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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



VIVENCIA - TORREMARFILISMO - OBSERVADOR DE SEGUNDO GRADO - HUMANIDADES - CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN -

Milenarismo Universitario. Las revoluciones de los medios y el futuro que les queda a las Humanidades (II)*

Hans Ulrïch Gumbrecht
Las Humanidades deberían insistir en tomar su tiempo; porque tomar este tiempo, aprovechar, afirmar la condición de torre de marfil es la posibilidad de producir, de exponerse a esa complejidad, de considerar la pluralidad de sentidos posibles a la que nos exponemos

 

Tercera parte

¿De dónde nos viene la inadecuación entre los recursos analíticos de las Humanidades y los desafíos de las situaciones cotidianas?

Mi hipótesis general para responder esta pregunta es que esta crisis endémica de las Humanidades viene de que en el momento en que las Humanidades se fundaron, a comienzos del siglo XlX, los principios filosóficos y epistemológicos sobre los que se habían basado las Humanidades ya estaban en crisis. Esta base epistemológica de las Humanidades en los primeros años del siglo XlX era la base epistemológica de la visión del mundo de la primera modernidad. Déjenme definir muy brevemente y con fetichismo decimal, en cinco puntos, qué sería esa concepción epistemológica de la primera modernidad.

En la Modernidad, a diferencia de la Edad Media, el hombre se concibe como excéntrico frente al mundo. Excéntrico en el sentido de que la distancia que el hombre pueda tomar frente al mundo es una garantía para la adecuación de sus observaciones.

En esta relación sujeto-objeto, hombre-mundo, el hombre se define
(extrañamente) como puramente espiritual; el sujeto no tiene cuerpo. También, y eso es muy problemático, el sujeto se define como una entidad sin género. Este sujeto puramente espiritual y excéntrico se opone al mundo que se define como puramente material.

La actividad del sujeto es entonces penetrar esta superficie material que es el mundo para llegar a la profundidad espiritual presupuesta de este mundo, y eso sería lo que llamamos la "Verdad". Y eso es lo que llamamos también "interpretar".

Entonces hay un binarismo horizontal sujeto-objeto que se cruza con la actividad vertical de penetrar esta superficie material que ofrece el mundo.

En esta epistemología el hombre se concibe como productor exclusivo de saber. Es una gran diferencia respecto a la Edad Media, en la que le único saber legítimo era el saber "revelado". En la Modernidad, al contrario, solo el saber producido por el hombre es legítimo. Esa formación espistemológica se refuerza por la intervención de un medio: el libro impreso.

Mientras en la Edad Media la gran tarea de los intelectuales era preservar el saber, en la primera modernidad, dado que el libro es el que toma la función de preservar el saber, el sujeto se encuentra libre para definirse como autoproductor de saber. Eso es una concepción totalmente nueva, aportada por la modernidad.

Aceptado que esta es la base epistemológica de la primera modernidad y también del Iluminismo hay que preguntarse cómo se deshace esta base epistemológica, cómo entra en crisis y cómo esta crisis hace que las Humanidades, desde un principio, no tengan una base epistemológica estable.

Tengo tres observaciones como respuesta a esta pregunta. Desde la fundación de las Humanidades empieza a articularse la figura epistemológica llamada "observador de segundo grado", un hombre que está -más bien condenado que privilegiado- a observarse en la observación del mundo. Y esa nueva reflexividad -piensen en Schlegel, por ejemplo- obligatoria, que no se puede evitar, tiene dos consecuencias graves para las Humanidades.

La primera de ellas es que el observador de segundo grado sabe que la representación del mundo que él produce depende de puntos de vista particulares, por lo que para un objeto de referencia hay una infinidad de representaciones posibles, lo que últimamente lleva a la dimisión del objeto de referencia, lleva precisamente a esta "desreferencialización" de la que hablé. La segunda consecuencia es que el observador de segundo grado descubre que el cuerpo también forma parte de la apropiación del mundo.

Esto lleva al redescubrimiento de que hay dos tipos de apropiación del mundo que, están en interrelación problemática: lo que llamamos hasta ahora "experiencia", apropiación del mundo por contextos y lo que podría llamarse "percepción", apropiación del mundo por los sentidos, por el cuerpo. Y aún no hemos encontrado modos de compatibilizar estas dos modalidades de apropiación del mundo.

