GLOBALIZACIÓN - CENTRO/PERIFERIA - INTERNET -
Márgenes
de Internet*
Carlos
Rehermann
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Físicamente en el centro de una ciudad,
el habitante del tugurio vive en una marginación más
terrible que la del cinturón periférico: sin servicios
de electricidad o de agua corriente, sin servicio de salud, sin
educación, en la misma miseria de siempre, pero separado
sólo por una pared o una calle de todo eso que a él
le falta |
Con la globalización desaparece la idea de centro y periferia.
Pero eso no significa que lo malo de la periferia
desaparezca: la miseria, la ignorancia y la desesperación
permanecen, sólo que ahora la periferia es una parte del
centro.
En las ciudades ocurre un
proceso similar: en cuanto los servicios se extienden, las ventajas
relativas de los centros desaparecen. Los cinturones de pobreza
que rodeaban antes a la ciudad son desplazados por barrios de
buena calidad. Los desplazados regresan al centro y por toda la
planta urbana proliferan núcleos de miseria.
Los urbanistas elaboran planes de expulsión que exhiben
grados diversos de descaro: creación de ciudades satélite,
operaciones a gran escala para aumentar la renta de la tierra,
implantación de escalas diferenciadas de impuestos para
favorecer a determinados sectores. Otras instituciones aplican
métodos complementarios: la policía ficha a la
población entera de determinados barrios, se hacen razzias
sistemáticas entre sectores predeterminados de ciudadanos,
se estimula la creación de barrios privados con entrada
controlada por empresas de seguridad, se dejan fuera de los sistemas
públicos de transporte a zonas enteras de la ciudad.
Si el centro de la ciudad es una estructura que contiene los
símbolos que la historia le adjudicó para dar visibilidad
a ciertos contenidos éticos (el cabildo, la catedral,
la plaza fundacional, los monumentos a la memoria de los próceres,
etc., que representan ideas acerca de la convivencia, valores
espirituales comunes, aspiraciones y convicciones morales de
la comunidad), la periferia es el lugar natural para los que
no logran adaptarse a esos significados.
En cuanto se pierde la distinción física entre el
centro y la periferia
por causa del crecimiento canceroso del centro, se está
declarando nulos aquellos símbolos. Cuando los símbolos
eran válidos, se aspiraba a la desaparición de la
periferia a través de su conversión a los valores
proclamados por el centro. Cuando la absorción es meramente
física (es decir, cuando se tuguriza el centro) se está
declarando que no hay esperanza, y que aquellos males son una
parte integrante de los contenidos de los símbolos. O,
lo que es lo mismo, que los símbolos eran una mentira.
Las comunicaciones vía satélite, difundidas cada
vez más a través de las redes de computadoras,
hacen desaparecer la noción de centro planetario. Pero
del mismo modo que en los centros de las ciudades, en la virtualidad
de las redes informáticas se producen tugurizaciones de
la comunicación. Físicamente en el centro de una
ciudad, el habitante del tugurio vive en una marginación
más terrible que la del cinturón periférico:
sin servicios de electricidad o de agua corriente, sin servicio
de salud, sin educación, en la misma miseria de siempre,
pero separado sólo por una pared o una calle de todo eso
que a él le falta. Pero sobre todo le falta una comunidad
que comparta sus mismas penas, lo que quizá podría
permitir la aparición de una conciencia de su significado
en la sociedad.
Las comunicaciones a través de Internet
-o las versiones más toscas, como la televisión
para abonados- imponen una clase semejante de aislamiento. Crece
la sensación de desamparo, porque no hay identificación
posible con un lugar. El marginado del tugurio céntrico
y el marginado de las comunicaciones globales pierden la capacidad
de percibir el rumbo que toma el mundo.
Visto que dicho rumbo parece programado por un orate, pareciera
que no hay nada que perder. Pero como proceso de expansión
del centro, la globalización
es una expansión de los símbolos del centro. Y como
en las ciudades, los significados de esos símbolos están
llenos de mentiras: democracia, convivencia, respeto por el otro,
igualdad de oportunidades, patrañas que se ponen de manifiesto
cuando debemos aceptar que habitamos un tugurio en pleno centro
de Internet.
* Publicado
originalmente en Insomnia Nº94
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