A mi padre, que también lo supo y nunca dejó de
ocultarlo.
Juan Carlos Onetti nació el 1 de julio de 1909 en
Montevideo, Uruguay. "Yo fui un niño conversador,
lector y organizador de guerrillas a pedradas entre mi barrio
y otros. Recuerdo que mis padres estaban enamorados. Él
era un caballero y ella una dama esclavista del sur de Brasil".
Su
relación con la literatura se iniciaría tempranamente:
"Yo me hacía la rabona... y me encerraba en el
museo Pedagógico que tenia una iluminación pésima.
Y me tragué todas las obras de Julio Verne... Claro, mi
familia creía que yo estaba en la escuela o en Liceo."
No tardó en intentar él mismo escribir: "Por
lo que recuerdo fue a los trece o catorce años, a raíz
de un ataque de Knut Hamsun que me dio". A los 19 años
funda una revista, La tijera de Colón, en Villa
Colón, ciudad cercana a Montevideo. La revista, que editaba
en colaboración con dos amigos, tuvo siete números,
desde marzo de 1928 hasta febrero de 1929, y contó con
cinco narraciones "reconocidas" por el mismo Onetti
como propias: "La derrota de don Juan", "Crónica
de unos amores románticos", "David el platónico",
"Una tragedia de amor" y "El hombre del tren".
Ese mismo año (1929), desiste de viajar a la Unión
Soviética para atestiguar cómo se construía
el socialismo. La razón: su primera y única entrevista
con el embajador de dicho país.
Buenos
Aires-Montevideo: es tiempo de abrazar
En
1930 contrae matrimonio con una prima hermana, María Amelia
Onetti, y decide probar suerte en Buenos Aires. En ésa,
su primera etapa bonaerense, intenta (con nulo éxito) vender máquinas de
escribir Víctor. Lo ayuda entonces Conrado Nalé
Roxlo ofreciéndole trabajo como cronista cinematográfico
de Crítica.
En 1931 nace su primer hijo, Jorge. Al año siguiente comenzó
la génesis de su primer y ya reconocida novela. "En
aquel tiempo fue cuando comencé a escribir. Trabajaba en
una oficina ubicada en un sótano. [...] La verdad es que
el tabaco fue la causa de todo. Habían prohibido la venta
de cigarrillos los sábados y domingos. Todo el mundo hacia
su acopio los viernes. Un viernes me olvidé. Entonces la
desesperación de no tener tabaco se tradujo en un cuento
de 32 páginas, que escribí ante la maquina de un
tirón. Fue la primera versión de El
pozo".
En 1932 participa del concurso de relatos organizado por La
Prensa con "Avenida-de-Mayo-Diagonal-Avenida-de-Mayo",
que será seleccionado como uno de los diez mejores presentados
al certamen. Onetti diría refiriéndose a él:
"James Joyce a pesar de que todavía no habia descubierto
el monologo interior".
En 1934 se produce su encuentro con Roberto Arlt, narrado años
después por el propio Onetti en su prólogo a una
edición italiana de Los Siete Locos: "En
aquel tiempo, yo padecía en Montevideo una soltería
o viudez en parte involuntaria. Habia vuelto de mi primera excursión
a Buenos Aires fracasado y pobre. Pero esto no importaba en exceso
porque yo tenia 25 años, era austero y casto por amor,
y sobre todo, porque estaba escribiendo una novela "genial"
que bauticé Tiempo de Abrazar y que nunca llegó
a publicarse, tal vez por mala, acaso, simplemente, porque la
perdí en alguna mudanza. [...] Harto de castidad, nostalgia
y planes para asesinar a un dictador, busqué refugio por
tres días de Semana Santa en casa de Italo Kostia. Me quede
tres años [...] "
La entrevista con Arlt fue inolvidable: "Me estuvo mirando,
quieto, hasta colocarme en alguno de sus caprichosos casilleros
personales. Comprendí que resultaría inútil,
molesto, posiblemente ofensivo hablar de admiraciones y respetos
a un hombre que siempre estaría en otra cosa [...] Arlt
abrió el manuscrito con pereza y leyó fragmentos
de páginas, salteando cinco, salteando diez. De esa manera
la lectura fue muy rápida. Yo pensaba: demoré un
año en escribirla. Sólo sentía asombro,
la sensación absurda de que la escena hubiera sido planeada.
