Exégesis de introspección. - Modos del inconsciente.
- El esfumino y la luz en el arte. - Moldes de sensibilidad.
- Rejuvenecimiento de la poesía. - Lo intraducible en
la sensación. - El alma de las palabras. - Jano del pensamiento.
- Dos teorías de estética que son una misma. -
El sentido evocatorio. - Lo simple y lo sutil. - Lo antiguo en
lo moderno. - Platón y el siglo XIX -
Hay algo intraducible en toda idea. Son esos mil lentejuelos errátiles
que titilan; son esos mil suspensivos del subconsciente poético;
son esas mil luciérnagas espectrales que cada uno ve o
imagina de distinto grado en la expresión verbal. ¿Cuántos
sentidos tiene el hombre? ¿Cuántas facetas tiene
el vocablo? Los elementos de la emoción viven en nosotros
tanto como en la naturaleza. La abeja mira, aspira, huele, roza,
oye palpitar y gusta la flor, con la que hará, en su alquimia,
dulce oro. Tal es el artista. Si la gota de
miel sabrosa es una síntesis de diversas impresiones y
evoca en nuestro espíritu distintas formas de sensibilidad,
la "palabra himética" llamémosle, designa
en sí fenoméntos tactiles, olfativos, visuales,
de audición y gusto; refinamientos de una tarea y de un
intercambio con el medio ambiente, tan lógicos y tan químicos,
como los que existen entre el aire y el vegetal.
Gustad la fórmula. Saboread la miel. No expliquéis,
ya que en la metafísica de la palabra y de la simple cosa se llega a un punto
en que se pierde pie. ¿Qué es la idea sin el signo? ¿Qué
es el signo sin la idea? Y bien, todo es idea, y todo es signo.
Los obejtos todos tienen una vida inteligente e ininteligible.
Hay que saber leer en la naturaleza. Hay que saber oir en su música
caprichosa y vaga. Lo inexpresivo no existe. Y si existiera, negación
sublime, expresaría la nada que equivale a expresarlo todo.
(...)
No os
enojéis contra lo oscuro en la poesía. Tratad de penetrar,
sin enfadaros por el esfuerzo. ¿Y presumís de críticos,
vosotros los simplistas, los unilaterales, los homogéneos,
los misoneístas de la sensación, los trasnochados
de la casuística, que no exploráis el alma de las
cosas, que no penetráis jamás en el fondo de la
naturaleza, ni bajáis a las profundas sismas del espíritu,
ateniéndoos tan sólo a la costumbre, a la comodidad,
a las reglas, a los casilleros de los libros polvorientos, y asl
syllabus de las academias alcanforadas...?
No, por cierto. Un crítico verdadero, debe ser un analista
profundo, un filósofo libre de prejuicios, un sentidor
ecléctico,
un explorador de cosas y de conciencias, un alquimista de la sensibilidad
y a veces un fantasma que se introduce por los poros de la naturaleza
hasta el fondo esencial y hasta la causa primera, descubriendo
el gesto, la intención, el instinto, el pensamiento errante
de cada parte y del todo, es decir, la poesía, la grande
y la íntima poesía que duerme como la diosa Neith
en el regazo de la sombra ideal.
¡Oh, sí! Libad hasta obscureceros de misterio, libad
hasta teñiros de interior, en el cóncavo subjetivo
y sonoro de donde emerge inexactamente un vapor abstruso. Pensad
en el nimbo esotérico que arrebata en triunfo el trípode
de la Sibila. Pensad en la esfinge, en la gran sabia, con garras
y mirando hacia el vacío.
¡Y silencio, silencio, silencio!
En el
verso culto, las palabras tienen dos almas:
una de armonía y otra ideológica. De su combinación
que ondula un ritmo doble, fluye un residuo emocional: vaho extraño
del sonido, eco último de la mente, cauda rareiforme y
estela fosfórica, peri-spit de la literatura, equis del
temperamento y del estado psíquico, que cada cual resuelve
a su modo y que muchos ni la perciben.
Allá
en el Reino del Pórtico, en la munificencia de una tarde
griega, fue decretado por un semi-dios, cuya túnica en egregios
pliegues soñaba el plinto eternal:
-El pensamiento es la música. La melodía nace de
la idea. Pensad y haréis vibrar.
