Prólogo que no es ni justo ni necesario... pero que quise
incluir.
En el artículo que sigue a estas palabras se rinde homenaje
a uno de los grandes escritores argentinos que esta siendo revalorizado
(como casi siempre ocurre) después de muerto. La forma
en que decidimos hacerlo no es lineal sino que esta formada por
retazos: retazos de opiniones, historias y comentarios de gente
que lo conoció y compartió trabajos, sueños
y desilusiones con él. La razón para hacerlo así
fue sencillamente el deseo de probar un recurso que él
había utilizado y perfeccionado y que quisimos traer de
nuevo a la vida en su homenaje.
Sin más, que se apaguen las luces: "La película
esta por comenzar dijo la voz..."
"La primera vez que oí hablar de Manuel Puig fue
en el otoño argentino de 1967, cuando el editor catalán
Carlos Barral me llamó por teléfono al semanario
Primera
Plana -del que yo era entonces jefe de redacción- para
contarme que un "prodigioso escritor argentino"
había perdido por un margen de dos votos el premio de novela
Biblioteca Breve. "Tu corresponsal en Nueva York debe
entrevistarlo", me dijo. "Lo encontrarán
en las oficinas de Air France del aeropuerto Kennedy. Se llama
Juan Puig y está allí, en la recepción, a
la espera de que aparezca una estrella de cine".
Primera Plana no tenía corresponsales en Nueva
York, pero uno de los redactores del semanario debía de
todos modos pasar por las oficinas de Air France en Kennedy durante
una escala a Europa. Una semana después envió lo
que el semanario titularía "Retrato del novelista
desconocido".
Puig era -escribió- un joven de estatura mediana, que se
desplazaba por los pasillos del aeropuerto en cámara lenta.
Había nacido a mediados de 1932 en General Villegas, una
ciudad desértica de la provincia de Buenos Aires, y se
había mudado a Buenos Aires en 1949 para estudiar arquitectura.
La arquitectura, sin embargo, era sólo un desvío
para llegar a su pasión verdadera, el cine.
Con esta
descripción Tomas Eloy Martínez daba la primera
impresión del que luego se convertiría en uno de
los grandes escritores argentinos; creador de un estilo particular que
lo llevaría a la fama. Pero vayamos paso a paso...
Primera
Novela: Otras voces, Otros ámbitos
La pasión
de Puig era el cine; el único
lugar donde confesaba hallarse cómodo; Eloy comentó
la génesis de su primera novela que tanto le debía
a esa pasión cinéfila de Puig: "Durante
todas las noches de 1961 y 1962 escribió, casi en secreto,
un guión sobre la inagotable voracidad de una familia por
el cine. General Villegas se le fue transfigurando en una ciudad imaginaria, Coronel
Vallejos, y él mismo, Juan Manuel, asumió la identidad de Toto, un niño
que nunca crece y por el cual pasan, desbordadas, las habladurías
del pueblo. Casi por inercia, el guión fue derivando en
una novela, La traición de Rita Hayworth.
A fines de marzo de 1965, cuando sintió que ya estaba terminada,
se la dio a Juan Goytisolo. Fue él quien alentó
la idea de enviar el manuscrito al concurso de Seix Barral. Seis
meses después de aquella entrevista, Puig pudo instalarse
por fin en Buenos Aires. Llegó desprendiéndose de
su primer nombre, Juan."
Esa primera
novela constituyó un punto de partida y una meta hacia
la cual se decantaría en sus posteriores obras: contar
una historia tomando todos los
registros y voces, alterando los narradores y los medios de narrar,
incorporando en un collage magistral confesiones, notas
de revistas y radionovelas. Como definió Piglia: "Después
de la vanguardia. Puig fue más allá de la vanguardia;
demostró que la renovación técnica y la experimentación
no son contradictorias con las formas populares". Comprendió
de entrada qué era lo importante en Joyce. "Yo
lo que tomé conscientemente de Joyce es esto: hojeé
un poco Ulises y vi que era un libro compuesto con técnicas
diferentes. Basta. Eso me gustó." Por supuesto,
ésa es toda la lección de Joyce, multiplicidad de
técnicas y de voces, ruptura del orden lineal, atomización
del narrador. Un escritor no tiene estilo personal. Escribe en todos los estilos, trabaja todos
los registros y los tonos de la lengua."
Esa
capacidad registrada y mostrada en su primera novela sobre todo
a través de sus personajes: el discurso infantil de Toto
(un alter-ego
de Puig),
el lenguaje directo y duro de Héctor o la verborragia
chismosa de Choli. Puig: "Toda esa afición por
lo oral me viene de mi origen provinciano. Allá en la
provincia en los últimos 30 y en los 40 no había
televisión y se conversaba mucho."
Provinciano
en Buenos Aires
Ya
en Buenos Aires empezó su novela más famosa donde
volvería a Coronel Vallejos, (como señalaba Eloy, la transcripción
cifrada de General Villegas), para hacer una radiografía punzante
de la hipocresía, la doble moral y el machismo de la clase
media.
El nombre de la novela: Boquitas Pintadas, el año:
1968. Juan Manuel Puig era para entonces y por siempre Manuel
Puig. Eloy: "Todos los sábados, en mi casa de
la calle Rodríguez Peña, nos reuníamos para
leer los borradores del folletín que estaba escribiendo
(y
que debía llamarse Eras
para mí la vida entera, según he descubierto
en una de sus dedicatorias). Después, salíamos
a caminar por Santa Fe o por Corrientes, sintiéndonos
extraños en una ciudad a la que ninguno de los dos pertenecía...
Escribía con una disciplina de hierro, a veces un par
de horas por la mañana y cuatro a cinco por la tarde.
Cuando estaba trabajando en los últimos capítulos
de su folletín, se quedaba hasta las ocho o nueve de la
noche y luego se iba a nadar."
El éxito
de la novela le permitió dedicarse nada más que
a escribir; entrando así
en la categoría de "best-seller" y accediendo
al mismo tiempo al mercado internacional.
General
Villegas: "Un western de clase B"
Con
ese título definía Puig en una entrevista al pueblo
en el que había crecido y a partir del cual desarrollaría
sus dos primeras novelas. Nacido y criado allí, Puig nunca
se sintió a gusto en un lugar donde no importaba que las
cosas pasaran sino que se supieran.
Eloy:
"El padre, Baldomero Puig, era un fraccionador de vinos;
Male trabajaba en una farmacia. La pasión de ella era
ir todos los miércoles al cine, a la doble función
vermut donde pasaban las películas románticas de
Bette Davis, Norma Shearer, Greer Garson, Ann Sothern e Irene
Dunne. Manuel la acompañaba siempre, pero cada vez que
los compañeros lo golpeaban en la escuela o se burlaban
de él, el padre -para endurecerlo- le prohibía
esos placeres por una semana o un mes."
Luisa
Sdrubolini, el personaje de Herminia en "La Traición..."
definió la relación que unió a Puig al cine,
al pueblo y a su padre: "Coco (el seudónimo familiar de Puig: nota del
autor), venía de un modelo de familia
muy común en esa época en el que la figura del padre
se presentaba muy fuerte, no desde los afectos sino desde la autoridad...
Además Puig era homosexual y eso no lo hacía
-a ojos del pueblo- una figura socialmente presentable... Creo
que, en el caso de los Puig todo tenía que ver con el desencanto
de un padre que había soñado otro hijo y no supo
adaptarse al que la vida le dió. Eso a Coco lo marcó
y formó con la mamá una especie de búnker,
se refugiaban de los embates en el cine"
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