[...] Finalmente Arlt dejó el manuscrito: [...] si estás
seguro de que no publiqué ningún libro este año,
lo que acabo de leer es la mejor novela que se escribió
en Buenos Aires este año."
Sin embargo la novela nunca llegó a publicarse íntegramente;
sólo apareció un fragmento llamado La total
liberación en el diario Crítica. Ese
mismo año, Onetti contrae matrimonio con María
Julia Onetti, hermana de su ex-esposa.
Poco tiempo después logró publicar un cuento en
la prestigiosa sección literaria del diario La Nación,
dirigida por Eduardo Mallea: "El obstáculo"
(6 de octubre
de 1935).
Al año siguiente publica en el mismo diario "El posible
Baldi" (20
de septiembre de 1936) y escribe un extenso relato, proyecto
de novela que nunca publicará: "Los niños
del bosque".
En estos primeros tres cuentos de madurez ("Avenida de mayo"/"El
obstáculo"/"El posible Baldi"), ya están
los registros de toda la ulterior obra onettiana, cada vez mas
compleja en su composición, pero siempre fiel a la persona
que los va realizando.
Marcha: ¿hay una literatura uruguaya?
"¿De
Marcha que querés que te cuente ahora? Que para sacar
el primer número me pase 48 horas parado en el taller
[...] Quijano va a pensar que digo esto quejándome."
J. C. Onetti
En
1939 se funda en Montevideo el semanario Marcha y Onetti
es invitado por su director, Carlos Quijano, a ocupar la secretaría
de redacción; puesto que luego fue ampliado gracias a
la iniciativa del propio Quijano: "a quien se le ocurrió,
haciendo numeritos, que yo destinara el tiempo de holganza a
pergeñar una columna de alacraneo literario, nacionalista
y antiimperialista claro. Recuerdo haberle dicho, como tímida
excusa, desconocer la existencia de una literatura nacional [...]".
Así nació Periquito, el Aguador [seudónimo utilizado por Onetti
en sus criticas]"
Desde su columna, proclamó la necesidad de renovación
de la cultura uruguaya en general y de la literatura en particular,
a través del lenguaje y de la búsqueda de nuevos
temas. "Hay un solo camino. El que hubo siempre. Que
el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire
dentro suyo. Que comprenda que no tenemos huellas para seguir,
que el camino habrá que hacérselo cada uno, tenaz
y alegremente [...] en definitiva, lo que necesita la cultura
rioplatense. Una voz que diga simplemente quiénes y qué
somos."
Paralelamente a su tarea critica, deberá realizar esfuerzos
extraordinarios para completar los números semanales y
así cumplir con los lectores: "Yo era secretario
de redacción. No tenía mas remedio que terminar
tal día. Los jueves malditos tenía que estar Marcha
lista. Entonces lo que no habia yo lo ponía, a veces con
discrepancias de Quijano que me decía <<Pero, ¿y
esto?, ¡¿que es esto?!>>, son fragmentos de
la novela tal de Johny Dolter, o cosas así. Qué
iba a decir. Cayó en mis manos, lo leí, me gustó
mucho. No le iba a decir a Quijano que lo había inventado
yo."
A pesar de todo su trabajo, ese año apareció su
primera novela, El Pozo (diciembre
1939),
nacida del relato de 1933 y publicada por Editorial Signo, propiedad
de dos de sus amigos. La edición de 500 ejemplares tardó
20 años en agotarse, pero significó para Onetti
el primer reconocimiento literario, por sus innovaciones formales,
dentro del círculo cultural rioplatense.
