Cornelius Castoriadis tenía 75 años cuando falleció,
hace un par de años. Durante más de medio siglo,
dede 1945, el filósofo, economista, sociólogo y
psicoanalista griego disparó sus agudos y certeros dardos
contra el orden establecido, fuera este el capitalismo de Occidente
o lo que él llamara el "capitalismo burocrático"
de las hoy casi desaparecidas sociedades comunistas.
Cuestionó también en forma ácida a los autores
"posmodernos" por su "servilismo" ante el
actual estado de cosas y criticó "la era del conformismo
generalizado".
Responsable del desarrollo de conceptos tan poderosos como el
de imaginario social y el de autonomía, fue uno de los
gestores de nuevas modalidades de pensamiento y acción
que pugnan por una sociedad más justa.
Quizá sin proponérselo, Castoriadis terminó
por convertirse en uno de los pensadores integrales de la actualidad,
tal y como lo fueron sus ilustres ancestros y los hombres "universales"
del Renacimiento. Sus ideas dejaron huella también en
Uruguay.
Nacido
en Atenas en 1922, Cornelius Castoriadis afirmaba haberse interesado
por la filosofía y el marxismo a los doce años.
A los quince, se convirtió en miembro de la Juventud Comunista
griega, organización que entonces era ilegal ya que Grecia
se encontraba bajo la dictadura de Metaxas.
Al
poco tiempo de haber terminado sus estudios secundarios, asistió
a la detención de sus compañeros de célula
en esa organzación, quienes, a pesar de haber sido salvajemente
torturados, nunca develaron su paradero a las autoridades de
la dictadura. La detención del resto de los miembros de
su céula hizo que perdiera contacto con la JC griega,
contacto que retomaría al comienzo de la ocupación
alemana en vísperas de la Segunda Guerra Mundial.
"Rápidamente
descubrí que el Partido Comunista no tenía nada
de revolucionario, sino que era una organización chauvinista
y totalmente burocrática (hoy la llamaríamos una
mini-sociedad totalitaria)", señalaba Castoriadis
en una entrevista realizada en el año 1996. El adolescente
que creía en la posibilidad de un cambio a través
de la lucha ideológica dentro de su partido, dio lugar
a otro descreído de esa posibilidad.
Como él mismo lo señalara "...la sustitución
de argumentos por palos y la radio rusa, se encargaron de que
cambiara rápidamente de opinión. El carácter
reaccionario del Partido Comunista, de su política, de
sus métodos, de su régimen interno... aparecían
con claridad absoluta."
Después de lo que llamara una "tentativa de reforma",
realizada de la mano de otros militantes comunistas, Castoriadis
rompe sus vínculos con el PC para unirse al "grupo
trotskista más de izquierda, dirigido por una inolvidable
figura revolucionaria, Spiros Stinas".
Pero una vez más, en función también de
lecturas de algunos libros "milagrosamente salvados de
los autos de fe de la dictadura", el pensador griego
comienza a considerar que la concepción trotskista parecía
incapaz de dar cuenta tanto de la naturaleza de la entonces expansiva
Unión Soviética como de la de los partidos comunistas.
En diciembre de 1944, el Partido Comunista griego intenta dar
un golpe de Estado en Atenas. Para Castoriadis fue la oportunidad
de constatar que el PC, lejos de ser un partido reformista
aliado a la burguesía, tal como era catalogado por los
trostkistas, era un grupo que "aspiraba a tomar el poder
para instaurar un régimen del mismo tipo que existía
en Rusia".
Esta previsión fue confirmada por los acontecimientos
que siguieron, a partir de 1945, en los países de Europa
oriental y central, cuando se forma lo que sería conocido
como el "bloque soviético".
Hasta ese momento, Castoriadis se encontraba en una suerte de
transición entre las concepciones trotskistas y sus propios
desarrollos. A partir de la conformación del bloque soviético,
el científico rechaza la idea de Trotsky de que Rusia
era un "Estado obrero deformado", ya que considera
que los nuevos regímenes instaurados en la Europa oriental
no habían sido obreros y por ende carecían de este
origen para su deformación.
