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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



MODERNIDAD - POSTMODERNISMO - CULTURA - CULTURA GLOBAL - IDENTIDAD - MIEDO - RENACIMIENTO -

Adiós al posmodernismo (I)*

Heriberto Yepéz
La aparición de la(s) ideología(s) posmodernistas albergan los rasgos centrales de la Modernidad que dicen sustituir. La idea de un estado "post", digamos, sigue formando parte de la confianza (moderna) en un tiempo lineal


Estamos entrando a una nueva era
Y nada será igual en la tormenta

(escrito mientras esa tormenta
soplaba)

(post post moderno)

"Twenty-six fragments"
George Oppen

 

1. Del Rehacinamiento al Pusmodernismo

 

La primera estrategia para superar el posmodernismo es comprender para qué fue instaurado. El posmodernismo fue instaurado para que la hegemonía de Estados Unidos se hiciera pasar como una cultura neutra, post-nacional. El posmodernismo es un juego de praxis y teorías para justificar la fragmentación de las culturas, su remix, "hibridación", describir lo más apolíticamente un mundo caracterizado por la pérdida de las totalidades. El posmodernismo es el party de la re-partición.

El posmodernismo fue instaurado para sedimentar versiones operativas que conformasen la solidez imposible del proyecto de una
cultura global, una cultura imposible, una post-cultura que en la contradicción misma de su constitución -cultura adviene en el contexto necesario de una territorialidad, de un concepto portentoso de tierra- declarase superadas la identidad colectiva y la coherencia eidética. El posmodernismo, como práctica combinatoria y como discurso histórico, advino para justificar y promocionar una pseudo-última ilusión. ¡El Fin de la Identidad!

En Critique e clinique, Deleuze escribió que "América une fragmentos". Esta es la lógica de su
literatura, de Stein a Burroughs, de Whitman a la Language Poetry, América une fragmentos, América no puede operar si no es en una situación de fragmentación. América des-todifica. Rompe todo, a través de sus productos, sus apropiaciones, sus guerras. (Estados Unidos destruye para ganarse el derecho exclusivo del Rebuilding). El posmodernismo es la estrategia -traducida al discurso cultural- del "dominio" mundial de Estados Unidos.

El posmodernismo aparece como una serie de nociones que giran en torno a la fragmentación de las culturas. Por "fragmentación" comprendo aquí la situación en que como resultado del colonialismo occidental, las sociedades capitalistas y las "colonias" mismas comenzaron a vivir en un sentido cada vez más fragmentado o parcial de su
identidad cultural, al verse inundado el mercado o las prácticas culturales (desde la cocina hasta el arte) de los fragmentos culturales importados o sobrevivientes en lo interno. Esta experiencia, por supuesto, no es exclusiva de la modernidad. El proceso mismo del origen de la civilización ya implica esta co-participación y co-partición de culturas y su experiencia parcializada y transacción. Desgranados de los sentidos centrípetas de nuestras propias culturas, nuestros pueblos están siendo obligados a ser replicantes, descontextualizadores y deconstructores, pepenadores de los restos de nosotros mismos entre los escombros tempranos del ocaso seguro del capitalismo canino.

Al edificio adviene pronto el colapso porque el edificio es viejo.
La caída de las Torres Gemelas fue apenas el primer par de balas. El edificio fue alzándose desde el otoño de la Edad Media. El posmodernismo es tan sólo una de las fases finales, quizá la penúltima, del sistema hegemónico mundialmente implantado desde hace cinco siglos. Encontronazos de culturas como la "Nueva España" ya fueron situaciones claras de espacio-tiempos donde la experiencia cultural es siempre un evento parcial, una praxis de existencia a partir de la fragmentación de diversas culturas. La colonia mexicana es probablemente la primera experiencia de globalización y posmodernizaje vivido tan dramáticamente en el planeta.

El esfuerzo que realizamos por reunir los fragmentos que nos llegan sin interrupción de todos los rincones del globo se ha convertido en un ejercicio planetario que, de hecho, intensifica unas prácticas inauguradas en el México del Renacimiento.(1)

Habría que comprender el "Renacimiento" como un auto-engaño hacia la fabricación de la fantasía de un Occidente unitario y grandioso gracias a sí mismo. Si el discurso canónico sobre la existencia de un "Renacimiento" predica una vuelta de Occidente a sus orígenes grecolatinos como explicación de su esplendor cultural, se puede comprender el discurso sobre un "Renacimiento" y entrada en la modernidad como la mitificación del colonialismo europeo y el saqueo y fragmentación cultural de Oriente y América que hizo posible tal "esplendor". El "Renacimiento" fue inventado para mitigar el miedo de la irrupción (fragmentaria) de otras culturas (orientales y americanas) en el panorama europeo. Construir la ilusión de la certeza de que su esplendor se debía a ellos mismos, a sus altos valores espirituales y no a su rapaz imperialismo y a la sensación de que ellos mismos también estaban fragmentándose. Los 'más altos valores' europeos no son más que una serie de mentiras cuya finalidad es ocultar el funcionamiento real de sus Estados.

