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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



POESÍA MODERNA - NADAÍSMO - BEAT GENERATION - IRONÍA - AMÉRICA LATINA - NORTEAMÉRICA -

El Nadaísmo y la Beat Generation: puntos de encuentro y fuga entre las tradiciones poéticas de Latinoamérica y Norteamérica*

Jesús Sepúlveda
La subversión forma parte radical de las dos generaciones, y sus fundamentos se encuentran en la actitud moderna del pensamiento crítico y en los usos de la parodia y la corrosividad analógica, mientras que la ironía y la burla configuran su ideario temático


La poesía moderna -desde el romanticismo hasta la época de las
vanguardias- ha sido un continuum en movimiento orientado por las ideas de progreso y de cambio. La concepción moderna del tiempo como línea en avance identificó al pensamiento crítico como instrumento de dicho cambio. Con esto, el romanticismo no sólo inicia la tradición de la poesía moderna, sino que también niega la propia modernidad.

De acuerdo con el poeta romántico John Keats, la capacidad negativa del poeta transgrede los espacios unívocos y lineales construidos por la razón instrumental de Occidente: el desdoblamiento y la multiplicidad simultánea.

Esto es, estar aquí y en todos lados, pero a la misma vez estar ausente: no estar.

Luego, Rimbaud y los simbolistas manifiestan este mismo desencuentro con el constructo moderno que identifica historia y poesía, y un sujeto idéntico. Así, se hacen evidentes ciertos puntos de fuga en la propia modernidad, y la ironía y la analogía devienen signos opuestos a la utopía y la razón. "Je est un autre", el desajuste de la identidad, el quiebre y la huida, etc., no son sino formas de perversión que la poesía moderna utiliza como mecanismo de transgresión.

El humor ácido e inmisericordioso del muchacho rebelde de Carleville no es sino otro intento de oponer los criterios de la poesía a los modos racionales de percibir y articular la realidad. Ironía y analogía: armas que el poeta moderno ha empuñado, desde los paródicos Testamento y Legado de Francoise Villon, como modo de resistencia frente a la lógica formal aristotélica y la mentalidad moral judeocristiana.

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Algunos de estos temas ya han sido tratadas en el libro Los hijos del limo de
Octavio Paz. La corrosividad de la ironía desvaloriza al objeto poetizado, y los procedimientos de la asociación analógica son fruto del pensamiento positivo o pensamiento crítico. El sistema de correspondencias opera entonces como punto de fuga que socava la crítica moderna, por cuanto la propia crítica se niega a sí misma al instaurar la "tradición de la ruptura" (Paz 145).

En el siglo XX,
Cendrars y Apollinaire marcaron con su rúbrica experimental el desarrollo de la poesía moderna. Para los angloamericanos, el puente con el experimentalismo europeo lo constituyó Pound y, para los hispanoamericanos, Huidobro. En tal sentido, si hay una semejanza o simetría en la evolución de ambas literaturas de principio de siglo, ésta se da tanto por su cosmopolitismo como por el hecho de que ambas son "escritas en lenguas transplantadas" (Paz 183).

Posteriormente, el movimiento de la poesía en el continente americano tiene un giro hacia adentro. Ya no son tendencias centrífugas que miran hacia Europa, sino que se configuran miradas hacia el interior. Con esto, se construyen dos subjetividades continentales de enorme influencia: el americanismo de William Carlos Williams y la voz vernacular del cholo
César Vallejo, que representa por primera vez un "sentimiento indígena virginalmente expresado" (Mariátegui 280). Así se establecen dos poéticas autéticamente americanas. Una en español y la otra en inglés.

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Es cierto que Whitman fue el poeta que construyó la imagen de la "democracia" norteamericana, articulando una sensibilidad épica a partir del yo como soporte mítico del nuevo imperio naciente. Y que Neruda fue el creador de una sensibilidad hispanoamericana, también global y totalizante, por cuanto se supone representar a una comunidad que no era [es] sino la construcción de un imaginario todavía en formación.

Cierto también es que Darío precede a Neruda en esta tarea, pero la estrategia representacional nerudiana fue más eficaz para constituirse en una poesía de la comunidad "latinoamericana" (el poeta como representante del pueblo y/o también como "voz de la tribu"). La diferencia radica en que Darío prefigura la primera poesía latinoamericana, transfieriendo al continente una concepción estética y renovando la lengua de acuerdo al canon parnasiano y simbolista, mientras que Neruda constituye una imagen global de Latinoamérica a través de la configuración de un lenguaje "material" que identifique "lo latinoamericano".