La novela tiene como protagonista a uno de los clásicos
antihéroes onettianos quien,
"agotado por la toma de conciencia del envilecimiento
de la existencia humana y la futilidad de toda tentativa de comunicación",
es conducido a desplazarse "desde la realidad a la ficción";
así Eladio Linacero (el
protagonista) realiza
un viaje iniciático
hacia el interior de sí mismo a través del acto
de escritura:
"hacer algo distinto. Algo mejor que las cosas que me
sucedieron. Me gustaría escribir la historia de una alma,
ella sola, sin los sucesos en los que tuvo que mezclarse."
En este intento de liberación escribe un sueño
("el
sueño de la cabaña de troncos"), situado en Canadá
y compuesto de fragmentos literarios y estereotipos, donde intenta
fundar otra realidad que le permita escapar del tedio.
Los niveles de lectura son varios y se entrecruzan: en
un plano superficial es la breve historia de un hombre frustrado
en todos los órdenes de la vida; en un segundo plano entran
en juego los personajes y sus relaciones, el medio ambiente y
el porqué de las acciones; en el ultimo plano podemos ver
una serie de reacciones psicoanalíticas: evasión,
justificación, masoquismo.
Esta obra se encuentra muy ligada a lo escrito anteriormente
por Onetti: así los protagonistas de "Avenida-de-Mayo",
"El obstáculo" y "El posible Baldi"
son soñadores que también van a encontrar, al final
de su sueño, la frustración en un mundo absurdo.
Lo mismo que ocurre con Julio Jasón, protagonista de Tiempo
de Abrazar y obvia referencia al mito de los argonautas y
su viaje iniciático.
Buenos Aires, hora cero: 1941-1955
En
1941 realiza su segundo viaje a Buenos Aires, donde permanecerá
un largo período, colaborando en los suplementos literarios
de La Nación, Vea y lea y otros medios.
Así La Nación publicará su famoso
cuento "Un sueño realizado", sobre el que Onetti
opinaría: "Un sueño realizado nació
de un sueño: vi a la mujer en la vereda, esperando el
paso de un coche, supe que también ella estaba soñando".
Sin embargo lo más importante de ese año fue quedar
finalista del premio Rinehart and Farrar para la mejor novela
inédita de Hispanoamérica con Tiempo de abrazar
que, aunque no pudo participar (debía
elegirse una novela por país y quedó seleccionada
Yvaris de Diego Nollare), logró una importante acogida
en el jurado. Tanto que uno ellos, Mario Magallanes, declaró:
"Creo que Tiempo de abrazar será un gran
éxito el día que se publique y dará lugar
a juicios apasionados".
Lamentablemente, Marcha sólo llegaría a
publicar algunos fragmentos de la novela, antes de su pérdida
y posterior recuperación casi veinte años después,
cuando se publicara incompleta como parte de una recopilación
de cuentos.
Ese mismo año aparecería su segunda novela. "En
medio de la barahúnda que era el diario en ese entonces,
robé el tiempo para escribir una novela, Tierra de
nadie (1941) [...] como de costumbre me dieron el segundo
premio. Lo cual no me dolió porque yo ya estaba acostumbrado
a no ser nunca el primero".
El propio autor pondría
una advertencia a la novela, hablando de los personajes y sus
motivaciones: "un grupo de gentes, que aunque puedan parecer
exóticas en Buenos Aires son, en realidad, representativas
de una generación: una generación que, a mi juicio,
reproduce, veinte años después, la Europa de la
post-guerra. Los viejos valores morales fueron abandonados por
ella y todavía no han aparecidos otros que puedan sustituirlos".
Como John Dos Passos y su Manhattan Transfer, Onetti quiso
capturar el pulso multiforme y variado de Buenos Aires, basándose
en las divagaciones de un grupo de marginados cuyo único
deseo es huir de esa ciudad gastada y sucia que ya no los atrae.
