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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



CAPOTE, TRUMAN - OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS - DESAYUNO EN TIFFANY'S - SE OYEN LAS MUSAS -


Truman Capote: a sangre fría (I)


Iván de la Torre

"No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día, comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble, pero implacable amo"


Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual. Soy un
genio.
Truman Capote.

Una infancia solitaria.

Truman Persons nació en Nueva Orleans, el 30 de septiembre de 1924. Por una pelea de sus padres paso gran parte de su infancia en Alabama, acompañado de 4 ancianos. Allí nacería su pasión por la literatura y los chismes. Lo que él posteriormente llamaría "un estilo de ver y oír" que hallaría su gran desenlace en su novela Plegarias Atendidas.

De esa época Capote confesaría: "Empecé a
escribir cuando tenía 8 años: de improviso, sin inspirarme en ejemplo alguno. No conocía a nadie que escribiese y a poca gente que leyese. Pero el caso era que sólo me interesaban cuatro cosas: leer libros, ir al cine, bailar claqué y hacer dibujos. Entonces, un día, comencé a escribir, sin saber que me había encadenado de por vida a un noble, pero implacable amo."

A los 10 años encontró un concurso literario para niños en una revista del puerto de Mobile y desechando los temas propuestos
(Un día de campo junto al lago, Las mascotas preferidas) eligió como base las habladurías acerca de un personaje local. Viejo señor metiche ganó el primer premio pero de todas las partes en que iba a publicarse la obra sólo se llegó a la primera... cuando los organizadores descubrieron que el tema no era ficcional sino una copia de la realidad.

Capote: "Los escritos más interesantes que realicé en aquella época consistieron en sencillas observaciones cotidianas que anotaba en mi diario. Extensas transcripciones al pie de la letra de conversaciones que acertaba a oír con disimulo. Habladurías del barrio. Una suerte de reportaje, un estilo de ver y
oír que más tarde ejercitaría verdadera influencia en mí, aunque entonces no fuera consciente de ello..."

Otras voces, otros ámbitos.

Cuando Dios le entrega a uno un don, también le da un látigo; y el látigo es únicamente para autoflagelarse.
Truman Capote

Luego de cambiar su apellido por el de Capote, (el apellido del nuevo esposo de su madre), comienza a publicar a los 17 años sus cuentos en las llamadas revistas "de calidad" y al poco tiempo, ya instalado en Nueva York, entra a trabajar al The New Yorker.

En este ámbito, comenzaría dos etapas de la vida de Capote que luego se conjugarían: por un lado su crecimiento literario y por el otro su contacto con la alta sociedad formada por
escritores, pintores, modelos, políticos e incluso mafiosos, que luego retratara en su obra, generalmente de manera irritante y mordaz.

Su primer titulo, Otras voces, otros ámbitos, es un
libro iniciático, donde Capote volcaría muchas de las experiencias de su niñez, mezclando la ficción y la realidad hasta hacerlas inseparables, una constante de toda su obra que caracterizaría su estilo. La novela, aparecida en 1948, con gran éxito de público y crítica, lanzó a Capote a la popularidad pero también a los enfrentamientos con sectores que se negaban a aceptarlo.

Capote: "Mucha gente atribuyó el éxito comercial de la novela a aquella
fotografía (Se refiere a la foto en la contratapa del libro). Otros la despacharon como un acierto casual: 'Es sorprendente que un alguien tan joven pueda escribir tan bien' ¿Sorprendente? ¡Solo había estado escribiendo día tras día durante catorce años!"

A partir de entonces, y por una década, se dedicaría a experimentar y probar su técnica literaria escribiendo colecciones de relatos breves
(Un árbol de noche), ensayos y descripciones (Color Local, Obser- vaciones), comedias (El arpa de hierba), guiones cinematográficos (Suspense) y reportajes para The New Yorker.

Este ciclo se cerraría en 1958 con Desayuno en Tiffany's, una novela corta, que vuelve a mezclar alusiones a su vida personal con la ficción, mientras se aleja del
barroquismo y del ambiente alucinado de sus primeros títulos pero manteniendo la línea de su estilo. Sin embargo, para él su obra más importante sería otra, una breve novela que sería la llave que lo llevaría al éxito en su tercer período.

