En este trabajo
se trata de señalar las "ideas" y las "actitudes
culturales" de fines de siglo pasado, con el objeto de ver
de qué modo el Uruguay actual se explica en el origen de las discusiones
de los últimos cuartos del siglo XIX. Basados en datos
que hasta el presente han sido enfoques parciales -económicos,
históricos, filosóficos, etc- se propone una revisión
"fenomenológica" de las líneas de "pensamiento"
de una cultura con crisis de identidad. Con esta actitud, los autores se proponen
llenar un hueco técnico e histórico.(*)
1. Pragmatismo e idealismo a fines del siglo XIX en Uruguay
En Uruguay
existió una discusión que pudo afectar y en cierto
modo influir en la modalidad cultural del país, lo que
Ardao ha dado en llamar "revolución mental",
términos que son significativos.(1) Del enfrentamiento entre el espiritualismo
y el positivismo fue importante la polémica entre José
Pedro Varela y Carlos María Ramírez (1876) en el Club Universitario.
Varela proponía las ideas darwinistas y spencerianas,
entre otras, contra el racionalismo metafísico y espiritualista
que dominaba la Universidad de la época.
Varela, que era "pro-anglosajón", en la Educación
del Pueblo (1874) criticó
el modelo francés que reinaba en la Universidad(2) y esto nos revela
que en estas discusiones se planteaban aspectos ideológicos
y filosóficos, y se enfrentaban dos actitudes culturales
diferentes. José Pedro Varela tuvo una actitud
pragmática(3) que más allá de la descripción
que ha hecho Rama de Varela como sociólogo, nos
permite situarlo en el contexto de una época en la que
se definían aspectos de la identidad cultural Uruguaya.
Pero, repetimos, más que un asunto de "ideas",
allí se plantearon actitudes culturales diferentes, resaltando
la figura de Varela, quien había viajado a Estados Unidos
en 1868 y reconocía la decadencia cultural de España
y Francia por esa época.(4) Intuía que de los Estados Unidos
venía el desafío cultural. No importa tanto si
era darwinista o spenceriano, su actitud era realista, científica,
promoviendo, más que ideas, un cambio en las actitudes
y en el contexto cultural de su época. En esto fue el
único que se planteó el tema en forma realista.
Podemos decir, siguiendo este razonamiento, que al mismo tiempo
que estas discusiones se estaban dando en Uruguay, el "Pragmatismo"
americano estaba racionalizando el imaginario de una sociedad
nueva, a través de sus más preclaros y conocidos
exponentes: Ch. S. Peirce, W. James y J. Dewey. El Pragmatismo
aparece en un artículo de Peirce, de 1878,(5) quien se reunía
en el "Club Metafísico" de Cambridge junto a
Ch. Wright, W. Holmes, W. James y otros. Resulta interesante
señalar que la cultura yankee se estaba categorizando
y definiendo a través de estos filósofos.
Lo importante radica en que el Pragmatismo se proponía
a sí mismo como solución discursiva a la vieja disputa
(verbal) entre el materialismo
y el espiritualismo, superando estas discusiones tradicionales
entre "ariel" y "calibán"
con otra actitud discursiva. El pragmatismo venía
de la línea de Darwin, Spencer, Kant, Hegel, etc. Eso mismo
se planteaba Varela en Uruguay, casi por la misma época,
claro que en otra cultura, de origen diferente. Otro dato importante
es que las ideas de Varela se instrumentaron con la Reforma
Escolar (1876-1879) y la Reforma
Universitaria (1880), es decir que,
en cierto modo, triunfó su actitud al promover un cambio
ideológico institucional que marcó al Uruguay.
La actitud cultural empírica de Varela se percibe en su
profunda y concreta visión de los problemas del Uruguay
de fines del siglo XIX,(6) en oposición al otro paradigma cultural
uruguayo, cuyas ideas tuvieron influencia y resonancia latinoamericana:
José E. Rodó. Este último,
en su Ariel (1900) analiza la cultura
yankee en relación a nuestro perfil hispánico-europeo.
