El lavado de dinero es considerado como
una de las principales fuentes de ingreso de los grupos terroristas
en todo el mundo. Para los gobiernos de los países del
Sur, el lavado de dinero, constituye una de las pocas maneras
de atraer el capital que necesitan desesperadamente.
Una de las formas de corrupción que ha ampliado su incidencia
en el mundo de hoy es el lavado de dinero.
Muchas países en desarrollo
ven en él una fuente de ingresos alternativa a las ineficientes
políticas financieras
impuestas por los organismos
internacionales y han debido abrir las puertas a estos capitales
"golondrina" buscando frenar la depresión de
sus economías.
Ahora, los mismos que indirectamente crearon esa necesidad, exigen
la aplicación de mayores controles (dentro,
eso sí, de un modelo
cada vez más liberal y privatizado). Estados
Unidos, insistiendo en que el lavado de dinero
es el sostén económico del terrorismo
(único tema que parece
realmente preocuparlo),
aprovecha para buscar apoyo internacional y unificar los criterios
de lucha en su contra.
El lavado de dinero
(también llamado blanqueo) puede definirse como un proceso
por el cual las ganancias o los bienes provenientes de actividades
ilícitas, denominados "dinero sucio", se vuelcan
a la economía legal transformándose, así,
en "dinero limpio". El lavador (una
persona o una organización)
debe crear una explicación convincente que justifique
el manejo de grandes capitales,
para evitar que su real origen sea detectado. Este borrado de
la "trazabilidad" (posibilidad
de ser rastreado)
de los fondos puede lograrse mediante la conversión del
efectivo en bienes materiales, o transfiriéndolo a lugares
más seguros.
La operación
se realiza a través de empresas financieras (corredores de bolsa o de productos,
bancos, casas de cambio) o
comerciales (casinos, compañías
de seguros, agencias de viajes, automotoras, inmobiliarias). Se destacan, en ese sentido
las casas de cambio en EEUU y América
Latina, que constituyen verdaderos sistemas bancarios paralelos.
Los pasos hacia
un blanqueo exitoso
Generalmente, el proceso
de lavado de dinero consta de tres etapas:
La Colocación
o Entrada,
donde el efectivo se introduce en el sistema legal, normalmente
utilizando depósitos en cuentas bancarias. El 80% de los
fondos que provienen del tráfico de drogas
en EEUU ingresan a través de
ellas al mundo financiero, según, afirma Mateo Bermejo,
de la Organización de Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE).
La Estratificación
o Ensombrecimiento
es la etapa en que se diluye el origen ilícito mediante
un gran número de transacciones financieras. De este modo,
la conexión del capital con los delincuentes es muy difícil
(cuando no imposible) de encontrar.
La Integración, última etapa del lavado,
es el momento en que se crea la justificación legal para
los abundantes réditos.
Algunas de las muchísimas
técnicas usadas en el blanqueo son:
a) Subdividir el monto total
en sumas más pequeñas, de modo que no llamen la
atención, para que sean manejadas por personas o empresas
independientes.
b) Depositar en bancos donde los funcionarios suelen "olvidar"
o "equivocar" el registros de los datos requeridos
en la operación.
c) Sacar el efectivo a través de las fronteras (contrabando
de divisas).
d) Volcar los fondos a un negocio preexistente que sirva como
"compañía de fachada" o máscara
bajo la cual actuar.
e) Crear empresas portafolio o nominales. Estas pueden ser compañías
constituídas que no funcionan en el mercado
hasta que se las necesita ("shell company"), o autorizadas
por el estado a un apoderado
o agente, que las mantiene sin constitución social, hasta
la aparición del cliente ("shelf company").
Los perjuicios que estas actividades ocasionan sobre la economía
son variados. Entre los que se citan en el informe del Departamento
de Estado de EEUU de 2001 están: la competencia desleal,
con precios por debajo de los costos, la ausencia de aportes
por el ingreso (ilegal) del dinero, las quiebras bancarias
ante la desaparición repentina de capitales y la formación
de monopolios sobre ciertos sectores del mercado que terminan
distorsionándolo.
OFC: las andanzas
del dinero volador en los paraísos fiscales.
En los últimos
30 años, los Offshore Financial Centers (OFC)
pasaron a representar el componente mayor del sistema
financiero de las zonas en desarrollo y han facilitado la
tarea a los lavadores de dinero, al ofrecerles servicios ideales
para sus actividades. "Offshore" es cualquier centro
financiero que tenga actividades en el extranjero, tomando (en forma de depósitos, fondos
de ahorro colectivo, etc) dinero
de no residentes y prestándolo a otros no residentes.
Estas plazas financieras
pueden dividirse en categorías (que
van desde los grandes y muy regulados mercados internacionales
como New York, Londres
o Tokio, hasta los mínimos paraísos fiscales del
tipo Islas Caimán, Panamá o Bahamas). A los primeros se los conoce
como Internacional Financial Centers (IFC) y a los últimos como
Offshore Financial Centers (OFC).
En ambos, la función
básica es la de volcar grandes sumas provenientes de depósitos
variados a inversionistas en el extranjero, manteniendo (en el caso de los OFC propiamente dichos) estricta reserva informativa
en ambos extremos de la cadena. Estos últimos, ubicados
en plazas con controles estatales mínimos o inexistentes,
con muy bajos impuestos y donde los funcionarios son fácilmente
curruptibles, constituyen un instrumento invaluable para el manejo
de fondos turbios.
