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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



LSD - ÁCIDO LISÉRGICO - CINE PSICODÉLICO - SUB GÉNERO LISÉRGICO -


Imágenes de la mente*

Diego Curubeto
Corman encomendó el guión de The Trip a un experto en el tema: Jack Nicholson, quién había probado el ácido (y probablemente todos los demás tipos de estimulantes conocidos) y estaba tratando de conseguir trabajos detrás de cámaras porque no se sentía muy afortunado como actor. Nicholson escribiría también otro de los grandes filmes psicodélicos de la era del flower power

El LSD, también conocido como LSD 25 o ácido lisérgico, es una sustancia fuertemente alucinógena descubierta en 1943 por un químico suizo que tuvo que tomarse un fin de semana libre después de ingerir una dosis en forma accidental.

El LSD ya era consumido por experimentadores como Timothy Leary a fines de los años 50', pero fue a mediados de los 60' cuando el ácido se convirtió en una de las drogas más comunes del flower power. Desde entonces el LSD fue un ingrediente fundamental del cine psicodélico. Sin embargo, la primera aparición en la pantalla de esta polémica sustancia fue anterior a la era hippie. El vanguardista William Castle la introdujo en su ultra bizarro filme de horror The Tingler (1959), siendo Vincent Price el primer intérprete cinematográfico que tuvo el privilegio de inyectarse LSD. Luego de picarse su acidillo, el pobre Vincent sentía un calor anormal y actuaba de manera bastante curiosa.

Pero para que aparezca el subgénero lisérgico de las películas sobre drogas psicodélicas hay que esperar hasta después de 1966, con títulos de producción más bien marginal como Acid Eaters, Acid Mantra o Rebirth of a nation, Acid Dreams, Hallucination Generation, The Weird World of LSD y Alice in Acidland. El momento culminante de estas películas, que a veces contenían elementos marcadamente eróticos, era siempre el viaje psicodélico en sí mismo y sus ignotos directores trataban de representarlo utilizando algún tipo de recurso cinematográfico especial para potenciar lo que ocurría en los sacudidos cerebros de sus personajes.

Hallucination Generation, por ejemplo (filmada en Ibiza) era un filme en blanco y negro con excepción de las escenas de consumo de ácido, rodadas en colores. Otros lugares comunes de los creativos del LSD eran los distintos planos fuera de foco, el uso y el abuso del gran angular, la vieja vaselina en el lente (o algún truco óptico similar) y muy especialmente la imagen negativa (ya usada en el cine mudo, en Nosferatu de Mumau) y el solarizado. Este último recurso estético quizá sea el más efectivo del cine psicodélico y en plena época del '90 sigue apareciendo bastante en la industria del video-clip de rock. Hay que reconocer que cualquiera de estos recursos resulta hoy mucho más efectivo que las torpes fantasías ácidas plasmadas por Milos Forman en la trasnochada Hair (1979).

El superclásico del subgénero LSD es indudablemente The Trip (El viaje) rodada por Roger Corman en 1967. Antes de rodar este filme, Corman aseguró haber probado LSD para poder representar con precisión los efectos de esta sustancia, aunque a juzgar por el estilo psicodélico de filmes anteriores como El hombre con ojos de rayos x, habría que suponer que el director ya lo había experimentado antes, con fines menos cientificistas. En The Trip, Peter Fonda es un cineasta publicitario que decide probar el ácido, y al alucinar tiene visiones confusas en las que a veces irrumpen personajes y situaciones que parecen salidos de los filmes de la serie de Poe realizadas por Corman años antes.

Otros personajes dados vuelta de The Trip son Susan Strasberg, Dennis Hopper, Bruce Dern y el infaltable Dick Miller. La banda sonora estaba a cargo de un olvidado grupo de los '60, Electric Flag, que ya se había hecho cargo de la música de otro filme de Corman, The Wild Angels, cuando los muchachos de Grateful Dead pidieron demasiado dinero
(estos temas de Electric Flag a veces fueron objeto de covers a cargo de bandas de culto de los '80 como The Fuzztones).

Corman encomendó el guión de The Trip a un experto en el tema: Jack Nicholson, quien había probado el ácido (y probablemente todos los demás tipos de estimulantes conocidos) y estaba tratando de conseguir trabajos detrás de cámaras porque no se sentía muy afortunado como actor. Nicholson escribiría también otro de los grandes filmes psicodélicos de la era del flower power: Head, la película con la que los Monkees culminaron su exitosa serie de TV. Head no mostraba consumo de drogas de ningún tipo pero sus referencias al estado psicodélico eran obvias ya desde su título: en los Estados Unidos las películas de ácido también son conocidas como head movies.

Un detalle interesante de las películas sobre LSD es que a diferencia de otros filmes sobre otras drogas (marihuana, heroína, cocaína, opio) sus directores están a favor del uso del alucinógeno. Justamente uno de los motivos de la ruptura entre Corman y sus distribuidores de American International Pictures, fue que a The Trip le agregaron sin consentimiento de su autor un epílogo vagamente moralista en el que el rostro de Fonda se congelaba y resquebrajaba indicando algún tipo de secuela negativa en su personalidad.

