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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



METÁFORA - FILOSOFÍA - FILOSOFÍA OCCIDENTAL - SENTIDO - PHILOSOPHY IN THE FLESH - LAKOFF, GEORGE - JOHNSON, MARK - CIENCIA COGNITIVA - LINGÜÍSTICA COGNITIVA - SEMÁNTICA COGNITIVA - LECTURA - LECTURA DECONSTRUCTIVA - RICOEUR, PAUL - SOBRE EL ALMA - ARISTÓTELES - DERRIDA, JACQUES - LA MYTHOLOGIE BLANCHE - TEORÍA DE LA MANO OCULTA - LA MÉTAPHORE VIVE - METÁFORA DEL CONTENEDOR -


Metáfora Reencarnada y Filosofía(1) (II)

Aldo Mazzucchelli

En el octavo estudio incluido en el volumen de Paul Ricoeur La métaphore vive, se observa -siguiendo un texto de la Estética de Hegel- que existe una diferencia entre el proceso de crear un término abstracto a partir de uno concreto, por vía de traslado metafórico -proceso conspicuo y contínuo en todo lenguaje-, y el proceso, posterior, de dar legitimidad filosófica a un concepto -haciendo uso en ello de terminología producida del primer modo-. La Aufhebung hegeliana es ese segundo proceso que re-eleva una metáfora muerta -por ejemplo, "comprender", que incluye en sí, ya inaudible, la palabra 'prender', o 'agarrar'-

5. ¿Hace falta que la filosofía 'se entienda a sí misma'?

El objetivo final declarado, después de esto, es construir una nueva filosofía, una filosofía 'empíricamente responsable'. ¿Qué significa eso? Significa, dirán Lakoff y Johnson, crear una filosofía que no haga afirmaciones sobre la realidad, la mente o la verdad sin conocimiento de la 'mano oculta' del inconsciente cognitivo, que la investigación en ciencia cognitiva estaría comenzando a revelar.

Esta operación, que los autores titulan "la ciencia cognitiva de las ideas filosóficas" y a la que atribuyen un estatus epistemológico peculiar, consiste en "emplear las herramientas de la ciencia cognitiva y la lingüística cognitiva para estudiar empíricamente conceptos como tiempo, causalidad, el yo, y la mente"
(27), o para analizar el contenido y las afirmaciones de filosofías particulares, como la de Aristóteles o la de Kant.

Los autores hacen una declaración más detallada de las virtudes que ofrece la metodología que proponen al reclamar que la clave para interactuar con los problemas de la filosofía es someter sus sistemas conceptuales a examen, y entienden que una filosofía juega su valor en el tipo de conceptualización de la que depende para formularse:

La filosofía es llevada adelante por seres humanos, que tienen sistemas conceptuales, que piensan usándolos, y que usan lenguaje para expresar conceptos en esos sistemas conceptuales. Cuando un filósofo completamente humano plantea una cuestión como "¿Qué es el tiempo?", la palabra tiempo tiene un significado para ese filósofo; esa persona ya tiene una conceptualización del tiempo en su sistema conceptual. Lo que esa pregunta signifique depende de esa conceptualización. El significado de cualquier cuestión filosófica depende de qué sistema conceptual está siendo usado para comprender la pregunta. Ese es un asunto empírico, un asunto para encarar por la ciencia cognitiva en general, y la semántica cognitiva en particular.(28)

Las metas que la "ciencia cognitiva de las ideas filosóficas" reclama para sí son, en palabras de los propios autores:

1) demostrar que aspectos vitales de la metafísica de cada filósofo emergen de alguna de sus metáforas centrales y teorías folk.
2) mostrar cómo la lógica de sus razonamientos surge de las vinculaciones de esas metáforas y teorías folk.
3) ilustrar cómo un conjunto de metáforas y teorías folk relativamente pequeño puede hacer que una teoría filosófica completa se mantenga unida.
4) mostrar cómo las verdaderas empresas de la metafísica, la epistemología, y la teoría moral, emergen de esas metáforas y teorías folk.