Así, comienza a desarrollar una concepción, que
consideró correcta hasta su muerte, según la cual
"la revolución rusa había conducido a la
instauración de un nuevo tipo de régimen de explotación
y de opresión, en el que una nueva clase dominante, la
burocracia, se había formado en torno del Partido Comunista."
Llamó a este régimen "capitalismo burocrático
totalitario". En relación a esto, consideraba que
la postura de Trotsky mostraba su ceguera ante sus orígenes
en un partido comunista que había instaurado en su estructura
tendencias burocráticas que resultaban en aquel factor
invisible y difícil de asir en el análisis de la
realidad social, inclusive imposible a partir de cierto punto
desde la teoría marxista.
Por esta época, Castoriadis se encontraba realizando estudios
en filosofía, economía y derecho.A fines de 1945
cuando contaba con 23 años, emigra a Francia, donde ahondaría
en la conceptualización de sus posturas socio-políticas.
A su llegada, expone sus ideas en el partido trotskista francés,
ganando seguidores para una corriente crítica de la política
oficial de dicho partido. En el otoño de 1948, cuando
los trotskistas dirigieron a Tito la propuesta de formar un frente
común (en momentos de la ruptura de Yugoslavia con el
gobierno stalinista de Moscú), el grupo integrado por
el pensador griego decide cortar sus vínculos con éstos:
"la propuesta de formar con él un Frente único
resultaba monstruosa e irrisoria".
Es así que fundan un nuevo grupo y la revista Socialismo
o barbarie, a través de la cual darán a conocer
sus ideas, fundamentalmente en torno a la profundización
de la crítica al estalinismo, al trotskismo, al leninismo,
al marxismo y al mismo Marx. La revista se publicó entre
marzo de 1949 y el verano de 1965; el grupo terminó disolviéndose
entre 1966-1967. Luego de esto, solo durante un breve lapso en
mayo de 1968 volverá a tomar contacto directo con la actividad
política.
Desde
entonces, Castoriadis intentó estar presente sobre todo
como voz crítica, con el convencimiento de que "el
fracaso de las concepciones heredadas (ya sea del marxismo, del
liberalismo o de los panoramas generales sobre la sociedad, la
historia, etcétera) hace necesaria una reconsideración
de todo el horizonte de pensamiento en el que se situó
desde hace siglos el movimiento político de emancipación."
Revistas
y libros
Mientras
exisitía Socialismo o Barbarie, los textos de Castoriadis
fueron publicados esencialmente bajo la forma de artículos,
algunas veces independientes, otras veces en serie. Varios de
sus trabajos tempranos, de mediados de la decada del cuarenta
y hasta 1949, fueron en realidad textos de trabajo interno para
los grupos políticos en los que participaba.
Sin embargo, desde comienzos de la década del sesenta,
los fragmentos comenzaron a ser editados en Francia en formato
libro, recogiendo diferentes aspectos tematicos de su obra y
sistematizandolos en forma cronológica. Como resultado
de este proceso, el material tiene diferentes fechas, títulos
y formatos de publicación, por lo que resulta dificil
establecer con total certeza una periodización de sus
categorías y textos fundamentales. A esto se suma una
dificultad extra: las ediciones en inglés y español
de los textos de Castoriadis pocas veces respetaron los títulos
originales, llegando en algunos casos a diferir los artículos
seleccionados.
Sin embargo, hay un corte temático que, más allá
de las vicisitudes editoriales, resulta evidente. Si la obra
de Castoriadis apuntó durante las décadas del 40
y el 50 a una crítica cada vez más profunda del
modelo "capitalista burocrático autoritario"
sostenido por los entonces países del bloque del este,
llegando a fines de esta segunda década a una profunda
crítica al marxismo como modelo teórico del cambio
social, los sesenta muestran un autor cada vez mas preocupado
por desarrollar y sistematizar sus propios aportes téoricos.
