| |
|
LECTER - IDENTIDAD - CLÁSICO
- BARROCO -
GÓTICO - ROMÁNTICO
Identidad
(I) ("Soy no soy")
Sandino
Núñez
|
Es la famosa muerte indialéctica, la desaparición
absoluta. La famosa muerte del estilo y de la rúbrica
personal en manos del amontonamiento, del sancocho estilístico
del barroco. Barroco solamente posible en los márgenes
de la gran ciudad, al costado de la civilización |
Clásico
y barroco. Gótico y romántico. Solo, altísimo,
milenario, dueño de una notoria educación universitaria
y libresca y de una inteligencia prodigiosa, el Dr. Hannibal Lecter
pudo razonar, comprender y finalmente derrotar al barroco sucio,
animalesco, marginal y provinciano del desollador. Era el enfrentamiento
del artista, de aquel cuyos crímenes no dejan de aparecer
como verdaderas masterpieces, como objetivaciones de su alma
superior (aunque se trate de un alma retorcida y enferma), contra
el carnicero que quiere hacerse un vestido de mujer con piel
de mujer, a la deriva de una sexualidad delirante que lo arrastra
a un mimetismo fusionante y definitivo.
El Dr. Lecter, sentado en su jaula, escucha música de
cámara mientras dibuja con carbonilla el rostro de su
amada. Buffalo Bill se enloquece, va de un lado a otro. Baila,
se examina, se toca. Escucha rock grunge a gran volumen
mientras se disfraza, se trasviste y pintarrajea su cuerpo. Avatares
de la identidad y de la inidentidad.
Lecter es un verdadero monumento a la identidad (¿hay
alguna identidad que no sea monumental?): una identidad sedente
y coagulada en la forma altisonante de la hiperdiscriminación.
Desde la mise en scène de su presentación,
expuesto en una celda vidriada o en una jaula gigantesca, todo
habla de su separación del mundo, de su solitaria grandeza.
Su lenguaje inteligente, su acento inglés, su aire irónico,
su inactualidad. Él es un residuo americano vivo de la
sobriedad aristocrática de la vieja Europa. Buffalo Bill
es el anonimato, la desaparición y la diseminación
total de la identidad: desaparece detrás del otro sexo,
detrás del volumen de la música, detrás
de la pintura y el tatuaje, detrás de su violenta contemporaneidad.
Buffalo Bill se funde con su ambiente: no lo separa ni lo fija
en paisaje pictórico, como Lecter.
Es la famosa muerte indialéctica, la desaparición
absoluta. La famosa muerte del estilo
y de la rúbrica personal en manos del amontonamiento, del
sancocho estilístico del barroco.
Barroco solamente posible en los márgenes de la gran ciudad,
al costado de la civilización. Buffalo Bill es white trash.
Es un marica de pueblo, oligofrénico, terraja y penoso,
que vive con una madre (o madrastra) costurera, que tiene amigas
que también cosen, que ha crecido entre mujeres, envidiando
furiosamente su habilidad, su atavío y su aspecto. Un
pederasta que delira (ya que no es posible decir "trama")
un procedimiento de desaparición completa, un disfraz
o un camuflaje de piel de mujer que lo anule, que lo libere,
de una vez y para siempre, de ese hambre, de ese furor. Justicia
poética: muere en manos de una mujer. |
|
VOLVER
AL AUTOR |
|
| |
|