... la realidad es la transformación progresiva
de los sueños; no hay más mundo que el onírico [1].
A veces lo que sueño creo que es verdad, y lo
que me pasa me parece que lo he soñado antes... Además, lo que ha
pasado no está escrito en ninguna parte y al fin se olvida. En
cambio, lo que está escrito es como
si hubiera pasado siempre [2].
El pasado no vuelve a la conciencia más que en la medida en que
puede ayudar a comprender el presente y a prever el futuro: es un
esclarecedor de la acción [3]
Lo que más admiro es lo que he llamado la
cantidad hechizada, con la que se logra la sobrenaturaleza, por
ejemplo, la visita de Don Quijote a la casa de los duques. Lo que me
gusta y sorprende son las inauditas tangencias del mundo de los
sentidos, lo que he llamado
la vivencia oblicua... [4].
... el lenguaje oculta o difumina sus significados y se resiste a
toda descodificación y en última instancia a toda comprensión, pues
toda comprensión posible está
viciada de lenguaje [5].
... el sentido se impone a través de un
pastiche,
un artificio enigmático [6].
El
sol comenzó a calentar. Aquí en el colegio no he podido lograr
ninguno de mis sueños, ni siquiera he podido con los objetivos que
están en el programa. Se está pasando el tiempo y las manos se
ocupan en abrir un candado. Necesito escapar sin alejarme. Toda esta
semana me la he pasado hablando de cadáveres exquisitos. Les
digo a mis estudiantes que realicen textos con esta “técnica”.
Estoy esperando que se acabe este día. Chuffy
was a nangel then and his soard fleshed light like likening. Fools
top! Singty, Sangty, meekly loose, defendy nous from prowl
abouts. Make a shine on the
curst. Emen [31].
Imaginemos un partido de fútbol en el que tú ingresas
en el minuto 44 del segundo tiempo, y por lo demás tu equipo va
perdiendo 3 goles a 1. Está bien - te dices -, en el
fútbol nada está dicho, hasta que no suene el pitazo final.
Ingresas al campo de juego, corres detrás del jugador que lleva el
balón, intentas quitárselo... cuando el reloj del estadio marca el
minuto 45:57, te preguntas: ¿qué carajo saco con correr?
Pienso, en este momento, en los
posibles reenvíos entre el locus enunciativo, el observador
de segundo grado, el colapso
del círculo hermenéutico [32], con dos textos de Carlos Castaneda,
el primero titulado Tener que creer [33] y, el segundo,
Una realidad aparte (pp. 102 y siguientes); por la otra, el
capítulo Retorno del Barroco y relectura de las
conceptualizaciones latinoamericanas sobre el Barroco del libro
Mapas y pliegues de Carlos Rincón [34].
Para ella la vida es un carnaval (no por la
vía de Bajtín, sino por la de Celia Cruz). Su táctica es no tener
ninguna. Su lema de vida es ¡cuando no se puede, no se puede!
Si eso uno lo tuviera claro, cuántas estúpidas comedias se evitaría.
Él intenta
desmitificar [35] lo que no ha alcanzado, ¿por qué no volar hasta La
Vía Láctea en vez de bajarla hasta la mítica altura de los
pies? Intenta convencer con armas "barrocas" (en las que hace mucho
tiempo, incluso él, dejó de creer). A propósito de Vía Láctea, esto
quizá tenga que ver con la oralidad y lo apocalíptico (eso que
estudian Freud o Derrida). Él camina por una vía de leche con nombre
de mujer. Ella y él se dan cita en un apartamento. Observan
Nuevas Tecnologías en Discovery Channel. Ella lo besa. Él le
acaricia los senos. Entonces, cuando al otro lado de la pantalla una
nave es puesta en órbita, ella sale de la habitación, y desde el
umbral de la puerta le susurra ¡cuando no se puede, no se puede!
Llega la incertidumbre vivida aquellos lunes de 1981,
año en que yo estaba en segundo de primaria con la profesora Luz
Muñoz en la Escuela Anexa a la Normal Nacional de Occidente de
Pasto. Mi hermana Helena estaba en Quito, y a mis papás los consumía
la tristeza. Creo que fue mi mamá quien escuchó hablar de la
capacidad milagrosa de las misas que se oficiaban en la capilla de
Jesús del Río. Había que asistir durante nueve lunes seguidos, a las
cinco P.M., a dicha capilla, ubicada en la antigua Casa de
Ejercicios Espirituales de los hermanos Filipenses (barrio San
Ignacio de Pasto). Allí íbamos a rezar a esa hora, en aquellos días
en que algo indecible nos oprimía. Ellos pedían el milagro de que a
su hija no le pasara nada malo, que volviera a casa y,
efectivamente, el milagro se cumplió. Pero, cuando mi hermana
regresó, fue necesario pedir por nuevos milagros.
En todo caso, llegábamos de la
Casa de Ejercicios un tanto aliviados de un peso emocional que ni
siquiera estaba en nosotros, sino en el aire. Por aquella época
vivíamos en el barrio San Andrés. Yo dormía en la pieza de mis
papás. Decía que regresábamos de misa e inmediatamente prendía el
televisor, supongo que para mirar algún programa que podía ser El
Chavo del Ocho, Dialogando, Laverne y Shirley, o cualquier otro,
pero, las imágenes televisivas no lograban aplacar o anestesiar el
miedo agazapado no sé
en dónde. En las noches, cuando mi papá prendía el radio y
sintonizaba la BBC (no importaba si en inglés o en español),
Radio Francia Internacional (casi siempre en francés),
Radio Habana Cuba, La voz de los Estados Unidos de América,
La Voz de Los Andes y en algunas ocasiones, emisoras
“extrañas” como La Radio de Varsovia, la Deutsche Welle,
e incluso, a veces, alguna emisora que podía ser de algún país
asiático... yo, en la oscuridad, sentía pánico de las paredes y
corredores de aquella Casa de Ejercicios en que horas antes había
estado. Pero, presentía que había algo más que laceraba; entonces,
cuando el miedo
era insoportable, empezaba a quejarme, y mi mamá venía al rescate.
