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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



REPRESENTACIÓN - BOURDIEU, PIERRE - ESCUELA SOCIOLÓGICA FRANCESA - DURKHEIM, EMILE - MAUSS, MARCEL - ANTROPOLOGÍA CULTURALISTA - IDENTIDAD - ALTERIDAD - IMAGINARIO URBANO - INTERVENCIÓN URBANA - GESTUALIDAD EVANESCENTE -

Imaginarios, ciudad e intervenciones urbanas

Nicolás Guigou
Sería interesante plantearse las intervenciones urbanas desde una gestualidad evanescente. Porque esta gestualidad evanescente es la que convoca a un imaginario dinámico, en el que las figuras se confunden y se problematiza la posibilidad del mito y la eficacia de las representaciones emblemáticas. Digamos que establece diferentes niveles de circulación tanto de mitos como de representaciones, a partir del doble juego de conjunción y disyunción de la cultura

"Ahora bien, lo interesante es (…) cómo puede el pensamiento liberarse de su modelo, hacer crecer su hierba, aunque sólo sea locamente, aunque sólo sea en los bordes, imperceptiblemente."
Deleuze - Parnet, Diálogos.

 

I.¿Clausura de la representación?

De la "clausura de la representación" -afirmación casi con veleidades de decreto- podríamos evocar, en principio, el carácter polivalente y problemático que arrastra la propia noción de representación. Delicia del pensador jugar con el ajuste de las palabras y las cosas: cotejar, por ejemplo, múltiples definiciones referentes a la representación, como si dichas definiciones no fueran ellas mismas otros tantos juegos representacionales. La tensión epistémica no nos llevará a una temática (in) comunicacional o bien dialógica del estilo: "¿qué quiso Ud. decir?", ni tampoco a la ilusoria irreductibilidad de la sobreinterpretación descontrolada que dice: cada uno (individuo, dividuo, comunidad de lectores) poseerá su propio concepto de representación.

Homologías mediantes -cruce de estructuras estructuradas y estructuras estructurantes- las posibilidades de producción e interpretación son sumamente limitadas.
Pero la problemática se advierte, mientras la polisemia salta sobre el
límite operacionalista de la unidimensionalidad: el pensamiento y el lenguaje se resisten a la cura chamánica que los salven de "…las nociones metafísicas que los confunden: de "espectros" de un pasado menos maduro y menos científico que, aunque ni designan ni explican, todavía persiguen a la mente.(1)"

Habrá, pues, que cargar con estos espectros metafísicos, porque "No se puede evitar, por tanto, la complicidad con la
metafísica"(2), o bien digamos, no se puede prescindir de la máquina binaria, que antecede y se concreta en cada habitus. Hacer chirriar a la máquina, dinamitar la metafísica o bien interpelar a lo social inscripto en el cuerpo (acá va Foucault), aúna en cierta forma, la empresa derridadiana de la deconstrucción y el socioanálisis de Pierre Bourdieu.

El punto de partida, es pues contingente
(3), así que podemos volver al canon y la tradición. En la tradición antropológica, el concepto de representación nos retrotrae a la Escuela Sociológica Francesa -en particular a Durkheim y Mauss- y en el pensamiento contemporáneo, a los planteos de Bourdieu en dos niveles que a la vez lo vinculan y lo contraponen con la herencia de la sociología francesa clásica(4).

Si las representaciones en el caso de Durkheim, toman la forma de la sociogénesis de categorías de clasificación
(número, tiempo, espacio, etc.), y de código común de la sociedad, en Bourdieu, en cambio, este código común sólo es inteligible si se lo trata desde su sociogénesis hasta sus distintos desarrollos y posibilidades, como resultado de luchas de clasificación de la realidad, que son luchas por ordenar y nominar -y por tanto constituir la realidad- siendo entonces luchas entre quiénes poseen el monopolio de ordenar y nominar. A primera vista paradójico, el monopolio por nominar y ordenar adquiere su validez cuando los códigos emergentes de esta monopolización se diseminan y devienen en senso común. Sentido común que conforma la dimensión aproblemática de toda cultura, naturalizando los órdenes y nominaciones dominantes, tanto como la relación entre dominados y dominantes.