Pero Rodó era un literato que, si bien comprendió
lo que EEUU significaba ya para el época, no entendió
con visión de futuro que el problema no pasaba por la elección
de un perfil "Arielista" (espiritualista) o de un perfil
"Canibalesco" (materialista), porque esta disyuntiva
era la que disolvía el pragmatismo norteamericano.
Las ideas de Rodó aparecieron en un contexto social que
emergía optimista hasta la muerte de José Batlle
y Ordóñez en 1929. Rodó habla de "la
elegancia griega", de "vida interior"(7) y de las grandes
ciudades
de América Latina. El estilo de Rodó es literario y no
llega a proponer un análisis sociológico o filosófico
profundo en su análisis comparado de la cultura yankee, en la cual reconoce
los méritos de su progreso material, diciendo que "la
idealidad de lo hermoso no apasiona al
descendiente de los austeros puritanos. Tampoco le apasiona la
idealidad de lo verdadero. Menosprecia todo ejercicio del pensamiento
que prescinda de una inmediata finalidad..".
Claro que si para Rodó, Franklin era un honesto mediocre
y prudente útil(8) que no llegaría a santo ni héroe, debemos recordar
que Franklin fue el primer director de Correos, inventor del pararrayos,
fundador de la Universidad de Pennsylvania, entre otras cosas
o hechos culturales. Rodó era optimista, pensaba que EEUU
no anunciaba nada glorioso, como lo hicieron Grecia y Roma, y
que si América Latina se dedicaba a defender el "ideal
desinteresado del espíritu", triunfaría Ariel,
la idealidad, contra una deslatinización
de América
por propia voluntad, atraída por la admiración de
la "poderosa federación".
Todo esto decía el "Próspero" de Rodó
al espíritu de los jóvenes, ya que, citando a G.
Deschamps, en Francia los jóvenes se iniciaban tardíamente
en la vida pública y cultural, y esto era de evitar. Una
poderosa federación y una América "dolorosamente
aislada" entreveía Rodó. Y en su propuesta
al desafío americano, creía que, como Varela,
podíamos imitar lo positivo,(9) tanto que la "obra
de positivismo norteamericano servirá a la causa de Ariel"
ya que nosotros aprovecharíamos sus adelantos materiales
(por ejemplo,
los inventos de Bell, Edison, Ford, etc.).
Esta actitud cultural de Rodó, revela una incomprensión
de lo que ya acontecía y sucedería después,
llegado el siglo XXI. El error no radica en sus "ideas"
sino en su actitud discursiva idealista. Su terminología
técnica estaba ya pasada de moda y resultaba inútil
para entender el proyecto cultural del Pragmatismo que más
que a ideas se refería a la conducta y a la acción.(10) Rodó,
que tenía mentalidad europea, compartió el mismo
punto de vista que Matthew Arnold respecto a lo poco interesante
que era la cultura yankee y a la poca importancia que
tendría su posterior desarrollo en vistas a la realización
de una cultura clásica y espiritual.(11)
EEUU era otra propuesta cultural surgida del trasfondo europeo.
Respecto a la dicotomía Ariel/Calibán que se plantea
Rodó, William James la resolvió como una cuestión
de palabras.(12) Varela y Rodó
representan dos paradigmas culturales y dos actitudes que marcaron
el imaginario social urugayo, directa o subliminalmente, al interpretar
o categorizar dos actitudes culturales uruguayas. Así
como Peirce, James y Dewey categorizaron el imaginario cultural
de una sociedad que ya era "pragmática".
Lo importante a señalar aquí es que Varela introdujo
cambios institucionales que ayudaron a la formación del
modelo "Suiza de América", pero su
actitud pragmática cristalizó en "ideas"
y "bronces", en tanto que la actitud espiritualista,
literaria, de Rodó, reflejó el quehacer uruguayo
en su alineación europea del resto de América Latina.
