiene esos inviernos tremendos, esos veranos ardientes, y en un determinado momento, me pareció que no era muy sano. Me fui también por la llegada de Reagan; yo no creía que el pueblo americano llegara al punto de elegir a Reagan, que tenía en sus espaldas el caso Angela Davis, porque él era el gobernador de California cuando aquello sucedió. Y poco a poco sentí que, incluso, el clima cambiaba.

Yo, por ejemplo, había vivido en Estados Unidos durante todo el período del movimiento hippie, que había sido una cosa muy grande, muy importante, y ver cómo se moría en un espectáculo que no podía soportar. Para mí, Europa y Estados Unidos son, de todas formas, lugares para volver, pero para mi vida cotidiana necesito una realidad sudamericana. En Brasil hay una tolerancia que yo no había encontrado nunca, distinta de la de Nueva York, donde podés andar desnudo y ninguno dice nada, pero porque de alguna manera nadie te ve ni te observa. La
mirada carioca es otra cosa, no es crítica pero jamás es indiferente.
"

Sin embargo es justo reconocer que Puig tampoco era un santo. Kado Kostzer lo conoció cuando trabajaba en Primera Plana y el escritor se presento a pedir que escribieran una nota sobre su primera novela: La Traición... Kostzer recuerda la egolatría del escritor, "Él se consideraba el mejor escritor del mundo y no se le podía mencionar ningún otro. Se que respetaba a Severo Sarduy, pero sólo lo respetaba no le tenía admiración" y sus continuos cambios de residencia: "Se le agotaban los lugares. Cuando se produjo el golpe militar, yo estaba trabajando en 'Las mil y una Nachas' y recién cuando pusieron la bomba en el teatro decidí irme... Bueno, ya antes se había ido Puig, que era terriblemente paranoico. Y después, siempre le quedó un enorme resentimiento hacia la Argentina y creía que todo el país trabajaba en contra de él. No era un tipo fácil. Una vez rechazó una invitación del programa de Mirta Legrand porque de jovencito Tinayre le había impedido entrar en el set donde dirigía Deshonra"

Sin embargo reconoce que Puig: "Era superdivertido, capaz de hacer imitaciones en una fiesta y hasta de hacer una autoparodia"


Muchos
viajes, muchos libros

En esos años de viajes, intrigas literarias y rencores compartidos o no hacia un país que según su propia opinión se negaba a aceptarlo desarrollaría títulos como:

· El beso de la mujer araña (1976)
· Pubis angelical (1979)
· Maldición eterna a quien lea estas páginas (1981)
· Sangre de amor correspondido (1982)
· Cae la noche tropical (1988)

teatro:
· Bajo un manto de estrellas (1983)
· El beso de la mujer araña (1983, versión teatralizada)
· La cara de villano (1985)


Estilo y preocupaciones post-exilio

Piglia definió el camino seguido por Puig luego de The Buenos Aires Affair muy claramente:

"La verdad y la ficción. En sus cuatro novelas siguientes la voluntad documental e hiperrealista de Puig se resuelve con una innovación técnica que lo coloca en la mejor dirección
experimental de la narrativa contemporánea. Puig comienza a usar el grabador y la transcripción de una voz y de una historia verdadera a la que somete a un complejo proceso de ficcionalización. Valentín Arregui en El beso de la mujer araña; Pozzi en Pubis angelical; Larry en Maldición eterna a quien lea estas páginas. Son personajes y vidas reales a las que Puig contrapone una voz ficcional que dialoga y las enfrenta: Molina, el preso homosexual en El beso...; Ana, la muchacha que se muere de cáncer en Pubis...; el viejo enfermo y paralítico en Maldición.... Ese contraste (exasperado hasta el límite en la magnífica Maldición eterna..., la mejor novela de Puig desde La traición) crea un extraño desplazamiento: Puig ficcionaliza lo testimonial y borra sus huellas"

Y sintetiza su tema principal: "El gran tema de Puig es el bovarismo. El modo en que la cultura de masas educa los sentimientos. El cine, el folletín, el radioteatro, la novela rosa, el psicoanálisis: esa trama de emociones extremas, de identidades ambiguas, de enigmas y secretos dramáticos, de relaciones de parentesco exasperadas sirve de molde a la experiencia y define los objetos de deseo. Puig ha sabido aprovechar las formas narrativas implícitas en ese saber estereotipado y difuso."