En cierto sentido Neruda concluye el proyecto rubendariano. Sin embargo, lo que no alcanza a preveer es que la imagen construida se canoniza como zona exótica de Occidente, y que su producción se estigmatiza como poesía amorosa o poesía política. Así, en Alturas de Machu Picchu el hablante se presenta como la voz de los sin voz: "Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta" (38). Neruda y Whitman son entonces poetas teleológicos, y por extensión, grandilocuentes. Sus voces hegemónicas construyen la imagen de un continente dividido por dos lenguas dominantes y conquistadoras. Si bien en uno es estrategia de resistencia, en el otro es proyecto para la acción emprendedora: individualismo pragmático y exaltación del yo. En suma, didactismo social y poesía puesta al servicio de la historia.

Al respecto, Luckács asevera que la poesía épica corresponde a un mundo en el que "ser" e "historia" se identifican plenamente. En el universo épico el sentido del mundo está dado con antelación, es decir, antes que se cuestione su propio ser. De ahí entonces que el poeta sólo sea un representante o puente de este mundo unitario
(épico) que transfiere a los hombres y mujeres un significado sino "esencial", "esencializador".

Sin embargo, con el tiempo este discurso se va vaciando. Y en su intento de sobrevivencia, las voces de Whitman y Neruda son des(reem)plazadas hasta el punto de su anulación, dando paso a una poesía que ya no es moderna, ni modernista. En reemplazo de Whitman vienen otras voces: Sandburg y Pound -por no contar a Eliot cuyo sentido épico está presente más allá de su apariencia fragmentaria- hasta llegar a su distancia más radical: la Beat Generation.

Esta generación de escritores transita desde -y a través- de W. C. Williams para desarticular la agenda whitmaniana y la tradición académica y puritana de poetas tales como Robert Frost. Por otro lado, con Neruda sucede algo similar. La antipoesía es la que desmonta definitivamente su hegemonía discursiva. Cotidianidad e ironía frente a la epicidad nerudiana. El absurdo extremado hasta su máxima expresión. Luego el coloquialismo cubano, el exteriorismo nicaragüense y la poesía conversacional, etc. Pero principalmente, dos libros y dos fechas para recordar: Poemas y Antipoemas de Nicanor Parra
(1954); y Howl (Aullido) de Allen Ginsberg (1956). Aquí está el punto de partida donde se inicia la historia que nos interesa.

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Los años posteriores a la segunda guerra mundial no sólo trajeron la bomba atómica, la guerra fría y la repartición del planeta en dos bloques. También trajeron una nueva sensibilidad, otra forma de enfrentar los acontecimientos e instalarse en el mundo. Otro estilo de escribir.

En los EE.UU., un tipo de individuos jóvenes
(los hipsters) comenzaron a poner en duda la gran promesa "americana". La eficiencia y productividad de la nueva superpotencia no daba cabida a estos sujetos que no se sentían cómplices de la nueva maquinaria de poder, y que por lo mismo, los dejaba fuera del sistema.

Los Beats surgen en este contexto. Ellos recogen la tradición romántica de la ruptura y la bohemia simbolista como actitud vital. También desarrollan el imaginario del viaje, mental y físico, como parte de uno de sus motivos. William Burroughs no sólo se traslada corporalmente a Tánger, sino que también
viaja a través de la droga para mostrar una nueva ruta de acceso a la creación. Algo que Artaud, entre otros, ya había explorado por lo menos una década antes.

Desde la interzona, Burroughs envía los manuscritos de Naked Lunch a sus buenos amigos: las mejores mentes de su generación. Los Beats, además de fumar marihuana y experimentar con drogas a fin de "dérèglement tous les sens" para "arriver à l'inconnu"
(Rimbaud 113), dan cuenta de la pérdida de sentido que se vivencia en la modernidad occidental.

Así, siguiendo la agenda rimbaudiana y los pasos de los imaginistas, y de Pound, particularmente, los Beats se dirigen hacia el oriente (busdista y zen). Su movimiento natural deviene entonces oeste-este, y el estilo de vida que promueven se fundamenta en la improvisación.