2. El
Batllismo en el imaginario social uruguayo: La crisis de una matriz
de identidad
Si
bien Batlle inventó un país, éste fue el
único modelo institucional de este siglo, modelo que consiguió
logros político, culturales y económicos en un
Estado Benefactor con avanzadas leyes sociales para Latinoamérica
y Europa. El Varela pragmático tuvo un sucesor en el Batlle
pragmático que pudo realizar un ideal de sociedad o sociedad
ideal en base a una coyuntura exterior favorable y no tanto a
una real actividad cultural que fuese ajustando ese modelo de
Batlle al cambio de los tiempos.
La "Suiza de América" fue una "idea"
trasplantada desde Europa y floreció, digamos, hasta poco
después de la muerte de Batlle (1929) para comenzar a marchitarse, poco a
poco, hasta morir por los 50. Si hasta la guerra de Corea, Uruguay
exportó vacas gordas, después abrió su venas
al FMI como casi toda América Latina.(13)
Sin entrar en detalles en relación a los aspectos críticos
que generó el modelo batllista, queremos referirnos a
dos autores que han tratado el tema de la identidad nacional,
aunque de un modo indirecto. Estos son Roberti Ares Pons y Juan
Rial.(14)
El primero se planteó el problema de la identidad
cultural
utilizando los conceptos de civilización y cultura, suponiendo
que el Uruguay había logrado llegar a un nivel aceptable
de "civilización", pero no de cultura.(15) Si bien no maneja
conceptos teóricos claros, intuye aspectos e ideas interesantes,
referentes a la crisis que ya soportaba esta cultura (1961). Ares Pons no llega
a delimitar en forma técnica el concepto de "cultura"
y, por lo tanto, sólo alcanza a definir el tema de la matriz
social de identidad uruguaya en base a una caracterización
histórica de una colectividad o pueblo.(16)
Rial, por otra parte, hace un aporte relevante al análisis
de los mitos que generó el modelo "batllista"
y que forman parte del imaginario social uruguayo y señala
que este modelo se agotó por la falta de ideas para construir
nuevos mitos, es decir, renovar el modelo o sustituirlo.(17) Sin embargo, creemos
que su punto de vista, basado en Castoriadis, no aporta, a nivel
teórico, una redefinición de la matriz de identidad,
y esto resulta clave, no solamente para interpretar el imaginario
social uruguayo, sino para interpretar esta interpretación,
que por otro lado ajustaría conceptos epistémicos
originados en otra cultura.
Por matriz de identidad entendemos un imaginario simbólico
socializado en una cultura determinada, que se expresa en acciones
concretas de producción de hechos y objetos culturales,
que reflejan el imaginario y lo caracterizan. La tríada:
imaginario, simbólico y real, se produce en una praxis
cultural(18) y ésta
es precisamente la que está en crisis en el Uruguay actual.
Una matriz de identidad supone una correlación entre la
producción de lo imaginario, lo simbólico y lo real. El Uruguay reprodujo
una actividad cultural reflejada, desde antes del modelo batllista
hasta el presente, en tanto que una matriz de identidad supone
una modalidad de producir la propia cultura por medio de técnicas,
actitudes y acciones, que en el tiempo lleguen a conformar un
perfil reconocible por la propia sociedad.
Reproducir modelos culturales ajenos lleva a un desfasaje (alineación) entre el imaginario
reflejo y la realidad propia. Este desfasaje sería la
pérdida de identidad de una sociedad que no se percibe
a sí misma porque no tiene un esquema social organizado
por una matriz de identidad generada en su seno. El Uruguay en
crisis, con una identidad cultural dependiente, no produce, reproduce
hechos y objetos culturales ajenos, es decir, producidos en otros
contextos y otros imaginarios/simbólicos. Una modalidad
propia y específica, una matriz de identidad, exige una
forma peculiar de producir cultura propia a través de
técnicas, propuestas y actitudes que van marcando el perfil
propio de una sociedad concreta.(19)
En cuanto a los conceptos de "imaginario" y "simbólico"
de Castoriadis, aunque son interesantes aplicados a una formación
cultural, podríamos señalar que no están
claramente definidos desde un punto de vista semiótico,
lingüístico y epistemológico.(20)
¿Es acaso el imaginario un significado y lo simbólico
un significante, en el sentido saussuriano? En tal caso, estaríamos
ante un modelo de base estructuralista estática, que deja
de lado el aspecto pragmático de las actitudes discursivas(21) que, socializan
la comunicación de intenciones simbólicas a través
del Discurso.
