TRADUCCIONES AL CASTELLANO DE HOY- YORDIS -
¡Que
me aspen!*
Carlos
Rehermann
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En Historia de un amor turbio, los personajes
de Quiroga hacían el amor, es decir, cortejaban. Pero
luego vinieron los hippies y los traductores y ahora "hacemos
el amor". No sé que hacemos, porque el idioma castellano
tiene quince sinónimos para "trabajar" pero
ninguno para "copular" |
Nadie habrá
dejado de observar que si un tipo se llama Jordi, es mejor que
se dedique a otra cosa, en lugar de traducir libros al castellano.
Para empezar, se llama
Jordi por escrito, pero oralmente es un tal Yordi. ¿Es
posible tolerar semejante atropello fonético? Así
pues, si un traductor se llama Jordi (o
sea, Yordi) pondrá
un "¡Anda!" donde un ser plausible colocaría
un "¡Que lo parió!"
Con todo, hay quienes se alegran de que Yordi (Jordi) ponga "¡Anda!"
y no "¡Chispas!", "¡Hostia!",
"¡Rayos!" o "¡Repámpanos!".
En fin, que el caso aquí es el de la joven pareja que
anheló siempre tener un hijo traductor. Logrado su objetivo
se apropincuan al mostrador del Registro y dicen:
- Yordi -que significa: Jordi
Jordi crece y se desquita: escribe "¡Anda!" sobre
cuantas páginas vírgenes puede.
De modo que llamarse Jordi (pronúnciese
"YORDI") y
simultáneamente dedicarse a traducir libros al castellano
no resulta conveniente.
Pero el Universo tiene unas reglas que desconocemos. La abundancia
de Jordis en las planillas de traductores de las editoriales
españolas es un oscuro signo del final del milenio, imagen
fatídica de alguna maléfica constelación
del nadir.
Hay que decir, pese a todo, que vale más un Yordi (léase "JORDI") que diez Jesuses (un Jesús, dos Jesuses, etc.) Aunque en este caso la jota goza
de buena emisión, los Jesuses propalan sin vergüenza
abundantes "¡Hala!", "¡Merluzo!",
"¿Vale?", "Ni una pela, coño, joder",
etc. Pero lo peor es el amor.
Es lo peor, porque antes no se sabe qué hacía la
gente, pero de ningún modo, "hacían
el amor". ¿Cómo es posible "hacer
el amor"? En Historia de un amor turbio, los personajes
de Horacio Quiroga hacían
el amor, es decir, cortejaban.
Pero luego vinieron los hippies y los traductores y ahora "hacemos
el amor". No sé que hacemos, porque el idioma castellano
tiene quince sinónimos para "trabajar" pero ninguno
para "copular", al menos razonablemente paralelo a lo
lindo, sano y entusiasmante que resulta tal contacto humano.
Pero bueno, viene Jesús, conduciendo a Raymond Carver y
dice "magrearse", "follar" y otras eructaciones
góticas. Y los adolescentes
hablan de "hacer el amor", los escritores
uruguayos escriben en serio "su chica" en lugar
de su novia, y ya esta aldea global
tiene montaña de basura que no sé. Ya que no somos
casi nada, qué más da ponerse a hablar como si fuéramos
escolares de Aragón, universitarios de la Rábida
o pasotas de Alcudia. ¡Hala!
* Publicado
originalmente en Insomnia, Nº 16
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