Fin con confusiones y sin olvido


"Sus frases me volvieron a la memoria el aciago 23 de julio de 1990, cuando leí en The New York Times la necrología de Puig, que había muerto la madrugada anterior en Cuernavaca. Definía su obra como una muestra de "realismo experimental, oscuro y elusivo como el de William Faulkner". Creo que esa definición le hubiera gustado.

El segundo párrafo de la necrología me llamó la atención. Afirmaba que "su hijo
(sic), Javier Labrada, dijo que el escritor había muerto de un ataque al corazón después de una operación de vesícula". Las últimas líneas le adjudicaban a Puig un segundo hijo, Agustín García Gil, que -como Labrada- vivía en Cuernavaca. Esas referencias me sorprendieron. ¿Era posible que Manuel hubiera tomado a dos niños en adopción? Llamé por teléfono al autor del artículo, John McQuiston, y le pregunté si sabía algo más sobre el tema. "Nada", me dijo. "La noticia vino en un cable de agencia. Cuando traté de confirmar la información en la empresa fúnebre, me hablaron de dos hijas, Rebecca y Yasmin, pero me pareció que era una broma, una traición final de Rita Hayworth.

Rebecca y Yasmin se llaman las hijas que Rita tuvo con
Orson Welles y Ali Khan. Años después fui a México para reconstruir los últimos días de Manuel. Supe que Labrada dirigía la filmoteca del Canal 13 y que García Gil era una figura notoria del teatro mexicano. Ambos se referían a Puig como "mi mami" y él, a su vez, hablaba de los jóvenes que revoloteaban por su casa como de "mis hijas". También oí el rumor de que el SIDA había causado su muerte, pero los amigos más serios negaban que fuera cierto. Conocí mi versión de la historia a través de Male, de Tununa Mercado y de los raros escritores mexicanos a los que Manuel había frecuentado.
"

La muerte de Puig parece un calco de un cuento borgeano donde las citas apócrifas, los libros inexistentes y los personajes reales son continuamente confundidos con los imaginarios y nada es lo que parece ser. Sólo que en vez de ser ficción es realidad.

Una frase suya tal vez sirva de justo cierre a este escritor cuya obra frecuentemente fue interpretada como una denuncia de la alienación impuesta por los
medios masivos de comunicación, una reflexión sobre las intervenciones del poder sobre la sexualidad, o como la reivindicación culta y paródica de lo kitsch y las estéticas del mal gusto.

Dejemos hablar a Puig ahora: "Inconscientemente yo decidí que lo que veía en el cine era la realidad, que el mundo era así, porque yo lo comprendía y me sentía cómodo. En esa atmósfera había justicia. Las mujeres eran sometidas también, pero al final les llevaban a la tumba un ramo de flores grandes; alguien premiaba tanta paciencia y tanta tontería..."

Lamentablemente su reconocimiento llegó después de su
muerte, como él lo había anticipado alguien premiaba su paciencia y castigaba tanta tontería ajena... lástima que ya no podía verlo. Hoy quedan sus libros y ese título centelleante diciendo lo que sentía que opinaban de sus obras sus innumerables críticos: "Maldición eterna a quien lea estas páginas".

Fin de la película.


Fuentes consultadas:

· Homenaje a Manuel Puig. Pag 31 a 35. La Maga. 1997.
· La muerte no es un adiós. Tomás Eloy Martínez. La Nación. 1997.
· Manuel Puig y la magia del relato. Ricardo Piglia. LA Argentina en pedazos. 1993.
· Manuel Puig. Literatura Argentina Contemporánea. 1999.
· Manuel Puig: Cine y sexualidad. Entrevista de Giovanna Pajetta a Manuel Puig aparecida en Crisis, Nº41, abril de 1986.

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