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Otro buen
ejemplo de la naturaleza conflictiva y problemática de
la doble identidad de los héroes contemporáneos es el caso
de Spawn. La saga de Spawn resulta ser una oscura historia
neogótica de un ser de ultratumba
en busca de su memoria e identidad perdidas. Este ser proveniente
de las mismas entrañas del infierno, se convierte en un
justiciero neogótico que busca recuperar el amor de su
ex -esposa, o mejor dicho, viuda, sin conseguir jamás el
final feliz al que nos tienen acostumbrados la mayoría
de historietas. Al Simmon regresa
a la tierra con un aspecto francamente desagradable luego de su
estadía durante cinco años en el infierno, y si
bien posee enormes poderes que le permiten cambiar de aspecto
a su antojo es incapaz de recuperar la apariencia que tenía
antes de su muerte. Al hacer uso de sus poderes de
transformación para recuperar su antiguo aspecto, no consigue
más que transformarse en un rubio joven californiano, en
lugar de recuperar su antiguo aspecto de adulto afroamericano.
Pasamos, entonces, del superhéroe con doble identidad
al antihéroe atrapado en una identidad que no es la suya.
Spawn puede ser un buen punto de partida para pensar otros
aspectos constitutivos de la identidad del antihéroe postmoderno. En
primer término, un alejamiento del tradicional juego
de espejos
de la doble identidad, arribando a la problemática condición
de estar atrapado en un cuerpo que no es el suyo, paralelamente
a una búsqueda de sí mismo que tiene mucho que ver
con la memoria como aspecto esencial en la recuperación
de su naturaleza humana. En segundo término, un corrimiento
de la doble identidad que se vincula a la naturaleza proteica del héroe. Las prótesis han sido desde
siempre un aspecto esencial en la conformación de la identidad
de estos personajes, en el caso de Spawn su traje posee vida propia
y actúa por sí mismo, defendiendo al personaje del
peligro, el problema de la doble identidad se demarca en la misma
relación de Spawn con su traje, el cual hace uso de su
libre albedrío para colaborar con el personaje en sus aventuras.
Su capa lo sigue reptando como una serpiente por entre las sombras
de los callejones, las cadenas que lo envuelven lo protegen de
las balas y atacan automáticamente frente a cualquier peligro.
Las prótesis, entonces, constituyen otro elemento de la
problematización de la identidad. Prácticamente no podemos
pensar en superhéroes, villanos y antihéroes sin
sus respectivas prótesis. "¿Dónde
consigue él esos magníficos juguetes?",
exclama sorprendido el Jocker cuando Batman se le escabulle gracias
a su batisoga. En este sentido, podríamos preguntarnos
que sería de la identidad de Batman sin su batimóvil,
su baticueva, su batiseñal, su batisoga o su batilaser.
No podríamos concebir a Captain America sin su escudo indestructible,
a Silver Surfer sin su tabla de surf intergaláctica, a
Wonder Woman sin su lazo de la verdad y sus brazaletes indestructibles,
a Spiderman sin sus lanzadores de telarañas o a Iron Man
sin su armadura computarizada. Las prótesis constituyen
una extensión del héroe, el traje resulta ser, de
cierta forma, la identidad del héroe. La máscara sobre su rostro
es, como diría McLuhan, una extensión de su piel.
Las prótesis delinean la subjetividad del superhéroe
desde la superficie de la piel o desde la profundidad de los huesos,
no olvidemos el esqueleto de Adamantium de Wolverine, que se proyecta
al exterior en forma de garras que emergen del dorso de sus manos
a la hora de combatir las fuerzas del mal. Ahora bien, si las
prótesis configuran la identidad desde dentro, los villanos
y archienemigos configuran la identidad desde el exterior,
presentándose como la antítesis irreconciliable
del héroe. No me extenderé en la importancia de
los enemigos como elementos constitutivos de identidad en la fantasía
heroica, sin embargo, me detendré en un caso paradójico,
¿qué sucede cuando los superhéroes se enfrentan
entre sí y de su victoria depende la supervivencia de su
universo?
