Introducción
En
1990 CEPAL comienza a publicar anualmente el Panorama Social
de América Latina. Los nueve informes realizados hasta
el momento contribuyeron a la transformación de la agenda
desarrollista y académica de la región. La temática
social adquirió en esa década un lugar central
en los debates sobre desarrollo y las preguntas de investigación
de las ciencias sociales volvieron a aceptar y trabajar los problemas
de la estructura social, la pobreza y la familia. El progresivo
perfeccionamiento de los informes permitió comenzar a
delinear subáreas de interés, en cada una de las
cuales, y a través de importantes avances en la explotación
del potencial de información que proveen las encuestas
nacionales de hogares, se elaboraron nuevos indicadores y variables
específicas. En lo que concierne a la infancia, la posibilidad
de examinar datos comparables sobre maternidad adolescente, pobreza y trabajo
infantil, abandono escolar temprano y familias con estructuras
de riesgo para sus niños, permitió
la elaboración de un primer conjunto de hipótesis
y generalizaciones comparativas acerca de los problemas de la
infancia y la reproducción
de la pobreza en la región.
A.
Hacia un modelo de riesgos y oportunidades para América
Latina:
demografía, riqueza y capital humano
Desde
nuestro marco conceptual dos aspectos centrales de la estructura
de oportunidades de de un país en su expresión
básica y promedial surge de considerar la riqueza producida
por el mercado y los recursos
con que cuenta el estado para proveer bienes y servicios
que potencialmente pueden constituirse en activos familiares.
Como primera y muy simple aproximación a estas ideas,
en este punto se presentan para los países de la región,
el PBI per cápita, y el alcance y maduración del
sistema educativo en cada país. Adicionalmente se considera
la etapa demográfica en que se encuentra cada país.
A estos efectos se incluye la tasa global de fecundidad, los
niveles de urbanización y la tasa de dependencia infantil
definida a partir del porcentaje que representa este segmento
de edad sobre la población económicamente activa.
Gruesamente estos indicadores permiten tipificar a los países
de la región e identificar diferentes grupos que presentan
diversas configuraciones de riesgo y oportunidades para sus niños.
América
Latina
atraviesa lo que se ha denominado la edad de oro o ventana de
oportunidades demográfica(1). Sin bien es posible afirmar
que hasta mediados del siglo XXI la región como un todo
mostrará las tasas de dependencia (combinando infancia y tercera edad) más
bajas de su historia y su futuro, como veremos a continuación
los países registran importantes diferencias en sus indicadores
demográficos y, en particular, en la forma y ritmo de
transformación de sus estructuras etareas (ver recuadro 1).
Por
su parte, en base a esfuerzos continuados en el área
educativa
algunos países han alcanzado niveles universales de alfabetización y de tasas
de matriculación primaria, así como avances significativos
en la matrícula de secundaria. En cambio, otros presentan
niveles universales en primaria, pero marginales en secundaria.
Un último grupo de países no ha logrado todavía
universalizar su educación primaria. Finalmente, el rango
de variación de la riqueza de los países latinoamericanos
es extremadamente amplio, abarcando desde los 7500 dólares
a menos de 500 dólares. La información sobre estas
tres dimensiones
económicas,
demográficas y educativas permite identificar gruesamente
tres grupos de países bien diferenciados.(ver Cuadro
2)
Cuadro 1
Riqueza, transición demográfica y logros educativos
Países
Riqueza Factores Demográficos Esfuerzo educativo pasado
y presente
PBI per capita Dependen-cia infantil 0-14 * % Pob. Urbana * Tasa
global de fecundi-dad Tasa de alfabetiza-ción Tasa neta
de matricula-ción primaria Tasa neta de matriculación
secundaria
Factores Demográficos Esfuerzo
educativo pasado y presente
Países
Chile
Argentina
Uruguay
C. Rica
Panamá
Colombia
Venezuela
Brasil
México
Perú
Dominicana
Ecuador
Paraguay
Honduras
Guatemala
Nicaragua
Salvador
Haití
Bolivia
|
Riqueza
PBI per
capita
5.106
7.467
5.952
3.638
3.264
2.254
2.976
4.228
4.574
2.645
1.862
1.406
1.607
691
1.548
471
1.737
s/d
960 |
Dependen-
cia infantil 0-14*
47.2
50.6
41.2
61.6
59.1
58.3
65.6
56.5
67.2
66.3
62.2
68.4
77.3
87.3
88.3
97.6
82.5
75.5
80.2 |
% Pob. Urbana