Su única posibilidad de escape es una isla polinesia,
Faruru, producto de un confuso litigio, porque se trata del "único
sitio en que se puede no hacer nada sin hacerle mal a nadie y
sin que nadie se interese". Lamentablemente, la realidad
termina imponiéndose a los sueños (como en otras narraciones
onettianas) y
uno de los personajes, Aranzuru, reconocerá que "ya
no había isla para dormir en toda la vieja tierra".
Su tercera novela, Para esta noche (1942), narra la persecución
de un hombre y una niña en una ciudad ambigua y tenebrosa;
está basada en un hecho real, narrado a Onetti por dos
anarquistas que habían logrado escapar a duras penas de
la España franquista. "Había empezado a
escribir la novela como una cosas fantástica en la que
no habia ni principio ni fin deliberados. Las diversas entrevistas
me hicieron cambiar totalmente mi intención inicial. Llegué
a ver realmente personajes y situaciones. Me vi a mí mismo
intentando huir de una ciudad bombardeada...". Como en
Tierra de Nadie, años después, Onetti agregaría
una nota aclarando: "Este libro se escribió por
necesidad de participar en dolores, angustias y heroísmos ajenos".
De 1944 a 1950 la ficción onettiana se volcaría
al cuento, formato en el cual lograría alguno de sus mejores
textos: "Bienvenido, Bob" (La Nación, 1944), "9 de
Julio"
(Marcha, 1945),
"Esbjerg, en la costa" (La Nación, 1946) y "La
casa en la arena"
(La Nación, 1949).
En esos mismos años, entre tantas otras tareas, Onetti
había entrevistado al joven General Perón (1944)
y se había casado por tercera vez, en esta oportunidad
con Elizabeth Pekelharing. Sin embargo, ya estaba en otra cosa,
más allá de la orilla, al otro lado, lejos, en
una ciudad que comenzaba a crecer y atraerlo, sobre el río
barrroso que su mente intuía: se acercaba la ya mítica
Santa María.
25%
Buenos Aires, 75% Montevideo= Santa María
"Mucho
más que Buenos Aires está presente Montevideo. Por eso fabriqué
a Santa María: fruto de la nostalgia de mi ciudad."
J. C. Onetti
En
1950 funda con su novela La vida breve la ficticia ciudad
de Santa María, donde transcurrirán algunas de
sus mejores obras. El protagonista principal de la novela es
Juan María Brausen, quien, descontento con su realidad,
crea otra, (en
el inicio un escenario donde ubicar un argumento de cine que
debe escribir)
y termina metiéndose en ella como un dios. (En la novela ya aparece
uno de los personajes emblemáticos de la saga, Díaz
Grey, que tendrá una participación preponderante
en las siguientes novelas). "En primer lugar, en todo el
comienzo de la novela, Brausen hace algo muy corriente: se imagina
en otra vida. [...] Brausen simplemente se imagina a Santa María,
cuando descubre que es un mundo posible, ya puede entrar [...]
Eso le pasa a un hombre desgraciado como Brausen, hasta que descubre
su poder y lo usa para él mismo en su mundo imaginario".
La novela fue muy bien recibida y Onetti la señalaba como
su mejor título, aunque tiempo después agregaría
algunas razones extras sobre la creación de Santa María,
mas allá de lo estrictamente literario: "podría
intentar explicar, sin estar seguro de decir la verdad, que surgió
justamente cuando por el gobierno peronista yo no podía
venir a Montevideo". Un cuento de esa época muestra
su conflictiva relación con el régimen gobernante,
cuya máxima figura, Eva Perón (muerta en 1951),
seria atacada por otros escritores de prestigio como J.
L. Borges,
Julio
Cortázar
o Ezequiel Martínez Estrada.
