Tercera parte
¿De dónde nos viene la inadecuación entre
los recursos analíticos de las Humanidades y los desafíos
de las situaciones cotidianas?
Mi
hipótesis general para responder esta pregunta es que
esta crisis endémica de las Humanidades viene de que en
el momento en que las Humanidades se fundaron, a comienzos del
siglo XlX, los principios filosóficos y epistemológicos
sobre los que se habían basado las Humanidades ya estaban
en crisis. Esta base epistemológica de las Humanidades
en los primeros años del siglo XlX era la base epistemológica
de la visión del mundo de la primera modernidad. Déjenme
definir muy brevemente y con fetichismo decimal, en cinco puntos,
qué sería esa concepción epistemológica
de la primera modernidad.
En la Modernidad, a diferencia de la Edad Media, el hombre se
concibe como excéntrico frente al mundo. Excéntrico
en el sentido de que la distancia que el hombre pueda tomar frente
al mundo es una garantía para la adecuación de
sus observaciones.
En esta relación sujeto-objeto, hombre-mundo, el hombre
se define (extrañamente) como puramente
espiritual; el sujeto no tiene cuerpo. También, y eso
es muy problemático, el sujeto se define como una entidad
sin género. Este sujeto puramente espiritual y excéntrico
se opone al mundo que se define como puramente material.
La actividad del sujeto es entonces penetrar esta superficie
material que es el mundo para llegar a la profundidad espiritual
presupuesta de este mundo, y eso sería lo que llamamos
la "Verdad". Y eso es lo que llamamos también
"interpretar".
Entonces hay un binarismo horizontal sujeto-objeto que se cruza
con la actividad vertical de penetrar esta superficie material
que ofrece el mundo.
En esta epistemología el hombre se concibe como productor
exclusivo de saber. Es una gran diferencia respecto a la Edad
Media, en la que le único saber legítimo era el
saber "revelado". En la Modernidad, al contrario, solo
el saber producido por el hombre es legítimo. Esa formación
espistemológica se refuerza por la intervención
de un medio: el libro impreso.
Mientras en la Edad Media la gran tarea de los intelectuales
era preservar el saber, en la primera modernidad, dado que el
libro es el que toma la función de preservar el saber,
el sujeto se encuentra libre para definirse como autoproductor
de saber. Eso es una concepción totalmente nueva, aportada
por la modernidad.
Aceptado que esta es la base epistemológica de la primera
modernidad y también del Iluminismo hay que preguntarse
cómo se deshace esta base epistemológica, cómo
entra en crisis y cómo esta crisis hace que las Humanidades,
desde un principio, no tengan una base epistemológica
estable.
Tengo tres observaciones como respuesta a esta pregunta. Desde
la fundación de las Humanidades empieza a articularse
la figura epistemológica llamada "observador de segundo
grado", un hombre que está -más bien condenado
que privilegiado- a observarse en la observación del mundo.
Y esa nueva reflexividad -piensen en Schlegel, por ejemplo- obligatoria,
que no se puede evitar, tiene dos consecuencias graves para las
Humanidades.
La primera de ellas es que el observador de segundo grado
sabe que la representación del mundo que él produce
depende de puntos de vista particulares, por lo que para un objeto
de referencia hay una infinidad de representaciones posibles,
lo que últimamente lleva a la dimisión del objeto
de referencia, lleva precisamente a esta "desreferencialización"
de la que hablé. La segunda consecuencia es que el observador
de segundo grado descubre que el cuerpo también forma
parte de la apropiación del mundo.
Esto lleva al redescubrimiento de que hay dos tipos de apropiación
del mundo que, están en interrelación problemática:
lo que llamamos hasta ahora "experiencia", apropiación
del mundo por contextos y lo que podría llamarse "percepción",
apropiación del mundo por los sentidos, por el cuerpo.
Y aún no hemos encontrado modos de compatibilizar estas
dos modalidades de apropiación del mundo.
