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ISSN 1688-1672

 



RISA - FEMENINO - MASCULINO - HUMOR

Género y risa*

Carlos Rehermann

La historia les ha impedido a las mujeres hacer reír desde su sexualidad plena; cuando ríen, les impone la censura de no mostrar la boca, apertura metafórica; las silencia, porque una expresión directa de la corporeidad liberada sólo puede dar vergüenza

 

Con alarmante falta de humor, Henri Bergson intentó explicar la risa. Como esos científicos que para explicar el orgasmo hablan del color de la piel, la temperatura de las vísceras y la dilatación de las pupilas, Bergson describe unos mecanismos generales que resultan difíciles de reconocer para el que ríe y son inoperantes para el que no sabe reír.

Para Bergson, la risa surge de considerar inhumano lo humano, o viceversa. Por eso el payaso, torpe y con tendencia a perder la verticalidad, provoca risa: pierde la dignidad y la esbeltez propia de esta especie superior. O un animal que se comporta como un ser humano, que da risa a causa de su vano intento de parecerse a esta especie superior.

Uno de los problemas del humor es su masculinidad obsesiva. Parece que las mujeres tuvieran prohibido provocar la risa. Difícilmente se encuentre una mujer atractiva ejerciendo el humor; cuando una actriz hace chistes, generalmente adopta una autocaricatura, una disposición payasesca, una negación de su atractivo sexual.

¿Alguien puede sentirse atraído por Whoopi Goldberg? Los grandes cómicos del cine fueron varones, y hasta Los Simpson dejan a las mujeres en un rol de racionalidad, sentido común y falta de humor.

Muchas mujeres adoptan una curiosa actitud corporal cuando se ríen: se tapan la boca con la mano, gesto absolutamente ausente en los varones. En las plateas de los teatros y los cines, las voces dominantes en las carcajadas generales suelen ser las masculinas. Siempre hay un vozarrón que se desprende de la masa sonora para hacer un solo carcajeante. ¿Por qué no hay carcajadas sopranos?

La risa se expresa corporalmente con mayor energía que el llanto: el cuerpo se sacude, la boca se abre, el vientre se contrae en espasmos involuntarios, a veces con una violencia que puede provocar una micción. "Me cagué de la risa" es una declaración tremenda, imposible de asociar con sentimientos de tristeza. Semejante liberación de un esfínter, por más que sea metafórica, está adjudicando una corporeidad a la risa que no tienen otras expresiones de las emociones.

Lo masculino, tradicionalmente, arquetípicamente, es vertical: no habla del falo, como superficialmente puede interpretarse, sino de conexión con lo divino, con lo supraterrenal, con las potencias del espíritu. Lo femenino se representa horizontal, pero sin hacer alusión a posturas del cuerpo, sino a la tierra, madre de la vida, lecho nutricio para la simiente. Madre y materia son palabras de un mismo origen. Lo femenino material, entonces, se opone a lo masculino espiritual. La filosofía, mayoritariamente fabricada por varones, dio siempre mayor importancia a lo espiritual que a lo material.

La risa, con su carácter fuertemente corporal, es típicamente una expresión de la materia en acción. De ahí su ausencia en los discursos filosóficos, dedicados sobre todo a la verticalidad espiritual varonil. Y justamente a las mujeres se les ha impuesto, desde esa mirada superior, la prohibición de ejercer lo que correspondería, siempre según esa mirada que separa la materia del espíritu, a su naturaleza horizontal.

Así, la historia les ha impedido hacer reír desde su sexualidad plena; cuando ríen, les impone la censura de no mostrar la boca, apertura metafórica; las silencia, porque una expresión directa de la corporeidad liberada sólo puede dar vergüenza. De acuerdo con Bergson, en realidad lo que se está produciendo es un terror masculino a la pérdida de la vertical que lo simboliza, un miedo a la risa.

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* Publicado originalmente en Insomnia Nº 92

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