"Nuestro punto, obviamente, es que la ciencia cognitiva de segunda generación y, especialmente, su teoría de la metáfora conceptual son necesarias si la filosofía quiere entenderse a si misma."
(29)

De estas grandes aspiraciones, es muy posible que los autores logren demostrar la vinculación entre las formas de expresión de un filósofo determinado y un conjunto de metáforas básicas. También, es probable que esas metáforas básicas demuestren su emergencia a partir de un conjunto de condicionamientos propios de la vida corporal de los seres humanos.(30) Más improbable parece el punto 4, esto es, hacer depender el origen de esas empresas de la existencia de esas metáforas de base, pues hacerlo así implica a) considerar que la actividad filosófica surge de una inconsciencia fundamental, y que es adecuado aclarar esa inconsciencia para poder "explicar" lo que, después de todo, estaba debajo. Lo cual nos llevaría, no hace falta mencionarlo, a una estrategia sin fin, porque ¿qué hacer con el 'inconsciente cognitivo' del ser 'completamente humano' que elabora esa explicación? ¿Deberemos acaso aplicarle, a quien aplica las reglas de descubrimiento del inconsciente cognitivo, las mismas reglas del inconsciente cognitivo? ¿Quién hace esa nueva aplicación?.. etc.

Esto nos lleva a observar la principal afirmación del pasaje que estamos considerando. En ella, se nos dice que lo que debe hacer la filosofía es "entenderse a sí misma". Para ello, la metodología de los autores es una variante de una estrategia de "reconstrucción racional" de los argumentos empleados por el filósofo bajo examen, esto es, trata de "proveer los detalles de lo que debe darse por asumido a efectos de que una posición tenga sentido."(31) Sin embargo, se diferencia de la reconstrucción racional clásica en que, en lugar de emplear la lógica clásica, se propone emplear los mecanismos metafórico-cognitivos que hemos venido observando.

Lakoff y Johnson plantean explícitamente que su operación de lectura filosófica a través de la elucidación del inconsciente cognitivo no implica una crítica a las filosofías que eligen analizar:

Establecer las metáforas definitorias de una filosofía no es necesariamente criticarla. Muchos filósofos con una visión tradicional del lenguaje y del significado creen equivocadamente que descubrir los cimientos metafóricos de una teoría de algún modo la debilita. Simplemente, esto es falso. Está basado en una visión objetivista y literalista del lenguaje y de la mente que no reconoce, y no puede reconocer, la existencia de metáforas conceptuales.(32)

A pesar de esta afirmación -y reconociendo que está matizada: los autores escriben 'no necesariamente'-, los análisis de las filosofías de Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, Frege, Quine, Lewis, Rorty, Derrida, y Chomsky están, en el mismo volumen citado, en muchos casos, si no en todos, dedicados a contradecirlas en sus afirmaciones principales, sobre la única base de repetir la metodología de mostrar la existencia de metáforas de base que organizan los desarrollos conceptuales de estos filósofos. Una vez que han declarado su vocación no debilitadora, los autores parecen operar de forma precisamente contraria a la que acaban de declarar. Su método de reconstrucción metafórico-racional para aproximarse a las obras nombradas no da la intención de preocuparse por hacer una lectura filosófica de las mismas, es decir, hacerles justicia en los términos de intencionalidad y terreno en que éstas están planteadas.(33)

6. Crítica

Detengamos aquí las referencias a lo que Lakoff y Johnson exponen. Corresponde ahora plantear algunos posibles puntos críticos ante esta propuesta.
Considero que la mencionada debilitación que emana de las lecturas citadas se produce porque la metodología que los autores proponen obra, no como una herramienta de elucidación de alguna verdad oculta en los textos, sino más bien como una suerte de impedimento para leer filosofía. Enumero aquí las que considero principales razones para ello:

1) En el octavo estudio incluido en el volumen de Paul Ricoeur La métaphore vive, se observa -siguiendo un texto de la Estética de Hegel- que existe una diferencia entre el proceso de crear un término abstracto a partir de uno concreto, por vía de traslado metafórico -proceso conspicuo y contínuo en todo lenguaje-, y el proceso, posterior, de dar legitimidad filosófica a un concepto -haciendo uso en ello de terminología producida del primer modo-. La Aufhebung hegeliana es ese segundo proceso que re-eleva una metáfora muerta -por ejemplo, "comprender", que incluye en sí, ya inaudible, la palabra 'prender', o 'agarrar'. Esa Aufhebung es una segunda 'elevación', o mejor una re-elevación, y es entonces algo diverso de la mera traslación de la noción sensible de 'agarrar' al campo de lo espiritual o mental -que sería la primera instancia de ese movimiento, y en lo que me parece ver claramente la clase de movimiento de mapeo metafórico entre dominios mentales en que se concentra toda la teoría de Lakoff y Johnoson-. Cualquier hablante puede acuñar un término abstracto, en el campo de lo estrictamente inteligible, a partir de una noción previa sensible. Pero la articulación conceptual de un discurso que vertebra esos significados abstractos, haciéndolos operar en un nivel especulativo, en el que construyen nuevas referencias en ese nivel de experiencia peculiar que es la filosofía, es la labor propia del filósofo, y del texto filosófico.