*
85.9
84.6
88.8
46.7
52.9
69.5
87.5
73.9
72.7
70.0
58.6
56.3
47.4
40.7
38.1
55.3
46.8
30.6
52.4 |
Tasa
global
de fecundi-
dad
2.4
2.6
2.4
2.8
2.6
2.9
3.0
2.3
2.8
3.0
2.8
3.1
4.2
4.3
4.9
4.4
3.2
4.4
4.4 |
Tasa de alfabetiza
-ción
95.2
96.5
97.5
95.1
91.4
90.9
92.0
84.0
90.1
89.2
82.8
90.6
92.8
70.7
66.6
63.4
77.0
45.8
83.6 |
Tasa
neta de matricula-
ción primaria
90.4
99.9
94.3
91.8
89.9
89.4
82.5
97.1
99.9
93.8
91.3
99.9
96.3
87.5
73.8
78.6
89.1
34.2
97.4 |
Tasa neta
de matriculación secundaria
85.2
76.9
83.8
55.8
71.3
76.4
48.9
65.9
66.1
83.9
78.5
50.9
61.1
36.0
34.9
50.5
36.4
19.4
40.0 |
* Año 1990
** 1995-2000 *** Dato recientemente definido como poco confiable
Fuentes: Elaborado por IPES en base a Magno de Carvalho, op.cit.;
UNDP, Human Development Report, Oxford University Press, New
York, 1999; CELADE/BID, Impacto de las tendencias demográficas
sobre los sectores sociales en América Latina, CELADE,
Santiago de Chile, 1996; CELADE/CEPAL, Boletín Demográfico
N° 62, América Latina: Proyecciones de Población,
1970-2050, CEPAL/CELADE, Santiago de Chile, 1998.
B.
Pobreza infantil en América Latina
Como anotáramos en el punto anterior, los países
de la región se diferencian en materia de riqueza, demografía
y desarrollo de las prestaciones
estatales. Dichas diferencias colocan desafíos también
disímiles a la hora de enfrentar los problemas de los
riesgos y vulnerabilidad de los niños, pasibles de traducirse
en pobreza
y exclusión social. En efecto, como puede observarse en
los gráficos siguientes, los estadios de desarrollo general
que alcanza cada una de las tres categorías de países
que quedan determinadas en el cuadro anterior están estrechamente
asociados con los niveles de pobreza generales, y específicos
por edades, que registran los países. Pero también
se puede apreciar, como un rasgo común a todos las sociedades
examinadas, que la pobreza infantil y adolescente resulta en
todos los casos superior a la pobreza en los otros tramos etáreos.
Gráfico
1
Fuente:
elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1999-2000, CEPAL, Santiago de Chile,
2000.
Gráfico
2
Fuente:
elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1999-2000, CEPAL, Santiago de Chile,
2000.
Gráfico
3
Fuente:
elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1999-2000, CEPAL, Santiago de Chile,
2000.
Paradojalmente,
y como se puede apreciar en el Gráfico 4, los países
que más han avanzado, tanto en la reducción de
la pobreza general como en la de los niños, son aquellos
en los que se manifiesta con mayor claridad la infantilización
de la pobreza.
Este resultado sugiere que a medida que los países se
desarrollan y reducen la gravedad de sus problemas sociales,
éstos tienden a concentrarse en las primeras etapas del
ciclo vital de las familias. Sin embargo, cuando se consideran
sólo los países de la región que han avanzado
más en la reducción de la pobreza general, se puede
observar que Chile y Costa Rica presentan desbalances generacionales
en desmedro de los niños que resultan más moderados
que los que registra Uruguay y, en menor medida, Argentina.
Esta constatación plantea interrogantes tanto sobre los
comportamientos demográficos diferenciales de las familias
pobres y no pobres, como acerca de las políticas que implementa
el estado para corregir el grado de exposición a riesgos
de distintos grupos etareos. Sobre este punto volveremos en el
próximo capítulo, a propósito de la naturaleza
que asumen estos problemas en Uruguay y sus posibles determinantes.
Gráfico
4 Fuente:
Elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1999-2000, CEPAL, Santiago de Chile,
2000.
Por
su parte la asociación antedicha entre estadio de desarrollo
y pobreza se confirma al considerar la relación entre
PBI per cápita y niveles de pobreza en los países
de la región. En efecto, y como cabría esperar
de acuerdo al indicador de pobreza utilizado (línea de pobreza por ingresos
per cápita de los hogares), su magnitud guarda una estrecha
relación con los niveles de riqueza (PBI per cápita) de los países(2). Es así
que, tal como se puede apreciar en el gráfico 5, la correlación
entre porcentaje de personas bajo la línea de pobreza y el PBI per
cápita de los países muestra un coeficiente de
determinación (r2) de 0,65, lo
que se corresponde con un coeficiente de correlación (r de Pearson) superior a
0,8 con signo negativo.
