La combinación
es tan extraña como llamativa: un geólogo, experto
en ciencias naturales, que al mismo tiempo era escritor de cuentos
infantiles. Hadas, princesas y gnomos se daban cita con notas
de divulgación científica de la mano de Héctor
Germán Oesterheld, quien fue además y sobre todas las cosas,
uno de los mejores representantes del cómic de Argentina y del mundo.
A los
treinta años de edad, Oesterheld recibía una solicitud:
escribir historietas. Sin jamás haber leído una
en su vida, encara el pedido de manera magistral. Realizando
trabajos de género por encargo -de cow-boys, de ciencia
ficción, etc.- reinventa los tipos de historieta cada
vez que realiza una.
El género aventura siempre
ha sido menospreciado, tanto en literatura como en filmes, y los cómics
de aventuras no son una excepción. Pero Oesterheld elige
ignorar esto y crea una selección de la mejor historieta
rioplatense jamás realizada. Marcando nuevas fórmulas
de realización -héroe individual, grupo de héroes, héroe
colectivo- sus obras son siempre éxito, y el realizador
se convierte en un clásico.
I
Editorial Abril (1952-1957)
Se
ve que Césare Civita sabía lo que hacía
cuando desde su puesto de editor responsable de Abril decide
encargarle a Oesterheld las historietas de la editorial. Sin
lugar a dudas este hombre tenía un ojo de oro, ya que
así vio la luz el gran guionista.
Los primeros trabajos son para la revista Cinemisterio,
un semanario que combinaba fotonovelas de aventuras con historietas
y folletines. En total fueron tres obras: junto a Eugenio Zoppi
crea a los agentes ingleses Alan y Crazy; junto a Paul Campani
una de espías titulada Lord Commando, y junto al
gran dibujante Hugo Pratt Ray Kitt, que versaba sobre
las hazañas de un agente de la Sureté.
Estos trabajos, que no rompían ninguna de las normas ya
establecidas en las historietas de aventuras, le sirven a Oesterheld
para ganar oficio. Y así, a fines de 1952 crea su primer
personaje importante, Bull Rocket, también junto a Campani,
para la revista Misterix. El editor
Civita había pedido un cómic acerca de un piloto de pruebas.
Pero al autor le pareció
que eso daba pocas posibilidades y entonces Bull se volvió
un científico, un investigador y, claro está, un
piloto de pruebas. Científicos locos, espionaje industrial
y sabotajes eran enfrentados por Bull Rocket y su equipo: Bob
Gordon, un periodista que era una suerte de Doctor Watson pero
joven e inteligente, y el mágico mecánico Pig.
Así es como nace un grupo de protagonistas que vienen
a suplantar al tradicional héroe en solitario.
Bajo el mismo concepto y también junto a Hugo Pratt, llegaría
otro de los personajes clásicos de Oesterheld: el Sargento
Kirk, un hombre que, cansado de la sangre y de la guerra, se
recluye en el peligroso lejano oeste. Paulatinamente se le irán
reuniendo otros individuos segregados por la sociedad: un ex
bandido apodado el Corto Lea, Maha, uno de los pocos sobrevivientes
de la tribu Tchatoga, y el Doctor Forbes, quien será el
narrador. Lo que distingue a este grupo es su calidad de marginal;
fuera del concepto malos contra buenos, indios contra vaqueros,
Kirk y los suyos constituyen una mirada distante, un código
diferente.
Finalmente, el guionista crea para Abril El indio Suárez,
la historia del ascenso y la caída de un boxeador -dibujada
por Carlos Freixas. Esta es una de sus pocas creaciones en las
que se utiliza el narrador en primera persona.
El éxito que tiene Oesterheld con todos estos personajes
lo lleva a decidir conformar una editorial propia, y la ruptura
se produce de una manera amistosa. En palabras del autor: "Nos
encontramos con Civita en la calle. Vamos a tomar un café
y le cuento que quiero sacar mi revista. Negociamos los personajes.
Abril se quedó con "Bull Rocket" y yo con "Sargento
Kirk". Nos repartimos las figuritas". (Extraído del
"Libro de Fierro, especial Oesterheld" ediciones
de la Urraca 1985).
II Frontera (1957-1962)
Es
notable la capacidad de Oesterheld para crear personajes y desarrollar
historias. A partir de 1957, él se encarga de los guiones de sus dos
revistas mensuales Frontera y Hora Cero, a las
que se suman Hora Cero Semanal, Hora Cero Extra
y El Eternauta, entre otras. Los personajes se suceden
uno tras de otro, sin descanso. Durante los primeros tres años,
se conforma lo que sería en aquel entonces lo mejor de
la historieta
argentina.