Fueron ya veintrés siglos.
No ha mucho en una taberna de París, en noche roja
de embriaguez artística, un fauno decrépito, casi
andrajoso y que se llamó Verlaine, dijo, despué
de apurar la llamarada de absintio:
-La música es el pensamiento. La idea nace de la melodía.
Sonad y haréis pensar.
¿Quién tuvo razón?
¡Ninguno!
¡Y ambos!...
No hay que
explicar lo que se dice ni lo que se sueña. El simbolismo
es nebuloso. Es el enigma de la Belleza. Sintámoslo, pero
callémoslo. No levantéis el velo de la madre Ysis.
Como en el drama de Schiller, el curioso profanador, no podrá
decir con los labios, lo que sus ojos han visto. Tal el poeta
indiscreto con su misma Musa. Traducir la bruma con la luz meridiana
equivale a un más allá de absurdo. Es el círculo
vicioso de los atormentados de la sensación. Como los "pecheurs
de lune" de Rostand, en el agua clara y sedosa, tienden la
red sutil de su lenguaje iluso. Pero el lago es de ensueño
y de engaño. La idea, como el pez quimérico de la
noche, se escapa entre las mallas, en cabrilleos de nikel, en
una gloria blanca de expresiones
que lagrimean átomos de luna.
Cuando en el remolino de sus polémicas, los magos del
"Quartier Latin", explanaban los ceremoniales de su
opalina Corte Inferior eráse un caos de difusa prosa,
una algarabía salvaje de manicomio dantesco.
Pretender engarzar en formas materiales de sentido los entresueños
de la conciencia, la impresión fugaz, la urdimbre arcana
de lo incompleto en el alma, el utópico asociacionismo
psicológico, que se complica obscuramente, la insinuación
ambigua de lo que hubiera sido y de lo que está por ser,
es como perseguir los fuegos fatuos en la noche... Mientras el
ojo ve luz, la mano toca sombra. Es el naufragio de lo imposible.
Hay el verso que se canta y el que sólo se sueña.
Ambos son humanos, pero, uno más que el otro, con diferencia
de sutilización, de auto-hipnotismo, de placa, en fin...
Muchos ignoran lo que han escrito. El genio es muchas
veces inconsciente de su obra. Escribe porque alguien le dicta.
Tiene que estudiarse a sí propio para saber lo que ha pensado.
¡Ay, de los que miran con una lógica cosmopolita
en el aire opaco! ¡Ay, de los que ansían explicar
en prosa transparente lo que sugieren en su aldad métrica...!
Muchos hubieron. ¡Muchos habrá!
¡Tántalos de eterna sed! Próximos a señorearla
y cuando la frescura de su rocío se cierne sobre su lengua,
huye el cántaro feroz, entre un delirio de ansias locas
y de gestos errabundos.
Poesía de humo y gasa, sin contornos, en sublime libertad
molecular, que ambula alrededor de emblemas y de ritos, no la
traduce sino el silencio, la mano en la frente obscura.
Y con todo, aproximadamente.
No haya crítica matemática.
¡No haya cínica interpretación!
Yo siento a mi manera, lo que cada uno siente a la suya. Hay
quien tiene doble vista. Para el ciego siempre es la noche.
¡Piafe el imbécil en su impotencia!
Los espíritus superiores poseen un sentido más que
las mediocridades. En la elaboración
de lo
complejo
existe un grado sumo a donde sólo llegan en el Argos vívido
los más diestros exploradores de la percepción.
¿Implica esta aguda dote un centro autónomo en el
aparato de la obscura máquina, o un desarrollo evolutivo de facultades
comunes?
Es la resolución de términos abstractos que sugestivamente
o por algún efecto sensibilizan la emotividad; es el conocimiento
indirecto de lo simple por lo complicado y lo verdadero por lo
ficticio, suscitando estados ideológicos; es la compenetrabilidad
fulgurante de lo sutil por lo sutil en la conciencia artística;
es una subitánea resurrección por una sabia fórmula,
como predica Guyau.
¿Cuál es esta propiedad sublime de interpretar
la Belleza; cuál es este Rey incógnito de los sentidos?