Una cosa, recuerda Hegel en el pasaje citado, es crear la palabra "comprender" a partir de la noción sensible de 'prender' o 'agarrar', que se transforma en una metáfora muerta. Otra diferente es emplear esas palabras para desarrollar un concepto abstracto, válido o no, como tal, sólo en el marco de un discurso especulativo.

Lakoff y Johnson no parecen distinguir ambas dimensiones, y concentran su negociación con los textos en la observación de la primera parte de esta operación -y dicen así, por ejemplo, que la concepción de realismo aristotélico está basada en la metáfora de la Mente como un Contenedor, la Comprensión como Agarrar, y las Ideas como Objetos Físicos.(34) Pero esas observaciones no siguen adelante para tomar luego, en su cabal dimensión filosófica -esto es, conceptual, especulativa y con pretensión de valor universal -al entero discurso del Estagirita. No sus metáforas genealógicas, sino sus contenidos filosóficos. En este sentido, su lectura crítica no explora el rendimiento de la filosofía aristotélica, que permite aún hoy una lectura perfectamente coherente y controvertible por lo que dice filosóficamente, sin importar un ápice el origen de su terminología o de su estructuración conceptual.

2) La vía argumental de Lakoff y Johnson parece desconocer la dialéctica explicación-interpretación propia de toda operación de sentido textual, y el excedente de sentido -sentido no reductible a la mera semántica de un lenguaje- que es propio de todo texto, y en particular, de toda obra filosófica. Unilateraliza esa dialéctica propia de la hermenéutica hacia el lado de la explicación, volviéndose un nuevo intento de una semántica objetivadora del lenguaje -ahora una semántica cognitiva y metafórica.

3) a pesar de basarse explícitamente en un paradigma autopoiético, interrumpe la recursividad en la definición de las metáforas una vez que estas salen del sistema autopoiético del organismo, y entran en el sistema autopoiético de una cultura filosófica, creando así una escisión insostenible en la teoría misma.

4) Como un subproducto del punto anterior, hace caso omiso de toda noción de sentido hermenéutico, al desconocer la dimensión histórica de los textos. No en el sentido de que no reconozca que esos textos son importantes aún hoy, sino en el sentido de que no da cuenta en su lectura de por qué lo son. En cambio, pretende construir un punto de vista libre de compromisos con la historia de la interpretación de esos textos, los que sólo luego de ser sometidos a esa cláusula pueden presentársenos como una serie de metáforas conceptuales a analizar. El poder de los textos importantes, de cualquier tipo, tiene una dosis de carga no textual de sentido -la historia de su recepción revertida en ellos- precisamente porque la han adquirido recursivamente en su presencia repetida en nuestros sistemas de pensamiento e interpretación. Las lecturas que se pueden obtener de esta desaristotelización de Aristóteles, por poner un caso, son todo menos una reescritura de la propuesta aristotélica. Luego, los autores no parecen cumplir, al menos en este volumen que examinamos, con las grandes aspiraciones declaradas de mostrar un camino de reformulación de la filosofía occidental.

En lo que queda de este trabajo desarrollaré brevemente las anteriores observaciones.

6.1. Leer rompiendo el contrato

Citando un pasaje del tratado Sobre el Alma de Aristóteles, donde el filósofo se refiere a la facultad sensible como análoga a la de la cera, que es capaz de recibir "la impresión del sello sin recibir el metal o el oro; lo que produce la impresión es un sello de bronce u oro, pero no qua bronce u oro [...]", Lakoff y Johnson comentan:

En otras palabras, percibir algo es incorporar su forma en la mente, actualizar esa forma en la mente. Aristóteles está usando aquí las comunes metáforas de La Mente es un Contenedor, Entender es Agarrar, e Ideas son Objetos Físicos con una Estructura propia. Usa las metáforas comunes de que percibir es recibir objetos del mundo exterior a la mente, y que esos objetos dejan una "impresión sensible", la naturaleza de la cual depende de la estructura del objeto. Cosas importantes se siguen de estas metáforas. Podemos tener ideas correctas sobre el mundo [...].(35)

En las observaciones que hacen Lakoff y Johnson de los discursos filosóficos considerados se repite el recurso de observar la génesis 'sensible' de las metáforas que, cambiadas en palabras propias de la filosofía, luego operan como conceptos fundamentales en esos discursos, orientándolos hacia sus conclusiones, a las que los filósofos examinados parecen conducidos, a merced de una mano lingüística inconsciente y oculta.

