En el último cuarto de siglo venimos presenciando una paulatina
transformación de las ciudades
latinoamericanas
y sus espacios como resultado
de una serie de fenómenos sociales, culturales y tecnológicos
nuevos. Si tenemos en cuenta la relación entre la modernidad, la cultura urbana,
el surgimiento de la esfera pública y el ejercicio de la
ciudadanía, está claro que tales transformaciones
sientan las bases de una nueva forma de organización social,
de un nuevo modelo cultural, que unos llaman la postmodernidad,
otros la globalización y otros, simplemente,
la cultura tardo-capitalista o neoliberal.
De entre todas estas transformaciones quizás la más
notable, dramática y emblemática sea la modificación
sustancial del espacio social a causa
de la apropiación del espacio público a manos privadas,
y que aquí se intenta evocar mediante la imagen del "asalto
al espacio público". ¿En qué consiste
dicho "asalto"? ¿Qué nuevos espacios han
venido a ocupar el lugar del espacio público? ¿Cuáles
son las nuevas agencias y fuerzas sociales (tanto nacionales como extranjeras) que han pasado
a gobernar el espacio social y cultural? ¿Cómo ha
afectado esto la vida cotidiana, las relaciones
sociales,
la cultura, la política,
las tecnologías del cuerpo, el imaginario
social?
Reflexionar sobre el espacio público obliga a pensar el
espacio como recurso, como
producto y como práctica (sensual, social, política, simbólica). La apropiación
y utilización particular del espacio (tanto a nivel material como simbólico) así como
la transformación de los espacios existentes y la producción
de espacialidades inéditas, en correspondencia con distintos
proyectos culturales "emergentes" y en pugna.
Para pensar el espacio público los arquitectos suelen representar
la ciudad como un fondo negro
(espacios
llenos)
con figuras blancas sobre fondo negro (espacios públicos excavados en la
trama urbana).
Aumentando el grado de detalle, luego descubrimos que en los espacios
"llenos" también hay algunos "vacíos"
(vestíbulos,
corredores, patios)
en los que tienen lugar contactos y encuentros sociales; y que
en los espacios abiertos también hay objetos o figuras
negras (cafés
al aire libre, quioscos, monumentos).
Pensado
en esos términos, el asalto al espacio público
supone una alteración fundamental de las proporciones
y la relación entre figura y fondo, llenos y vacíos,
en sus usos y significados, en sus texturas y equipamientos,
con el consiguiente surgimiento de una espacialidad invertida,
deshumanizada, parcialmente descorporeizada, compleja, engañosa,
y por cierto, irreductible a una representación geométrica
simple.
En efecto, cuanto más lo pensamos descubrimos que hay espacios
"vacíos" (estacionamientos, lugares públicos
abandonados, grandes espacios abiertos, avenidas) que en realidad
son inservibles como espacios públicos; espacios "llenos"
que en realidad son públicos y albergan relaciones sociales
(bibliotecas,
teatros públicos, salas de exposiciones); y otros en apariencia públicos
(cines, ómnibus,
templos
religiosos,
centros de enseñanza privada, shoppings), donde se congrega o se forma el
público, pero que en realidad no son verdaderamente públicos.
Una conceptualización más precisa todavía,
capaz de captar el tipo de transformaciones sutiles que están
ocurriendo hoy en día, debería, así mismo,
dar cuenta de una serie de espacios "mixtos", "intermedios",
"de
contacto"
y "de paso" (la
ventana, el club, la escuela, el ómnibus, la parada del
ómnibus, el walkman, el computador, el televisor en medio del living) cuyo análisis
formal y de los modos reales de uso resultan vitales a la hora
de sacar conclusiones.
Un caso singularmente peculiar y problemático es "la
casa", que a pesar de ser una esfera eminentemente privada,
primero, la sociedad la atraviesa de muchas maneras; segundo,
es escenario de un conjunto de eventos sociales; y tercero, por
otros medios (el periódico, la radio, la televisión, el
casetero, la computadora), surge en su interior otra especie
de espacio público.
En este sentido quizás haya que preguntarse ¿cuáles
son las implicaciones de este traslado de lo público a
lo privado? ¿qué nuevos agentes intervienen y regulan
las relaciones sociales trasladadas al terreno "privado"?