También las representaciones pueden referirse a emblemas, que en el caso de Durkheim, dan cuenta de un colectivo
(churingas australianos), y en Bourdieu asumen el carácter de lucha de representaciones, particularmente, de representaciones emblemáticas, que son marcadores identitarios de un grupo, pero a que a su vez no deben entenderse como meros indicadores o rasgos (antropología culturalista), ni tampoco como emblemas producto de la sociedad como una totalidad armónica.

Las representaciones emblemáticas son también el resultado de luchas simbólicas por conformar una
identidad -y establecer la legitimidad de dicha identidad- al mismo tiempo que son impensables fuera de una dimensión relacional.
Aquella afirmación de Lévi-Strauss que hacía referencia a "lo real en tanto relacional", estableciendo que un signo o un mitema o inclusive un mito no puede ser estudiado "en sí", sino en relación a otro signos, a otros mitemas u a otros mitos; adquiere en el planteo bourdiano otro giro también desustancializador en cuanto las representaciones en su doble sentido, conforman "arbitrarios culturales" productos constantes de negociaciones, luchas y renegociaciones.

Si no hay
identidad sin alteridad, si no hay "lo mismo " y "lo otro" (para aquellos que no depositan sus creencias en el sujeto), o del mismo y del otro (objetivaciones, justamente de representaciones que pueden dejar lugar al estigma, modalidad de nominar y de producir al otro desde una centralidad poseedora de los emblemas más preciados), tampoco hay pues, representaciones emblemáticas que sean producidas y produzcan una construcción identitaria sin relación a otras identidades, que pasan a ser percibidas como alteridades, a partir justamente de la diferenciación de las representaciones, ya no instaladas como "rasgos" de tal o cual grupo, sino como representaciones que marcan "el lugar" que el agente -grupo o individuo- tiene en un espacio social determinado, espacio pues relacional, espacio pues surcado por el poder en su carácter también relacional.

II. Intervenciones urbanas.

Habría que pensar entonces, en las representaciones emblemáticas de la polis, y en la observación del Barthes de las Mitologías en su intuición de entender a las representaciones como sistema de signos.
Ahora bien, esta operativa también implica otra, bastante evidente para la indagación sobre un aspecto de las mitologías de la polis, que son las mitologías políticas.
El ejercicio de las representaciones emblemáticas es tratar de negar su carácter de arbitrario cultural. Las representaciones emblemáticas desean mostrar la no arbitrariedad significado/significante, y en ese sentido
devienen en símbolos (como el caso del símbolo de la Justicia para Saussure).

Ahora bien, si los mitos son -entre otros aspectos- sistemas de comunicación, de conexión y desconexión
(Serres), habrá representaciones emblemáticas que en su carácter de símbolos conforman mitos -de manera relacional- y otras que admiten una no conexión, una interrupción, casi el inicio de un anti-mito. Mitos y representaciones emblemáticas conforman imaginarios. Este término, que ha recibido improntas diferentes y contradictorias de Lacan, Castoriadis, Marc Augé, Le Goff, Durand, -para mencionar algunos autores- puede llevarse a la dimensión de imaginarios urbanos, siempre que pensemos cuáles son las representaciones emblemáticas y mitos que sustentan a estos últimos. También -para no fraguar imaginarios totalizadores- no olvidemos la advertencia de Lévi-Strauss haciendo referencia a la incompletud simbólica de toda sociedad, a los vacíos de sentido (discontinuidad).

De esta forma, se podría establecer una clara relación entre imaginario y mitos, tal como la establecida por Durand, y derivar este planteo a la indagación sobre la
ciudad (imaginarios urbanos), aceptando sin embargo, las fisuras, las discontinuidades, las interrupciones.