Tal como en los años 20 los surrealistas buscaron en la ensoñación quimérica y en la escritura automática formas para hallar la voz poética, los Beats ven en la prosodia de un nuevo ritmo la depositaria de una creación más honesta, directa y comunicable. Reaccionan contra el New Criticism, la metafísica y los New Agarians, desenfrenando el verso libre hacia lo que Jack Kerouac llamó "Spontaneous Bop Prosody", y que se puede caracterizar como un discurso entrecortado y libre de las marcas retóricas reguladoras de la dicción. Para esto, los Beats configuran imágenes concretas que posibilitan otros caminos en la factura de un nuevo realismo, experiencial y vital, ajeno a la elucubración metafísica. En tal sentido, el contenido es parte consubstancial del poema, que no sólo se hace con palabras y ritmo dentro de una forma determinada, sino que también con ideas. Robert Creeley dice "form is never more than an extension of content", pues sin contenido nos quedamos mudos.

Por otro lado, el conversacionalismo y/o el coloquialismo acercan el texto poético al relato autobiográfico y lo separan de la historia de los metarrelatos. Así, se sitúan en la cotidianeidad y establecen nuevos nexos con el contexto.
Comienzan a hablar desde la experiencia y rompen con las formas representacionales que el discurso artificioso de los "nuevos críticos" y la poesía metafísica habían instalado. Por lo mismo, el estilo de los Beats deviene en una suerte de minimalismo que se opone al poema impregnado de epicidad moralizante y/o a la agenda voluntarista del individuo.

El origen de este lenguaje se encuentra en la música del jazz-bop proveniente del
estilo bebop de Charlie Parker, Gillespie y otros. Un sentido de improvisación que no es sino la reproducción verbal del contrapunteo jazzístico. De ahí que los escritores Beats fueran quienes inauguraran la tradición de las lecturas públicas en los EE.UU.: representación poética en el escenario, o performance que connota el carácter espectacular de la figura del poeta y la poesía. Y esto, entendido en el contexto de una sociedad hipertecnificada y consumista, centrada en el lucro, cuyo fin último es conjugar las esferas del mercado con los de la creación.

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Mallarmé estableció que la poesía se escribe con palabras y no con ideas. Verlaine agregó el ritmo. Pero en los Beats lo que constituye el cuerpo orgánico del movimiento y configura su conciencia grupal es la rebeldía. Ésta no es sólo un gesto teatral, sino que es una toma de posiciones: una suerte de anarquismo asistémico. De hecho, se enfrentan al Macarthismo político con las armas del
humor y el absurdo y establecen una clara defensa de los derechos de las minorías. Reivindican la sensibilidad del mundo gay e intervienen políticamente en el espacio público mediante su apertura hacia otras culturas, desmontando las estructuras del racismo institucionalizado, y detonando lo que luego constituiría el movimiento hippie. Su quehacer por tanto es político, y su sello la subversión. Se inscriben como una generación "ninguneada" que tuvo que vivir las consecuencias del poder absoluto constituido por medio de la agresión militar fuera y dentro del país.

Por eso la guerra del Vietnam fue tan duramente criticada por esta nueva mentalidad generacional. Hombres y mujeres desencantados que no se identifican con el proyecto de nación-superpotencia que el renovado perfil nacional les ofrece.

I saw the best minds of my generation destroyed by madness, starving hysterical naked, / dragging themselves through the negro streets at dawn looking for an angry fix
(Ginsberg, Howl 3).

La generación Beat irrumpe en los espacios de la cultura norteamericana justo después de la segunda guerra mundial y el inicio de la tiranía mass-mediática. Este es el contexto en que autores tales como: Jack Kerouac, Wiiliam Burroughs, Allen Ginsberg, Gregory Corso, Diana Di Prima, LeRoi Jones
(Baraka), Charles Olson, Robert Creeley, Lawrence Ferlinghetti, Gary Snyder, Phillip Whalen, entre otros, entran en escena para desarticular el discurso hegemónico del campo cultural norteamericano. Autores(as) que manifiestan una nueva sensibilidad inscrita de un modo frontal contra las redes del sistema. Ché Guevaras nonatos enfrentándose a las redes eléctricas del poder: "One radiant face driven mad with a rifle / Confronting the electric networks" (Ginsberg, The Fall of America 71).

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En un artículo publicado en la revista Crisis, José Emilio Pacheco plantea que el gran difusor de los poetas norteamericanos en Hispanoamérica fue José Coronel Urtecho al volver en 1927 de los Estados Unidos y fundar en Nicaragua el grupo Vanguardia, y publicar años más tarde, junto a Ernesto Cardenal la que -a su juicio- es la mejor Antología de la poesía norteamericana disponible hasta hoy en español
(37).

