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MANUAL DE GUIÓN DE CINE -
Manuales
de guión*
Carlos
Rehermann
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Un análisis de estos manuales puede ser
bastante deprimente. Se encuentran axiomas que van desde el "mensaje"
básico que, según Lajos Egri, debe tener el guión
("el gran amor desafía a la muerte", "el
delito es producto de una mente enferma", etc.), hasta los
paradigmas de Syd Field |
Nadie habrá dejado
de observar que en el origen de todas las películas hay un
libro. El guión
es auténticamente un libro:
está hecho de papel, contiene palabras y tiene un autor. Es cierto que la gente suele
estar en desacuerdo con muchas adaptaciones cinematográficas
de novelas, pero no menos cierto es que hay bastantes ejemplos de
buenas películas basadas
en buenas novelas. Probablemente se trate de casualidades, porque
también hay muchos casos en el otro sentido, así como
buenas películas originadas en malos libros. Hitchcock prefería
un mal libro con una línea argumental clara, porque le daba
dos ventajas: la estructura narrativa estaba pronta, y el libro
no competía con la película.
La supuesta especificidad del oficio de guionista obedece a que
el cine es un fenómeno industrial. Como tal, necesita insumos
básicos de manera fluida, entre ellos el guión. El
producto industrial, por otra parte, debe ser seriado: la maquinaria
impide la diversidad individual. Por eso, aunque varíen los
nombres de las cosas y los hechos de las narraciones, las estructuras
permanecen fijas: intrigas y personajes están tipificados
y deben cumplir ciertos requisitos para poder entrar en la maquinaria.
Del mismo modo, el formato físico debe tener ciertas medidas,
que en el caso del cine
se reducen casi exclusivamente a una cuestión de duración:
entre noventa y ciento veinte minutos. Como consecuencia de estos
requerimientos han surgido, sobre todo en los Estados Unidos, escuelas
de guionistas y manuales de guión
específicamente destinados a preparar profesionales para
esta disciplina.
Un análisis de estos manuales puede ser bastante deprimente.
Se encuentran axiomas que van desde el "mensaje" básico
que, según Lajos Egri, debe tener el guión ("el gran amor desafía a la muerte",
"el delito es producto de una mente enferma", etc.),
hasta los paradigmas de Syd Field (los
plot points o puntos de cambio de acción, que deben estar
entre las páginas 25 y 27 el primero y entre la 85 y la 90
el segundo, en un guión de 120 páginas), pasando por todo un surtido de
recetas acerca de la psicología de los personajes, la coherencia
de las acciones y la verosimilitud. Estos manuales permiten que
cualquiera realice un guión para la industria, al estilo
de los miles de películas policiales, de acción o
comedias que produce Hollywood. No sólo no es necesario ser
un escritor creativo, sino que
naturalmente los escritores creativos tienden a rechazar los estrechos
corsés que imponen las condiciones industriales de producción.
Como sea, dejando a un lado la formación de escritores intercambiables
en la cadena de montaje cultural,
es posible hacer abstracción del medio y considerar que la
literatura y el cine
pueden ser artefactos narrativos que, salvando mínimas especificidades,
disponen de las mismas herramientas técnicas. Para producir
una buena película, como para producir un buen libro, no
se necesita un manual de guión ni una escuela de guionistas,
sino buenos escritores a secas.
* Publicado
originalmente en Insomnia |
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