El relato sobre Evita, "Ella" (1953), apareció
recién cuatro décadas más tarde. Allí
Onetti teñía el cadáver de verde y lo hacia
desaparecer en un fulgor siniestro. "Ahora esperaban
que la pudrición creciera, que alguna mosca verde, a pesar
de la estación, bajara para descansar en los labios abiertos".
En 1951 nace su hija Isabel María y aparece su primera
recopilación de relatos prologada por Mario
Benedetti.
Por esos años se relacionaría con la revista Sur,
dirigida por Victoria Ocampo. Algo extraño si tenemos en
cuenta la devoción del escritor por Roberto Arlt,
personaje marginado de un grupo que prefería en líneas
generales una estética más cercana a lo aristocrático
y gustos por literaturas de vanguardias europeas. A pesar de ello,
Onetti publicaría en Sur su cuento "El álbum"
(1953) y bajo la editorial del mismo nombre aparecería
ese mismo año su novela corta Los adioses. Muchos
años antes había descubierto en un número
de la revista al escritor que definiría como Padre y Maestro
mágico, William
Faulkner
"Una tarde, al salir de la oficina donde trabajaba pasé
por una librería y compré el último número
de Sur [...] Recuerdo que abrí el ejemplar en la calle,
encontré por primera vez en mi vida el nombre de William
Faulkner [...] Comencé a leerlo y seguí caminando,
fuera del mundo de peatones y automóviles, hasta que decidí
meterme en un café para terminar el cuento, felizmente
olvidado de quienes me estaban esperando [...] Lo que más
me deslumbró y me unió en aquel primer encuentro
con su genio fue aquella manera de largarse [...] él solo,
seguro de que nadie podía acompañarlo o que no tenían
lo necesario para enfrentar un fracaso idiomático".
Escribir
en Montevideo: historia de un amor imposible
"Cambiaba
de editorial en cada obra para repartir mejor las pérdidas."
J. C. Onetti
En
1955 regresa a Montevideo, donde comienza a colaborar con el
diario Acción. En noviembre de ese año se
casa por cuarta vez, en esta ocasión con Dorotea Mur.
En 1957 publica su famoso relato "El infierno tan temido".
"'El infierno2 tan temido ocurrió, realmente,
en Montevideo. La anécdota me fue contada por Luis Batlle
Berres, a quien continué queriendo y admirando"
En la editorial de Marcha publica Una tumba sin nombre
(1959), novela luego rebautizada por Onetti como Para
una tumba sin nombre (1967). Al año siguiente aparece
La cara de la desgracia. También en 1960 participa
del concurso organizado por la revista Life en español
con "Jacob y el otro", que recibiría una mención
y sería publicado en la colección recopilatoria
encabezada por la obra ganadora: Ceremonia Secreta de
Marco Denevi.
Sobre su participación en tantos concursos donde generalmente
sólo lograba menciones o segundos puestos debido a su
temática y estilo alejados de modas, Onetti comentaría
su necesidad de un desahogo económico que ningún
premio latinoamericano daba: "Al hablar de éxitos
literarios me atrevo a decir que los mayores en España
son los premiados con más dinero... En Francia se disputa
generalmente el premio fundado por los hermanos Goncourt [...]
este premio consagra a su autor como un nuevo rico".
Durante esa etapa en Montevideo, Onetti era un escritor reconocido pero
no popular, a cuyas obras les costaba encontrar una editorial
que se arriesgara a publicarlo... sin embargo su momento se acercaba:
se estaba gestando el boom que lo alzaría mas allá
de sus sueños mas osados de reconocimiento.
Un
hombre fuera de foco encuentra su luz
"Ya
ningún crítico cuestiona el hecho de que usted
es uno de los tres o cuatro novelistas mayores de América
Latina.
-Siempre dije que los críticos son la muerte: a veces
demoran, pero siempre llegan."
Onetti en el tiempo del cometa.