Casi siempre tenía que quitarme las cobijas.
-¡Carlos, este niño está lavado
en sudor! ¿Será que está enfermo?
-No, son sólo nervios.
-Bueno, pero bájale a ese radio,
mañana hay que madrugar y vos con esa chicharra que ni siquiera se
entiende.
-Vos no entenderás. Dejá oír,
que están hablando del atentado que le hicieron hoy al presidente
Reagan.
-Y de cuándo acá vos entiendes
inglés.
-Dejá oír...
-Carlos, mañana llamas al
Calvache para que venga a arreglar el calentador.
-Hoy lo llamé donde la hermana;
no estaba, pero ya le dejé la razón.
-¿Será que el Reagan se salva?
-Quién sabe, según dicen, la
bala le traspasó uno de los pulmones.
-¡Ojalá no se vaya a morir!
Así podían continuar; yo me
dormía apaciguado con las voces de ellos. Podía despertarme una hora
después y aún continuaban hablando. Cada día se tiene menos tiempo y
ganas de conversar, menos aún de hombres como el Calvache que iba a
coger una gotera o a arreglar la plancha y salía catorce horas
después tambaleándose de la rasca, ya que mi papá le decía, mientras
le tenía la escalera y el Calvache conectaba un cable:
-¿Calvache, te tomas un trago?
-¡Dios le pague, doctor!
Era hermoso escuchar a mi papá y
a mi mamá hablar de las enseñanzas del Buddha Maitreya, Kalki
Avatara de la Nueva Era de Acuario, explicadas por conferencistas
eminentes como el Eudoro Valencia o el Tartartur; hablar del
Venerado Maestro Gargha Kuichines (Julio Medina Vizcaíno), o del
encuentro que tuvieron con el maestro Rabolú (Joaquín Enrique
Amórtegui Balvuena), y casi simultáneamente preguntarse entre
susurros cómo estaría su hija Helena, allá en Quito, con Fernando
Narváez, mientras en la radio, una voz de mujer que, de pronto
hablaba en checo o en ruso, decía algo que nunca supimos qué era.
Tenía algo de espejo para la
configuración de lo invisible
[36]. En la televisión, en un canal brasileño, un hombre es
secuestrado por un grupo de mujeres traicionadas, que, de pura
casualidad, son sus amantes. Ellas están sedientas de venganza.
Meten a este hombre a un carro y lo conducen hasta un desierto. Allí
lo desnudan y lo amarran a cuatro estacas que están clavadas sobre
la arena. Las mujeres le advierten que van a jugar con él, como él
hizo con ellas. A continuación le explican que el juego
consiste en que cada una va a realizar una sesión de striptease,
pero donde medio se le llegue a parar, ¡se lo cortan! El hombre
resiste cerca de diez minutos, momento en que llegan sus amigos y
surge entre todos un enfrentamiento que termina en orgía.
Elucubraba en cómo la novísima población de
Pasto, es concebida
desde ciertos “rituales” sorprendentes. L´univers
opérationnel et clos de la civilisation industrielle avancée, qui
réalise un équilibre terrifiant entre la liberté et l´oppression,
entre la productivité et la destruction, entre la progrès et la
régession, est préfigué dans cette idée de la Raison, en tant que
projet spéccifiquement historique [37].
Las parejitas descubren la sexualidad en la sala de la casa
de los padres de la chica. La mamá, que es la que más tiempo
permanece en el hogar, en una distracción (pongamos por caso que
está viendo la televisión o está preparando la cena o, incluso,
aunque esto es menos probable, digamos que está absorbida en la
lectura de Gravity´s Rainbow
de Thomas Pynchon), deja a los
adolescentes a su libre
albedrío, y es allí cuando las hormonas hacen de las suyas y un
nuevo pastuso es engendrado a vuelo de pájaro.
El
tipo que se sube a la buseta Villaluz, por los lados de la 45, a
decir que tiene tres hijos y que no tiene empleo, etc. Mientras el
hombre vendía su discurso, en la emisora sonaba George Michael en
It´doesn´t really matter. (...) nadie
mira la ráfaga, la extensión, el aullido [38]... (...) and
what is to follow concerns another than myself [39].
No quiero hablar, porque soy hombre de sangre, y no quiero
que todos estos cerros oigan mis voces (...) tú crees que el
tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad.
¡Cuando las cosas llegan a los centros, no hay quien las arranque!
[40] Jekyll sabe muy bien quién es Hyde, pero el conocimiento no
es recíproco [41]. (...) el doctor Jekyll es moralmente dual,
como lo son todos los hombres [42]. Tanto tiempo he
estado escapando, que ya no sé dónde estoy. Es de madrugada y
escribo esto cuando caigo a un abismo que se abre dentro de mí.
Supongo que igual le sucedió a Campo Elías Delgado [43]. Aún
conservo el Confieso que he vivido, que me obsequió. Hoy, he
sido la víctima y el verdugo, escorpio enterrándose su aguijón. Qué
lejos estoy de poder afirmar que he vivido... pero, qué cerca
(afectivamente) de lo que él me escribió en la primera página:
en la vida hay tantos caminos como personas
existen, pero ¡si supiéramos de antemano lo que nos conviene!