Sin embargo, otra película de 1967 de A.I.P., Riot Sunset Strip (Reto callejero), de Arthur Dreifuss, se acercaba a la escena psicodélica con menos seriedad que Corman. Su mensaje era un poco menos libertario, pero esto se compensaba con la presencia de mejores bandas de rock. En el antro beat Pandora's box aparecían en acción The Standells (que en sus filas escondían a un ex mousekeeter del Mickey Mouse Club de la TV) y los míticos The Chocolate Watch Band (dicen que este grupo sólo grababa si tenían con ellos algo que llamaban el cofre, cuyo contenido es fácil de adivinar). The Standells, que son recordados como líderes de rock de garage y los punks americanos de los '60 (no confundir con los ingleses de los '70) tocaban varios temas, incluyendo el hit que daba su título al filme. Y The Chocolate Watch Band interpretaba dos temas formidables, Sittin There Standing y uno de sus clásicos, Don't Need Your Lovin.

Pero el momento culminante de Riot on Sunset Strip era un freak out, es decir una fiesta psicodélica en la que la pobre Mimsy Farmer le ponían ácido en una inocente gaseosa diet: la chica se iba poniendo más y más frenética bailando una de las danzas más ridículas que se hayan visto en la pantalla grande. Luego uno de los chicos la llevaba al cuarto de arriba y la violaban entre cinco. El ignorado Dreifuss se convirtió así en uno de los pocos cineastas en ocuparse del bad trip.

Otro título fundamental en la materia es Psych-Out, donde Dean Stockwell, Jack Nicholson (cuyo personaje tenía el más sugestivo nombre de Stoney y tocaba la guitarra eléctrica), Susan Strasberg, Bruce Dern y Henry Jaglom vivían una serie de experiencias dramáticas en el ambiente hippie americano de fines de los '68. Dos puntos fuertes de Psych-Out son la fotografía de Lazslo Kovacs y la presencia de dos excelentes bandas de rock psicodélico, The Strawberry Alam Clock y The Seed. La frase publicitaria era muy sugerente: "Pruebe un momento de locura...Escuche el sonido púrpura".

American International Pictures produjo otro clásico ácido en 1968. Luego del éxito comercial sin precedentes que había tenido The Trip, Sam Arkoff y su socio James Nicholson ya no se preocuparon más por el qué dirán y produjeron la desvergonzada Wild in the Streets, una fantasía lisérgico-apocalíptica dirigida por Barry Shear en la que un multimillonario rock star dealer (Christopher Jones) logra reducir la edad para votar a los 14 años y es elegido presidente de los EEUU. El flamante mandatario, luego de cantar en TV el superclásico psicodélico The Shapes of Things To Come (por Max Frost and the Troopers; los Ramones lo hicieron suyo en su disco Acid Eaters) decide mandsar a todos los mayores de 30 años a campos de concentración en donde les aplicarían dosis masivas de LSD.

La mamá del candidato está interpretada por Shelley Winters, que en algunos momentos aparece como hippie. Hal Holbrook es un político de la vieja escuela y un casi irreconocible Richard Pryor es Stanley X, el baterista de la banda del presidente.

A medida que el flower power se fue convirtiendo en un fenómeno masivo, el tema y las imágenes psicodélicas propias de LSD fueron tomadas por el establishmente. En Skidoo, Otto Preminger mostró a Groucho Marx bajo los efectos de un ácido, y el final de 2001 Odisea del espacio de Stanley Kubrick es el más elaborado viaje psicodélico de la historia del cine (en un momento Kubrick le pidió a Pink Floyd que compusiera la música para el fianl de la película, pero luego se arrepintió y optó por algo más clásico).

Mientras los cines donde daban 2001 se llenaban de hippies y freaks completamente pasados de estimulantes, los estudios Disney reestrenaron Fantasía con una publicidad que la asimilaba a la experiencia lisérgica.

Ya en los '70, Ken Russell puso en escena una de las menos sutiles y más divertidas secuencias de la historia del cine psicodélico en Tommy, la ópera rock de los Who en la que el muchacho sordomudo y ciego del título (Roger Daltrey) era tratado por Tina Turner, en su inolvidable rol de Reina del Acido. Russell volvió con todo a la psicodelia en Altered States (Estados Alterados) que comenzaba tomándose seriamente los estudios del científico William Hurt sobre la expansión de la mente a través del consumo de hongos y la meditación en tanques de agua. Claro que el director de Lisztomania no pudo con su genio e hizo que, de tanto trip, su protagonista terminara transformándose en una especie de cavernícola furibundo.

Pero en general del cine fantástico sublimó el tema bad trip en filmes como Blue Sunshine, de Jeff Leiberman (1976) o la más conocida adaptación de la novela de Stephen King Firestarter (Llamas de venganza, Mark Lester, 1984) donde el uso del ácido derivaba en locura ultraviolenta o fenómenos paranormales.

En plena década de los '90 las drogas químicas como el ácido lisérgico (en nuevas versiones menos potentes que las de los años '60) y el éxtasis se volvieron a poner de moda, aunque no al punto de aparecer en demasiadas películas. Curiosamente las películas más ácidas que se han visto últimamente son superproducciones con mensaje de Oliver Stone como The Doors y Asesinos por naturaleza. Pero por supuesto estos trips modernos no tienen la fuerza psicodélica necesaria como para borrar el recuerdo de la vieja psicodelia de A.I.P.

*Publicado originalmente en la Revista M Cine Nº 4

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