VAMPIRO - SOMBRA
La
sombra ilusoria del Conde
Mario
Maciel
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Su labilidad metamórfica, sus quehaceres
hipnóticos, seductores, telepáticos, su atemporalidad,
su hambre insaciable, pertenecen, como el poeta romántico,
a la nocturnidad |
Óptica. (Luz, espectro,
reflejo). El cuerpo
del vampiro no refleja
la luz porque no opone resistencia, se deja traspasar, es la transparencia
del mal.
Ningún espejo registra (refleja) aquella superficie que no puede
devolver el haz de luz. Su opacidad es ilusoria, no hay una red
tisular, sino una red virtual que ilustra una hipótesis
kantiana: la realidad, el objeto forjado por el deseo.
Su sombra es su sombra sólo en la medida en que es sugestión,
simulacro de humanidad sobre carne podrida, muerta.
No rebotar la luz es
estar condenado a no tener sombra -o a perder la razón.
Sólo el Inmortal puede inventarse una, dejar que juegue
a ser autónoma (Coppola
despega, del
cuerpo del Conde, la sombra de ese cuerpo, para hacer dos, y
cada uno, desenchufado del otro, componen sus propias escenas).
Su labilidad metamórfica,
sus quehaceres hipnóticos, seductores, telepáticos,
su atemporalidad, su hambre insaciable, pertenecen, como el poeta
romántico, a
la nocturnidad; se refugia en la oscuridad, puesto que la luz
solar es su veneno, el contra-ambiente mortífero que le
reclama una capacidad de absorción de luz que le está
vedada hasta el fin de los tiempos; su temperatura de ignición
es demasiado baja para tolerar el rayo solar: si lo
toca lo incinera, lo hace polvo, nada. (...).
[Setiembre/1998]
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