| |
|
SASTURAIN,
JUAN - OESTERHELD, HÉCTOR GERMÁN - PRATT, HUGO
- LÓPEZ, SOLANO - OSKI - BRUTO, CÉSAR - TRILLO,
CARLOS - COLLINS, RAY - BRECCIA, ENRIQUE - BRECCIA, ALBERTO -
FIERRO - HORA CERO -FRONTERA - FICCIONARIO - PERRAMUS - HISTORIETA ARGENTINA
- EDITORIAL COLUMBA - BEST
SELLERS -
Cuatro
elefantes y las delicias del mundo plano: buscando el canon oficial
de la historieta, releyendo a Sasturain
Iván
de la Torre |
El inicio del canon más respetado y oficial
(basta leer los últimos libros críticos editados)
parte del supuesto romántico que divide a la humanidad
en dos bandos, uno bueno y otro malo, donde el último,
por justicia poética, termina perdiendo: así planteado
el escenario, ciertos nombres sólo aparecerán cuando
la conveniencia política aconseje volverlos escarmientos
públicos para los indecisos que miran desde bastidores |
En el 2004, Juan Sasturain
publicó Buscados vivos, con entrevistas y textos
sobre Hugo Pratt, Solano López, Oski, César Bruto
y un largo etc, una continuación, si se quiere, de El
domicilio de la Aventura pero también una manera de
retomar los autores básicos de su canon, ampliándolo
un poco, si, pero todavía sembrando esos silenciosos blancos
conspirativos sobre nombres básicos del género.
La tarea de selección y limpieza de Sasturain, por lo
tanto, sigue atada a su viejo artículo "La última
década larga de la historieta argentina" donde recorre
treinta y seis años del género, de 1950 a 1986
dinamitando los puentes hacia los autores dudosos, estableciendo
los cimientos del canon y levantando sus primeras murallas, la
expresión más visible del mecanismo con que empujara
los mismos nombres adentro y alejara al resto entre ambiguas
acusaciones buscando unir el pasado idealizado de Hora Cero
y Frontera con el compromiso político de Fierro.
Los primeros párrafos dan el tono general de la tarea:
"esa historieta sabia, fuerte, humanista, argentina en
la manera, el tono, la carnadura de los héroes,
que el viejo H. G. Oesterheld,
clavó como una lanza en el corazón mundial del
género desde
sus revistas Hora Cero y Frontera hasta el filo
de la década de 1960. Luego vendría la noche [...].
Con el cierre de la segunda época de Misterix,
termina un ciclo dorado. [...] Se impone la producción
adocenada, rutinaria en su profesionalismo, que desde las revistas
de Editorial Columba comenzaban a monopolizar el
mercado".
El inicio del canon más respetado y oficial (basta leer los últimos libros
críticos editados)
parte del supuesto romántico que divide a la humanidad
en dos bandos, uno bueno
y otro malo, donde el último, por justicia poética,
termina perdiendo: así planteado el escenario, ciertos
nombres sólo aparecerán cuando la conveniencia
política aconseje volverlos escarmientos públicos
para los indecisos que miran desde bastidores. La condena empieza
en "se impone la producción adocenada, rutinaria
en su profesionalismo, que desde las revistas de Editorial
Columba comenzaban a monopolizar el mercado". El
guionista o dibujante
que entre en las coordenadas de mercado será expulsado
sin importar la calidad del producto... Sasturain enseña
con el ejemplo: "apenas asomaba en las páginas
de Columba la ductilidad mercantilizada del prolífico
guionista Robin Wood, que ya por
entonces construía sus éxitos con la certeza de
un bestllerista".
Mejor poner atención ahí porque está dictando
cátedra: pone ductilidad y desliza "mercantilizada",
agrega prolífico para aplastarlo con un bestllerista:
así Wood y sus historietas
desaparecen para siempre dejando a Oesterheld como el artista
que durante la década de 1960 no "se mercantiliza".
Sasturain salva, entonces, la pureza, establece la primer frontera de su reino
y se lanza hacía 1974, listo para comentar los primeros
títulos de Carlos Trillo: Un tal Daneri, el Loco
Chávez y las adaptaciones de cuentos infantiles o
clásicos del terror. Pero no adjetiva: aquí no
hay ductilidad mercantilizada, el inmenso éxito de Trillo
no se contamina de los ejercicios del best-sellers y lo mismo
sucede con la interminable cantidad de series que le siguen.
