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ISSN 1688-1672

 



MANUAL DE GUIÓN DE CINE -

Manuales de guión*

Carlos Rehermann

Un análisis de estos manuales puede ser bastante deprimente. Se encuentran axiomas que van desde el "mensaje" básico que, según Lajos Egri, debe tener el guión ("el gran amor desafía a la muerte", "el delito es producto de una mente enferma", etc.), hasta los paradigmas de Syd Field
Nadie habrá dejado de observar que en el origen de todas las películas hay un libro. El guión es auténticamente un libro: está hecho de papel, contiene palabras y tiene un autor. Es cierto que la gente suele estar en desacuerdo con muchas adaptaciones cinematográficas de novelas, pero no menos cierto es que hay bastantes ejemplos de buenas películas basadas en buenas novelas. Probablemente se trate de casualidades, porque también hay muchos casos en el otro sentido, así como buenas películas originadas en malos libros. Hitchcock prefería un mal libro con una línea argumental clara, porque le daba dos ventajas: la estructura narrativa estaba pronta, y el libro no competía con la película.

La supuesta especificidad del oficio de guionista obedece a que el cine es un fenómeno industrial. Como tal, necesita insumos básicos de manera fluida, entre ellos el guión. El producto industrial, por otra parte, debe ser seriado: la maquinaria impide la diversidad individual. Por eso, aunque varíen los nombres de las cosas y los hechos de las narraciones, las estructuras permanecen fijas: intrigas y personajes están tipificados y deben cumplir ciertos requisitos para poder entrar en la maquinaria. Del mismo modo, el formato físico debe tener ciertas medidas, que en el caso del cine se reducen casi exclusivamente a una cuestión de duración: entre noventa y ciento veinte minutos. Como consecuencia de estos requerimientos han surgido, sobre todo en los Estados Unidos, escuelas de guionistas y manuales de guión específicamente destinados a preparar profesionales para esta disciplina.

Un análisis de estos manuales puede ser bastante deprimente. Se encuentran axiomas que van desde el "mensaje" básico que, según Lajos Egri, debe tener el guión
("el gran amor desafía a la muerte", "el delito es producto de una mente enferma", etc.), hasta los paradigmas de Syd Field (los plot points o puntos de cambio de acción, que deben estar entre las páginas 25 y 27 el primero y entre la 85 y la 90 el segundo, en un guión de 120 páginas), pasando por todo un surtido de recetas acerca de la psicología de los personajes, la coherencia de las acciones y la verosimilitud. Estos manuales permiten que cualquiera realice un guión para la industria, al estilo de los miles de películas policiales, de acción o comedias que produce Hollywood. No sólo no es necesario ser un escritor creativo, sino que naturalmente los escritores creativos tienden a rechazar los estrechos corsés que imponen las condiciones industriales de producción.

Como sea, dejando a un lado la formación de escritores intercambiables en la cadena de montaje cultural, es posible hacer abstracción del medio y considerar que la literatura y el cine pueden ser artefactos narrativos que, salvando mínimas especificidades, disponen de las mismas herramientas técnicas. Para producir una buena película, como para producir un buen libro, no se necesita un manual de guión ni una escuela de guionistas, sino buenos escritores a secas.


* Publicado originalmente en Insomnia
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