Estos dos problemas llevan a un tercer problema mediático que hemos descubierto en las últimas décadas: recién nos hemos dado cuenta de que esta interferencia entre experiencia y percepción tiene una consecuencia mediática muy grave, porque vemos que lo que podemos decir, el sentido que producimos, nunca es independiente de la materialidad del medio en que lo expresamos. Antiguamente hablábamos como si fuese posible decir un mismo texto con independencia de su articulación sobre papel, oralmente, en la pequeña pantalla, etc., pero hoy nos damos cuenta de que los diferentes medios de articulación, los diferentes soportes, hacen que este sentido sea siempre diferente.

O sea que, por lo menos, existen distintas tonalidades del sentido y yo creo que eso nos confronta con un problema práctico, con un problema filosófico, con un problema epistemológico que tal vez no sea un problema sin solución pero que no podemos captar hoy. Pienso que tal problema sería uno de los grandes desafíos intelectuales para las Ciencias de la Comunicación.

Los efectos de esta crisis epistemológica que acabo de describir se refuerzan hoy día por los medios electrónicos de dos maneras muy destacadas. Por un lado sabemos, todos lo sabemos, aunque actuamos como si no fuera verdad, que la transmisión del saber por software y por otros medios es mucho más eficaz y más barata que la transmisión de saber face to face, lo que quiere decir que a largo plazo, o, quizás, no tan largo, gran parte del sector académico de enseñanza va a desaparecer y se va a sustituir por software. No sé en Uruguay, pero sé que en Alemania un estudiante cuesta al Estado setenta mil marcos al año.

Si esto se puede sustituir por un software que cuesta diecisiete marcos dudo que no se vaya a hacer. Por otro -lo que es más grave- también sabemos que el software produce gran parte del saber y lo hace de una forma mucho más rápida, económica y -desgraciadamente- también mucho más precisa que el cerebro humano. Eso va a contribuir al desempleo de los académicos, al desempleo de los intelectuales.

Pero no se preocupen; ese es el momento más bajo, más deprimente de mi conferencia. No va a acabar así de mal, si no, no sería una conferencia para un cumpleaños de una institución académica tan respetable como la Universidad de la República. Sin embargo, muy seriamente nos podemos enfrentar con esta pregunta: ¿qué nos queda a los humanistas, que nos queda a los académicos en general
(porque estos cambios que producirá la transformación por software no afectarán solamente a los humanistas) si perdemos en gran parte nuestras funciones de producción y transformación de saber?

Cuarta parte

Hacia una nueva función de las Humanidades

Y eso me lleva a la parte final de mi conferencia. La pregunta es ¿cuál puede ser la función de las Humanidades (aunque no solamente de las Humanidades) si perdemos las funciones de producción y transmisión de saber? Y claro, también la función de la orientación de la sociedad con que soñábamos en los años sesenta.

Confrontados con esta situación, podríamos, quizás, recordar un concepto olvidado hace mucho, un concepto formado en el clasicismo alemán, con Goethe o Humboldt, un concepto que ustedes conocen aunque no sepan alemán, el concepto de Bildung, de formación individual. Creo que es un concepto que tiene que ser reciclado hoy, el concepto de Bildung, un concepto que Dilthey -ese filósofo que, como mencioné antes, no me gusta- en su programa de 1900 sobre las ciencias del espíritu vincula con Erlebnis que en alemán significa "vivencia" o "experiencia vivida".

¿Qué es "experiencia vivida?" Para plantear una respuesta vuelvo al filósofo Husserl. Husserl dice
(resumiendo su pensamiento en una forma esquemática) que la vivencia es el nivel de actividad de la conciencia humana entre la percepción (percepción puramente física) y la experiencia del mundo (experiencia que, para Husserl, es siempre interpretación, atribución de un sentido a la percepción).

Entonces, "vivencia" como nivel intermedio entre la percepción y la experiencia, supone que ya se ha hecho en cada momento una pluralización simultánea de percepciones físicas y que nuestra conciencia, entre esta pluralidad de percepciones físicas, ya se ha contemplado y ha seleccionado una cierta percepción.