Según la Suisse
Capital, empresa que brinda variados y completos servicios
en la materia, los centros existen como consecuencia de las diferencias
de impuestos y tasas que se aplican a los contribuyentes en las
distintas partes del mundo. El explosivo crecimiento de esta
forma de manejo de capitales activó la alarma de los países
que, poseyendo estrictas normas regulatorias, veían decolar
sus fondos hacia lugares más cálidos. Por ello,
Foros Mundiales y Organizaciones Internacionales, en particular
la OCDE, junto a los países más afectados han estrechado
filas para intentar un cierto control sobre los offshore
El encanto de los
capitales viajeros
Mientras la lucha por
la desregulación de las economías pequeñas
continúa, impulsada por los grandes
centros de decisión mundial, el nuevo modelo comienza
a mostrar algunas fisuras.
Cuentas equilibradas
solía ser, hasta hace poco, la primera exigencia a la
hora de otorgar dineros frescos. Sin embargo, el efecto "puerta
giratoria" (que permite
la entrada de dinero a los países y su inmediato regreso
a los prestamistas para amortizar la deuda) es una de las razones que imposibilita
el pretendido equilibrio. J. Stiglitz, ex director del Banco
Mundial (BM) declara, en ese sentido, que
se han sobreestimado los beneficios y subestimado los costos
de las políticas de privatizaciones.
Otros analistas, más categóricos aún, sostienen
que ellas han generalizado la corrupción y son una bomba
de succión de riquezas del Sur hacia el Norte.
En 1999 el BM admite
que la liberalización de la economía, puede abrir
nuevas vías a la corrupción, entre otras razones,
por el menor control de los gobiernos locales. La "historia
de horror en Asia Oriental" (según
expresiones de Jean Michel Severino, presidente del BM) debido a la corrupción,
o el debilitamiento de la democracia
y los golpes de estado instigados desde el exterior (caso Venezuela), son el resultado de recetas predicadas
para otros pero no aplicadas por los predicadores.
En esta realidad es
que algunos países, buscando capitales rápidos,
optan por el camino (menos
prestigioso pero más fácil) de convertirse en "plazas financieras
atractivas". Para ello, bajan los controles, las tasas de
interés e intentan mejorar el nivel de prestaciones, privatizando o tercerizando
los servicios; creando, en suma, las condiciones ideales para
los blanqueadores de capital que acuden rápidamente al
llamado. El resultado es, en muchos casos, la pérdida
total del control de sus economías, la corrupción
generalizada, los escándalos financieros y la fuga de
sus escasas riquezas.
Los capitales, que
están "de paso", súbitamente se retiran
de los pequeños mercados provocando quiebras
de bancos, cierre de industrias y fallas en las cadenas de pago.
Los esfuerzos por retornar al sistema
financiero anterior se vuelven, prácticamente, inútiles.
Ya no basta con prometer equilibrios fiscales. Ahora, teniendo
"antecedentes", las exigencias de los que prestan son
otras. Así como también las necesidades de los
que piden.
El Sistema de Defensa
Anti-lavado
El Financial Action
Task Force (FATF), un cuerpo internacional independiente
cuya secretaría tiene sede en la OCDE. está formado
por 31 miembros (29 países
más la Comisión Europea y el Concejo
de Cooperación del Golfo),
se creó en 1989 con el fin de proteger el sistema financiero,
evitando su uso para el blanqueo de dineros provenientes de delitos
tales como: tráfico de drogas
y armas, prostitución infantil, crímenes fiscales,
etc. Desde que George W.
Bush asumió la 0presidencia de EEUU, se agregó
a sus funciones la de abocarse en forma especial (y casi exclusiva) a la búsqueda de fondos que pudieran
financiar acciones terroristas.
Con el agregado de
ocho Recomendaciones Especiales a las 40 ya existentes sobre
lavado de dinero, el FATF pretende levantar un escudo seguro
que mantenga a raya al terrorismo
internacional, cortando lo que se considera su principal apoyo
financiero. En la 2ª de estas recomendaciones especiales
dice que: "Cada país debe considerar al terrorismo
y su financiamiento como delitos "predicativos" del
blanqueo de capitales, y apoya en estos enunciados una singular
campaña de persecución de tipo policial sobre las
finanzas internacionales".
El FATF alienta a todos
los países y jurisdicciones a seguir su ejemplo y cumplir
especialmente estas disposiciones. Para ello acordó con
las Naciones Unidas, Fondo Monetario
Internacional, el BM, el recientemente creado Grupo
de Acción contra el Terrorismo
y otros "donantes", dar prioridad en asistencia crediticia
a los países, según el grado de ejecución
y cumplimiento de la normativa.
Desde octubre de 2002 realizan evaluaciones en común,
dividiendo a los países ya examinados en tres grandes
grupos o categorías:
I- Cooperadores:
que llegan a los estándares internacionales de control
y fiscalización (ej.
Suiza, Luxemburgo, Singapur, etc.).
II- Algo cooperadores: que se esfuerzan pero aún
no alcanzan dichos estándares (Barbados,
Bermuda, Mónaco, entre otros).
III- Poco cooperadores: constituyen una lista, actualizable,
de 15 países con poco o ningún acercamiento a los
estándares internacionales. (Hoy,
Anguila, Islas Caimán, y Bahamas son algunos de los así
catalogados).
En estos últimos
se centra la acción de esta suerte de "policía
financiera internacional". El FATF trabaja a pleno, concienciando
a los países sobre los peligros que acarrea el lavado
de dinero, aumentando sus controles, la lista de normas de lucha
y la de países en la mira.
Estados
Unidos, mediante
informes del Departamento de Estado (como
el titulado "Las consecuencias del lavado de dinero y el
crimen financiero" escrito por John McDowell y Gary Novis) o de las embajadas (como los que aparecen en la página
de la Embajada de Colombia, en el link "Temas de interés
bilateral - Lavado de dinero") sigue
presionando para que el combate al blanqueo de capitales sea
un tema de la "comunidad internacional" toda.
*Publicado
en La
Guía del Mundo
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