La cámara fotográfica se convierte, como dirá
Paul Auster, en "una forma de hacer desaparecer el mundo,
una técnica para encontrar lo invisible"(2). Andy
Warhol
también estaba fascinado con la desaparición: "Esta
semana miraba la tele y vi a una señora que se metía
en una máquina de rayos y desaparecía. Fue algo
maravilloso porque la materia es energía y ella simplemente
se dispersó. Ese podría ser un auténtico
invento americano, el mejor invento americano: ser capaz de desaparecer."(3) Me pregunto si la
cámara de Luc Delahaye no se ha convertido en ese invento
americano con el que Warhol soñaba, una máquina de desaparición,
a la hora de pensar en la técnica hay que ser técnicamente
incorrectos, no producir al otro como diferencia en el espacio
de la representación, sino dar cuenta
de su radical extrañeza en un arte de la desaparición.
Ahora bien, si no podemos decir que nos comunicamos con el otro,
por lo menos podemos seguirle... La persecución veneciana
de Sophie Calle nos remite a esto, al otro no se lo encuentra
más que siguiéndolo, persiguiéndolo sin nunca
alcanzarlo, encontrarlo haría que se convirtiera en el
mismo, confrontación que convertiría la seducción del juego en una
especie de búsqueda de una verdad, de un sentido, una especie
de reality show de pacotilla. Me gustaría compartir con
ustedes algunas imágenes de esta persecución y algunas
ideas de Baudrillard que acompañan
a estas imágenes, dos formas de
perseguir al otro, de las imágenes a la teoría y
de regreso, reversibilidad, el juego es, también aquí,
un doble juego.
Cierto día, S. decide dar otra dimensión a esta
experiencia (seguir
a la gente al azar). Ella decide seguir a lo largo
de su viaje a Venecia a un hombre que apenas conoce. Acaba por
descubrir el hotel donde se aloja. Alquila una habitación
con ventana delante del hotel, para seguir sus idas y venidas.
Le fotografía en todas partes.
No espera nada de él, no quiere conocerle. Como el podría
reconocerle, ella se disfraza, se tiñe de rubia. Pero las
alegrías del carnaval no le interesan, pasa los quince
días, al precio de innumerables esfuerzos, siguiendo su
pista. Interroga a las personas de las tiendas que frecuenta,
conoce los espectáculos a los que asiste e incluso la hora
de su regreso a París, adonde irá a recibirle a
su llegada para tomarle una última foto.
Como todos los juegos, éste tiene su regla fundamental:
no debía suceder nada que pudiera crear contacto o una
relación entre ellos. El secreto no debe ser develado,
so pena de caer en una historia banal.
Está claro que quien es seguido corre un riesgo mortal:
cuando le siguen, sus huellas son borradas paso a paso. Ahora
bien, nadie puede vivir sin huellas, de la misma manera que no
se puede vivir sin sombra. La eminencia gris le borra sus huellas
y él no puede presentir el sortilegio que le rodea. Ella
le fotografía sin cesar. Aquí la foto no tiene
función de vouyerisme ni de archivo. Quiere decir simplemente:
aquí, a tal hora, en este lugar, bajo determinada luz,
había alguien. Y al mismo tiempo: no tenía ningún
sentido estar aquí, en este lugar, en tal momento -en
realidad, no había nadie; yo que le he seguido puedo aseguraros
que no había nadie.(4)
Una ética
de la devolución, una filosofía de la sutileza,
parecería que una filosofía del objeto funciona
a partir de lo que viene de fuera, no es un asunto de profundidad
sino de exterioridad, lo exterior es también el otro, un
atractor extraño, la seducción
de la extrañeza, aquello que me impide repetirme al infinito,
aquello que, desde su alteridad, me libera de mi propia identidad. Pareciera que
nos preocupamos de nuestra identidad cuando no tenemos nada más
importante que hacer, quizás el otro se convierta en ese
efecto especial del pensamiento, una hipótesis
soberana, algo que rompa el narcisista círculo hermenéutico
de una teoría que gira sobre su propio ombligo.
En su novela Leviatán, publicada en 1992, Paul Auster
agradece efusivamente a Sophie Calle por permitirle mezclar la
realidad con la ficción. En su libro Double Game,
publicado en 1999, Sophie Calle le agradece a Paul Auster por
permitirle mezclar la ficción con la realidad.
Este libro es uno de los mejores ejemplos que he encontrado a
propósito de esta noción esquiva que empieza a delinearse
en los últimos desarrollos de la teoría de la simulación,
me refiero a la noción de transferencia poética
de situación o situación poética de transferencia,
una figura de reversibilidad, de seducción, que nos remite
al encadenamiento de las formas, a la suspensión de la
imposibilidad del intercambio entre formas duales.