Tampoco se menciona el beneficio económico: entre caballeros
y amigos ciertas cosas se dejan de lado. Por si quedan dudas:
"Tanto Muñoz-Sampayo como Trillo-Breccia aparecen
como una alternativa creadora y marginal
al sistema. El dinamismo del proceso que desencadenan los segundos
los llevará a marcar definitivamente la producción
del periodo en todos los niveles."
La línea trazada por Sasturain encadena toda esta operación
de limpieza con su propia revista, pero todavía necesita
otro eslabón y algunas astucias para llegar hasta ahí
sin despertar sospechas de favoritismo: para eso está
Skorpio: "Un nuevo medio intentará explícitamente
en ese 1974 retomar la línea perdida, una década
atrás, de los últimos avatares del periodo áureo,
ese Misterix
de Mort Cinder, Garrett y Wattami: la buena historieta
de aventura para un público masivo."
Sólo entonces Ray Collins será reconocido como
guionista, luego desaparecerá bajo la alfombra. El truco
de asociar a los guionistas con los medios ya funciona: aquí (Hora
Cero, Frontera,
Misterix, Skorpio, Superhumo(r), Fierro),
están los buenos, allá (Columba), los malos. Collins se salva
en los setenta, y apenas, por sus trabajos para Skorpio,
pero cuando sus guiones sean publicados íntegramente en
D´artagnan, El Tony o Nippur Magnum,
su lugar será ocupado por otros, no por calidad, sino
por geografía y cercanía ideológica.
Con estas condiciones se reduce la lista de candidatos: desde
la marginación de Wood queda claro que el éxito
comercial implica una desvalorización del trabajo; el
silencio que pesa sobre cualquier historieta publicada en Columba
aporta el segundo dato para este ejercicio sistemático
del soslayo, la marginación y la contradicción
que encabeza Sasturain. Contradictorio porque en Cultura nacional:
las comunicaciones posibles (1980), aparece defendiendo a Crist
y Hermenegildo Sábat: "Hay dos cuestiones. La
primera, ilustra las dificultades de la inteligencia
nativa para aceptar mensajes que, más allá de su
contenido, provengan de canales de circulación y consumo
que no sean los establecidos para lo que, de una vez y para siempre,
se ha determinado que es la cultura.
Lo urticante no es el hecho de que Sábat sea caricaturista
o que Crist dibuje habitualmente chistes sino el que ambos utilicen
un medio masivo y manifestantemente
mercantil como soporte para su producción gráfica.
En términos de artistas,
el original es el trabajo publicado -su reproducción masiva-
por el que reciben un importe. La actividad plástica
y la laboral no son campos opuestos sino la conjunción
de lo individual expresivo y lo colectivo-comunicativo asumido
como el lugar de la creatividad. Precisamente en la tensión
de esos dos elementos motivada por la naturaleza del canal adoptado,
reside la originalidad y el valor de la obra."
Aunque todavía quedan algunos retoques para ocultar estos
deslices involuntarios entre teoría y práctica,
Fierro ya encaja dentro del modelo que busca unir el histórico
1950 con este 1984. Por eso se habla de "La tarea que
estaba en el aire era la de conjugar -con reglas del juego claras
y abiertas- todo lo disperso; recuperar la creatividad perdida
o desorientada, satisfacer a un público mal atendido y,
sobre todo, entrar en contacto con la historia y la circunstancia
argentina, una cita que vino a darse -oh paradoja- cuando el
rigor del proceso militar ponía a prueba las ganas de
comunicar algo más que trivialidades" refiriéndose
a Humo(R), pero sólo como preludio fallido a este
Fierro donde Mandrafina puede ser alabado por el mediocre
Metrocargero (Enrique Breccia) sin mencionar el Savarese
de Wood.
