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ISSN 1688-1672

 



LO "POÉTICO" -

El arte del ensueño (I)*


Roberto Appratto

La categoría de lo "poético" acecha en todos los niveles de la producción artística, en todos los géneros: supone una curva de lo estético hacia lo que no es estético, de modo radicalmente inverso a lo poético a secas


Desde afuera de la poesía, desde afuera de la
literatura, desde afuera del arte todo: desde una concepción "civil", no especializada, laica, rasa, de lo que es el arte, de lo que se espera del arte: ese bálsamo, néctar de los dioses, elixir que calma los dolores de la semana un domingo de tarde, cuando la depresión acecha y uno espera una suerte de liberación que sólo puede venir de ahí, de eso que se llama arte, esa cuestión espiritual, ajena al mundo, pero que puede volver sobre el mundo a enseñarle lo bueno, a darle una lección sobre la esencia del ser humano, los valores que nunca debieron olvidarse: uno espera, y consigue, en ese punto, ese momento privilegiado, la coincidencia con sus deseos que será recordada durante un tiempo: eso es arte, eso es poesía, poesía de la vida, pronunciada con la solemnidad de quien está en posesión de la verdad, desde una noción de lo máximo y lo último que al mismo tiempo se precipitan sobre lo terrenal y le revelan algo, sólo por entrar en contacto con un texto.

Algo. Ese algo, razón de ser de lo "extra" que se llama arte, también se llama lo "poético". Comillas para el término. ¿Qué es ese "algo" sino la puesta entre paréntesis del término, cuando el no saber justifica el privilegio del no saber, el derecho inguenuo a elegir lo bueno en un acto de coraje, aunque nadie más lo diga? Pero sucede que el resto del mundo sí lo dice, lo avala, le da la razón: se venden miles de ejemplares, millones de espectadores reconocen lo "poético" en ese mismo acto mágico en el cual se suspenden las leyes de la realidad a favor de la locura, del desarreglo de la lógica; la fiesta de la imaginación donde todo texto se detiene y dice "verdades" para que todo el mundo las disfrute en un envase "bello".

Las comillas ponen en duda una cualidad. Lo "poético" es, del lado de quienes lo producen, una intención estética, un salto a la originalidad, un gesto de belleza; lo que se pone en duda con las comillas es el logro de todo eso por vía legal: es si queda algo después del efecto de belleza, del acto de decir que aproxima a lo sublime, a la reflexión "en serio" sobre el mundo y el hombre. ¿Si queda algo dónde? En el texto. Las comillas suponen la falsedad, el disimulo de lo estético por el lugar común, de lo nuevo por lo viejo: las comillas llaman la atención sobre un doble discurso que propone una experiencia y ofrece otra, aunque no siempre sea fácil percibir el engaño.

La categoría de lo "poético" acecha en todos los niveles de la producción artística, en todos los géneros: supone una curva de lo estético hacia lo que no es estético, de modo radicalmente inverso a lo poético a secas; si allí se explora el medio, se cuestionan los medios de representación, se sacan cosas de modo extraño a la lógica, que informan sobre posibilidades de la percepción y el intelecto, aquí se reduce el arte a un pasado en limpio de lo que a se sabe: una media cultural e ideológica que permanece intacta y vomita sus "verdades", disfrazadas de locura y creatividad
(que parecen ser lo mismo). O sea: la curva va hacia fuera, hacia lo que no es arte, y justifica su vuelta con arte falso.

(sigue)


*Publicado originalmente en Insomnia Nº 51

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