Este giro aparece como el paso obvio de un pensador que siempre
desarrolló sus planteos de cara a la necesidad de un cambio
radical en la sociedad. Resulta lógico que quien desarmara
en forma implacable los contenidos y métodos del marxismo
desde una perspectiva autónoma y radical, tuviera como
preocupación inmediata el desarrollo de categorías
que sustentaran los nuevos mecanismos de análisis de lo
social, teniendo como norte claro la transformación de
su objeto de análisis.
Los distintos momentos de crítica y creación teórica
van articulados de ida y vuelta con sus experiencias vitales,
aspecto que también sistematiza y expone al hablar del
sujeto socio-histórico y de autonomía, donde la
revisión se inspira tanto en lo histórico-político
como en lo psicoanalítico.
Nuevos
tiempos y categorias
Es
en el libro La institución imaginaria de la sociedad,
publicado en 1975, donde Castoriadis une su crítica al
marxismo con un planteo sólido y coherente de nuevas categorías
teóricas. El libro, señala Martín Wolf-Felder,
es "un estudio epistemológico apoyado en la historia
de la cultura y el psicoanalisis para el abordaje critico del
marxismo y la investigación de la teoría revolucionaria,
la institución imaginaria de la sociedad, esta última
como tal y sus organizaciones".
Basado en su primera parte en una serie de artículos del
propio Castoriadis publicados por Socialismo o Barbarie
entre 1964 y 1965, el libro comprende además lo que el
propio autor califica como el resultado de su "revalorización
del psicoanálisis" (realizada entre 1965 y 1968),
y su "reflexión sobre el lenguaje" (de 1968
a 1971).
Su cuestionamiento específico a los regímenes del
este fue desarrollado en forma extensa en el libro La sociedad
burocrática (dos tomos que recogen textos escritos entre
1949 y 1966), uno de los últimos encuentros directos del
autor con lo político y precedente inmediato de su critica
al marxismo en general.
Esta es construida a partir de la necesidad de reformular las
categorías del discurso emancipador desde posturas que
restituyan al individuo y la sociedad su capacidad de cambio.
Castoriadis plantea una serie de críticas teóricas
a lo que considera "la imposibilidad de regresar a Marx"
ya que esta idea estaría violando uno de los principios
esenciales planteados por este: "una teoría no puede
ser comprendida independientemente de la práctica histórica
y social a la que corresponde".
Castoriadis señala que la concepción materialista
de la historia es "insostenible" porque "hace
del desarrollo de la técnica el motor de la historia [en
último análisis] y le atribuye una evolución
autónoma y una significación cerrada y bien definida".
Tambien apunta que el marxismo "intenta someter el conjunto
de la historia a categorías que no tienen sentido más
que para la sociedad capitalista desarrollada", cuestionando
también "el postulado oculto de una naturaleza humana
esencialmente inalterable, cuya motivación predominante
sería la motivación económica".
Sin embargo, reconoce el enorme valor histórico y teórico
de Marx señalando que "porque está arraigada
en su época es que la teoría es grande. Tomar conciencia
del socio-centrismo, intentar reducir todos los elementos que
de él sean comprensibles es el primer paso de todo pensamiento
serio". De esta forma, Castoriadis no deja de reconocer
como valioso el potencial teórico y de cambio que aparece
en la obra de Marx
El
imaginario social
El
corolario teórico fundamental (y revolucionario) que es
sustentado a través del texto es la novedosa definición
de imaginario que el pensador propone: "lo imaginario
de lo que hablo no es imagen de. Es creación incesante
y esencialmente indeterminada (social-histórico y psíquico)
de figuras, formas, imágenes, a partir de las cuales solamente
puede tratarse de "alguna cosa". Lo que llamamos "realidad"
y "racionalidad" son obras de ello".
Se conforma así una red de representaciones que atraviesan
el conjunto de lo social, construcciones que se cristalizan en
las muy diversas formas institucionales, con sus reglas y funcionamiento
particular. Se habla aquí de ese punto de articulación
entre lo subjetivo y lo social, ya que son los sujetos desde
su posición relativa a un momento histórico, a
una ubicación social y al propio psiquismo que desarrollarán,
perpetuarán y modificarán continuamente esas construcciones
de sentido.