No sólo se dividen las críticas de acuerdo al medio:
el crítico puede usar diferentes tablas de valores: si
una condena rápidamente y sin discusión a los candidatos
(así desaparecen Dago (Wood-Salinas),
Savarese (Wood, Mandrafina), Mojado (Wood, Vogt) Big Norman (Collins,
C.Rodriguez) o Rocky Keegan (Collins, Canelo)); la otra aprueba desde la
intención política. Cito: "ese futuro imperfecto
tan bien contado por Altuna en Ficcionario o con Trillo
en El último recreo y los trabajos de Juan Gimenéz
en Cuestión de Tiempo o War III -junto a
Barreiro- levantando olas de admiración metálica,
hubo lugar para propuestas abiertas al sentido más libre
e imprevisible, como las historietas de Enrique Breccia, verdaderos
ejercicios de imaginación, desbordada hasta el límite
de lo narrativo posible."
La precariedad de estos juicios va a desmantelar buena parte
del artículo, pero su lógica va a seguir viviendo
hasta hoy. Paso en limpio, aclaro y repito: a la hora de comentar
las historietas, la posición política suma puntos
frente a la calidad: con este guiño cómplice, el
Ficcionario de Altuna estará "tan bien
contado", aunque el escenario acumule clichés
(mundo superpoblado, sexo
público, policía corrupta, marines brutales, drogas,
chicas bonitas y fáciles) en
una historieta superada por el propio Altuna de Time Out;
siguiendo ese criterio obtendrán brillo historietas mediocres
como el Ministerio de Barreiro y Solano López,
y sus guardias "esese" que tienen la cara y
el cuerpo de Superman pero usan
uniformes nazis: "Algunos
dicen que su creador se inspiró al darles forma, en la
figura de un villano popular de tiempos idos, un ser maligno
que imponía sus caprichos gracias a su fuerza sobrehumana.
Al parecer, sus uniformes están también basados
en mitos semejantes".
No es una error: es el efecto buscado, confirmado cuando se elogia
El sueñero de Enrique Breccia y el comentario,
de nuevo, apenas toca el texto: el tono, la predictibilidad de
las tramas, los personajes huecos y los diálogos torpes
(Voy a prezentarme... Zoy
Capitán Binchuko, el tío de Yacs Custó)
de una historieta
que pasa de la mitología (Sirko
Roman-ho) al
panfleto político con piratas ingleses, cipayos y menciones
al Elhje-Neral: la escobita mágica sigue enchufada y funcionando
para separar al lector
de sus dudas y convertirlo a la verdadera fe:
"los lectores
de Fierro han sabido compartir con asombro y perplejidad pero
con unánime admiración, inclusive cuando la aventura
golpea a las puertas de la patria y de este tiempo, y se contamina
de polémica y de violenta lucha partidaria e ideológica
[...] Atravesada por la historia contemporánea como por
vientos inmanejables, Fierro participa en el gesto de
la puesta al día de la historia con el país, rompe
el divorcio entre aventura y circunstancia nacional. Pero no
lo hace puntualmente, a través del equívoco COMPROMISO,
sino trasponiendo contenidos de la identidad
y los destinos colectivos en el marco artístico más
específico. Es el caso de Perramus..."
Borges se transforma para
Perramus (Juan Sasturain,
Alberto Breccia)
porque el personaje público es irritante, pero el escritor deslumbra y
la tarea de salvataje lo convierte en un personaje querible y
cercano a la revista. Todos esos intentos, -de Ficcionario
a Perramus-, coronados por la corrección política
y el mensaje cerrado de las parábolas para entendidos,
terminaran superados artísticamente por la parodia feroz
de Fontanarrosa y no por la "contundencia testimonial"
del Peyro de Las semillas, Hermandad o Gracias,
Sr. Nuys.
Es lo que hay en 1986, y Sasturain se detiene ahí, pero
los canonizadores oficiales siguen recuperando su idea de construir
una historia del género que conecte una serie de puntos
fijos e invariables (Oesterheld,
Trillo, Sampayo y Barreiro entre los guionistas; Hora Cero y
Frontera, Misterix, Skorpio, Superhumo(R)
y Fierro en las revistas) dejando
en la oscuridad y a pie al resto. El resultado final de estos
macizos tratados de fe,
nunca se aparta demasiados de la linea trazada originalmente:
Ray Collins, Alfredo Grassi, Julio Alvarez Cao, Robin Wood, Carlos
Albiac y Ricardo Ferrari siguen esperando, lejos de estos historiadores-cartógrafos que
creen que la Tierra es plana y esta sostenida por cuatro inmensos
elefantes sobre un abismo. |
|
VOLVER AL AUTOR |
|
| |
|