También sostiene que el primer intento serio de establecer un puente entre la New Poetry anglonorteamericana y la poesía en lengua española fue llevado a cabo por el dominicano Pedro Henríquez Ureña, el nicaragüense Salomón de la Selva y el mexicano Salvador Novo, a comienzos de los años veinte. Sin embargo, la injusticia
crítica, un cierto regionalismo y la pobre difusión, han impedido dar el merecido crédito a estos pioneros.

Ciertamente, estos autores sentaron un precedente para estrechar un diálogo entre las tradiciones poéticas de ambas lenguas a uno y otro lado del río Grande.

Posteriormente, hacia fines de los años cincuenta, otros dos grupos generacionales compartirán -a la distancia- una actitud y una postura frente a la creación literaria cercanas. Estos son el Nadaísmo y la Beat Generation.

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El Nadaísmo es un movimiento que intentó abarcar más allá de lo literario, plantéandose a sí mismo como un movimiento anárquico cuya actitud vital no era sino manifestar su repulsión "frente a la sociedad burguesa". Oficialmente, fue fundado a través del "Manifiesto Nadaíta" el 20 de junio de 1958, en el Bar Olivos de la ciudad de Medellín. Mauricio Carrera asevera que su proyecto era la revolución humana y "la subversión intelectual, principalmente religiosa y literaria", mediante "la agitación de las conciencias"
(57).

Su fundador y profeta fue el legendario Gonzalo Arango, cuya vocación iconoclasta se manifiesta claramente al leer su perfil autobiográfico:

Bachiller. Filósofo laureado. Desertor de la Patria Boba y de toda esperanza. El resto de la vida se la ha pasado olvidando lo que aprendió. Agitador. Expresidiario de cuatro cárceles, actualmente en uso de libertad condicional. Vagabundo, parásito, poeta o eterno de algún modo. Burócrata ocasional y destituído. Corruptor de la juventud. Enamorado, casado, fracasado, y reincidente. Aventurero, sin oficio conocido. Vive del milagro y de las mujeres. Duerme en un monasterio. Es además escritor...No hace nada, pero existe
(De la nada al Nadaísmo 13-14).

Entre los años 40 y 60
Colombia fue azotada por una cruenta guerra civil. Hubo 200.000 muertos y las secuelas de veinte años de guerra fratricida quedaron impregnadas en el conjunto de toda la sociedad colombiana. La violencia llegó a ser uno de los principales leitmotifs de la producción cultural de entonces y estuvo presente como tópico ineludible en las dos principales tendencias literarias de Colombia existentes hacia la década del 50.

Juan Carlos Galeano señala que estas vertientes se organizaron por un lado, como "un gran 'corpus' poético de tono consolatorio y optimista que contiene la poesía de los vates populares y de los poetas de la generación de la revista Mito", y por otro, como "una breve vertiente de poesía pesimista que inscribe el puñado de los poetas sobre la violencia" (645-46). Entre estos cabe destacar a Gonzalo Arango, Jan Arb, David Bonells, Fanny Buitrago, Eduardo Escobar, Dukardo Hinestroza, Jaime Jaramillo Escobar o X-504, Jotamario, Darío Lemos, Humberto Navarro, Amílcar Osorio, Elkin Restrepo, Mario Rivero, Armando Romero, Alfredo Sánchez, Tadheo (Germán Cruz Zamorano) y Elmo Valencia (quien tuvo contacto tempranamente con los escritores Beats durante la década del 50).

Los nadaístas propusieron la desacralización del orden establecido tanto en el plano literario como en el de la acción política y social. Uno de sus integrantes, Eduardo Escobar, caracteriza al movimiento por su "gusto [al] escándalo"
(Jaramillo Agudelo 757), y Juan Carlos Galeano, señala que estos autores preferían abrazar su nueva religión:
'la literatura como un ocio', como lo afirmaba Jota Mario, y una vida errante en los bares y cafés como El Metropol, La Bastilla, La Clínica Soma; una peregrinación a la que agregaban su búsqueda del
amor libre, el consumo de marihuana y LSD.

Si bien esta caracterización no es del todo exacta, hay que reconocer que los nadaístas rompieron premeditadamente todos sus lazos filiales con la tradición cultural anterior. De hecho, no quisieron recibir legado alguno, puesto que ante el silencio y el anquilosamiento de una sociedad que no cambiaba, optaron por el "parricidio intelectual, la irreverencia religiosa, la subversión [y] el escándalo"
(Carrera 63). Sus temas, además de la violencia, giran en torno a la cuestión urbana y a los nuevos signos de modernidad que Colombia comienza a experimentar en su proceso de industrialización. Los movimientos migratorios del campo a la ciudad, el descrédito político de los Frentes Nacionales y la crisis de la guerra generan un ánimo pesimista y escéptico, que rápidamente es apropiado por los nadaístas.

