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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



DRÁCULA - SANGRE - VAMPIRO -

El último romántico: Drácula*

Mario Ferrari Brown

Klaus Kinski en la versión de monstruo, apoya su fea garra en el palpitante pecho de la bella Isabel Adjani. Claro, el monstruo sufre, la mina es bonita y duda entre morder la yugular o la diáfana teta


Naturalmente que para los habitantes de Transilvania, este legendario melaza de la noche recuerda a Vlad el empalador. Estimado lector, el atractivo de Drácula o Nosferatu radica en su eterna perversidad de Don Juan
(Byron Tenorio) y en su vagabundeo yugular en la implacable sombra de la noche.

Frankestein y RoboCop son el hombre máquina de La Mettrie. Hijos de Turing y de Hollywood, con un lenguaje de base, ensamblador, chips son los replicantes modélicos de Blade Runner. Incapaces de amar, de penetrar en la alcoba de una minita posta, son el opuesto signo existencial de nuestro querido vampiro, franela sanguinario y lado oscuro de la pulsión. Los hombres máquina necesitan la luz, la electricidad, en tanto que, Nosferatu el murciélago (muris caeculus) usa el radar y el piloto automático para realizar la hemodiálisis a domicilio.

Notamos que desde el legendario magiar, Bela Lugosi en aquella bella película expresionista en blanco y negro, la característica atracción fatal de nuestro héroe darkie se acrecienta hasta mostrar los innegables motivos eróticos que guían al tenebroso enamorado.

Frank Langella y Chris Sarandon entre otros, agregando a Klaus Kinski en "Noches sexuales de Nospheratu", muestran al romántico melaza en su aspecto de langa, latin lover, eterno enamorado. Monstruo horrible para una interpretación psicofenoménica moral, eterno galán sanguíneo según nuestra interpretación gótica. Bat Man y Gatúbela, son partes del enredo ya que Bat Man es un Romántico Justiciero asediado y obsedido por Michelle Pfeiffer, gatita bocona, quema cabezas y habitante nocturno de la líbido.

Pero volviendo, querido lector, a Nosferatu recordamos que Klaus Kinski en la versión de monstruo, apoya su fea garra en el palpitante pecho de la bella Isabel Adjani. Claro, el monstruo sufre, la mina es bonita y duda entre morder la yugular o la diáfana teta
(el pecho bueno) que suspira en brazos de Morfeo.

Existen otras versiones televisivas del vampiro enamorado en las cuales sus modales mesméricos, telepatía erótica pegajosa, se adapta al cortejo galante en boliches en onda
(recordar a Michael Noury). Eterno tenorio, que dormita en mortajas de seda el sueño amoroso de los siglos, playboy nocturno como George Hamilton en Love at First Bite. Edipo perverso que muestra el lado oscuro del corazón, satánico hemoterapeuta que sobrevive en el mundo fláccido de la penumbra.

Una versión latina debería mostrar un galán con bigotitos, caribeño y salsero que murmurara: "bésame muchio, como si fuera esta la última nochie...", o "moozo, sírvame la copa rota..." Un vampiro tropical con una medallita en el pecho que le diga farfullando miel a una morochona que rompe el vestido: "Oyie, mi vida, vivamos huntos la vida..."

Condenado ser que recuerda Sting en "Luna sobre Bourbon Street", eterno enamorado, taciturno lunático que busca un pecho fraterno para morir abrazado. Usted y yo apreciado lector ya sabemos que el hombre máquina es incapaz de amar , que solamente vibra con pilas o chips, no tiene venas. Lee y es archivero burócrata del registro civil, es tanto que nuestro héroe escribe con sangre la huella poética de su amor- No ve, no necesita la luz del sol, y se guía ciego mediante la intuición magnética del radar de ultrasonido. Este dionisiaco ser mítico solamente escribe, muerde y palpita con la única tinta posible: la sangre.

El sátiro de los balcones es un solitario, franeur, transer maldito que busca febril una gota de amor. Para finalizar, estimado lector, si observa la presencia de un simpático franela nocturno merodeando por su mansión, obsequie un crucifijo a la patrona o la nena. Es una consejo amigo. Auf Wieldersehen.


Nota: Mi amigo Amir Hamed apronta un libro sobre la envidia fálica del onanista Van Helsing. Este mediocre y vil individuo es impotente: historia de un hilo de sangre.


*Publicado originalmente en La república de Platón, Nº15

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