Durante
los años 60 se produjo el redescubrimiento y lanzamiento
de la literatura latinoamericana mediante un fenómeno denominado
"Boom" que tuvo en primera plana a Julio Cortázar
(con Rayuela), Mario Vargas Llosa (La ciudad y
los perros, La casa verde, Conversación en
la Catedral), Ernesto Sábato (Sobre héroes y
tumbas) y Gabriel García Márquez (Cien años
de soledad). Este movimiento, acusado de comercial y (supuestamente) fomentado por la
editorial Seix Barral, puso al alcance del gran público
a un importante número de autores que permanecían
en el destierro literario y con ventas muy cercanas a cero en
sus países, entre ellos Juan Carlos Onetti quien, nombrado
una y otra vez por los principales autores del Boom, fue de pronto
cegado por el brillo de las cámaras y los reconocimientos.
Pero no todo se debía a las declaraciones entusiastas
de sus admiradores, durante esos años Onetti habia publicado
dos de sus mejores novelas, medulares en el universo de Santa
María.
Estas dos novelas eran El Astillero (1961) y Juntacadáveres (1964). Publicadas en un orden cronológico
inverso al pensado, describen a su personaje mas carismático
(y querido): el macró Larsen. "Yo estaba escribiendo
Juntacadáveres y la llevaba más o menos
mediada, cuando de pronto, por una de ésas, hice una visita
a un astillero que existía en Buenos Aires. En realidad
eran dos: uno está en el Dock Sur, y el otro está
en la ciudad de Rosario.[...] La empresa estaba en quiebra. [...]
Estaba pudriéndose, se estaba agujereando, deshaciendo.
A mí lo que me importaba era la nueva visión. La
nueva derrota. Por eso aparece Larsen."
Así El Astillero narrará hechos cronológicamente
posteriores a los de Juntacadáveres: la vuelta de
Larsen a Santa María, y su nuevo trabajo como gerente de
un astillero arruinado, con dos compañeros casi fantasmales
guiándolo por ese paisaje de pesadilla, mientras esperan
una reactivación que nunca llegará y que los condena,
como en juego kafkiano, a realizar tareas inútiles
hasta la total desaparición del lugar; en un segundo plano
se muestra su relación conflictiva con la ciudad y con
la perturbada hija de Petrus, dueño del astillero. "Lamentablemente,
nada de eso es una creación. Todo estaba allí",
diría Onetti.
Juntacadáveres es la aventura anterior de Larsen en Santa
María y cuenta su intento, tan inútil como desesperado,
de instalar un prostíbulo en la ciudad. El nombre de la
novela es una alusión a su protagonista, un vividor en
desgracia, basado en varios personajes de la vida real: "Larsen
es varios tipos. Es el resumen de varios tipos que he conocido.
El último Larsen que yo conocí estaba en la zona
de Montevideo [...] Un día estaba yo en la mesa de uno
de esos boliches, y un tipo abre la puerta y le pregunta al patrón:
"che, ¿vino Junta?" El mozo dice no. Entonces
yo le dije al mozo: "¿Quien es Junta?"
"No" -me dijo- "le llaman Junta porque
le dicen Juntacadáveres, el hombre esta en decadencia
y solo consigue monstruos: mujeres pasadas de edad, o muy gordas,
o muy flacas".
Tal vez el mejor episodio de la novela sea la evocación
de la muerte de otro macró, a quien Larsen admiraba, también
basado en un hecho real narrado a un joven Onetti de 21 años
por alguien que tenía a dos mujeres trabajando en un prostíbulo
pero debía ocultarlo debido a cierta ley de deportación
de proxenetas: "Me acuerdo fundamentalmente de que un
día al salir del trabajo, en el boliche de la esquina
me encuentro a este hombre llorando. [...] Lo que pasaba era
que al Bebe lo habían asesinado frente a uno de los prostíbulos.
Y el Bebe era la gran esperanza blanca prostíbularia frente
a los marselleses."