Olinto Garcés, nació en Túquerres, pero por una carambola del
destino vive en París hace más de treinta años. El 29 de noviembre
de 1979, Olinto pasaba por los Campos Elíseos. Se asombró al ver
tanta gente reunida, incluso más que la que sabe haber el
6 de enero en la Plaza de Nariño, pensó. Escuchaban a unos
músicos. Paró oreja durante algunos minutos. Mientras escuchaba,
supuso que entre toda esa multitud era posible que hubiese algún
paisano. Él, que estaba en ésas, cuando ve al Segundo Yandar.
Parecía increíble, pero más parecía una broma; Rick Davies cantaba y
estos dos se dedicaron a hablar de lugares y personajes de Pasto. Se
acordaron del Lucerna, de Las Chocolateras (familiares de William
Rolando Ramos Muñoz), el Ovni Piano Bar, la emisora Ondas del Mayo,
El Hueso, el barrio Obrero, el Pedro Bombo y la María Piña...
Eres un juguete y no puedes volar [44]. Considerábame caído de las
nubes en el fondo de un dedal enorme
[45]. Tenía entre manos la idea de divertirme con un texto
que cruzara la retórica burocrática de la Comisión Primera
Permanente de Gobierno [Acta 032 de 1974], con la fuerza, la
versatilidad y el desenfado de Bersuit Vergarabat, en diálogo con
los años de encerramiento que padeció sor Virginia María de Leyva.
Todo parecía una con(in)spiración de los libros que, como un gran
vientre, me han acogido durante tantos años. Hacía falta la
fortaleza de Jimmy Hendrix para que despedazara todas estas
distancias que separan de una orilla a las otras.
Sí, la vida,
parece, a veces, ese concurso de la Televisión Española, Saber y
Ganar, presentado por Jordi Hurtado, donde te hacen preguntas al
estilo de ¿cómo se llama el compositor polaco que nació en
Tymoskovska, un 21 de septiembre de 1883 y falleció en el año de
1937? Y claro, como uno no es una Isabela Aparici, obviamente no
va a responder que se trata de Karol Szymanowski. Como no se es,
reitero, una Isabela, queda uno estaqueado en mitad del aguacero y
en ese contexto, como lo diría Van Dijk, lo único que uno
puede decir es ¡no sé qué mierdas me está pasando!
Ella no tiene voz; esto es raro,
y, no lo podría explicar. Al menos quiero que quede claro que ella
no es muda. Es de otra cosa a la que me estoy refiriendo.
Trabaja mucho y descansa poco. Se preocupa por aquello en que otros
no reparan. No busca protección de nadie, pero a veces la quisiera,
porque en verdad la necesita. Sus palabras desvían, son como atajos
que no llevan a donde se pensaba. Tiene
miedo, ¿pero quién no lo
tiene? Busca entre sus sueños algo que dejó escapar hace
años. En pocas ocasiones he entrado a sus sueños... allí hay
sinnúmero de corredores sin puertas... es un día jueves, de tres a
cuatro y treinta de la tarde, ella camina descalza, no llama a nadie
porque a nadie conoce. En ese momento está débil, y quisiera
compartir su silencio con alguien. Su fragilidad es evidente... ella
está custodiada por ángeles. Su enemiga es la tristeza. Se despierta
temprano con el rostro aún impregnado de lluvia onírica. Le
preocupan aquellos que gritan en las madrugadas. Infiere que también
ella podría comenzar a gritar en cualquier noche sin mayor o menor
motivo...
Su cuerpo convertido en línea de
aire... deslizándose en gatos por las fisuras de la noche. Sus pasos
son los de muchas mujeres y a la vez el de pocas. Es de humo su
corazón, sus palabras de amor navegan en volutas de fuego. La mirada
se aleja en el mar de los náufragos... ¿qué es lo que busca? No lo
sé. Yo, parásito de la sangre impresa, la persigo en las huellas que
deja en el aire... en su piel nocturna, en su océano lacrimal y
secreto... A ella le tiendo la madeja de silencios, para que
extienda sus uñas y juegue. Su mano delineó nuestro encuentro, allí
en un corredor a ciegas, recorrido con la
piel.
Estoy en la casa de José María
Vargas Vila, esperando a Olga. Se escucha a Daniel Santos. Al
frente, en el otro sofá, tres niños juegan a entonar una especie de
ronda cuyo estribillo dice zapatito cochinito, cambia de piecito.
Almorzamos alrededor de las tres de la tarde. Olga me mira y me dice
que fue Li Po quien escribió la vida es un largo sueño. ¿Para qué
abrumarla con fatigas? Por eso, todo el día estoy ebrio. Ahora
ella sonríe. A veces, hospeda la noche en su cuerpo y el cosmos
habita su piel. La oscuridad se
abre hacia el infinito, hacia un universo que segundo a segundo se
aleja de sí mismo.
Hace días que
ella leía a Ibn Al-‘Arabi en El secreto de los nombres de Dios;
la menstruación le había llegado y en su grabadora sonaban Los
Toreros Muertos, lo cual no tenía ninguna implicación en nada. El
sábado era para quedarse en casa; quitarse el smog de la
semana, preparar clase, lavar su ropa, la de su mamá y su hermana;
esto tampoco tenía ninguna implicación de orden mundial para nadie,
ni siquiera para ella, que se pasaba varias horas escuchando el agua
de la alberca y la fricción de sus manos sobre la ropa.
Le colonialisme va
trouver également dans le lumpen-prolétariat une masse de manoeuvre
considérable
[49]. Su gata, Abril,
llegó hasta sus piernas y, citando a Benito Pérez Galdós, le dijo:
Miau. Por su parte, ella la observó a los ojos, se lamieron
con la mirada, luego ambas tomaron
caminos cercanos pero diferentes. La noche había llegado con la
música en una botella lanzada en el océano del tiempo.