El mismo Arango profetiza en la década del 60 -luego de la muerte de José William Aranguren, alias Capitán "Desquite", el bandolero a quien Arango bautizara como 'un poeta de la muerte'-, lo siguiente:

¿No habrá manera de que Colombia en lugar de matar a sus hijos los haga dignos de vivir? Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una tragedia: 'Desquite' resucitará, y la tierra volverá a ser regada de sangre, dolor y lágrimas
(Obra negra 47).

Esta reacción frente a la violencia también se transforma en una reacción contra el intimismo del grupo Mito, y en una rebeldía 'iconoclasta' frente a los héroes nacionales. En 1961 los nadaístas proponen sustituir el busto monumental de Jorge Isaács
(autor de María, novela nacional que expresa la dramática relación del ser humano con la naturaleza), por el busto de Brigitte Bardot. Una vez más, la burla y la explosión humorística son las armas que el pensamiento analógico de la poesía utiliza para desmantelar la lógica monumental de la modernidad.

Finalmente, cabe decir que si bien la década del 60 dejó inscrita su marca en el perfil de esta generación
(sicodelia, liberación sexual, rebeldía juvenil, etc.), aún pesa sobre ella el estigma de la verticalidad y la dependencia territorial: generación literaria periférica que se ve reflejada en su homóloga de la metrópoli norteamericana.

Y si bien el nadaísmo y la generación Beat son movimientos literarios y literariamente distantes, ambos se entrecruzan por su deseo de transgresión. La subversión forma parte radical de las dos generaciones, y sus fundamentos se encuentran en la actitud moderna del pensamiento crítico y en los usos de la parodia y la corrosividad analógica, mientras que la ironía y la burla configuran su ideario temático.

No obstante, aunque este tramado transcultural y transliterario a ambos lados del continente pueda arrojar ciertas luces para entender la dinámica de estos dos grupos literarios -subalternos en sus propios contextos-, no es posible construir el modelo mixturado de hippismo tropical o nadaísmo anglonorteamericano, puesto que la generación Beat fue absorbida finalmente por el mercado y promovida por el sistema y sus interlocutores más (auto)complacientes, mientras que el movimiento nadaísta fue desarticulado por la autoironía del escepticismo radical de sus propios integrantes. Prueba de esto son los versos de Eduardo Escobar, quien al referirse a la falta de imaginación del movimiento, señala:

"Si nos faltó imaginación
fue por culpa de las enfermedades tropicales
"
(Jaramillo Agudelo "La poesía nadaísta").

Textos citados

Arango, Gonzalo. Obra negra. Buenos Aires: Carlos Lohlé, 1974.
---. De la nada al nadaísmo. Bogotá: Tercer Mundo, 1966.
Cardenal, Ernesto & Urtecho, José Coronel. Antología de la poesía norteamericana. Madrid: Aguilar, 1963.
Carrera, Mauricio. "Jaime Jaramillo Escobar: una aproximación al deseo". Alpha 12 (1996): 57-71.
Galeano, Juan Carlos. "El nadaísmo y la violencia en Colombia". Revista Ibeoramericana 1964-65 (1993): 645-58.
Ginsberg, Allen. Howl. Ed. Barry Miles. New York: Harper Perennial, 1995.
---. The Fall of America. San Francisco: City Lights, 1972.
Jaramillo Agudelo, Darío. "La poesía nadaísta". Revista Iberoamericana 128-29 (1993): 757-98.
Luckács, Georg. Teoría de la novela. Trad. Manuel Sacristán. Barcelona, Buenos Aires-México: Grijalbo, 1975.
Neruda, Pablo. Canto general. Buenos Aires: Losada, 1955.
Mariátegui, Juan Carlos. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana México: Era, 1993.
Pacheco, José Emilio. "La otra vanguardia". Crisis 55 (1987): 34-39.
Paz, Octavio. Los hijos del limo. Barcelona: Seix Barral, 1974.
Rimbaud, Jean Arthur. Lettres du Voyant. Droit et Minard: Genève-Paris, 1975.


 
* Otras versiones de este texto han aparecido en las revistas Helicóptero 1 (1997) y Verbi Gracia 1 (1998, ambas publicadas en EE.UU, y en el periódico chileno El Papiro (1997-98)

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