Estos dos problemas llevan a un tercer problema mediático
que hemos descubierto en las últimas décadas: recién
nos hemos dado cuenta de que esta interferencia entre experiencia
y percepción tiene una consecuencia mediática muy
grave, porque vemos que lo que podemos decir, el sentido que
producimos, nunca es independiente de la materialidad del medio
en que lo expresamos. Antiguamente hablábamos como si
fuese posible decir un mismo texto con independencia de su articulación
sobre papel, oralmente, en la pequeña pantalla, etc.,
pero hoy nos damos cuenta de que los diferentes medios de articulación,
los diferentes soportes, hacen que este sentido sea siempre diferente.
O sea que, por lo menos, existen distintas tonalidades del sentido
y yo creo que eso nos confronta con un problema práctico,
con un problema filosófico, con un problema epistemológico
que tal vez no sea un problema sin solución pero que no
podemos captar hoy. Pienso que tal problema sería uno
de los grandes desafíos intelectuales para las Ciencias
de la Comunicación.
Los efectos de esta crisis epistemológica que acabo de
describir se refuerzan hoy día por los medios electrónicos
de dos maneras muy destacadas. Por un lado sabemos, todos lo
sabemos, aunque actuamos como si no fuera verdad, que la transmisión
del saber por software y por otros medios es mucho más
eficaz y más barata que la transmisión de saber
face to face, lo que quiere decir que a largo plazo, o,
quizás, no tan largo, gran parte del sector académico
de enseñanza va a desaparecer y se va a sustituir por
software. No sé en Uruguay, pero sé que en Alemania
un estudiante cuesta al Estado setenta mil marcos al año.
Si esto se puede sustituir por un software que cuesta diecisiete
marcos dudo que no se vaya a hacer. Por otro -lo que es más
grave- también sabemos que el software produce gran parte
del saber y lo hace de una forma mucho más rápida,
económica y -desgraciadamente- también mucho más
precisa que el cerebro humano. Eso va a contribuir al desempleo
de los académicos, al desempleo de los intelectuales.
Pero no se preocupen; ese es el momento más bajo, más
deprimente de mi conferencia. No va a acabar así de mal,
si no, no sería una conferencia para un cumpleaños
de una institución académica tan respetable como
la Universidad de la República. Sin embargo, muy seriamente
nos podemos enfrentar con esta pregunta: ¿qué nos
queda a los humanistas, que nos queda a los académicos
en general (porque
estos cambios que producirá la transformación por
software no afectarán solamente a los humanistas) si perdemos
en gran parte nuestras funciones de producción y transformación
de saber?
Cuarta parte
Hacia
una nueva función de las Humanidades
Y eso
me lleva a la parte final de mi conferencia. La pregunta es ¿cuál
puede ser la función de las Humanidades (aunque no solamente de las Humanidades)
si
perdemos las funciones de producción y transmisión
de saber? Y claro, también la función de la orientación
de la sociedad con que soñábamos en los años
sesenta.
Confrontados con esta situación, podríamos, quizás,
recordar un concepto olvidado hace mucho, un concepto formado
en el clasicismo alemán, con Goethe o Humboldt, un concepto
que ustedes conocen aunque no sepan alemán, el concepto
de Bildung, de formación individual. Creo que es
un concepto que tiene que ser reciclado hoy, el concepto de Bildung,
un concepto que Dilthey -ese filósofo que, como mencioné
antes, no me gusta- en su programa de 1900 sobre las ciencias
del espíritu vincula con Erlebnis que en alemán
significa "vivencia" o "experiencia vivida".
¿Qué es "experiencia vivida?" Para plantear
una respuesta vuelvo al filósofo Husserl. Husserl dice
(resumiendo
su pensamiento en una forma esquemática) que la vivencia es el nivel
de actividad de la conciencia humana entre la percepción
(percepción
puramente física) y la experiencia del mundo (experiencia que, para
Husserl, es siempre interpretación, atribución
de un sentido a la percepción).
Entonces, "vivencia" como nivel intermedio entre la
percepción y la experiencia, supone que ya se ha hecho
en cada momento una pluralización simultánea de
percepciones físicas y que nuestra conciencia, entre esta
pluralidad de percepciones físicas, ya se ha contemplado
y ha seleccionado una cierta percepción.