A partir de este recorrido teórico, sería interesante plantearse las intervenciones urbanas desde una gestualidad evanescente. Porque esta gestualidad evanescente es la que convoca a un imaginario dinámico, en el que las figuras se confunden y se problematiza la posibilidad del mito y la eficacia de las representaciones emblemáticas. Digamos que establece diferentes niveles de circulación tanto de mitos como de representaciones, a partir del doble juego de conjunción y disyunción de la
cultura.

En ese sentido, una intervención artística en la urbe, debería desarrollar múltiples estrategias, una de ellas, destacar los gestos evanescentes o producir evanescencia -que no remite necesariamente a la instantaneidad- en el sentido de una suerte de arte político que no quiere producir ni reproducir gestos fundantes. Una ampliación, entonces, de las posibilidades del mito, y de las posibilidades del imaginario. Una mitopraxis
(Sahlins), capaz de pivotear entre las categorías socialmente heredadas (categorías recibidas) y contextos de percepción, jugando con el "entre" , continuo y discontinuo de dichas categorías y dichos contextos.

Notas:

(1) Ver: Marcuse, Herbert El hombre unidimensional. Planeta-De Agostini, Barcelona, 1985, p. 197.
El "fuerte" del análisis marcusiano sobre los distintos tipos de "cura" dirigidos al pensamiento y al lenguaje se encuentra principalmente en el capítulo VII y VIII de la obra citada.

(2) Ver: Bennington, Geoffrey; Derrida Jacques Jacques Derrida. Cátedra, Madrid, 1994, p. 61. (Aunque toda la obra de Derrida podría ser citada para elucidar particularmente este punto.)

(3) "El lugar cualquiera desde el que se empieza siempre está superdeterminado por estructuras históricas, políticas, filosóficas, fantasmales que, por principio, no se pueden nunca explicar ni controlar completamente (…) El punto de partida es, en cierto sentido, radicalmente contingente, y es una necesidad que lo sea. Esta necesidad (de lo contingente) es la del ya que hace que el punto de partida esté siempre dado, que se responda al "ven" que se recibe y se experimenta como verdadera necesidad. Se impone, pero no cesa de componerse con el azar y, por tanto se aventura…"
Ver: Bennington, Geoffrey; Derrida Jacques Jacques Derrida. Cátedra, Madrid, 1994, p. 44.

(4) - La doble acepción surgida de la Escuela Sociológica Francesa del término representación han llevado a un conjunto importante de reflexiones.

Bibliografía Consultada:

Barthes, Roland Mitologías. México, SXXI.

Bourdieu, Pierre O poder simbólico. Río de Janeiro, Bertrand Brasil,1998.

___________Razones prácticas. Barcelona, Anagrama, 1997.

De Saussure, Ferninand Curso de lingüística general. Madrid, Alianza Editorial, 1972.

Durand, Gilbert As estruturas antropológicas do imaginário. Lisboa, Presenca, 1989
___________Sciende de l´homme et tradition. París, Berg internacional, 1979.

Durkheim, Emile . Las formas elementales de la vida religiosa. Madrid, Alianza,1993.

Girardet, Raoul. Mitos y mitologías políticas. Nueva Visión. Trad: Horacio Pons. Buenos Aires, Nueva Visión,1999 [Mytes et mytologies politiques. París, Seuil,1996]

Lévi-Strauss, Claude Mitológicas. Lo crudo y lo cocido. México, Fondo de cultura económica, 1996.

___________El pensamiento salvaje. México, Fondo de cultura económica, 1990ª.

___________Mito y significado. Madrid, Alianza Editorial,1990b.

___________Antropología Estructural. Buenos Aires, Paidós,1987.

___________Introducción a la obra de Marcel Mauss. In: Mauss, Marcel Sociología y antropología. Madrid, Tecnos, 1971.

___________Respuestas. In: Problemas del estructuralismo. Córdoba, Editorial Universitaria, 1967.

Mauss, Marcel Sociología y antropología. Madrid, Tecnos, 1971.

Sahlins, Marshall Islas de historia. Barcelona, Gedisa,1997.

Serres, Michel Discurso y recorrido. In: Lévi-Strauss, Claude (org) La identidad. Barcelona, Petrel, 1981.

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