Grafico
5: Relación entre producto per cápita y magnitud
de la pobreza. (Países de América Latina, circa
1997 (PORQUE
DICE EN EL GRAFICO "INDIGENCIA"?. SACAR EL AÑO).FUENTE:
Elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1999-2000, CEPAL, Santiago de Chile,
2000; PNUD, Informe sobre desarrollo humano 2000, PNUD/Ediciones
Mundi Prensa, Madrid, 2000.
Sin duda esta robusta correlación negativa entre indicadores
de desarrollo económico y de pobreza da un fuerte fundamento
empírico a los argumentos que sostienen que el crecimiento
constituye la principal herramienta de combate a la pobreza.
Pero el Gráfico 5 también permite observar países
que, aunque presentan niveles similares de ingreso per cápita,
muestran significativas disparidades en la magnitud de la pobreza,
lo que seguramente refleja el impacto de la forma más
o menos equitativa con que cada sociedad distribuye el ingreso
nacional entre los hogares de distintos estratos.
Esta
mediación puede inferirse con mayor certeza al observar
en el Gráfico 6, no ya la relación entre riqueza
y pobreza
en un punto en el tiempo, sino la relación de la evolución
de estas dimensiones. Si la distribución de la riqueza
se realizara en forma promedial para cada hogar, la
relación entre crecimiento económico y evolución
de la pobreza
debiera ser casi perfecta. Como se observa en el gráfico,
ello no ocurre. Por el contrario, la correlación entre
evolución de la pobreza y crecimiento es más débil
aún que aquella registrada entre riqueza y pobreza en
un punto en el tiempo.
Grafico 6:
relación entre crecimiento del producto y reducción
de la pobreza. Países de América Latina, circa
1990 y1997
Fuente:
Elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1998, CEPAL, Santiago de Chile, 1998.
A los
efectos de nuestro interés, y del enfoque que procuramos
desarrollar en este documento, caben algunas precisiones. En
primer lugar, esta mediación, que en los modelos de análisis
tradicionales se capta mediante un coeficiente simple de distribución
del ingreso, esconde desigualdades que van mucho más allá
que el
mero ingreso monetario. Todos sabemos que la forma en que se
concentran los ingresos está asociada a pautas de estratificación
educativa,
a variaciones en los tipos de familia y a diferencias en la calidad
y cantidad de capital social que pueden movilizar las distintas
clases. En otras palabras, la composición de los activos
sociales de las familias, y el aprovechamiento que éstas
pueden hacer de la estructura de oportunidades, constituyen el
motor dinámico y real de la apropiación diferencial
de la riqueza medida por ingresos, y por ello, de los niveles
de pobreza que presenta cualquier sociedad.
En
segundo lugar, otro señalamiento relevante de las limitaciones
de este tipo de análisis apoyado en riqueza nacional y
distribución del ingreso, es que el mismo no se detiene
en la distribución diferencial de la riqueza por etapas
del ciclo vital de los individuos. A modo de ilustración:
la riqueza en un país puede aumentar, su distribución
por estratos mejorar y por ello la pobreza disminuir. Sin embargo,
todos esos cambios pueden haberse producido al mismo tiempo que
la distribución de la riqueza muestra un sesgo positivo
hacia los hogares con miembros de la tercera edad y negativo
hacia aquellos con niños. De hecho, esto es lo que parece
sugerir la comparación de los resultados de los gráficos
6 y 7, por cuanto la relación entre la variación
del producto entre 1990 y 1997 y la reducción de la pobreza
general es significativamente más fuerte (R2=0.42) que su relación
con la reducción de la pobreza infantil (R2=0.16).
Además, un análisis en la modalidad expuesta tampoco
informa acerca de la capacidad de las familias de transmitir
a los niños los niveles de bienestar alcanzados en el
hogar. En otras palabras, aún si la riqueza se distribuyera
en forma equitativa entre diferente tramos etáreos ello
meramente indica una distribución del ingresos pareja
para las diferentes generaciones. Ahora bien, resulta claro que
el niño no hace uso
directo de dicho ingreso. Por el contrario, esta riqueza, es
siempre traducida y mediada por la unidad familiar. La forma
y grado en en la cual este bienestar de los hogares se traduce
en educación,
nutrición y salud para los niños depende en
gran medida de la capacidad y eficiencia que poseen las unidades
familiares para transferir activos a sus niños.
Grafico
7: Relación entre el crecimiento del producto y la reducción
de la pobreza infantil. Países de América Latina,
circa 1990 y 1997.Fuente:
Elaborado por IPES en base a datos de CEPAL, Panorama Social
de América Latina 1998, CEPAL, Santiago de Chile, 1998.