Capote: "Desde el punto de mi destino creativo, la obra más interesante que produje durante toda esa segunda fase apareció primero en The New Yorker, en una serie de artículos y a continuación, en un libro titulado Se oyen las musas. Trataba del primer intercambio cultural entre URSS y los EEUU. Concebí toda la
aventura como una breve novela real cómica: la primera."

Novela real: la demencia del arte.


"
Vivimos en la oscuridad. Hacemos lo que podemos. El resto es la demencia del arte." En cualquier caso, el señor James da en el blanco. [...] Mucha gente pensó que yo estaba loco por pasarme 6 años vagando a través de la llanura de Kansas; otros rechazaron de plano mi concepción de la novela real, declarándola indigna de un escritor serio.
Truman Capote.

Convencido de que no había nada innovador en la literatura desde 1920, Capote creía que el periodismo podía constituir una opción válida como forma literaria, algo que tuviera la credibilidad de los hechos, la inmediatez del cine, la hondura y libertad de la prosa y la precisión de la poesía. En definitiva quería escribir una novela periodística, su segunda novela real.

Luego de la escasa repercusión de Se oyen las musas en 1955, pasarían cuatro años hasta que encontrara el tema para desarrollar su idea con toda la
fuerza y emoción que consideraba necesarias. En 1959, en Holcomb, un pequeño pueblo de Kansas, la familia Clutter (un agricultor, su esposa y sus dos hijos) apareció muerta: habían sido atados y acribillados por personas desconocidas sin ningún móvil aparente. Esto sembró la paranoia en el lugar y atrajo a todos los medios del país.

Capote fue enviado allí por The New Yorker. Sin embargo, no tardó mucho en darse cuenta que tenía lo que necesitaba para su esperada gran obra. Pasó seis años siguiendo de cerca la investigación y hablando con los habitantes del pueblo, los cuales no lo veían con buenos ojos debido a su excentricidad, su desenfadada manera de ser y su sexualidad
(Capote era homosexual); sin embargo, en todo ese tiempo, logró averiguar lo suficiente para armar el entramado de su novela, donde se mezclan las opiniones de los personajes del pueblo, junto con entrevistas a los policías encargados del caso y amigos íntimos de la familia. Pero Capote no se quedo allí: cuando atraparon a los asesinos fue a entrevistarlos a la cárcel y trabo amistad con ellos.

Los
asesinos eran dos: Perry Smith y Dick Hitckock, dos psicópatas, ex-convictos, que guiados por los exagerados rumores que Floyd Wells, un compañero de celda de Hitckock, le había dado acerca de la riqueza de Clutter había cometido el hecho... para escaparse con menos de 100 dólares con rumbo a Méjico.

En la novela Capote traduciría esta conversación así: "
No puedo recordar exactamente cómo fue que hablamos sobre el señor Clutter. Debió de ser cuando recordamos los empleos, los distintos trabajos que habíamos hecho [...] Le conté que yo había trabajado durante un año en un importante campo triguero, en el oeste de Kansas. Para el señor Clutter. Quiso saber si el señor Clutter era un hombre muy rico. Le dije que sí. [...] Y desde entonces nunca jamás dejó Dick de preguntarme cosas de aquella familia. ¿Cuántos eran? ¿Que edad tendrían los niños? ¿Cómo se llegaba a la casa exactamente? [...] Dick empezó a hablarme de matar al señor Clutter. Decía que él y Perry se irían para allá a robar y matarían a todos los testigos, a los Clutter y a quien quiera anduviera por allá. Me describió docenas de veces cómo iban a hacerlo, como él y Perry iban a atarlos y
después a pegarles un tiro.
"

Gracias la confesión de Wells, la policía los atrapó cuando, agotados de su periplo por Méjico, ya sin dinero, habían vuelto con la intención de Hitckock de colocar algunos cheques falsos a ex-compañeros. Detenidos y condenados, esperando por la ejecución en la horca, Capote tuvo el tiempo necesario para ganarse su confianza y reconstruir su vida y su itinerario antes y después del asesinato. Smith le simpatizó de entrada, Hitckock no. Sin embargo habló con ellos hasta tener el material suficiente y los acompañó cuando tuvieron que cumplir la condena que les habían dado: Habían matado a sangre fría, y a sangre fría serían castigados. El 14 de abril de 1965 fueron colgados.

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