El célebre poeta argonauta de la escritura,
Ezra Pound distinguía
entre: A) Logopeia, B) Fanopeia y C) Melopeia, para una especie
de Semiótica de los registros de "expresión"
e "instrumentación" del lenguaje creativo (Benajmin)
que es útil para ordenar la inspiración.
Tristeza nao ten fim,
sugerente frase para organizar la memoria semántico-expresiva
del bardo, asociaciones libres mesméricas analizadas por
Freud.
Sustituir el diario
íntimo confidente celulósico que absorbe nuestras
lágrimas, por un confesionario estructurado por las Musas,
la Logopeia nos ofrece un archivo tópico de temas: Muerte,
Vida, Esperanza, Musa, Mujer... para un dispositio frasal: Oh
Muerte, Dama oscura, negro terciopelo del Fin, telón de
Fondo... como Fanopeia. No hallo, querido lector, mejor ejemplo
de Melopeia: vamos de paseo, pi pi pi, en un auto feo, pi pi
pi..., bella motivación.
Hay dos tipos básicos
de poetas o bardos, el expresivo pulsional que organiza el crucigrama,
encrucijada letrada del Telos
y el tecno-marroco (abreviación
barroco macarrónico) que recorta y pega el palimpsesto.
Son dos formas que representan por un lado al carismático
que inventa, por medio del tele-siquismo, un nuevo menú
de palabras, y por otro, al impresor del cliché. Estimado
lector, si Ud. quiere hablar simplemente de aquel amor
ausente, Yo estaba en el bar y la vi pasar y le quise hablar,
es decir expresar una bella armonía letrada (armonía expresiva) en lucha contra el demonio de Maxwell,
sea estuto (Smart): empiece practicando el haiku y
el verso moderno, sin dejar de estudiar la Métrica. Le
sugiero que imite a los estudiantes medievales y simule ser Cicerón
y Horacio, haga versos en Latín. Siga la huella didáctica
del anapesto.
No existe una Mecánica
Popular para el aprendiz de Poeta; montaje de elementos, pistoneo
de la camisa de fuerza, bujía centelleante de la neurona
parnasiana. Ascienda al Monte Parnaso y aspire la suave brisa
etérea y sorprenda la apasionada voz de las Musas fornicando
a los faunos. El poeta es Sísifo, con la piedra, un cálculo
ahijado por la Musa. Carismático Polifemo, rapsoda franela
del diamante, polifonía palindrómica del polifón,
del canto a Mi Mismo, del canto a capella.
La corriente del pesamiento
estético masajea la neurona sensible que modula la paronomasia
coqueta de la croqueta. Musageta del ritmo, del verso libre, verseo
en jungla de jingles
en la difícil competencia con el letrista de boleros, apolo
del pastiche y mago melaza del modernismo: Ud. es la culpable
de todas mis desdichas... No es fácil hacer boleros romanticones,
querido amigo, más fácil es hacer poemas serios.
Cuando el alma está
madura para engendrar una melodía armoniosa en el mundo
de la vida, nace la voz del ser. Cuando agitan las enuronas nace
el verso satánico dedicado a una atorranta princesa que
nos quema la cabeza. Oh, el Amor, la Vida, tenue aliento rasgado
por el cuchillo atroz de las horas, cerca de la Noche del ser,
vagina intemporal que acuna febrilmente al poeta. En mi alma
se esconden insospechadas melodías, para sonar con teclado
de Taiwan, oh, el alma, etérea Mina neuronal, que va a
parir un verso en la fisura de Rolando. Llega, llega ella con
su pelo nocturno y la caricia fácil para desintegrar mi
eterna pausa, gondolero muerto en Venecia, qué sola y
triste está sin tí.
Querido amigo, no tema
la pluma despierta del crítico, que siempre está
atento a descubrir la eterna Voz del Ser que expresa desde sus
entrañas la melodía portentosa y trabajada del
esteta letrado. No tema y escuche la voz de la Musa, esa voz
que le fifa la cabeza y le falopeia la inspiración y la
pluma. Describa los trabajados glúteos de Madonna con
suaves tonos gráficos. Oh Salieri, gran creador y admirador
de Patricio Rey.
Cultive el Parnaso,
no sea tonto, haga sonetos como Quevedo y lea en voz alta sus
poemas, modulando con las amígdalas los más sofisticados
matices del fonema.
Cuando una frase asome
en su neurocortex, cortésmente anote con delicado asombro
ese abigarrado mensaje y luego trabaje el pulido de esa joya
en bruto. Que las musas lo protejan y no lo engañen con
otro. Que Sísifo lo inspire, Auguri.
*Publicado originalmente en La república de Platón,
Nº 13
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