¡Es el sentido Evocativo! Es el sentido del Misterio. Es
el sentido de la Selección.
Es el más espiritual, el más directo, el más
aristocrático; es el que vive en la penunmbra de una cortina
de molicie; es el que huye del bramido de la calle mundana; es
el hijo uraño del Silencio y de la Noches; es el rebelde
contemplativo que entre vidrieras historiadas labra las cifras
emblemáticas de un breviario; es el enfermo, el caprichoso,
el vago: flor de estufa sibarítica en el alcázar
de las quintaesencias; música evaporizada de las ondas
más remotas de la Sensación. Símbolo de
este mago es la Ifigenia de Goethe, sacerdotisa de la Soledad
a quien Diana robó del ara en una nube invisible y que
crecía hacia el cielo en el ambiente henchido del hálito
de los disoes. (Saint
Victor)
Los que no me conocéis no le leáis siquiera.
(...)
Domina
una tendencia favorable a la simplicidad.
Se juzga ingenuamente que lo sincero, lo real, lo espontáneo,
es siempre lo simple. Tras de lo claro, no se sospecha lo obscuro.
Aberración de la impotencia, unilaterismo de las medianías
que no ven el marco de la Noche en el cuadro de la Aurora; que
no escuchan en el viento de la Primavera la complicada armonía
del mundo en su mariposeo por el éter vago, impenetrable,
que nunca termina y que jamás comienza; que no se sienten
asumidos ante el pleamar que ruge, por el ansia erótica
de Neptuno hacia la vagabunda Selene.
Espíritus "inevocables" mudos a las insinuaciones
de la Naturaleza, catalépticos de la inmensa vida, dormidos
despiertos de la sensación, que abren sus grandes ojos,
ciegos de espíritu.
No se pregunta a la frase cómo se ha formado para ser
tan diáfana, su tardía aventura por las selvas
enmarañadas del pensamiento. Se la ve sencilla y nada
más. ¿Cómo no se pregunta al rayo de la
estrella de dónde viene y por qué tirita, ni a
la vaporosa nube del cielo en dónde ha nacido; por qué
es tan blanca...?
¡Oh, lo simple genial; oh, lo simple imperecedero! Yo lo
admiro no por ser lo simple, sino por ser lo genial, por ser
la expresión de lo más hondo, de lo más
raro, de lo más oscuro, como el rayo del lucero es la
expresión de la distancia y de la inmensidad misteriosa.
(Entran Virgilio
y Homero, Shakespeare y Goethe. Retoza
Amarillys. Hamlet se sonríe. Fausto me saluda. Ulyses me
abraza)
Dice
un filósofo que es un poeta: -Lo bello no ha sido nunca
absolutamente lo simple, sino lo complejo simplificado. Lo simple
puede marcar un grado superior en la elaboración de lo
complejo. ¡Es la fina gota de agua que cae de la nube y
que ha tenido necesidad para formarse de todas las profundidades
del cielo del Oceáno!
¡Decir profético, en verdad!
¡Cuánto suda el alma para encontrar una expresión!
Y una expresión es a veces toda el alma, toda la vida,
un viaje al través de todos los dolores, de todas las embriagueces,
de todos los círculos de la filosofía, de todos los universos
de la conciencia.
Lo claro es lo obscuro. Lo simple es lo complejo. En el fondo
del diamante está la noche del carbón y más
allá el sol formidable que ostenta el día plutónico
de sus entrañas incandescentes.
El alma misma sigue esta ley. ¿Hay acaso algo más
luminoso y más opaco, más sencillo y más
complicado que el Amor, antítesis esencial que
hará eternamente sufrir y gozar, vivir y extenuarse, llorar
y cantar al rústico montañés y al excéntrico
quintaesenciado?
El artista es en su arte un colaborador de la Naturaleza,
que pule, que aclara, que perfecciona, al reproducir. El genio
lee en voz alta su libro de un millón de páginas.
Y al mismo tiempo, interpreta, da forma, sintetiza, saltea, deja
de lado, y amplía. El instinto de nuestro idioma, la intuición
de nuestra palabra corresponde a la compleja simplicidad de su
gran voz salvaje.