No solamente el "colonizado" tuvo
terror. También (como ahora los norteamericanos) sufrieron terror los "colonizadores". Para mitigar este dolor, para negarlo, inventaron la tesis de su redescubierta "grandeza" cultural -que sus apologetas buscan probar a través de su filosofía (ahora caída) y su arte (ahora percibido como muerto, inservible)-. Una "grandeza" cultural que sabemos que se debió mayoritariamente a su apropiación de técnicas, materiales, mercancías y riqueza extraída de las colonias.

El Renacimiento no se debió a que Occidente volvió a su origen grecolatino. Eso es una fabulación hegemónica sustentada por las fantasías de Michelet, Burckhardt y otros discursos pusilánimes, las idioteces de la mente europea engreída. "Europa" como autoconciencia de unidad nace, en buena medida, como protección psicopolítica a la influencia oriental y la inquietante presencia de los
fantasmas de otras culturas sirviendo de modelo, contrapeso o ruina dentro de las culturas occidentales "modernas".

Europa empezó a definirse comprando y emulando la opulencia y la sofisticación cultural de las ciudades, comerciantes, eruditos e imperios de los otomanos, los persas y los mamelucos egipcios… No es casualidad que el período que presenció la invención del término ["Renacimiento"] fuera también el momento en que Europa afirmaba su dominio imperial sobre el mundo con mayor agresividad… los intercambios en los mercados y bazares orientales fueron responsables en gran medida del surgimiento de un mundo móvil y global que va más allá de los límites intelectuales y geográficos del mito del Renacimiento europeo.(2)

El "Renacimiento" como fenómeno de enriquecimiento y florecimiento cultural tuvo como una de sus verdaderas causas históricas el saqueo y la influencia mercantil de Oriente. La Modernidad se inventa cuando la experiencia de la cultura "baja" y "alta" en la actual Europa se disgrega aún más y la amenaza de su autonomía se vuelve el sueño delirante de su Unidad y su destino redescubierto, llamando a posteriori "Renacimiento" lo que, en la realidad histórica, fue la prosecución de la fragmentación de las culturas, la globalización de sus pedazos cada vez más alejados de sus referentes.

La modernidad está basada en un engaño, un periodo fantasma. Y termina con otro: el posmodernismo, una ironía contra lo moderno, una ironía, sin embargo, incapaz de abandonar las premisas modernas. Definamos pues a la "Modernidad" -navegando en el mito estomacal de su unidad- como el proyecto contradictorio de construir un repertorio variopinto de macrorrelatos a la vez que como la experiencia de creciente fragmentación de las culturas. Modernidad: construcción de totalidades discursivas
(teleologías) y desmembramiento de las culturas de los otros (discontextualización).

Lo que históricamente se denomina posmodernismo corresponde a:

1) el 'final' de los proyectos estéticos de revolución, las llamadas "vanguardias", el supuesto alcance de una fase de decadencia de su espíritu y significado inicial;

2) la inauguración de la sociedad de consumo -cuyo modelo general es el estadounidense- a partir de los años cincuenta;

3) la caída de la hegemonía europea sobre "Occidente" y el paso del liderazgo hacia Estados Unidos de América;

4) la 'caída' de los macrorrelatos de liberación y/o las filosofías de la Historia;

5) la caída del comunismo y, por ende, la distensión de la Guerra Fría, otrora ridículamente denominado Fin de la Historia según el reaganómico karaoke de don Fukuyama.

Entre/desde/a partir de estas caracteriologías que se superponen o incluso se contradicen, una serie (en sí también contradictoria) de discursos y prácticas comenzaron a hablar en la segunda mitad del siglo XX de la entrada del mundo en una "época", "edad", "periodo" o "fase" post-moderna.

La aparición de la(s) ideología(s) posmodernistas albergan, sin embargo, los rasgos centrales de la Modernidad que dicen sustituir. La idea de un estado "post", digamos, sigue formando parte de la confianza (moderna) en un tiempo lineal. De una periodización de la historia que se fortalece, precisamente, en relación con el "Renacimiento": el nacimiento de la modernidad como una superación
(hegeliana) de la obscuridad medieval, de la misma manera que el posmodernismo se asume como una superación (post-hegeliana) de la modernidad.

El tiempo lineal, evolutivo, de la modernidad es la misma premisa sobre la que se funda la posibilidad teorética y el ánimo discursivo del postmodernismo (casi siempre un pastiche del lenguaje vanguardista). El posmodernismo no es más que una máscara que la Modernidad porta para esconderse de sí misma. La era moderna se ha metido debajo de las sábanas porque sabe que viene algo terrible. A veces, sonámbula, se levanta y, ensabanada, deambula por el mundo, topándose con espejos que apenas avizora, confundida, la era moderna, se asusta de su propio reflejo, no queriendo reconocer en su letargo que ella misma es el fantasma.


Notas:

(1) El pensamiento mestizo (1999), Serge Gruzinski, Paidós, Barcelon/Buenos Aires/México, 2000, p. 90.

(2) Jerry Brotton, El bazaar del Renacimiento. Sobre la influencia de Oriente en la cultura occidental (2002), Paidós, Barcelona, 2003, pp. 17, 45 y 208.


* Publicado originalmente en la revista Replicante, Nª 3, Mayo 2005.

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