Juntacadáveres fue finalista del premio Rómulo
Gallegos 1967, pero perdió frente a La casa verde
de Vargas Llosa, quien en su discurso de aceptación reconoció:
"otros escritores latinoamericanos, con mas obras y méritos
que yo, debieran ocupar mi lugar; pienso en el gran Onetti a
quien América Latina no ha dado el reconocimiento que
merece".
Asimismo, El Astillero había sido reconocida en
1963 por la Fundación William Faulkner como una de las
novelas mas notables no traducidas todavía al inglés.
Ese mismo año aparece su novela corta Tan triste como
ella.
A fines de 1971, cuando ya su obra comenzaba a ser traducida y
difundida mundialmente (entre
otros idiomas, al francés, inglés, polaco e italiano) es candidato al
Gran Premio de Literatura de Uruguay, pero pierde frente a Fernán
Silva Valdés.
Dos años después aparecerá una novela breve
situada de nuevo en Santa María: La muerte y la niña
(1973). En esa época la posición de Onetti en Uruguay
se hace peligrosa: en febrero de 1974 es detenido e internado
durante tres meses en un psiquiátrico junto a sus compañeros
del jurado del premio anual de Marcha, publicación
que será clausurada por el régimen militar.
Nostalgias de las cosas que han pasado, arena que la vida se
llevó
"En
los últimos tiempos sueño mucho, y casi exclusivamente
con Montevideo y con personajes montevideanos, gentes y lugares:
bares donde tenía reuniones con damas, calles. Y tengo
la ventaja de que a los pocos segundos de despertarme, el sueño
se borra aunque me quede el recuerdo de que sí, soñé."
J. C. Onetti
En
1975, Onetti se traslada a Madrid, donde vivirá desde
entonces, obligado por la situación política rioplatense.
Los primeros tiempos en España son difíciles para
él: "[...] durante dos años no pude escribir
nada. Ni siquiera una línea. No sé lo que me pasaba.
El desarraigo, quizá los amigos, el café, Montevideo..."
Finalmente recuperado publica su "novelón" tantas
veces postergado, Dejemos hablar al viento (1979), que
recibe el premio de la crítica española como mejor
novela de ese año.
La obra según el propio autor: "Tiene una primera
parte en Montevideo. La segunda, que es la que ahora me agarró,
sucede en Santa María. Por benevolencia de Brausen que
me permite volver. Yo no sé si te acordás de aquel
tipo, jefe del destacamento policial [...] Ese tipo dispara de
Santa María y se pone a buscar en Montevideo a gente que
este en iguales condiciones que él. Es decir, que haya
disparado de Santa María sin permiso del autor o de Dios
que es Brausen. [...] En Santa María quedaría una
pareja. Ese pedazo, no porque lo haya escrito yo, es maravilloso."
La novela en sí, (o
el novelón, como le gustaba llamarla a su autor), habia nacido
de la broma de un amigo que, basándose en el personaje
de un viejo cuento ("La
casa en la arena") le dijo: "Mirá si un
día reaparece el Colorado y te incendia toda Santa María
y te quedas sin tema". Onetti: "entonces se
me ocurrió que de veras podría: liquidaba Santa
María y evitaba todo compromiso literario y se acabó,
chau".
En 1981 recibe el premio Miguel de Cervantes, considerado el
Nobel de las letras hispanas, evitando hacer declaraciones sobre
Uruguay, lugar al que piensa ya no podrá
volver.
En 1987 aparecerá su novela corta Cuando entonces
y en 1993 Cuando ya no importe. En 1994 moría,
tal vez para irse a vivir a ese minimundo que habia delineado
con maestría absoluta durante décadas. Allí
donde un tal Brausen era dios absoluto... y él y su amigo
Larsen los demonios oficiales, reconocidos, indispensables, de
esa máquina feroz a la que habían alimentado con
sueños y pesadillas durante décadas, anhelando,
tal vez, otra ciudad, más soñada que real, a través
del tiempo y la nostalgia: Santa María, que tan profundo
dueles...
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