Los límites son invisibles. El afuera está protegido de himen
transparente.
La amiga de los gatos se llama Liliana, vive en una casa de portón
blanco. Cuando regresa por la noche a su casa, quisiera que alguien
a lo Tom Waits la llamara por teléfono para susurrarle un poema:
(Aah, you know I
love you baby
So why don't you call me
You know my number
3927704
Call anytime
Aah) [50].
Pero esa noche el
teléfono de su Waits estaría descompuesto, y ella se dejaría
arrullar por el silencio de su habitación vacía y la lluvia distante
cayendo sobre la nada. Mujer que sueña
que hay un hombre en su clítoris, viajando en una tabla de surf.
Caminas en el aire. Ella está esperándote al otro lado del
grito. Dan miedo las historias de
espejos; la continuidad de
los parques; los agujeros negros. Liliana percuta desde otra mesa
hilos que tejen el golpe en el cristal, la fisura en la ventana.
Abril entró a su noche, cuando necesitaba más de una vida. ¿Adónde
iba ella cuando, dormida, su gata se la llevaba más allá de la
marquesina de este mundo? Necesitó bastante agilidad para aprender a
inventarse un día sola, alejada de sí misma, naufragando en venenos
y lágrimas. En todo caso, los ronroneos de Kat Onoma la ayudaron a
aferrarse a la cornisa. Mujer demasiado altiva para llorar,
demasiado frágil para retener las lágrimas.
Es la
una y veinte de la mañana del viernes 22. Hace un instante
observaba, en el canal E!, a una rubia gastar cien mil
dólares en cuatro pendejadas y después salir con un tal Julian
McDonnall. La rubia, mientras tanto, tiene una fiesta en Londres al
estilo Tadariso o algo parecido. Entiendo que la mujer esta se llama
Tara o le dicen, en todo caso, Tara. Me gustaría presentar una
propuesta a ese canal para realizar un Wild On desde la
miseria; si fuera presentador de esa vaina, iría a un colegio
distrital a preguntarle a cualquier niño qué desayunó en la mañana
para ver con qué supermenú nos deleita. “A propósito”, Carlos B.
Gutiérrez anota: ... el objetivo último de la voluntad de poder
es el de liberarse de sí misma para poder llegar a un mundo
desprovisto de objetivos y finalidades. El tiempo del mundo
dionisiaco carece de metas; aquí resulta por lo tanto superfluo
hablar de valoración. Para
Nietzsche la vida como voluntad de poder y como devenir nunca es
un valor: ella es el fundamento natural de todo valorar y por esta
razón es invaluable [51].
No sé
qué hacer para aprovechar la entrevista a Efraim Medina Reyes
… me provoca pasársela a Fernando Duque, para que se encargue
de corregirla. Igual me sucede con la entrevista a Luis Fernando
Charry. Hace algunos meses le copié un poema de Óscar Portela al
gato acuático. A ella, a Diana Ospina Obando, la vi en yagé en un
baño del conjunto residencial Los Eliseos, en Pasto, hace más de una
década. “Sanctificetur nomen tuum” [52].
El lapicero escarba en el aljibe del tiempo: llegar
al paradero. La avenida prologa el asfalto anímico de los que
pasamos por ella. La Bella Durmiente está con menstruación y su
Príncipe Azul sacando fotocopias. En general, la metafísica y la
filosofía no son, en modo alguno, ciencias, y no pueden serlo,
porque su preguntar es, en realidad, histórico [53]. La Bella
Durmiente despierta, observa la hora... el aire es invisible y no
tiene forma [54]... sabe que no está embarazada, y en su rostro
se insinúa una sonrisa, porque presiente que su príncipe azul debe
estar fotocopiando Manual simplificado de pagarés kármicos.
There are no clocks in the house [55].
Conversé con Sandra Chamorro, a quien “le dicté
clases” hace diecinueve años. Yo era practicante de la Normal
Nacional y ella una estudiante de tercero de primaria de la Escuela
Anexa. Corría el año de 1987 y el profesor titular me había dado
como tema “las zonas productoras de café en Colombia”; no era un
tema difícil, pero yo (que en aquellos días andaba desesperado por
crear otras sendas de acceso a la realidad, a mi realidad, no hice
la tarea, quizá, por ensayar guitarra al frente de la ventana por
donde solía pasar una niña rubia, que tal vez era familiar de un
vecino que aún reside en la calle 17 con carrera 29... en fin...).
En todo caso, no preparé el tema y, durante una hora, me tocó hablar
del café apelando a todos mis recursos de culebrero para que nadie
notara que no sabía. Recuerdo que les hablé de cómo se preparaba un
delicioso café, de las marcas de café que compraban en mi casa, de
la clase de pan que se vendía en mi barrio, de los países
productores de café y, por todas esas digresiones, llegué a
hablarles de algo que por aquellos días sí sabía de memoria, y era
de la Copa Libertadores y de mi glorioso equipo el América de Cali;
afortunadamente, como muchos niños eran también hinchas del equipo
caleño, no hubo problema de que el resto de la clase les hablara del
partido que esa noche iba a disputar el América en Bolivia, quizá en
Santa Cruz o en La Paz. Todo eso lo recordé mientras hablaba con la
hermana de mis amigos Chamorro y, en ese instante, me di cuenta de
que para mí la institución escolar es una digresión o una línea de
fuga o un excursus para deambular por diversos territorios, que en
todo caso, no atrapen, no vigilen, no castiguen. La docencia me
gusta porque, para mí, es un territorio de exploración, de
improvisación e incluso de sanación; en mis clases, por ejemplo,
tiene que haber una gran dosis de juego y de risa para que mis
estudiantes y yo olvidemos que estamos en una clase. No siempre lo
he logrado, pero siempre lo intento. Sin embargo, detesto aquellos
formatos de control disciplinar y de tramitología “académico”
burocrática, a los que me he resistido por miopes, escueleros,
falsos. A los administrativos no les interesa si tú en una clase
expusiste tus vísceras y dejaste tu alma; a ellos únicamente les
preocupa que tú diligencies un formulario estandarizado desde el
cual ellos puedan emitir un reporte de cómo va la empresa. Nunca me
gustó, volviendo a mi época de normalista, el diario parcelador,
no porque yo siempre estuviera evadiendo los temas, sino porque, si
bien preparaba mis clases (no vayan a creer que lo del café era una
constante), los giros, las involucraciones, los ritmos, las
modulaciones, los tonos, las improvisaciones yo no las podía prever
desde una cuadrícula, que, por supuesto, era un pequeño mapa de
navegación, pero que en algunos profesores era una camisa de fuerza.
