H enciclopedia 
es administrada por
Sandra López Desivo

© 1999 - 2013
Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



CUENTO QUE NO VENDRÁ - QUIROGA, HORACIO - POE, EDGAR ALAN - BAUDELAIRE, CHARLES -

El cuento que no vendrá (II)

Armando Romero

¿Por qué no se te ocurre algo más sencillo, más directo, algo como lo que escriben Raymond Carver o Robert Stone, y te dejas de complicaciones y de paso vendes un montón?

Pero no pensaba en ranas o sapos sino que lo que me asaltaba era sólo el sonido, eso que tal vez me faltaba de la realidad afuera. Y entonces la palabra "croar" que es muy traviesa, nomás déjala un rato en la boca y ya verás lo que te pasa, trajo enseguida como compañeras, a las palabras "croir", "crour", y de pronto la habitación estuvo llena de ruidos; es decir que los muchachos de la calle en bicicleta se metieron por las paredes y empezaron a tratar de capturar al gigante solitario que, como dice el cuento, "viene apagando los fuegos de todo el planeta y chupando con sus dientes golosos las plumas de aves y almohadas, que corta las plantas y seca los cactus".

--Entonces, el gigante solitario podrías ser tú -dijo ella sabiendo que me estaba poniendo una zancadilla "lacanosa", llena de
espejos y miradas.
--¡No! Por supuesto que no -le dije aterrorizado--, yo no estoy en ese juego, sólo lo miro en el sucederse.
--Pero si tú eres el que narra, al menos… --insistió ella.
--No. El gigante es otro personaje dentro del gran juego -le contesté.
--No me digas. Así cualquiera puede
escribir un cuento, no es sino ponerse a bailar con las palabras en una habitación cerrada y olvidarse de todos los preceptos de Poe, que ahora están tan de moda. Vivitos y coleando, como dice tu gente por allá.

A pesar de que yo sentía una gran frustración por la insistencia de ella y mi poca capacidad de hacerla cómplice de mis elucubraciones exponiendo mi incipiente teoría del cuento, empecé a pensar, con terror, que de pronto tenía razón y que todo se reducía a contar una historia interesante con la fórmula de unidad de efecto, brevedad, intensidad, efecto único o epifanía y verdad irrefutable como objetivo, lo cual viene claro en los preceptos de Poe. Y al diablo con todo el zafarrancho poético; la
belleza para la poesía y la verdad para la prosa, decía el maestro de El principio poético. Sin embargo, decidí arriesgarme un poco más y le dije:

--Bueno, vamos a hablar de otro de mis cuentos, ¿qué tal el que se llama "Testis unus, testis"?
--Oh, no -dijo ella, asustada--. Ese ni por que lo expliques y lo recuentes.
--Es simplemente la historia de un personaje que está pintado en un cuadro, el cual está colgado en la Casa del Florero, en la Plaza Nariño, en Bogotá, entonces este personaje, desde el cuadro, mira cómo pasa la revuelta independentista en 1810, pero para hacerlo se sale del cuadro pero lo único que nos puede relatar es su relación con la arquitectura que lo rodea.
--Dios nos libre y nos favorezca -dijo ella--. ¿Por qué no se te ocurre algo más sencillo, más directo, algo como lo que escriben Raymond Carver o Robert Stone, y te dejas de complicaciones y de paso vendes un montón?
Ahora se me estaba mejorando el día. La había puesto a la defensiva, "no demora en citar a
Truman Capote", pensé.

Por eso le respondí, con picardía:
--
Leer a Carver es como tener un gallinero con gallinas sin plumas para verlas correr peladitas por el patio.
Ella se
rió. La imagen de seguro que le trajo recuerdos porque dijo:
--Tú tienes un cuento en que unos hombres pelan gallinazos con agua caliente. No es un cuento sino más bien un poema en prosa, ¿verdad?
--Yo creo que la prosa le debe mucho a la
poesía, que la idea de belleza sólo para la poesía de Poe no es válida, así como la de verdad sólo para la prosa. Flaubert es efectivo en Madame Bovary porque su prosa es bella, y Baudelaire es el gran poeta porque su poesía es una verdad irrefutable.
--Tú siempre quieres poner las cosas patas arriba, y ahora la tienes con el pobre Poe, lo tuyo pareciera ser una
filosofía de la descomposición.
--Cierto -le dije--. Mi problema con Poe es que abre muy pocas puertas, cierra el género. Yo prefiero jugar con la historia escondida y no con el dato escondido, la sorpresa es el lenguaje.
--Pero ese es el cuento que viene para los escritores del siglo XXI, el que precipitó Edgar Allan Poe el siglo pasado -dijo ella.
--Si -le respondí-. Ahora todo el mundo sabe a donde va cuando empieza un cuento, todos son exactos, no hay palabras inútiles y el
escritor se lleva a los personajes de la mano hasta el final, sin emociones, sin pensar en nadie. Así es como lo quería el charrúa Quiroga. Empezaremos el próximo siglo contando historias como empezamos el siglo pasado. No hay que correr riesgos, lo que vale es la historia, transparente, limpiecita, ya sea llena del habla popular o del habla de los intelectuales. Cree en tus maestros realistas como en Dios mismo, decía Quiroga, ¿recuerdas?

--Pero no te deprimas -dijo ella--, todo es
cuestión de mercado. Uno de estos días le da a la gente por el gusto de volverse a complicar la vida con los saltapatrás de Proust o los saltapalante de Joyce; pero lo que es por ahora lo que ellos quieren es que alguien les cuente su propia vida, o al menos la del vecino. Ese es el cuento que viene para ellos. No importa que sea con el habla popular del obrero o el campesino o con las entendederas del intelectual.
--El mundo ahora está llena de esperanzas -le dije, "
cortazariando" un poco.
Pero ella no se dio por aludida y dijo, como recomendación:
--Sería bueno que no le sigas hablando mucho a la gente de esos cuentos difíciles. Tu estás escribiendo algunas cosas que se entienden, últimamente, también.
--Si, te lo prometo. No voy a decirle a nadie ni una sola palabra del cuento que sabemos, el que no vendrá.
VOLVER AL AUTOR

             

Google


web

H enciclopedia