A la misma vez ese imaginario es el que construye a los hombres
como seres sociales, en la integración de representaciones,
en gran medida a un nivel inconsciente. Como plantea el autor:
"Sabemos que esta interiorización no es en modo
alguno superficial: los modos de pensamiento y acción,
las normas y valores y, finalmente, la identidad misma del individuo
dependen de ella." Dicho proceso tiene lugar a lo largo
de toda la vida de cada sujeto, careciendo de principio o fin
para la red social.
Retomando en forma más o menos explícita a Jaques
Lacan, Castoriadis afirma que "los actos reales, individuales
o colectivos -el trabajo, el consumo, la guerra, el amor, el
parto-, los innmuerables productos materiales sin los cuales
ninguna sociedad podría vivir un instante, no son (no
siempre, ni directamente) símbolos. Pero unos y otros
son imposibles fuera de una red simbólica".
El primer lugar en donde es posible encontrar lo simbólico
es en el lenguaje, pero también en las instituciones lo
simbólico se hace presente aunque estas no se agoten en
él: "una determinada organización de la
economía, tal sistema de derecho, un poder instituido,
una religión, existen socialmente como sistemas simbólicos
sancionados. Estos consisten en atribuir a determinados símbolos
(a determinados significantes) unos significados (representaciones,
órdenes...) y en hacerlos valer como tales, es decir,
hacer de este vínculo algo mas o menos forzado para la
sociedad o el grupo considerado".
Todos los conceptos señalados, especialmente el de "imaginario
social", son piedras angulares en la construcción
teórica de Castoriadis y su riqueza y peso teóricos,
obviamente superan el alcanze de un tratamiento periodístico.
Baste señalar que el propio Castoriadis dedicó
dos tomos de unas trescientas páginas cada uno a desarrollar
y fundamentar los diversos aspectos de su conceptualización.
La dimensión de la autonomía
El
concepto de autonomía, otro de los pilares de su obra,
es tratado por Castoriadis en distintos momentos, siendo desarrollado
de modo claro y preciso en un artículo escrito en París
entre 1987 y 1989, publicado en el libro El mundo fragmentado
en 1990. La autonomía aparece como una finalidad en sí
misma y a la vez no, dado el carácter de proceso que implica
una dinámica permanente sin un límite determinado.
Cuando se refiere a una sociedad autónoma, dice que es
"una sociedad que no solo sabe explícitamente
que ha creado sus leyes, sino que se ha instituido a fin de liberar
su imaginario radical [inconsciente] y de poder alterar sus instituciones
por intermedio de su propia actividad colectiva, reflexiva y
deliberativa."
En contrapartida, habla de la sociedad heterónoma, diciendo
al respecto: "el heteros, el otro, que ha dado la
ley no es sino la sociedad instituyente misma, la que por razones
muy profundas, debe ocultar este hecho."
En definitiva, el proyecto de una sociedad autónoma, que
incluye para ser posible al de individuos autónomos, plantea
la necesidad de la reflexión acerca de las significaciones
imaginarias sociales instituídas, de lo que tiene su efecto,
de lo que el sujeto percibe dado por el otro, el heteros.
"Las
instituciones y las significaciones imaginarias sociales son
creaciones del imaginario radical, del imaginario social que
insituye la capacidad creadora de la colectividad anónima,
tal como se manifiesta de modo plamario, por ejemplo, en y por
la creación del lenguaje, las formas de familia, costumbres,
ideas, etc. La colectividad solo puede existir en tanto instituida.
Sus instituciones son una y otra vez su propia creación,
pero casi siempre, una vez creadas, aparecen para la colectividad
como dadas (por los ancestros, los dioses, Dios, la naturaleza,
la Razón, las leyes de la histoira, los mecanismos de
la competencia, etc.). Así es como ellas se vuelven fijas,
rígidas, sagradas."