Al situar la idea de
escritura, en el horizonte enigmático de una operación
ingobernable y que excede el sistema de sus determinaciones; (Derrida)
nos coloca ante la inoperatividad de los valores de responsabilidad,
de representatividad consciente o de individualidad para dar cuenta
de la instancia desconcertante del texto como diferencia seminal;
acentúa o re-marca el carácter injustificable e inatribuible de una
textura que "no tiene ya lugar único y fijo", que interrumpe,
multiplica y desdobla su propia insistencia y (que) vuelve a poner
en juego a la ilusión de un "significado" autárquico, como (su)
efecto o (su) producto. (Cf. La Diseminación, p. 45) (23).
(...) la diseminación (textual), en tanto que ella suscita o produce
"un número no-finito de efectos semánticos" (Cf. Posiciones,
p. 22), resulta pues, no-reconductible a un horizonte único de
sentido, ni recuperable bajo la atención de una lectura "monosémica
o polisémica" (Cf. Ibíd., p. 21), la polisemia o el
politematismo se sitúan aún en la perspectiva de una reasunción
totalizante de sentido (29). (...) El movimiento itinerante de la
escritura, "se
desdobla", "se multiplica", abre, en verdad, una suerte de errancia
o de proliferación ilímite de las señales, y la remisión de las
huellas a las huellas, sin ningún punto de presencia pura. Pero, al
decir, (de la escritura), que abre este deslizamiento sin fin de las
trazas sobre las trazas y su re-marcación o su re-envío incesante, (De
la Gramatología, La Diseminación), afirma en verdad,
profundamente, el carácter ingobernable de su movimiento y de su
juego (diferenciante), como fuerza
que desborda todo proyecto u orden de dominación (55) [56].
Los adioses que nunca fueron del agrado del pañuelo.
La racionalidad asimila el ruido del teléfono al sueño en que me
encontraba; agradezco de todas formas al que me despertó. Billy Joel
llega atravesando el océano. Que se despierte todo el edificio.
Córtale la cabeza a la medusa, decapita el plúmbeo mundo sin mirarlo
de frente. El asunto es que la
literatura (insomnio donde los recuerdos danzan entre melodías
de la onda corta), aunque está al alcance de todos, es sólo deleite
de pocos... ese divorcio entre el hombre y el
arte es el que hace la
vida más pesada, aunque no niego que algunos textos, quizá éste,
logren el mismo efecto. En este tipo de edificios todo se escucha.
No puedes dormir tranquilo, no puedes vivir tranquilo, a las seis de
la mañana la del 302, comenzará a gritar su “alegría” de vivir.
No deja de ser curioso que las ideas de cortar y
separar estén en los
orígines
de la palabra escribir: desde el sánscrito krnati (él
hiere) y krtíh (cuchillo) pasando por el griego keréi
(separar) y squeribh (cortar) y skariphos (estelita
para escribir) hasta llegar al latino scribere y nuestro
escribir. Por el contrario, la palabra leer, desde sus
raíces griegas y latinas, corresponde a juntar y cosechar.
Por último, la palabra sánscrita éti (él va) lleva, a través
del griego, a las cercanas palabras latinas ire (ir), iter,
itineris (camino) y coitus (reunión) –coito: re-unión
de los sexos
separados [57].
Ahora ella estará en el parque soñando con otros
labios. Meditar poemas desde la buseta. Juro que hoy marcaré su
número telefónico, y le diré que cuando mire una lágrima “congelada”
en el gesto esquizofrénico de la ciudad, la estaré soñando.
El filo del barco es similar a la punta del lápiz que
traza la huella en la página, pero tanto el lápiz como el barco
responden a las pulsiones, a las misteriosas fuerzas que dirigen los
pasos de los hombres. Es con la intensidad de la
sangre con la que se
inventa el destino y se traza la ruta sobre la hoja. Al respecto ha
escrito Derrida lo siguiente:
La cuestión de estilo es siempre el examen, la
presión de un objeto puntiagudo. A veces únicamente de una pluma.
Pero también de un estilete, incluso de un puñal (p.
27).
(...) el spur inglés, el espolón, es la
“misma palabra” que el Spur alemán: traza, estela, indicio,
marca (p. 28).
El estilo avanzará como el espolón, el de un
velero por ejemplo: el rostrum, ese saliente que en la parte
exterior hende la superficie adversa (p. 27) [58].
El poema es una cuerda floja de
rutas y derrotas por donde los hombres dejan sus pasiones y su
sangre. Jean-François Lyotard, en uno
de sus últimos libros, cuenta una fábula postmoderna en la que en
pocas líneas pronostica la destrucción total de nuestro sistema, y
la posible huida del hombre. La fábula no tiene moraleja y su final
es críptico.