Porque, en definitiva, lo más preocupante respecto al "asalto
a lo público" no es tanto la apropiación personal
de lo público (lo
cual sería una forma de democratización) sino el vaciamiento
y deterioro del espacio social, la desaparición de un conjunto
de formas que favorecían el relacionamiento
social y la vida democrática, y su contracara,
el modo en que un conjunto de grandes corporaciones transnacionales ha ido apropiándose
de los espacios sociales y culturales, y ha pasado a hegemonizar
práctica y simbólicamente la formación del
público y de la opinión pública.
Ahora bien, uno de los riesgos de todo análisis formal
es el reduccionismo y el determinismo formal (suponer que una forma por sí sola, automáticamente,
impide o conduce a determinados usos y significaciones) a expensas de un
análisis del uso del espacio, de las prácticas espaciales
concretas y de la producción de sentido a partir de experiencias
particulares; una forma apropiada es necesaria pero no es suficiente.
Un fenómeno político,
social, económico o cultural puede perfectamente sobredeterminar
todo tipo de condicionante formal. Sin embargo, el riesgo de signo
opuesto es pensar que cualquier forma sirve a cualquier función.
Es difícil imaginar ciertas prácticas (cotidianas,
sociales, productivas, recreativas) independientemente de determinadas
formas, más apropiadas que otras, para hacer posibles ciertos
usos y significaciones.
En este sentido, "el asalto del espacio público"
se traduce en el desplazamiento de espacios y prácticas
espaciales que favorecen las relaciones sociales y el crecimiento
de una esfera pública sana (libre, sofisticada, inclusiva) y el aumento de
espacios inservibles y formas hostiles, que distorsionan, inhiben
y obstaculizan su desarrollo.
Los procesos y componentes fundamentales del nuevo
modelo cultural emergente lo constituyen:
(I) el agravamiento
de la desigualdad, la marginalidad y la polarización
espacial
(II) el impacto de la marginalidad sobre la ciudad
(III) la tendencia a la fractura urbana
(IV) la militarización del espacio público
o "intersticial"
(V) la inyección de "intervenciones supermodernas"
sobre la ciudad
(VI) la suburbanización
como forma de escape y como otra forma de "modernización
disfrazada"
(VII) el impacto del auto
y las "vías de circulación rápida"
(VII) la consolidación del
"barrio-mundo" y de la "casa-mundo",
reforzados, respectivamente, por una concepción clasista
e individualista del mundo
(IX) el vaciamiento, abandono
y deterioro de la infraestructura y los espacios públicos
tradicionales
(X) la emergencia de "seudo-espacios
públicos" en detrimento de espacios públicos
reales (supermercados, templos religiosos, shoppings, etc.),
(XI) la concentración
de un conjunto de actividades sociales y culturales en locales
especializados y "purificados"
(Xii) la formación
de nuevas zonas especializadas (de residencia, producción,
consumo, recreación)
(Xiii) el impacto de los medios masivos
de comunicación y los espacios sociales virtuales
(Xiv) el desplazamiento de
las relaciones sociales y personales "cara a cara"
por relaciones virtuales y representaciones opacas, ocultando
todavía más que antes las relaciones de producción
y dando pie a la emergencia de una nueva serie de actores e instituciones
mediadoras
(XV) la tendencia a la concentración
de la propiedad y control de los flujos y espacios virtuales
principales (televisión, computadora)
(XVI) el papel que han venido asumiendo
un puñado de grandes grupos económicos en la industria cultural
en general (en la educación, en la industria del libro
o del disco, en el deporte, en la financiación
del arte, en el turismo, en el transporte)
(XVII) en suma, la apropiación
de la esfera pública por parte de poderosas
corporaciones, tanto nacionales como transnacionales
(XVIII) la reorganización
real y simbólica de los espacios de la ciudad, como resultado
de una manera diferente de vivirla, de relacionarse, y de pensarla
(XIX) la emergencia de una nueva
estética (o forma de relacionarse
con el mundo) y de hecho, de una nueva
tecnología del cuerpo.
*Publicado originalmente en Escenario2
http://www.escenario2.org.uy/numero1
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