H enciclopedia 
es administrada por
Sandra López Desivo

© 1999 - 2013
Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



FUERZA - ARTE - QUIJOTE - ERGON - INSPIRACIÓN

Mancha, hueco, canaleta*

Amir Hamed
Se tiene un vislumbre de cómo conviene que vaya discurriendo hacia lo ciego. Ahí, la inspiración, que consiste en esforzarse por no abortar el trabajo propio de esa fuerza, su virtud intrínseca y su tendencia, su ergon, y en acomodar el cuerpo hasta que vaya alcanzando una forma

Entra el cincel en la roca; por lo menos para la mayoría, se abrió un orificio y hay menos de piedra en la piedra. Para el que esculpe, que acaso fue activado por la mera gana de hacer socavón, de trastornar la rigidez mineral, tal vez ya en ese primer hueco, ahí donde nada vemos, está el busto de alguien, o una alegoría, o el pitito de un ángel que va a desaguar en una fontana. Acaba de destruir algo; está creando.

..........................................................................

Hay un individuo de un siglo de antes, a una hora impensable, amparado por la lumbre imposible de un pabilo al que vapulea el aire que se filtra por alguna hendija. Como hay sed y las musas no han sabido aterrizar entre unas pocas pulgadas de papel, ya despachó la décima jarra. Mucho vino, poca tinta, y mucho más escasos los folios.

Entre lo poco que ve y lo mucho que lo empuja el vino, acaba derribando el tintero y no hay secante que pueda absorber el enchastre. La mayoría, en su lugar, maldice a los dioses acusándolos de prescindencia, crueldad o distracción. Él comienza a rasgar con el filo de la pluma, porque acaba de vislumbrar una silueta: "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda".

Había mancha, ahora hay hidalgo, y ya es fuerza desencadenada. No sabe dónde lo guía, pero la tinta derramada es combustión para la pluma, para la única mano, para el seso. De ese manchón nacieron varios. Un hidalgo recalentado, llamado Quijano, Quesada o Quijote, que salió a la bartola hasta avivarse de que necesitaba un Sancho; un género que no existía y que cruzó los siglos bajo nombre de novela moderna; un escriba islámico, llamado Cide Hamete; un manco transfigurado, defensor implacable de aquella primera mancha, que se proclamó Autor (del Quijote).

..........................................................................

El pinchazo en la roca, la cuneta en la mancha, canalizaron la fuerza. El arte, puede afirmarse, no es más que un estado de alerta hacia lo que está obrando: abrirse para que la fuerza pase. Generalmente sin distinguir qué es lo que pasa, y menos aún cuál es su meta, se tiene un vislumbre de cómo conviene que vaya discurriendo hacia lo ciego. Ahí, la inspiración, que consiste en esforzarse por no abortar el trabajo propio de esa fuerza, su virtud intrínseca y su tendencia, su ergon, y en acomodar el cuerpo hasta que vaya alcanzando una forma.

Generalmente sin sospecharlo, el artista ha liberado un empuje que ahora lo reclama, exige, pero también lo alimenta, siempre y cuando el ergon no sea violentado. Así, al artista le cumple paciencia para ir pastoreando ese vigor. Y si eso le cumple al que esculpe, escribe o pinta, algo parejo le cumple al que contempla o lee: barruntar por dónde viene, ya que no se trata de secretos guardados en las cajoneras del artista, ni de dobladillos de su alma laberíntica. Se trata de una fuerza larvada que, al primer ojo que la active, idéntica a sí misma, saltará volcánica.

* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 112

VOLVER AL AUTOR

             

Google


web

H enciclopedia