En una ínfima parte de la
inmensidad cósmica, existía un ínfimo sistema de la galaxia llamado
Vía Láctea. Y, entre los miles de millones de estrellas que la
componían, había una llamada Sol (...). Y, como en todos los
sistemas cerrados, la esperanza de vida del Sol estaba limitada por
la entropía (...). "A qué se podían parecer el Humano y su
Cerebro, o mejor el Cerebro y
su Humano, en el momento en que abandonaron el planeta, antes de su
destrucción, eso no lo contaba la historia" [59].
En la
década de los ochenta el reconocido científico Carl Sagan en su
programa Cosmos, señalaba que en tiempo cósmico la humanidad
apenas lleva diez minutos como inquilinos del planeta, sin embargo
en esos escasos minutos, el hombre ha desarrollado la suficiente
potencia destructora como para acabar con la tierra en unos cuantos
segundos. El camino de estas palabras quisiera instalarse en aquel
cuento donde están los dos pastusos escuchando a Supertramp.
Claro, ellos ni sabrían qué grupo era, ni tampoco les importaría. Lo
que interesa aquí es lo que ellos hablaron acerca de personajes como
el Pedro Bombo, la María Piña o los Calavera. Algo de esto tiene que
ver con una conversación que tuve con Ernesto Ágreda, un día
lluvioso por los lados de Pozzetto. Reflexionamos sobre los amores
imposibles, léase: él o ella de estrato seis y ella o él de estrato
cuatro o tres... ni para qué mencionar el dos o el uno. Recuerdo que
comentamos una telenovela cuyo argumento era más o menos el
siguiente: la hija de un industrial multimillonario va a pasar unas
vacaciones a una de sus tantas haciendas, pongamos por caso en
Circasia (Armenia), y allí es donde conoce a un joven campesino, que
lo vamos a llamar “John Jairo”. Tan pronto se ven... surge el
amor. Ella
regresa a su casa en Bogotá, y entonces J.J. se va a buscarla. El
hombre tiene sus agallas, y se “plantonea” durante varias horas al
frente de la casa de su amada. Hasta que al fin
ella sale, etc. Although most people would characterize them in
the latter way, they in fact represent both tendencies
simultaneously [60]. Ayer escribió Anita Brus (http://abruswanadoo.blogspot.com/);
ella está bien.
He
sido docente desde los doce años. Mi primera clase la realicé al
lado de mi ex compañera y amiga Lida Gimena Torres Hidalgo, cuando
los dos estábamos en grado séptimo. Fue la última clase de un día
viernes. El profesor nos preguntó quién de los dos quería salir al
frente; Lida se había preparado mejor (ella es muy juiciosa), pero
estaba, al igual que yo, muerta de los nervios. Optamos por lanzar
una moneda y la suerte me tocó a mí. La clase era de historia y los
niños de grado quinto estuvieron atentos. Al final el profesor les
dijo a sus muchachos que me dieran un aplauso y me dijo que iba a
ser un buen profesor. Quisiera estar entre las piernas de Ana
Hickman y las Heidi Klum, y, si es posible, en medio de los senos de
Jodie Marsh. En Animal Planet, un hombre es atacado por una
cascabel, está entre la vida y la muerte, mientras los médicos le
inyectan suero para contrarrestar el veneno neurotóxico. Javier
Chamorro me llama, su voz es cordial y afectuosa. Ellos, los
hermanos Chamorro, fueron mis hermanos en la infancia y
adolescencia; pensé que se habían ido para siempre de mi vida, pero
estaba equivocado. Tengo mucho trabajo acumulado. Tengo deudas
conmigo mismo, hace muchos años; por ejemplo (y sólo es un ejemplo),
debí haber leído Las mil y una noches, hace años debería
haber acabado de leer El siglo de las luces y así se van
acumulando tareas que he ido difiriendo. La sua esperienza
dell´esilio è quella di una continua e progressiva decostruzione:
uno “spogliarsi di ragioni e di torti”, una messa a tacere di ogni
pretesa di esistere, fino a “disfarsi” per ridursi a “non essere
niente” [61].
Dadas así las cosas, lo único que tocaba hacer era
levantarse rápido. Se había quedado amarrado a la cama. Había
diferido todo, a razón de no se sabe qué. Lo único cierto es que
otros lo habían logrado y él ¡no! ¿En qué parte de la historia se
había quedado? Sólo lograba recordar que por la época en que le tocó
estudiar el número de Avogadro y, luego, en último año de
bachillerato, los procesos de óxido-reducción, justo allí, entre
Avogadro y dichos procesos, había ocurrido.
John Secada en Otro día más sin verte. Sábado 28:
Los espectros de Marx. Salgo a la calle para hacer una llamada
de larga distancia. El absurdo se materializa en la figura de cuatro
agresores. Rompo los vidrios de una casa. Las historias no
finalizan, se transforman. Hace algunas noches soñé con Alexandra
Ximena Cabrera (la mejor estudiante del curso). Hablamos de cuando
estábamos en el bachillerato y teníamos de compañero a William
Ramos. Con Alexandra Ximena compartimos hasta noveno y, sin embargo,
nunca cruzamos una palabra, ni siquiera esos cortos “diálogos”
circunstanciales de ¿me prestas un borrador?, ¿para qué fecha
quedó el examen?, ni siquiera existió eso. Si ella nunca me
habló, fue porque yo no le despertaba ningún interés, pero en mi
caso fue por timidez. Uno aprende muy tarde, y si sólo se tratara
de aprender... Es extraño que uno siga con una misma identidad, un
mismo nombre, cuando se muere y cambia de vida. ¿Pero cuántos somos
capaces de morir y de cambiar?