Un ejemplo de esto es Sherlock Time, una historieta de
ciencia ficción dibujada por el uruguayo Alberto Breccia,
en la que el narrador, el jubilado Luna, se une inevitablemente
a ese ente superior y en ocasiones deshumanizado que es Sherlock
Time para detener invasiones alienígenas, crisis temporales
o conspiraciones ancestrales.
Otro es Ernie Pike, un cómic anti belicista en el cual un hastiado soldado
se convierte en cronista de guerra sólo para contar historias
que inevitablemente encuentran un final terrible. La guerra, despiadada
e inútil, es criticada con dureza bajo la mirada impotente
de Ernie Pike y de Oesterheld, quien, nuevamente junto a Pratt,
hace una de las mejores series de guerra jamás logradas.
Y en esta etapa nace El Eternauta, la obra maestra de
Oesterheld. Una invasión alienígena ha diezmado
a la población, y para Juan Salvo y los suyos, las únicas
opciones serán primero la supervivencia y luego la guerra.
En esta obra Oesterheld
-junto al dibujante Solano López- lleva adelante lo que
sería su mejor concepto de grupo. Salvo, Favalli, Lucas
y los demás personajes que enfrentan la amenaza extraterrestre
encarnan una de las ideas claves del guionista: la del individuo
común y corriente que se ve arrastrado irremediablemente
por los acontecimientos y no halla otra solución que la
aventura.
En esta historia se entremezclan la ficción y la realidad:
la invasión es imparable y es imposible esperar ayuda
del exterior; Argentina y toda Sudamérica están
solas y dependen de sí mismas, en lo que metafóricamente
supondría la dictadura que en aquel entonces sufría
el vecino país.
En el mismo período surgirían personajes como Ticonderoga,
Rolo, el marciano adoptivo, Randall, the killer, Cayena y Doctor
Morgue, entre otros. Lamentablemente, el éxodo masivo
de los dibujantes y los problemas económicos, llevaron
a la decadencia y fin de esta fase.
III Editorial Yago (1962-1964)
Cuando
Frontera y Hora Cero daban sus últimos estertores,
Oesterheld se vincula nuevamente a la revista Misterix,
que acababa de hacerse con los títulos y personajes de
la editorial Yago, y es aquí donde el autor se vincula
nuevamente con algunos de los grandes dibujantes con quienes
ya trabajara en el pasado -Pratt, Zoppi, Breccia- En este nuevo
impulso para la editorial y para la historieta argentina en general,
la revista pasa a llamarse Supermisterix, y Oesterheld
concibe, junto a Breccia, la que sería su última
gran obra: Mort Cinder.
El planteo es similar al realizado por los mismos autores en
la historieta Sherlock Time: al igual que el jubilado Luna de
aquella, es aquí el anticuario Ezra Winston quien se ve
arrastrado sin remedio a la aventura, por su lazo con Mort Cinder,
un inmortal que es el registro viviente del género humano,
con sus errores y aciertos. También aquí ficción
e historia se entremezclan, y se pudo ver al inmortal personaje
envuelto en la construcción de la torre
de Babel,
o en la batalla de las Termópilas, tanto física
como temporalmente transportado por deseo del guionista.
Pero una diferencia importante entre Sherlock Time y Mort
Cinder es su protagonista. Si bien tanto Sherlock como Mort
comparten un conocimiento mayor al de los simples mortales, Sherlock
es casi un ser superior y está desligado de las ataduras
emotivas de lo que significa ser hombre; por el contrario, en
la mirada cansada de Mort se adivina al ser inmortal pero al
mismo tiempo terrenal: una eternidad de tiempo sobre sus espaldas
lo han llevado a observar a la humanidad, viviendo infinidad
de vidas, muriendo otras tantas veces, siendo el más mortal
de todos. Sherlock combate a las amenazas que asolan al mundo,
fantásticas y bizarras; Mort simplemente registra lo que
es ser un ser humano, y es inevitablemente más grandioso
el resultado.
Héctor Germán Oesterheld, el hombre
De
ser científico y escritor para niños pasó
a ser el mayor guionista que viera el Río de la Plata.
De hombre a mito, de autor a leyenda, H. G. Oesterheld dio a
conocer un arte. Al igual que sus personajes,
arrastrados hacia la aventura, permitió a los lectores
ver mundos diferentes y les abrió puertas en la imaginación.
Fuera de la ficción, también vivió la aventura
más grande de todas: el ser un hombre y vivir fiel a sus
convicciones. Héctor Germán Oesterheld fue secuestrado
y desaparecido durante la dictadura militar, en 1977. Fue militante
revolucionario, guionista, escritor; fue, en pocas palabras,
un gran hombre.
* Publicado
originalmente en Posdata
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