Las mujeres en el
mundo del cómic -al igual que en el cine,
en
la literatura
y otras disciplinas- no abundan. Hay casos, por supuesto, pero
siempre quedan en minoría, y en los cómics probablemente se deba a que
tradicionalmente han sido consumidos por un público masculino
(adolescente y con mucho acné podría
ser el estereotipo). Pero las autoras de comic suelen alejarse bastante
de ciertos estereotipos, María Colino se mudó a
las antípodas de esos lugares comunes.
Cuando se
descubre que el destino de los hombres no está en sus manos,
que en las orgías del infierno no hay cabida para los caprichos
de un mortal, que la poesía es el refugio para una chica
que se siente diferente, y que la única solución
para el tipo más solitario del mundo es una caja de Valium;
todo eso significa que se ha leído Rabia Máxima,
una de las pocas cosas que ha llegado a Uruguay de la española
María Colino.
Desde su galería, "Fortuna, diosa del azar infausto",
vestida con tiras y máscara de cuero, presenta historias
fantásticas, y otras que no lo son tanto. Historias que
hablan del trágico e irónico destino de personajes
que, en el mundo real y en el de ficción, sufren los caprichos de la Diosa.
La historietista rehizo a la diosa romana, la adaptó a
un formato oscuro y nihilista, propio de los noventa, y la vistió
con un provocador humor negro. María Colino dibuja y escribe
las anécdotas que Fortuna les hace vivir a todos los mortales,
cuyas vidas "son su plastilina". Bizarros y caricaturescamente
deformes, los personajes corren en sus fantasías una suerte
que puede resultar terriblemente equiparable a la realidad.
En
"Papá quiere que trabaje", la muchacha quiere
escribir poesía, pero no se atreve a confesárselo
a sus padres. Su hermano Vicentito es el orgullo de la familia
y se ha graduado; llega Don Burguesez, el jefe de su padre, y
lo contrata por poco y nada. Durante una cena en donde todos
los parientes de la muchacha se transforman en electrodomésticos,
ella se oculta bajo la mesa queriendo escapar y encontrar otros
que tampoco "pasan por el aro". Finalmente su madre
la descubre mientras barre, reflexionando que le conseguirá
cita con el psiquiatra, mientas la muchacha la mira aterrorizada
desde su escondite.
En Solitude,
Vitorino acepta finalmente su soledad, pero se le aparece el espíritu
de la antigua dueña de la casa, tan solitaria como él;
inmediatamente
se enamoran
y, al correr hacia la cama, Vitorino descubre su propio cuerpo, inerte y con un
frasco de Valium en la mano.
Tétrico
por momentos, el mundo a través de los ojos de María
Colino se transparenta en sus personajes e historias, de una forma
tan imaginativa como pocas veces se ve en la historieta. El vuelo
poético y estético que se descubre al recorrer las
páginas se equilibra con lo agresivo de la imagen y de las anécdotas.
Esta autora ha entrado en el grupo (muy extenso) de artistas que han venido enriqueciendo
al comic.
Riqueza que, al igual que otros medios y artes, dependerá
siempre de las manos en las que caiga. Es decir que, con su aporte
y desde su óptica personal, ha colaborado en expandir un
poco más un género que, citando al guionista inglés Alan
Moore,
"está aún inexplorado".
Desde 1992, cuando publica Margarita para una editorial feminista, María
Colino se ha convertido en icono fundamental en
la cultura del feminismo combativo. Su posición al
respecto se ve claramente expresada en la historia Sucesos
del Peloponeso, en la que un escuadrón de centauros,
caen en una trampa puesta por amazonas, resultando así
castrados.
Virginia Wolf dijo que cuando una mujer se pone a escribir una novela, está
deseando constantemente alterar los valores establecidos, convertir
en serio lo que a un hombre le parece insignificante,
y en trivial lo que para un hombre es importante. La escritora
inglesa no se refería a la historieta, pero al igual
que María Colino, debió enfrentarse a un género
cuyas reglas son mayoritariamente dictadas por hombres, la inglesa
en su época, la española a fin de siglo. Los temas
que trata Colino no resultan triviales ni a ojos de los hombres ni mucho menos de mujeres, pero
sí es expresa su intención de cambiar los valores
establecidos, al menos dentro de la historieta. Quizás
tampoco lo principal esté en los temas, sino en la forma
en que los trata, desde lo visual hasta el humor ácido que
los impregna.
Nacida
en Madrid en 1971, María Colino, se licenció en
Bellas Artes en la Complutense de Madrid. Ha colaborado con infinitos
fanzines, tanto con humor gráfico como con historietas.
Además se autoeditó una serie de postales de humor
gráfico en torno a penes, y ha dibujado una serie de ilustraciones,
de temática sadomasoquista para tiendas gay.
El prólogo de Rabia Máxima afirma que la
conciencia libertaria y combativa de la Colino "la impulsa
a soltar por sus pinceles y rascadores todo tipo de locuras gráficas
como si de un grito o un vómito se tratara". Pero
para que sus ideas exploten sobre
la hoja en la forma que ella quiere, para que lleguen a todos
como si se pudiesen leer directamente en la hoja sin ser
explícitas, necesariamente María Colino se piensa
bastante las cosas.
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