En todo caso, es otro el que vivió en el 801 con Margoth
Santacruz, Jorge Luis Argoty, Adriana Yandar, Jimmy Ramos, Mercedes
Garzón, Amanda Villota, Esteban Timarán, Mónica Bravo y, por
supuesto, El Narváez. En esa temporada pasó por Pasto Inti-Illimani
y junto a mí el número de Avogadro, Leucipo y Demócrito, el
movimiento uniformemente acelerado, y todo eso se fue al carajo y yo
también.
Der Beginn der
Metaphysik im Denken Platons ist zugleich der Beginn des “Humanismus”.
Dieses Wort sei hier wesentlich und deshalb in der weitesten
Bedeutung gedacht. Hiernach meint “Humanismus” den mit dem Beginn,
mit der Entfaltung und mit dem Ende der Metaphysik
zusammengeschlossenen...[62]
Soy un intruso en una choza. Todo está
construido con retazos de vidrio y madera.
El hombre que habita esta casa es un
anciano. Él no me
conoce, ni yo a él. Le ayudo a tapar las fisuras de su techo porque,
más temprano que tarde, se va a desatar una tormenta. Presiento que
estoy más preocupado que el anciano. Trato de vincular todas las
guaduas a un solo punto, que no es un centro. La estructura parece
tan endeble; sin embargo, tengo la convicción de que va a resistir.
Mit den heitersten Empfindungen trete
ich durch eine unverschlossene niedrige Tür ein
[63]. Estoy en el Área Cultural del
Banco de la República, específicamente, en el tercer piso de la
Biblioteca Leopoldo López Álvarez. No sé por qué estaba escribiendo
acerca de Sabato y sin transición alguna comenzaba a anotar algunos
“datos” sobre Robert Rivas, William Ramos y Ernesto Ágreda, y era
Ernesto el que estaba a mi lado, lo cual me alegraba porque sentía
un respaldo. ¿Hur mycket kostar en fotboll i Sverige? [64]
Mi vida social ha quedado reducida al Internet. Visito
varios Blogs [65]. Vendo libros. La idea me la regaló Carolina
Arias. Tengo deudas... ha sido una noche larga & todos han
prometido mucho contacto... estoy preparado para la cuna. El
desierto está lleno de ganado [66]. Estoy cansado. Tenso. He
estado preocupado durante los últimos años y estoy harto de
continuar así. Quisiera estar ebrio. En mi mesa me acompaña Gorki, y
él me observa con su dignidad y fuerza. La
normatividad me está matando. “Well? Anything to go by?
What are we going to do?”[67] ¡Qué difícil es perder
la importancia personal! Volver a ser niño, creo que de eso se
trata, si no, Jesucristo no hubiese afirmado: Dejad que los niños
vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
El
jueves 16, poco después de salir de mi clase de Seminario de
Literatura, me encontré (cerca de donde Cerati estaba entregando
discos), con Daniel Sierra Mora, Iván Mesa Bautista y John González
Valencia. Estaban hablando de una agrupación que no conocía, y
entonces John me prestó algunos CD´s grabados en mp3 de dicha banda.
Bajamos hasta la fotocopiadora a dejar los textos de Panero. A
escasos metros de M&T queda el bar Sede C; John y los
demás me invitaron a una cerveza. Había un grupo bastante nutrido de
estudiantes, y la voz de Kaleth Morales llenaba el lugar. Hablamos
sobre el fallecido cantante vallenato; después pensé en
elgatoquepesca.blogspot.com/
al escuchar a Fito Páez, que me decía: la misma calle, el mismo
bar, nada te importa la ciudad si nadie espera… no sé de qué
hablarían mis estudiantes, pero yo, por un instante, fui
transportado hacia otro tiempo. No sé cómo se instaló después el
Chavo y el Kronos Quarter en la conversación, pero de ahí pasamos a
hablar de la docencia, del profesor Jirafales, del programa
Recreo que se emite en Disney Channel.
Todo
iba bien, hasta que dos muchachos con pinta de sicarios se acercaron
a la mesa para que les colaboráramos con algo de dinero. Uno de
ellos me indicó un carnet del ejército, yo le di unas monedas
(diciéndome que un tipo de ésos ha puesto su cuerpo para defender
“nuestra democracia”); en fin, se las di, quizá más con la intención
de que se fuera rápido. Segundos después se formó una trifulca...
una adolescente, con tono agresivo, gritaba que se le había perdido
su celular y que de ahí no salía nadie hasta que apareciera. Otras
chicas acusaban a los dos “militares” y una más cerró la cortina
metálica para que nadie se fuera a ir del establecimiento. Los
gritos iban en crescendo y yo opté por pagar la cuenta y
tratar de salir con mis estudiantes. Le expliqué a la que custodiaba
la puerta que yo era docente… me mandó a callar, y por un instante
me sentí como el campesino del cuento de Kafka. Traté de calmarme.