4
Desde mediados de los setenta comienzan a surgir los crossovers
como un himno a la dislocación de la ficción, gracias al salto
de un héroe hacia el universo de otro, ya sea para aliarse
con él o para convertirse en su antagonista transitorio,
la tranquilidad del universo del cómic se veía sacudida por un
invitado inesperado. Títulos como Superman vs. Spiderman
o Batman vs. Hulk hicieron furor por aquella época,
ya que dos superhéroes de universos totalmente excluyentes
-me refiero al universo DC y al universo Marvel-
se veían por vez primera las caras. A mediados de los noventa,
un x-over se convirtió en un evento cósmico,
para el agrado de ávidos lectores de historietas la totalidad del
universo DC se fusionaría completamente con el universo
Marvel. Esta historia se desarrollaría a lo largo de los
cuatro números de la colección DC versus Marvel,
produciendo uno de los mayores acontecimientos en el universo
mitológico del cómic, comparable a Crisis
en las tierras infinitas o a La muerte de Superman.
Más allá del impresionante despliegue visual desarrollado
en la colección DC versus Marvel son de destacar
las cuestiones
filosóficas que se amontonan, una tras otra, a lo largo
de los cuatro números de la serie. Por una parte, este
enfrentamiento entre los dos universos paralelos puede leerse
como una traducción en cómic de la famosa "fusión
de horizontes" de la hermenéutica gadameriana. Dos
mundos se encuentran, produciendo profundas distorsiones en la
naturaleza de ambos, como antes había sucedido de manera
no tan radical con las colecciones Else Worlds, en donde
los héroes escapaban de su universo habitual para ubicarse
en otros espacios o tiempos, realidades paralelas y mundos posibles
que hacían variar la situación del personaje pero
no necesariamente su identidad, que permanecía
más o menos intacta a pesar de los descentramientos espacio-temporales.
En cambio, en este caso, la colisión de dos realidades
heterogéneas responde al enfrentamiento de dos criaturas
ordenadoras de sus respectivos universos, que se enfrascan en
una dialéctica posthegeliana que no conduce a una síntesis
sino al establecimiento de un tercer universo paralelo a los otros
dos y con autonomía respecto de ellos. Nos estamos refiriendo
al universo de Amalgam Comics que vuelve a poner en tela
de juicio la identidad de los héroes de fin de siglo
XX.
Luego de la recuperación del orden en ambos universos,
a partir del mutuo reconocimiento de sus divinidades respectivas,
un tercer universo emerge, en el cual los nuevos héroes
son el resultado de un complejo proceso de hibridación que produce una
intertextualidad en el terreno de la identidad. Los fragmentos
dispersos se unen para crear una nueva casta de superhéroes,
en donde la identidad de los mismos surgirá de
la fusión de dos o más personajes. Pasamos así
del personaje con doble identidad a la identidad del héroe constituida a partir
de la intertextualidad de dos personajes diferentes.
Veamos, para culminar este breve ensayo, algunos de los nuevos
personajes nacidos del universo Amalgam. Dark Claw es un
personaje constituido a partir de Batman y Wolverine, conserva la naturaleza
oscura y taciturna de Batman combinándola con la ferocidad
intempestiva de Wolverine, Spider-boy combina a los dos héroes adolescentes más
populares de ambos universos, mientras que Super-Soldier surge
de la mixtura de Superman y Captain America, los héroes
por excelencia del american way of life. Bruce Wayne se
convierte en agente de S.H.I.E.L.D. fusionándose aquí
una de las identidades del hombre murciélago con el sargento
Nick Fury, mientras que Green Lantern se amalgama con Iron Man
para hacer emerger a Iron Lantern, un héroe enfundado en
una armadura con el poder del anillo de Green Lantern. Infinidad
de superhéroes y villanos surgen de esta fecunda hibridación
de Marvel y DC, sugiriendo la posibilidad de pensar la identidad
a partir de fenómenos de simulación intertextual que
dejan atrás la "autenticidad" y fidelidad a sí
mismos de los héroes de la edad de oro y de plata del cómic.
En conclusión, los héroes ya no son lo que eran.
La época de los personajes de gruesos trazos y de identidad
más o menos invariable a dado paso a una serie de mitologías
que son un buen correlato del debilitamiento de la subjetividad
y de la fragmentación de la experiencia contemporánea.
Hibridaciones, mezclas y mixturas parecen conformar la alquímica
lógica del imaginario actual, ni siquiera la identidad
de los más grandes héroes de la cultura
masiva
podía permanecer intacta.
*Publicado originalmente en El Huevo (Revista cultural
de México)
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