Creo que esta clase de lectura no puede, en virtud de sus propiedades intrínsecas, aspirar a ningún estatus de 'mayor responsabilidad empírica'. El problema central con las pretensiones de esta aproximación es uno de clase general, que surge cuando se pretende disolver el contrato que propone un texto, como objeto inserto en una cultura y una tradición, por la vía de aplicar cualquier método que pretenda encontrar un punto firme, alegadamente independiente de todo lenguaje y todo punto de vista, desde el cual fundamentar una lectura esencialmente apropiada de ese texto al margen del contrato.

Aunque a menudo algunas lecturas deconstruccionistas representan este talante, en este caso nos parece que la intención que anima a Lakoff y Johnson es distinta. Su objetivo no parece ser diluir las conclusiones de la filosofía occidental en alguna variante de relativismo, sino comentarlas -eventualmente admitiéndolas, eventualmente rechazándolas, eventualmente editándolas en algún sentido-, pero siempre reservándose el derecho de ostentar un punto de vista más 'profundo', 'consciente' o 'empíricamente responsable' para evaluarlas. Es, precisamente, la pretensión de haber 'descubierto' un método para fundar ese punto de vista lo que modifica -en nuestra opinión, de un modo tal que la empobrece- la relación de Lakoff y Johnson con la propuesta filosófica misma de los textos que se proponen leer. Lakoff y Johnson se plantean, frente a los textos que leen, una posición asimétrica a priori. El señalamiento de las metáforas que intervienen en la arquitectura de las filosofías consideradas les parece decisivo. Pero en la medida en que centralizan en los andamios metafóricos su comprensión de los textos, su comprensión se empobrece, debido a que permanentemente se ve orientada a aquello, en los significados posibles de cada texto, que surge del análisis de sus metáforas de base.

De esta suerte, la lectura de Lakoff y Johnson participa de dos problemas diferentes. Uno es común con ciertas lecturas deconstructivas, y consiste, para decirlo en términos simples, en perder el bosque del sentido hermenéutico de un texto por ver los árboles de sus signos, considerados aislada, o analíticamente. Al hacer eso, se agranda artificialmente el hecho obvio de que muchos conceptos y palabras son metáforas muertas. Un hecho frecuentemente observado desde siempre, perteneciente a la historia de la lengua, y a la etimología del sentido, pero no por ello necesariamente incidente en el rol que los signos juegan en un texto actual. Dice Ricoeur:

La efectividad de la metáfora muerta puede ser inflada, me parece, sólo en las concepciones semióticas que imponen la primacía de la denominación, y por tanto de la substitución del significado. Estas concepciones condenan por ello al análisis a perder de vista los verdaderos problemas de la metaforicidad, los cuales, como sabemos, están relacionados con el rol de la pertinencia e impertinencia semántica.(36)

El segundo problema es más fundamental, y consiste en confundir el proceso de abstracción que lleva a la creación de metáforas muertas conceptuales, con el proceso de creación que lleva a la postulación de metáforas vivas. Mientras que el primero es omnipresente en la historia y el presente de la creación de términos en cualquier lenguaje, y como tal provee también terminología filosófica, el segundo es también característico de todo lenguaje innovador -filosófico, poético, pero también cotidiano. Lo que diferencia a ambos momentos no es que ocurran, sino qué clase de rol les es dado en la arquitectura de un texto, de acuerdo a la intencionalidad del mismo. Está aquí involucrada, como señala Ricoeur -y, antes, también Derrida-, una lectura del concepto, empleado por Hegel en un fragmento clásico sobre el lenguaje metafórico, de Aufhebung.(37) Ricoeur enfatiza la necesidad de no confundir Aufhebung con el mecanismo de la metáfora. El texto hegeliano considerado -que también comenta Derrida en La Mythologie Blanche- describe:

