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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



AQUILES - LA CAÍDA DE TROYA - PALAMEDES - QUINTO DE ESMIRNA -

Curiosidades troyanas*

Amir Hamed
Por más que irrumpan en mitad del cabildo o la batalla por la obra de Estasino se supo que los valerosos aqueos arrasaban primero y preguntaban despuès puesto que, cuando la armada llega a Asia, confundiéndola con Troya, ataca Teutrania


Un buey, dos bueyes, tres bueyes
 

La saga troyana fue la favorita de los griegos y especialmente de los atenienses a los que se asume como cuna de Occidente. El florecimiento de Atenas no debe ser confundido con la precariedad de los tiempos homéricos, donde casi no se usaba la moneda y el buey era la medida de valor. Un trípode podía valer entre diez y doce bueyes, el conjunto de armas y armadura entre nueve y cien, un esclavo entre diez y veinte. Si bien se navegaba había escaso comercio (con Egipto, Lidia, Chipre, Caria) y sí abundante piratería. Las mejores piezas de oro y plata eran generalmente importadas y todos, incluyendo los reyes, trabajaban. Las armas son generalmente de bronce y, en apariencia, no se tenía mayor confianza en las de hierro.


We are terribly sorry
 

Apenas unas semanas de la contienda troyana recuenta La Ilíada. El enorme caudal de historias vinculadas a la saga troyana fue en su momento narrado en diversos poemas, todos ellos perdidos, salvo fragmentos. A los resúmenes alejandrinos que de esos poemas hiciera Proclo, en el siglo II, debemos una noticia medianamente cabal de los eventos que llevaron a la guerra y conquista de Troya. La Cipríada -llamada así por haber sido adjudicada a Estasino de Chipre- recuenta lo sucedido antes de los episodios narrados por Homero, desde la súplica a Zeus para que aliviara a la madre Tierra de la superpoblación de humanos que padecía, el juicio de Paris, etc. Por la obra de Estasino se supo que los valerosos aqueos arrasaban primero y preguntaban después puesto que, cuando la armada llega a Asia, confundiéndola con Troya, ataca Teutrania, que era defendida por su caudillo Telefo, a quien Aquiles hiere y finalmente cura con el óxido de su lanza, única medicina para aquel a quien ésta hería.


Muerte al que inventó las letras
 

También La Cipríada da cuenta de la muerte del más inteligente de los griegos, Palamedes de Argos, aquel que fue capaz incluso de descubrir los engaños a los que recurría Odiseo para no concurrir a la guerra. A este personaje se le atribuye la invención de los dados y de la mayoría de las letras del alfabeto. En definitiva, luego de Cadmo fue el inventor de la escritura y, sin su instrucción, los valerosos sitiadores ni siquiera sabían cómo repartirse el botín en sus saqueos a las ciudades vecinas a Troya (al respecto, excelente texto de Carlos Parada que se puede leer en http://hsa.brown,edu/~maicar/Palamedes.html: Letter from Palamedes to Nauplius). Odiseo se venga de Palamedes inculpándolo a partir de la escritura: una falsa carta -es decir, un documento escrito- lo hace figurar como traidor que ha sido sobornado por Príamo y a partir de ella los griegos lo lapidan. Esta muerte es clave para el corolario del mito porque Nauplius, padre del occiso, vengará su muerte.

Primero recorre Grecia para persuadir a las esposas de los guerreros de que sean infieles a sus maridos, y luego es responsable de buena parte de los naufragios de los griegos en su regreso a casa. La Ilíada comienza la narración en un momento pos-palamédico, pero Homero en sus dos poemas hace tenaz omisión del héroe asesinado por Odiseo
(sin embargo, Ovidio lo recuerda en las Metamorfosis cuando Ayax, disputando ambos las armas de Aquiles, increpa a Odiseo por su muerte). Habría que sospechar que, al ser Palamedes contrafigura civilizatoria, los poemas homéricos, que son gesta de saqueadores y ratificación del soplo de los dioses, se ven en la obligación silenciarlo


Nueve años
 

De los famosos diez años que duró la guerra, poco se sabe de los griegos una vez que le atinan a Troya y le ponen sitio. Protesilao, el primer griego en desembarcar, cumpliendo lo escrito por el Destino fue muerto por Héctor, pero de inmediato desembarca Aquiles que, ahogándolo, mata a Cicno, quien era invulnerable. De ahí en más, según parece, los troyanos se refugian en su ciudad hasta que, luego de la disputa entre Agamemnon y Aquiles que abre La Ilíada, se deciden a salir. Las grandes hazañas que en el entretiempo realizaron los griegos fue saquear ciudades al comando de Ayax Telamonio y Aquiles. Según expertos militares, en las circunstancias del asedio, la única fuente a la que para subsistir podía recurrir un ejército vasto como el aqueo era el pillaje.


El más irresistible de los travestis
 

La sola presencia de Aquiles empavorecía a los troyanos, pero Tetis, la madre del héroe, sabiendo por ser diosa que su hijo iba a morir en la guerra, hizo lo posible para evitarlo. Así, cuando adolescente, lo disfrazó de mujer en la corte del rey Licomedes, en la isla de Scyros. Merced al truco de Odiseo -quien lo descubrió y lo hizo unirse a la flota aquea- el hijo de Tetis y Peleo se manifestó no sólo como el más homicida sino como el irresistible de los griegos. Este gigante, que a su fuerza aunaba la velocidad (su primo Ayax, más lento, tiene una configuración notoriamente defensiva, de torre) era demoledor en la batalla pero también en el lecho. Deidamía, Briseida, Diomede, Criseida, entre las damas, y mientras estuvo vivo, y luego de muerto también Medea, Ifigenia e incluso la propia Helena. Entre los varones, Homero recuerda a Patroclo, pero también Troilo, el más joven de los hijos de Príamo, le flechó el corazón. Como este último se le resistiera, el hijo de Tetis lo mató. No obstante su natural impulsivo, obedecía a Tetis como lo añoran todas las madres: cuando, enceguecido por la muerte de Patroclo quiere volver al campo de batalla a vengarse, todavía Tetis lo convence de que, hasta que Hefesto le traiga una nueva armadura, salga desnudo apenas hasta la empalizada griega, para aterrar al enemigo. Aquiles, ciego de furia, no da un paso más de lo que la madre prescribiera. Este coloso, a criterios de hoy resultaría un poco faldero, pero hay que recordar que en estos tiempos nadie es hijo de una diosa.


Ardió Troya

Accesible en Internet -en inglés-, está The Fall of Troy (también conocido como La continuación de Homero), de Quinto de Esmirna.


* Publicado originalmente en Insomnia.

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