En la "vivencia" aún no se ha hecho una atribución de sentido; en ella se concentran una pluralidad de interpretaciones posibles pero todavía no se ha seleccionado entre estas interpretaciones. Y en este sentido dijo Husserl que la Erlebnis está entre la percepción y la experiencia; es más que la percepción física pero es menos que la experiencia, menos que una interpretación, que una atribución de un sentido determinado.

Eso implica que la Erlebnis, por definición, es una confrontación con una pluralidad de sentidos posibles a re-atribuir a un objeto. Bajo esta perspectiva se puede decir que la vivencia es necesariamente individual porque solamente lo que ya se ha interpretado puede ser objeto de comunicación. Esta complejidad de sentidos posibles no se puede comunicar puesto que produciría una suerte de congestionamiento en la comunicación.

Y hay una segunda consecuencia que me parece muy importante para nuestro mundo académico: bajo esta perspectiva también nos damos cuenta de que la casi infinidad de tiempo de que disponemos en el mundo académico y de la que normalmente nos quejamos es, precisamente, la condición de la posibilidad de vivencia.

En la vida diaria no nos podemos permitir exponernos a esa complejidad de sentidos de interpretaciones posibles. En la vida diaria siempre estamos bajo la presión del tiempo y siempre estamos con la obligación de elegir. Pero en el mundo académico, donde, al menos teóricamente, disponemos del tiempo, podemos permitirnos la exposición a esa complejidad que congestionaría la comunicación social.

Precisamente, sobre este punto tuve un diálogo con la gente de Ciencias de la Comunicación el pasado sábado durante el que dije algo que, espero, haya sido provocador y quisiera repetirlo aquí. Se trata de que la clásica metáfora de la "torre de marfil", que se tomaba como metáfora negativa y de autoflagelación de las Humanidades es, para mí, algo positivo. Justamente, las Humanidades deberían insistir en tomar su tiempo; en tomar su tiempo porque tomar este tiempo, aprovechar, afirmar la condición de
torre de marfil es la posibilidad de producir, de exponerse a esa complejidad, de considerar la pluralidad de sentidos posibles a la que nos exponemos.

Pedagógicamente hablando, entonces, el Erlebnis, la vivencia y el Bildung, la formación individual, serían la interacción de situaciones en las que el alumno individual está confrontado
(o, confrontada, como digo de modo políticamente correcto) por una pluralidad de sentidos posibles, sin la necesidad -insisto, eso es lo más importante- de reducir esta pluralidad.

En este sentido, una situación emblemática de lo que pueden las Humanidades y, no solo las Humanidades sino todas las disciplinas académicas sería el reading, la lectura de un texto complejo, la lectura de un texto que es tan complejo que no puede ser reducido a un sentido único, a un sentido unitario. Es la exposición a esta situación y no dejarse presionar para reducir una complejidad.

Formación individual, Bildung en este sentido no es algo específico de las Humanidades dentro del contexto académico. Un ejemplo que también di en el referido diálogo en Ciencias de la Comunicación es el de una joven investigadora de Harvard que este año ha descubierto que la luz no siempre viaja a su velocidad máxima, que puede tener una velocidad tan baja como veinte kilómetros. Eso se puede demostrar experimentalmente y matemáticamente. Por otro lado, no tiene ninguna consecuencia óptica. Y..., ¿qué hacer con ese descubrimiento? No sé, no se sabe qué hacer con eso. Pero éste, precisamente, es el momento precioso, el momento de atender esa complejidad. Y por eso afirmo la situación "torre de marfil", porque solo en esta situación la exposición a esa complejidad es posible.

¿Por qué han asistido ustedes a esta conferencia aburrida? Porque se quieren exponer a esta complejidad. La conclusión, mi conclusión dedicada al ciento cincuenta aniversario de la Universidad de la República del Uruguay es que la defensa, la propagación de la formación individual y de la vivencia -en el sentido definido- es lo que nos queda. Mi conclusión sería que Bildung, formación individual y Erlebnis, vivencia, es lo que tenemos que proteger contra las tendencias de profesionalización total en todas las disciplinas académicas.

 

*Conferencia dictada para la celebración de los 150 años de la Universidad de la República en el Instituto de Bellas Artes

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