[...] dos operaciones que se intersectan en un punto --la metáfora muerta-, pero que permanecen diferentes. La primera operación, que es puramente metafórica, toma un significado propio (eigentlich) y lo transporta (übertragen) a un orden espiritual. A partir de esta expresión, no propia (uneigentlich) por ser traspuesta -la otra operación construye un significado abstracto propio. Es la segunda operación la que constituye la 'supresión-preservación' a la que Hegel llama Aufhebung. Pero ambas operaciones son distintas. Sólo la segunda crea un significado propio en el orden espiritual a partir de un sentido impropio proveniente del orden sensible. El fenómeno de desgaste (Abnutzung) es sólo una condición previa que posibilita que la segunda operación se constituya sobre el terreno de la primera.(38)

De esta doble operación es de donde surgiría la legitimidad de la terminología filosófica, más allá de su origen metafórico. Luego, su sentido dependerá, por cierto, de su vida en la interpretación: "Que existen los términos filosóficos es debido al hecho de que un concepto puede estar activo como pensamiento en una metáfora que está, ella misma, muerta." (Ibidem) El mismo Hegel observa esta legitimidad como el campo propio de lo filosófico: "'Comprendre', [comprender, entender] puede tener su sentido propio filosófico debido a que ya no escuchamos 'prendre' [agarrar] en él" (Hegel...)

Notas:

(1) El presente artículo es, con algunas modificaciones, el quinto capítulo de un libro en preparación acerca de algunos avatares de la teoría de la metáfora en el pensamiento occidental. Ese libro es fruto de una investigación en curso, cuya primera etapa se cumplió entre los meses de Marzo y Junio de 2002 gracias a una invitación del French and Italian Department de la Universidad de Stanford, California, y que contó con el apoyo financiero del Centro Regional de Profesores del Sur. El autor agradece a Lisa Block de Behar en Montevideo, y a Hans Ulrich Gumbrecht, en Stanford, por su consejo y orientación en relación con ese trabajo -librándolos, por cierto, de cualquier responsabilidad respecto a los errores e insuficiencias que lo que aquí se publica con seguridad presenta-.

(27) Lakoff y Johnson, 1999: 133.
(28) Op. cit., 136.
(29) Op. Cit.: 344.
(30) Esta vinculación está desarrollada extensamente en las obras anteriores de ambos autores, y en una ingente bibliografía que se desarrolla dentro de este paradigma lingüístico - cognitivo. Para la vinculación entre lenguaje metafórico y 'hardware' corporal pueden consultarse Bayley (1997); Narayanan (1997 a y b); Regier (1996); Johnson (1987); Lakoff y Johnson (1980), (1999); Lakoff (1987).
(31) Lakoff y Johnson, 1999: 343.
(32) Op.cit.: 543
(33) Jacques Derrida, en su "Mythologie Blanche", cita ya este reclamo -me refiero al que hacemos nosotros: leer la filosofía como tal, hacer lecturas filosóficas, y no cripto-cerebrales, de lo que se nos propone como filosófico-- como conocido, y según su visión, superado. Dice que cierta visión platonizante de la metáfora en la filosofía, al criticar la presencia de las metáforas en el texo filosófico, "[...] tratará de regirse entonces sobre las intenciones del autor, sobre lo que quiere decir, sobre lo que significa el juego de las figuras. Propósito tanto más legítimo, en apariencia, cuanto que nos encontramos aquí con un discurso filosófico, o tratado como tal: lo que importa entonces, como todos sabemos, es el contenido significado, el sentido, la intención de verdad, etc." (Derrida, 1994: 260.) En el contexto de su ensayo, esto se revelará como irónico, y Derrida criticará luego estas "proposiciones a la vez paradójicas y tradicionales" y al platonismo metafísico que asume que les subyace, por pretender que se puede saber qué es el significado haciendo abstracción del lenguaje en el cual se formula. Ricoeur, no obstante, polemizará con esto planteando una posición alternativa importante, a la cual referimos a continuación en este artículo.
(34) Op. Cit., 376
(35) Ibidem.
(36) Ricoeur, 1997: 290
(37) Ricoeur interpreta la palabra como "asimilar en algo más grande; una transformación que cancela parcialmente; una reinterpretación en un nivel superior." Observemos que participa en castellano de nociones como "asimilar" o "relevar". En esta última palabra, escuchando la implícita noción de "elevar de nuevo".
(38) Ricoeur, 1997: 292

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* Publicado originalmente en Hermes Criollo

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