En la "vivencia" aún no se ha hecho una atribución
de sentido; en ella se concentran una pluralidad de interpretaciones
posibles pero todavía no se ha seleccionado entre estas
interpretaciones. Y en este sentido dijo Husserl que la Erlebnis
está entre la percepción y la experiencia; es más
que la percepción física pero es menos que la experiencia,
menos que una interpretación, que una atribución
de un sentido determinado.
Eso implica que la Erlebnis, por definición, es
una confrontación con una pluralidad de sentidos posibles
a re-atribuir a un objeto. Bajo esta perspectiva se puede decir
que la vivencia es necesariamente individual porque solamente
lo que ya se ha interpretado puede ser objeto de comunicación.
Esta complejidad de sentidos posibles no se puede comunicar puesto
que produciría una suerte de congestionamiento en la comunicación.
Y hay una segunda consecuencia que me parece muy importante para
nuestro mundo académico: bajo esta perspectiva también
nos damos cuenta de que la casi infinidad de tiempo de que disponemos
en el mundo académico y de la que normalmente nos quejamos
es, precisamente, la condición de la posibilidad de vivencia.
En la vida diaria no nos podemos permitir exponernos a esa complejidad
de sentidos de interpretaciones posibles. En la vida diaria siempre
estamos bajo la presión del tiempo y siempre estamos con
la obligación de elegir. Pero en el mundo académico,
donde, al menos teóricamente, disponemos del tiempo, podemos
permitirnos la exposición a esa complejidad que congestionaría
la comunicación social.
Precisamente, sobre este punto tuve un diálogo con la gente
de Ciencias de la Comunicación el pasado sábado
durante el que dije algo que, espero, haya sido provocador y quisiera
repetirlo aquí. Se trata de que la clásica metáfora
de la "torre de marfil", que se tomaba como metáfora
negativa y de autoflagelación de las Humanidades es, para
mí, algo positivo. Justamente, las Humanidades deberían
insistir en tomar su tiempo; en tomar su tiempo porque tomar este
tiempo, aprovechar, afirmar la condición de torre de marfil es la posibilidad de producir,
de exponerse a esa complejidad, de considerar la pluralidad de
sentidos posibles a la que nos exponemos.
Pedagógicamente hablando, entonces, el Erlebnis,
la vivencia y el Bildung, la formación individual,
serían la interacción de situaciones en las que
el alumno individual está confrontado (o, confrontada, como digo de modo políticamente
correcto) por
una pluralidad de sentidos posibles, sin la necesidad -insisto,
eso es lo más importante- de reducir esta pluralidad.
En este sentido, una situación emblemática de lo
que pueden las Humanidades y, no solo las Humanidades sino todas
las disciplinas académicas sería el reading,
la lectura de un texto complejo, la lectura de un texto que es
tan complejo que no puede ser reducido a un sentido único,
a un sentido unitario. Es la exposición a esta situación
y no dejarse presionar para reducir una complejidad.
Formación individual, Bildung en este sentido no
es algo específico de las Humanidades dentro del contexto
académico. Un ejemplo que también di en el referido
diálogo en Ciencias de la Comunicación es el de
una joven investigadora de Harvard que este año ha descubierto
que la luz no siempre viaja a su velocidad máxima, que
puede tener una velocidad tan baja como veinte kilómetros.
Eso se puede demostrar experimentalmente y matemáticamente.
Por otro lado, no tiene ninguna consecuencia óptica. Y...,
¿qué hacer con ese descubrimiento? No sé,
no se sabe qué hacer con eso. Pero éste, precisamente,
es el momento precioso, el momento de atender esa complejidad.
Y por eso afirmo la situación "torre de marfil",
porque solo en esta situación la exposición a esa
complejidad es posible.
¿Por qué han asistido ustedes a esta conferencia
aburrida? Porque se quieren exponer a esta complejidad. La conclusión,
mi conclusión dedicada al ciento cincuenta aniversario
de la Universidad de la República del Uruguay es que la
defensa, la propagación de la formación individual
y de la vivencia -en el sentido definido- es lo que nos queda.
Mi conclusión sería que Bildung, formación
individual y Erlebnis, vivencia, es lo que tenemos que
proteger contra las tendencias de profesionalización total
en todas las disciplinas académicas.
*Conferencia
dictada para la celebración de los 150 años de
la Universidad de la República en el Instituto de Bellas
Artes
|
|