Llamaron a la policía. A los pocos minutos, me dejaron salir, no sin
antes escuchar los insultos de la exaltada estudiante, quien me
gritaba que ella también era profesora y que yo no sabía de
pedagogía… (lo cual es cierto)... una de sus compinches le decía que
se calmara, pero la tipa estaba furibunda. Al rato salieron mis
estudiantes. Los policías esposaron a los dos supuestos militares
que no habían querido o podido deshacerse del celular. En el plató
de la patrulla había una chica de unos veinte años esposada a una de
las varillas del auto; le pregunté por qué estaba detenida y ella me
dijo que no sabía. Era una mujer bonita con un rostro frágil y, al
mismo tiempo, endurecido por la vida. La abracé y me despedí de
ella. Caminamos hacia la carrera Quinta y acordamos tomarnos otra
cerveza en un bar aledaño a la Universidad Central. Yo aún estaba
indispuesto… nunca antes había sentido un ataque de claustrofobia…
Llegamos al bar de Telered (carrera quinta con calle 22, esquina),
conversamos de los límites que uno mismo se impone y, como para
ambientar la cosa, Franky Ruiz cantaba Mi libertad. John ha
creado el ritual de que se escriba algo en una de las etiquetas de
cerveza… fue un agradable momento… pero yo estaba cansado y me
sentía frágil, me retiré a las diez y veinte. Don Daniel me acompañó
hasta la puerta, le di un abrazo y caminé rápido con ganas de llegar
al apartamento, comer algo y acostarme a dormir.
Se acordaba de aquello que le
dijo Juan Carlos Onetti, al (para aquel entonces) joven Eduardo
Galeano: Mirá, pibe, si Beethoven hubiera nacido en Tacuarembó,
hubiera llegado a ser director de la banda del pueblo. Bueno,
pero García Márquez había nacido en Aracataca...
Él había nacido en Pasto. Ahora
preparaba su tesis para graduarse como físico de la Universidad de
Nariño. Su laboratorio: la vida. Su arte: el de diferir. Vive con su
mamá y unos primos. A la hora del almuerzo su tema predilecto de
conversación es el Deportivo Pasto y las posibilidades de que pase a
la final. Sus primos son escépticos, no tan sólo con el Pasto, sino,
en general, con todo.
Él trabaja desde hace años en un
libro. Nadie lo ha visto. Nadie sabe de qué se trata. Pero, desde
hace mucho tiempo, va todos los días a la biblioteca de la
universidad a tomar notas de textos de astrofísica, cosmología,
lógica
matemática...
Él es un científico invisible.
Camina por las calles de Pasto, argumentando, por ejemplo, que para
Husserl, el "sentido" de un enunciado constituye una "idealidad" que
no existe ni en la realidad mundana ni en la realidad psíquica: es
una pura unidad de sentido sin localización real.
Él es un hombre de ciencia; pero
su ciencia es pura ficción,
al menos eso es lo que piensan sus primos, que consideran que
Ernesto debería dedicarse a trabajar en algo que dé plata.
Jesús, uno de sus primos, dice
que cuando a él le toca evaluar a sus estudiantes (que van desde
grado sexto hasta once), lo que él hace es pura ciencia ficción,
porque es una farsa evaluar por competencias a cada uno de esos
desadaptados a los que no les interesa para nada el estudio,
afirma. Es desde este sentido que Jesús cree que lo que hace Ernesto
no tiene que ver con la física, sino con la ciencia ficción.
¿Qué es
ciencia ficción? ¿Pensar
lo que viene? ¿No tener plata? ¿Estar en una cafetería de Pasto,
hablando acerca de que el punto de partida de la mecánica cuántica
fue la verificación experimental de la interacción entre átomos y
luz?, ¿y que esto implica frecuencias bien definidas de absorción y
emisión? ¿Y que el modelo de átomo que construyó Bohr se caracteriza
por niveles de energía discretos, conforme a los datos
experimentales que la frecuencia de las líneas espectrales de
emisión y absorción es la diferencia entre dos niveles energéticos?
¿Qué pasa en un cuento de ciencia
ficción? ¿Por qué nunca se había interesado en leer a Ray
Bradbury, John Updike o René Rebetez?
Ernesto sabe que mientras está
lavando los platos, en Bogotá, el Deportivo Pasto va perdiendo ante
Millonarios, y a miles de años luz, un agujero negro se engulle a sí
mismo, conduciéndose a otra dimensión espacio-temporal. Es un
domingo y la Vía Láctea continúa encima de su cabeza. Recuerda que
de niño quería construir una máquina capaz de interceptar el sueño
de otra persona. Así, él podría soñar con la persona que quisiera, y
no con las que le tocan.
A veces sueña con una mujer
clara que ama y lo ama sin pedir nada o casi nada que no es lo mismo
pero es igual. La ha soñado y la ha invocado desde sus lecturas,
desde sus apuntes en biblioteca o desde sus soledades, sus domingos
en el estadio Libertad. No sabe quién es, pero sabe que existe. Él
sabe que mientras sus manos lavan los platos de la cena, ella está
en algún lugar. Piensa que el libro
que está escribiendo es para ella; porque ella es real. Por las
noches Ernesto trabaja en un conjunto fractal con nombre de mujer.
Pasa horas frente al computador. Pasa mucho tiempo frente a ella,
que está sin estar al otro lado de la pantalla.
Cierta noche, mientras trabajaba
en su fractal con nombre de mujer, una energía lo absorbió. Era ella
que emergía de esa compuerta. Él había utilizado el teclado y el
mouse como una tabla Ouija. Ella vive en este mundo, al otro
lado de sus pensamientos. Para Ernesto, la geometría fractal, su
geometría fractal es una fisura entre los mundos. Ella está ahí
entre un mundo y el otro; ella lo habita a él en lo
fractal.
La realidad ya es
ciencia ficción. A pesar de
que los primos de Ernesto no lo crean.
Bibliogrfía y Notas:
[18] BORGES, Jorge Luis. El Sueño de Coleridge. En: Nueva
Antología personal. Barcelona, Bruguera, 1980. pp. 207-212.
[19] BORGES, Jorge Luis. Los sueños y la poesía. Entrevista
realizada en septiembre 19 de 1980. En: Borges en la Escuela
Freudiana de Buenos Aires. Buenos Aires, Agalma, 1993. p. 19.
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