Double Game, juego de reversibilidad entre lo real y la
ficción, entre Sophie Calle y Maria Turner, un personaje
literario inspirado en Calle que ocupa unas cuantas páginas
de la novela de Paul Auster, se divide en tres partes: I. La
vida de Maria y cómo ha influido en la vida de Sofía,
II. La vida de Sofía y cómo ha influido en la vida
de Maria y III. Una de las muchas maneras de mezclar realidad
con ficción o cómo tratar de devenir un personaje
fuera de una novela.
En la primera sección, se presentan dos experimentos conceptuales
inspirados en el siguiente fragmento de la novela Leviatán:
Algunas
semanas se permitía hacer lo que ella llamaba la "dieta
cromática", limitándose a alimentos de un sólo
color cada día. Lunes, naranja: zanahorias, melones, cantalupo,
camarones cocidos. Martes, rojo: tomates, caquis, carne tártara.
Miércoles, blanco: lenguado, patatas, requesón.
Jueves, verde: pepinos, brócoli, espinacas. Y así
sucesivamente hasta llegar a la última comida del domingo.
Otras veces hacía divisiones semejantes basadas en las
letras del alfabeto. Pasaba días
enteros bajo el hechizo de la b o la c o la w, y luego, tan repentinamente
como había empezado, abandonaba el juego y pasaba a otra cosa. Estos
no eran más que caprichos, supongo, mínimos experimentos
con la idea de la clasificación y el hábito, pero
otros juegos similares podían durar muchos años.(5)
Estos juegos
-La dieta cromática y Días bajo el signo de la B,
C y W-, que Sophie Calle recrea en su propia vida, parecen hablarnos,
parafraseando a Auster, de cierta confianza en las estructuras
arbitrarias, algo que, desde la teoría de la simulación,
podríamos llamar la pasión por la regla. Es decir,
el juego, en tanto desafío, nos remite al pasaje de una
sumisión a la Ley como encadenamiento
trascendente de signos necesarios, a una pasión por la
regla como encadenamiento inmanente de signos arbitrarios.
La segunda sección del libro nos presenta la influencia
de Sophie Calle en Maria Turner, poniendo de manifiesto la intertextualidad
que atraviesa la novela de Auster, su texto se conecta con una
exterioridad y esa exterioridad es la producción artística
de Calle a lo largo de más de diez años: La persecución
veneciana, El guardarropa, El striptease, El detective, El hotel,
La libreta de direcciones, La ceremonia de cumpleaños,
son algunos de los proyectos de Calle que encuentran una existencia
secundaria en las páginas de Leviatán. Un
comentario al pasar, leer las aventuras de Maria Turner,
a través del relato de ficción de Paul Auster, es,
creo yo, la mejor introducción al arte conceptual de Sophie
Calle.
La tercera sección de Double Game surge de la invitación
que Sophie Calle le ofrece a Paul Auster: convertirse en el autor de sus acciones,
inventar un personaje ficticio que ella intentaría imitar,
en definitiva, hacer lo que él quisiera con ella, por un
lapso de un año como máximo. Paul Auster objetó
que no quería ser responsable de lo que pudiera pasarle
y le envió, en cambio, unas "Instrucciones personales
para S. C. sobre cómo mejorar la vida en Nueva
York
(porque ella
me lo pidió...)"; ella siguió sus directivas
y el resultado del proyecto se llamó Gotham Handbook. Sonreír
todo el tiempo, hablar con extraños, dar alimento y cigarrillos
a los indigentes y cuidar de un lugar que ella escogiera, se convirtieron
en las reglas de este juego, que se prolongó por el periodo
de una semana durante el mes de septiembre de 1994, teniendo como
epicentro una caseta telefónica ubicada en la intersección
de Greenwich y Harrison. Según la artista, el resultado de tal operación
fue el siguiente: 125 sonrisas dadas por 72 recibidas, 22 sandwiches
aceptados por 10 rechazados, 8 cajetillas de cigarrillos aceptadas
por 0 rechazadas, 154 minutos de conversación.
Más allá de este recuento obsesivo, lo interesante
es el gesto que inaugura Gotham Handbook, la declinación
de la voluntad de la artista, el desafío lanzado a Paul
Auster desde una aparente pasividad, en definitiva, el juego de
seducción que se trasluce en esta afinidad electiva, dónde
Calle se somete, gustosa, a una suerte de servidumbre voluntaria.
El sentido siempre está en otro lugar, Calle no hace más
que ilustrar, hasta sus últimas consecuencias el pasaje
de la obra al texto, la desaparición del autor que abre
el espacio atravesado por la intertextualidad. La intertextualidad
es, en este sentido, reversibilidad al interior del propio texto,
seducción de los lenguajes. Lo que habría que celebrar
también es este desembarazarse de lo que muchos han llamado
la "falacia expresiva" y además, hacerlo con
sutileza y humor.