En
este enfoque aparecen conceptos peirceanos respecto a una semiótica
pragmática aplicados a un trasfondo marxista. Nuestro
intento teórico es tratar de asociar la actitud discursiva
(pragmática)
con
la situación y contexto de producción, es decir,
la praxis discursiva entendida como acto extralingüístico.
Notas:
(1) Arturo Ardao, Etapas de la
Inteligencia Uruguaya. Montevideo: Universidad de la República
1971, p. 163.
(2) Ardao, ob.cit., p. 148.
(3) Carlos Rama, José Pedro Varela Sociólogo. Montevideo:
Medina 1957, p. 17: "parece ser un pragmático o práctico..."
y p. 49)
(4) Rama, ob.cit., p. 9.
(5) William James, Pragmatismo. Buenos Aires: EMECE, 1945, p.
49 dice: "...decía Peirce (después de establecer
que nuestras creencias son realmente reglas para la acción)
que para desenvolver el significado de un pensamiento sólo
necesitamos determinar qué conducta es adecuada para producirlo:
tal conducta será para nosotros su sola significación."
(6) Rama, ob.cit, p. 33.
(7) José E.Rodó, Ariel.Montevideo : Claudio García
1945, p. 45.
(8) Rodó, ob.cit., p. 92.
(9) Rama, ob.cit., p. 11.
(10) James, ob.cit., p. 49.
(11) Rodó, ob.cit., p. 97, "...las orillas del Mediterráneo,
civilizador y glorioso, se ciñeron jubilosamente la guirnalda
de las ciudades helénicas; la obra que aún continúa
realizándose y de cuyas tradiciones y enseñanzas
vivimos, es una suma con l a cual no puede formar ecuación
la fórmula Washington más Edison". Las opiniones
de M.Arnold están en America in perspective. H.S.Commanger
(ed). NY: New A. Library, 1948, pp. 178-9.
(12) James, ob.cit., p. 52.
(13) Ver M. Vanger, Batlle y Ordóñez, pensador,
político, historiador, antropólogo. Bs.As: EUDEBA,
1968.
(14)
Roberto Ares Pons, ¿Uruguay:
provincia o nación?, Bs.As: Coyoacán, 1961, y Juan
Rial, "El imaginario social uruguayo y la dictadura: Los
mitos políticos (DE-RE) Construcción." En
C.Perelli y J.Rial, De mitos y memorias políticas. Mdeo:
E.B.O., 1986.
(15)
Ares Pons, ob.cit., p. 60.
(16)
Ares Pons, ob.cit, p. 66.
(17)
Rial, ob.cit., p. 31.
(18)
J.Habermas, "Excurso
sobre Castoriadis": ´La institución imaginaria"
en J.Habermas, El discurso filosófico de la modernidad.
Madrid: Taurus, pp. 387-96.
(19)
V.S.Naipaul, El regreso de
Eva Perón y otras crónicas. Barcelona: Seix Barral,
1983: "Los uruguayos dicen que son una nación europea,
que siempre han dado la espalda al resto de América del
Sur. Fue su gran error, y forma parte de su fracaso. Sus hábitos
de riqueza los convirtieron, de un pueblo profundamente colonial,
culto pero intelectualmente nulo, que eran, en consumidores parásitos
de la cultura y la tecnología ajena." (p. 164).
(20) J.Habermas, ob.cit., p. 392-3.
(21)
R.Tani. "Marx: crítica
cultural y posmodernidad". El popular (11 de dic.) 1987,
y "La retórica del discurso marxista en el siglo
XIX" Dispositio.Michigan, N°28-9, 1986, pp. 167-177
y Diálogos N° 51 (enero), Puerto Rico.
(*)Escrito en noviembre
1989
*Publicado originalmente en La República
de Platón Nº 65
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