¡Oh la Diosa simple, complicada, profunda, sincera, veraz
y engañosa! ¡Oh, la buena y la voluble; oh, la pérfida
y la impenetrable! ¡Oh, la que murmura y la que no precisa!
Ella evoca más que revela; su elocuencia radia sugestiones.
Es la erudita sonámbula de un sueño pitonísico!
Tal como es ella, Beldad monstruosa, es el Arte, Naturaleza refinada.
Por eso es que el principal valor de la literatura, como lo afirma
un esteta, consiste, no en lo que dice, sino en lo que sugiere
y hace pensar. El gran Arte es el arte evocador,
el arte emocional, que obra por sugestión, el que necesita,
para ser sentido, de un receptor armonioso que sea un alma instrumentada
y un clavicordio que sea un hombre.
(...) Impresionarse con el fantasma es ser poeta y hondo poeta.
Escuchar los ruidos que muchos no escuchan, percibir los matices
que pocos alcanzan, entrever las cosas en potencia, comunicarse
en raros vocabularios con lo desconocido que nos circunda, ser
susceptible a lo anormal, dar con las líneas tortuosas
y con albedríos de lo Inanimado, no ser objetivo ni subjetivo,
sino ambas cosas; ser universal e interpretar la perspectiva externa
con el sentido interior, hacer una sola familia de nuestro sentimiento
y de los sentimientos de la Naturaleza, interrogar agudamente
y ser respondido a medias, hallar la fórmula de esta respuesta,
perfeccionar el esbozo y sustituir por palabras los balbuceos
de "Todo Organismo", es ser sincero, es ser veraz, es
ser soñador, es ser muy sabio, es llegar a un plano de
fuerza emotiva y comprensiva en que el alma se hace un espejo impresionable y
viviente, que ve, concibe, refleja, aclara y da contorno.
Hasta lo inverosímil en Arte es una verdad. La sensación,
según un filósofo, es una alucinación verdadera,
el devaneo de los sentidos ahumados, la hipnosis de las facultades
representativas. En el imperio de la Quimera, ser visionario es
ser real, es ver el fondo. Es que hay dos mundos: uno en masa
y otro en espectro. La naturaleza tiene también su fantasía,
sus emociones, sus rarezas y sus incubos, una pujanza de imaginación
que no será jamás igualada.
Hugo decía: "Los misteriosos encuentros con lo
inverosímil que para salir del paso llamamos alucinaciones,
están en la naturaleza: engaños o realidades, visiones
que pasan; el que esté allí las ve".
He clamado que lo inverosímil llega a ser lo real. Afirmo
también que lo sutil es lo natural y ambas cosas, elementos
de oro en la obra estética. Rige un preconcepto,
una ciega manía contra lo sutil. Se hacen burbujas de mofa
de esta condición de la existencia misma. El misoneísmo
literario le fulmina sus odiosidades. Hay como un instinto imbécil,
como una rabia turca en repeler sin examen las cosas finas, sinuosas,
afiligranadas, reflectantes, en que se evoca por asociación
y sugestivamente. No se repara en que lo sutil es a veces lo vital,
lo expresivo, lo exacto mismo.
Habla Guyau: "Crear es saber ser a la vez sutil como
el pensamiento y real como la vida. Se reprocha a ciertos genios
ser demasiado sutiles; pero ¿hay algo más sutil
que la Naturaleza? El espíritu no igualará jamás
a las cosas en ramificaciones, en sinuosidades; solamente que
es necesario que en todas esas ramificaciones la vida circule
como la sangre corre en las innumerables fibras que juntan entre
sí las células cerebrales".
El Arte
es combinación, indagación, auscultación,
interpretación.
¡Ved algo nuevo y crearéis! ¡Oid un nuevo sonido,
descubrid
una nueva línea, un nuevo matiz!
No se ha llegado a la verdad del fondo. Existe el velo tras el
velo, la noche dentro de la noche. Levantad un pliegue de la
cortina. Avanzad un grado en la sombra.
¡La vida es un misterio como la Belleza. Sed lo bastante
sutiles para llegar a lo verdadero!
(*) 1908.
* Tomado de Insomnia
|
|