Gótico es el primer
romántico. También, paradójicamente, es
el último escalafón zoológico de romántico.
Cuando se transforma, Louis se animaliza. Es capaz de escuchar
el rumor del mundo: la noche brilla con una intensidad casi enloquecedora,
se oye el barullo del insecto sobre la hoja,
la estatua parpadea . El vampiro
es extremadamente frágil. El mundo lo avasalla y lo mata.
Por eso él se apaga, se esconde, se repliega. Es un fóbico.
Solamente un hambre muy intensa puede sacarlo fuera .
Para el gótico el mundo es una herida hiperrealista.
En la luz, en los colores, en la belleza, en los paisajes (no
dejará de advertirse la naturaleza estrictamente visual
de los cuatro ejemplos), hay algo agresivo, doloroso. Las cosas,
iluminadas por la luz eleática e inexorable del sol "astro
obsceno", son masivas, aproblemáticas, imponentes,
rotundas. La luz directa es la muerte o la locura.
Gótico es un animal audiotáctil, no visual. Nadie
más ajeno
a la intensidad, idea romántica. El placer, palabra tan
excesiva, tan teatral, tiene que ver menos con encender
que con apagar cierta intensidad, con filtrarla y controlarla.
Tiene que ver con una huída, o mejor, con un repliegue:
en los sonidos, en la textura de sonidos y cosas, en su densidad,
su porosidad, sus irregularidades. Gótico es
alguien que quiere desesperadamente apagar el mundo para controlar
el ardor hiperestésico que le provoca. Escribir, pensar,
razonar, hacer música, son parte de sus estrategias. No
es contradictorio y ni siquiera raro que gótico se retire
hacia una estética más bien clásica y apolínea.
En esa acción obtiene pautas, ritmos, rutinas perceptuales
e intelectuales. Son formas negativas, opacas y tranquilas del
placer. Alivio.
(Tampoco nadie más
ajeno a la experimentación y al hedonismo psicodélico
de sus parientes románticos más cercanos, de segunda
o tercera generación: pienso incluso en las vanguardias
y neo-vanguardias artísticas. Éstos son irreductiblemente
tribales y gregarios.
Se reconocen unos en o contra otros. Van a morir y están
atravesados por una especie de urgencia, una ansiedad vital,
eléctrica, innoble. Son adolescentes. A pesar de su espectaculari-dad,
la identidad romántica siempre vacila, se indecide, pende.
Ellos necesitan probar, saberse vivos.
En cambio, gótico, sencillamente, está solo. Es
un condenado, un escindido. Su identidad es lo único absoluto.
Ya no necesita testimonios externos que lo confirmen,
y por eso lleva la soberbia hasta el extremo de no reflejarse
en los espejos ¿qué espejo, por otra parte, podría
devolver esa hipertrofia, esa desmesura?
Ninguna ansiedad vital, nada que probar. Sencillamente seguir
viviendo: arte melancólico de oscurecer, velar, filtrar.
Menos que a morir, le teme a no morir del todo. Teme que no suceda,
algún día, el alivio definitivo que disuelva en
la nada ese yo despótico, esa callada megalomanía).
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