Junto
a esta posibilidad de análisis, de liberación del
imaginario radical, marcha la de creación o poiesis.
Castoriadis vincula estos planteos al psicoanálisis, la
pedagogía y la política, y lo hace retomando lo
dicho (aunque no desarrollado) por Freud de que éstas
"son las tres profesiones imposibles". En este
sentido resultan muy elocuentes sus propias palabras: "Desde
la perspectiva del proyecto de autonomía, hemos definido
los propósitos del psicoanálisis y de la pedagogía
como, en primer término, la isntauración de otro
tipo de relación entre el sujeto reflexivo -sujeto de
pensamiento y de voluntad- y su inconsciente, es decir, su imaginación
radical; en segundo lugar, como la liberación de su capacidad
de obrar, de formar un proyecto abierto para su vida y de trabajar
en él. Podemos, de manera similar, definir la intención
de la política, primeramente, como la instauración
de otro tipo de relación entre la sociedad instituyente
y la socieda instituida, entre las leyes dadas siempre y la actividad
reflexiva y deliberante del cuerpo político y, luego,
la liberación de la creatividad colectiva, la cual permite
formar proyectos colectivos para empresas colectivas y trabajar
en ellos. Y podemos señalar el lazo esencial entre ambos
que constituye la pedagogía, la educación, la paideia;
pues ¿cómo podría existir una colectividad
relexiva sin individuos reflexivos? /.../ La democracia, en el
pleno sentido de la palabra, puede ser definida como el régimen
de la reflexividad colectiva; todo el resto -puede demostrarse-
deriva de esta definición. Y la democracia no opuede existir
sin individuos democráticos, y a la inversa. También
éste es uno de los aspectos paradojales de la `imposibilidad'
de la política."
Democracia
y conformismo
Uno
de las conclusiones casi autoevidentes del desarrollo del concepto
de autonomía en Castoriadis es la critica a la democracia
Occidental.
Siguiendo sus conceptualizaciones, lo que se conoce como democracia,
es en realidad "una oligarquía liberal", en
donde el pueblo no detenta el poder. "En ella se buscaría
vanamente algún ejemplo de lo que es un ciudadano responsable,
capaz de gobernar y ser gobernado" apunta el pensador en
una entrevista de 1992, publicada por la revista española
Archipiélago. En la democracia actual, "subsisten
libertades -importantes y preciosas aunque parciales- que son
libertades esencialmente defensivas y negativas. En la realidad
socio-histórica efectiva del capitalismo contemporáneo
estas libertades funcionan como simples complementos instrumentales
del dispositivo maximizador de los ´gozos´ individuales".
La
democracia seria entonces un sistema en donde "los partidos
políticos, burocráticamente organizados, se han
apropiado de la actividad política", entendida
ésta en el sentido griego de espacio de debate colectivo,
de autoinstitución explícita, de deliberación
y reflexión: "en este sistema oligárquico
el ciudadano queda excluido de la política".
Postulando
que "no puede haber autonomia individual si no hay autonomía
colectiva", Castoriadis define al "individuo libre"
de Occidente como "un muñeco que realiza espasmodicamente
los gestos que le impone el campo social-histórico: hacer
dinero, consumir y 'gozar' (si lo consigue). Aunque sea supuestamente
´libre´ de dar a su vida el sentido que ´quiere´,
se limita a ´darle´, en la mayoría de los
casos, el ´sentido´ que está establecido,
es decir, el sinsentido del aumento indefinido del consumo".
En definitiva, la autonomía individual que implusa el
modelo democrático Occidental deja a los individuos nuevamente
en la heteronimia y en el "conformismo generalizado"
que caracteriza las sociedades capitalistas de fin de siglo.
Para el pensador, el equilibrio y la continuidad de estas sociedades,
se obtuvo a traves de la retirada de los individuos a la esfera
de lo privado y el encierro de cada uno en esta esfera. Este
proceso es psoible gracias al bienestar economico de los paises
ricos "pero tambien mediante una serie de transformaciones
sociales, especialmente en el ámbito del consumo y del
ocio".
