Breve arqueología de lo que se "enfuturaba" (como
diría Amanda Berenguer):
en 1993, el señor Ferrari Brown advertía los síntomas
del Uruguay que estamos
empezando a vivir. Un documento doble: de aquel país de
la última década del siglo XX y del que adviene
en el tercer milenio.
Acostumbrado a que en Uruguay
los cambios son tan lentos, tan lentos que no se notan y no cambia
nada, hay gente que calienta a un muerto y a la cinta de los frenos,
y perdemos la capacidad para percibir los cambios que están
al toque.
Hace tiempo que ya fue
el no pasa nada flaco o como decía el juglar moro: tocá
ché negro Rada total no pasa nada, porque la tortuga "culturosa"
es arrastrada al vértigo del futuro.
El último tren pasaba y nadie me dijo nada cuando el sistema
educativo puso el freno en la posrestauración,
en la impasible tarea de funcionar como un aparato ideológico
erosionado por la era del vacío.
La heráldica perdiz, marrón, asustadiza y que no
vuela, se va a convertir en correcaminos, correcaminata finisecular
en el Tele-shopping ACME que le vende patinetas con cohetes. El
clásico y legendario vendedor taumaturgo de artefactos
pelapapas le alquiló la víbora a Tabaré.
Claro, atento lector,
la parábola de Zenón ya no funcionará más
en la comarca, recuerde mi amigo, aquella que suponía que
Aquiles nunca alcanzaría la tortuga parmenídia,
eleático mastodonte. Aquiles
franelea a la pendex y brilla en el glamour
de la noche mutante
y karibeña. Mrs. Pac-Man va a mis clases, canibaliza el
papo letrado y se quema
la cabeza.
Las señales que
avista el tercer ojo de Ferrari Brown son: la movida de la terminal
o rodoviara en Tres Cruces cuando Ud. vaya a despedir a la tía
Chocha. Los shoppings
con sus escaparates conchetos y de onda en el simulacro del "vendeteur"
careta, compiten con el almacén del paseo Colón
a donde van los que tienen perdida la fe.
El edificio del Tribunal
de Justicia que crece luego de más de veinte años
de esclerosis congénita. El sonado Hotel Oriental cinco
estrellas, inversión del hermano Luna cuyo nombre debería
ser "Chic Corea". La cloaca municipal ya no tiene hemorroides
en los arrecifes y la poluta
caca no empañará jamás el brillo del
coral. Anote otras más: AFE es fe
y el manicero se va para Barranquilla a fumarse el Cartel del
Mercosul. Visite a los parientes fronterizos en el tren bala,
no mande cartas, consejo útil, avise unas paradas antes
o termina en Santa María.
Peatonales para chancletear
con la patrona o jetear de lance, la vieja peatonal Sarandí
del legendario flaneur que franelea la noche mutante
del Chinatown, zona de riesgo para gilipollas deslumbrado por
el sórdido glamour.
Este breve repaso quiere
mostrar las sintomáticas clonaciones de la metástasis
en el cuerpo urbano de la
vieja polis detenida por más de cuarenta años en
los cuales desapareció del mapa
latino con su rancia prestancia finoli y rivarolesca.
Aguante lector
alfabético la sutil y mesmérica irradiación
del tercer ojo, Polifemo cibernético, pero no sea arisco
a las Paquitas. ¿Comprendió?
Soldado universal: casi
fuera de control en la aldea mutante. El soccer terraja
festeja y transforma la 18 de Julio en peatonal polifónica
modulando en delicadas voces: ponga
huevo manya. Viril troupe ateniense que piropea finamente
a las gentiles damas arrimadas a los Cops que les sugieren: aguante el bolso señorita.
Falou.
*Publicado originalmente en La república de Platón,
Nº12
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