En suma, las limitaciones de este tipo de análisis se
sintetizan en los siguientes puntos:
a. no capta la
estructura compleja de recursos que poseen las familias y que
les permite un aprovechamiento mayor o menor de los cambios que
se registran en las estructuras de oportunidades a que da lugar
el crecimiento económico..
b. no captura la distribución desigual de la riqueza y
de los otros activos relevantes desde un corte etareo o generacional
de la población
c. no ayuda a comprender la relación entre configuraciones
familiares de activos y situaciones de riesgo, la que está
mediada por la capacidad de las familias de transmitir activos
a sus hijos.
Para
enfrentar estos desafíos resulta necesario embarcarse
en la ambiciosa tarea de construir un sistema de indicadores
de tercera generación que procure captar, por un lado,
la exposición al riesgo de los niños teniendo en
cuenta las características de sus configuraciones familiares
y, por otro -en este caso con indicadores más tradicionales-,
los resultados de dicha exposición al riesgo en términos
de niveles de vulnerabilidad. Empecemos por lo segundo.
Recuadro
1
Lo que se ha
dado en llamar la "ventana de oportunidades demográfica"
refiere a aspectos que si bien no forman parte, en rigor, de
la estructura de oportunidades, contribuyen marcadamente a su
expansión y abren espacios fundamentales para incrementar
y mejorar la inversión social en la infancia. En primer
lugar la disminución de la carga demográfica en
la infancia sin un concomitante aumento de la misma en la tercera
edad, incrementa en términos absolutos y relativos el
número de personas capaces de generar riqueza, al tiempo
que disminuye la población que debe ser mantenida por
dicha riqueza. En términos más simples se amplia
el capital humano del país. Asimismo una baja tasa de
dependencia de la tercera edad permite y se asocia con niveles
de gasto social orientados a jubilaciones más modesto,
lo que libera una porción importante de este gasto para
ser utilizado en la infancia. Si además se produce un
descenso de los niveles de fecundidad y fertilidad ello disminuye
el número de niños e incrementa por tanto, sin
que deba aumentar el gasto social, el gasto real per cápita
que se destina a los niños. Existen sin embargo dos procesos
a los que se asiste en buena parte de los países de América
Latina, que estaría evidenciando un desaprovechamiento
de esta ventana de oportunidades. Por un lado, en la medida en
que disminuye la carga en infancia el gasto social se mueve marcadamente
desde la educación y la salud a las transferencias en
jubilaciones y pensiones, al punto en que en la mayor parte de
los países más avanzados en materia demográfica
de América Latina este gasto representa más del
setenta por ciento de todo el gasto social. Por otras parte en
muchos países que atraviesan esta ventana de oportunidades
los niveles de desgualdad por ingresos y entre generaciones es
tal, que al natural efecto del ciclo vital sobre los niveles
de pobreza se agrega un proceso de segmentación social
que concentra de manera desproporcionada la pobreza en la infancia
y contribuye a procesos de segmentación social y reproducción
intergeneracional de la pobreza. Ello contribuye a inhibir en
los sectores de menores ingresos una tendencia de la fecundidad
y fertilidad convergente con la de los otros sectores sociales.
En suma una estructura de oportunidades que se sesga hacia la
tercera edad y la segmentación de las pautas de fecundidad,
ayudan a entender una infantilización de la pobreza que
va más allá de los diferenciales propios del ciclo
vital de las familias.
|
RECUADRO 1
"Los niños son a menudo los más golpeados
por la pobreza. Ningún otro grupo de edad es tan vulnerable
a esta condición como la infancia. Más aún,
la pobreza les causa daños físicos y psicológicos
para toda la vida, de modo que es probable que la transmitan
a sus hijos, perpetuando el ciclo de reproducción de pobreza.
Es por ello que la reducción de este flagelo debe comenzar
por la infancia. Proveer servicios sociales básicos de
buena calidad a todos los niños es la clave que permite
crear en ellos las capacidades fundamentales para vivir dignamente.
Asegurar el acceso universal a un conjunto integrado de servicios
sociales básicos es una de las maneras más eficientes
y costo efectivas de contribuir a la reducción de la pobreza."
"Absorbing social
shocks, protecting children and reducing poverty. The roles of
basic social services" citado en Panorama social de América
Latina 1999-2000 |
Notas:
(1) Ver Duryea S. and Székely
M., Labor Markets in Latin America: A Supply-Side Story, IADB,
Washington DC, 1998. También, J. A. Magno de Carvalho,
"The Demographics of Poverty and Welfare in Latin America:
Challanges and Oportunities", en Tokman V. and O´Donnell
G., Poverty and Inequality in Latin America: Issues and Challanges,
University of Notre Dame Press, South Bend, 1998.
(2)
Aun cuando
sabemos que esta relación se encuentra mediada, entre
otros factores, por la forma en que se distribuye el producto
que genera cada una de las economías nacionales
|
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