En su crítica al "conformismo generalizado",
Castoriadis cuestiona los planteos de los autores "posmodernos",
a quienes señala como "el caso mas reciente de intelectuales
que abandonan su función crítica y adhieren con
entusiasmo a lo que está ahí, simplemente porque
esta ahí".
Para el pensador, el valor del posmodernismo como teoría
es que "refleja servilmente -y por lo tanto fielmente-
las tendencias dominantes. Su miseria es que solo provee una
simple racionalización, tras una apología que se
quiere sofisticada y no es mas que la expresión del conformismo
y la banalidad".
Pese a su crítica, Castoriadis recoge (o realiza) diagnósticos
similares a los de varios autores considerados posmodernos: el
rechazo de la visión global de la Historia como progreso
o liberación y el rechazo de la idea de una razón
uniforme y universal.
Respecto a estos dos "rechazos", Francois Lyotard expone
en su libro La condición posmoderna una crítica
similar a la Castoriadis realiza a los planteos sobre la modernidad
y los relatos emancipadores de Jurgen Habermas. Claro, las diferencias
comienzan en el punto que sigue al diagnostico: mientras Lyotard
sostiene su argumento en torno a la posibilidad de realizar "buenas
jugadas" en el contexto de las sociedades capitalistas actuales,
Castoriadis señala la necesidad de un cambio radical en
estas, bajo los argumemtos antes desarrollados.
Ecología
social
Partidario
de los cuestionamientos globales, Castoriadis propone la necesidad
de una ecología que realice una crítica radical.
Para el, es necesario construir un entorno, "un medio
ambiente donde la libertad y la solidaridad se inserten en el
imaginario colectivo y orienten la acción y el pensamiento
de los individuos y de los movimientos sociales".
Tampoco
ahorra críticas a muchos de los movimientos ecológistas,
señalando la contradicción existente entre el planteo
de crar partidos verdes u ocupar puestos en ministerios cuando
"ésas son instituciones que de una forma política
han contribuido a la crisis ecológica".
Para él, los regímenes actuales, "el capitalismo
en todas sus versiones", ha colocado a todo el entorno
planetario en serios problemas en menos de dos siglos, generando
una crisis que puede ser ladefinitiva o, por lo menos, "provocadora
de daños que pueden ser irrversibles".
Universal
y crítico
La
amplia y profunda obra de Castoriadis generó una serie
de ricos aportes e interrogantes sobre los diversos puntos de
articulacíon de la realidad y lo que el consideró
"la necesidad" de un cambio social.
Su aporte teórico resulta peculiar por que se encuentra
en el borde de las distintas diciplinas que constituyeron su
formación, lo que le permitió de alguna forma borrar
el tradicional encapsulamiento de las distintas disciplinas científicas,
encontrando un lugar en donde necesariamente los conocimientos
deben circular desde y hacia todos los aspectos de la realidad.
Esto le permitió extender su aporte a terrenos de la espistemología
(estudiar el discurso de la ciencia a cerca del cómo conocer),
desarrollando una herramienta de analisis y categorías
novedosas, en donde el objeto de conocimiento científico
es plurdimensional, complejizando de esta manera el análisis
de la realidad.
Resulta dificil enmarcar a Castoriadis dentro de alguna corriente
de pensamiento. La pluralidad de referencias que manejó
le permitió tejer una red instrumental tan amplia y removedora
que pudo cuestionar, en forma lúcida, aguda y contundente
el pensamiento dominante de su propia época.
De diversos modos, sus ideas se vislumbran en la de otros pensadores
de fines de siglo como Foucault, Deleuze, Lourau, Guattari y
Chomsky entre otros.
Pocos pensadores contemporáneos han sido capaces de dar
a su visión del mundo un potencial tan radicalmente crítico
como universal. Castoriadis fue uno de ellos.
* Publicado
originalmente en Posdata Nº 173
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