Luego de recorrer diversos aspectos de la alteridad, me gustaría
finalizar abordando lo que podríamos llamar la forma última
de la alteridad, otredad en su máxima expresión,
me estoy refiriendo, aquellos familiarizados con la teoría
de la simulación ya lo habrán adivinado, al objeto.
El objeto resulta ser el motivo teórico y fotográfico
por excelencia de Jean Baudrillard, buena parte de
su producción teórica responde a la seducción
de la objetualidad, no debería de extrañarnos, entonces,
que la primera exhibición de fotografías de Baudrillard, que abarca trece
años de fotografía amateur del filósofo
(1985-1998), lleve por título
Al interior del horizonte del objeto. Estas fotografías nos hablan de algunos
aspectos interesantes a la hora de concebir el papel de la fotografía,
su espacio propio más allá de la semejanza o de
la significación. Baudrillard dirá que la fotografía
es nuestro exorcismo, una imagen que, a partir de su literalidad,
nos muestra la irrealidad del mundo, su ironía objetiva.
Las fotografías de Baudrillard carecen de lo que podríamos
llamar un "sentido oculto", nos hablan, simplemente,
del universo de los objetos, un universo más allá
de nuestra subjetividad. Un mundo se despliega en estas fotografías,
pero es un mundo un tanto extraño, los sujetos, cuando
aparecen, ocupan un lugar marginal. Los objetos, que parecen no
necesitarnos, nos regalan el espectáculo de su banalidad, en una literalidad
que no nos envía a una subjetividad fundante, dadora de
sentido sino, en cambio, a ropa interior secándose en una
cuerda, bañada por la luz de una mañana en algún
rincón de Portugal, un nublado paisaje de Las Vegas o un
graffiti de Nueva York.
De nuevo, otra expresión de un arte de la desaparición,
aquí imbricando una filosofía del objeto con una
suerte de placer objetual, una pasión objetiva, un deseo de capturar la
insignificancia del mundo.
Si una cosa quiere ser fotografiada,
es precisamente porque no quiere entregar su sentido, porque no
quiere reflejarse. Es porque quiere ser captada directamente,
violada allí mismo, iluminada en su detalle, en su cualidad
fractal. Sentimos que una cosa quiere ser fotografiada, quiere
volverse imagen, y no para durar; al contrario, es para desaparecer
mejor.(6)
La imagen
fotográfica se convierte en el operador mágico
de esta desaparición, la artificialidad técnica
deviene artificio, magia, seducción, revancha de las apariencias
por tanto tiempo relegadas a la semejanza o al sentido. Después
de la crisis de la representación,
algunas imágenes fotográficas juegan otro juego,
trazan el espacio de una pregunta, recorren la trayectoria de
un deseo, delinean, con
trazos titubeantes, la forma secreta de un enigma.
Notas:
2 Auster,
Paul, Leviatán, Barcelona, Anagrama, 1996, p. 79.
3 Warhol, Andy, Mi filosofía de A a B y de B a A, Barcelona,
Tusquets, 1998. p. 123.
4 Baudrillard, Jean, La transparencia del mal, Barcelona, Anagrama,
1993, p.168.
5 Auster, Paul, Leviatán, íbid, pp. 75-76.
6 Baudrillard, Jean, íbid, p. 164.
Bibliografía
consultada
Auster,
Paul, Leviatán, Barcelona, Anagrama, 1996.
Barthes, Roland, La cámara lúcida, Barcelona, Paidós,
1997.
Baudrillard, Jean, La transparencia del mal, Barcelona, Anagrama,
1993.
--------------------, De la seducción, Barcelona, Planeta-Agostini,
1993.
--------------------, Las estrategias fatales, Barcelona, Anagrama,
1994.
--------------------, El crimen perfecto, Barcelona, Anagrama,
1996.
--------------------, Photographies 1985 - 1998, Germany, Hatje
Kants Publishers, 1999.
--------------------, El intercambio imposible, Madrid, Cátedra,
2000.
--------------------, D'un fragment l'autre, Paris, Editions
Albin Michel, 2001.
Calle, Sophie, Double Game, London, Violette, 1999.
Delahaye, L., Baudrillard, J., L'Autre, Hong Kong, Phaidon, 1999.
Schnitzler, Arthur, Relaciones y soledades, Barcelona, Edhasa,
1998.
Segalen, Victor, Ensayo sobre el exotismo, México, FCE,
1989.
Warhol, Andy, Mi filosofía de A a B y de B a A, Barcelona,
Tusquets, 1998.
*De próxima edición en el libro colectivo La
imagen: posiblidades de lectura, México, UAM-Azcapotzalco.
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