“La piedra que desecharon los constructores
es
ahora la piedra angular.”.
Evangelio según San Marcos.
Pudiera ser suficiente con el
epígrafe para definir qué es la parapornografía.
En la industria del cine para
adultos no siempre basta con la presencia de dos o más
cuerpos para
que se pueda producir una escena de
sexo explícito que sea
almacenada por un equipo de profesionales quienes convierten ese
producto en bruto – luego de una serie de procesos – en una alhaja
que se exhibe en anaqueles de diversos puntos, desde el comercio
formal hasta el informal y en internet. En gran cantidad de
ocasiones los actores y actrices porno necesitan de popper (inhalante
de nitrito), parches
de testosterona, viagra o xilocaína para nombrar algunos de los productos
que les permiten trabajar en el respetuoso y venerable ámbito de la
actuación. Resulta no menos que un error que le achaquemos al cine
porno su aparente elemento “real”, sin reconocer que en múltiples
casos tenemos simulación en las escenas porque son, ante todo,
actores y actrices en imagen-movimiento.
La parapornografía es lo que queda
fuera de la escena pornográfica. En buena parte es el previo y el
después al consumo de sustancias que aportan las condiciones para la
filmación de una escena pero aunque no haya consumo de sustancias,
no deja de ser parapornográfico ya que está
delimitado a un consumo facilitador del acto. Como al ponerse su uniforme de juego, el
consumo de estos incentivos es para un momento específico, pero uno
puede jugar sin el uniforme si se lo permiten, aunque haya quienes
necesiten el uniforme, es decir, que tanto el uniforme como, por
ejemplo, el parche de testosterona son para un momento determinado.
Por ello no podemos decir que todo actor y actriz porno –o todo
aquel que elabore o participe en un acto pornográfico– estará en un
estado paraporno en cierto momento, sino que hay otros elementos
para considerar que posibilitan la delimitación del concepto, uno de
ellos es el cuerpo desnudo, contrario al
cuerpo vestido con su
uniforme, aunque se puede jugar a decir que el uniforme del actor y
actriz porno es el propio
cuerpo desnudo.
Grills of the Play Boy Mansion.
Expongo a continuación lo que
considero un horizonte parapornográfico, acotando que no todo lo
expuesto en la serie a citar es parapornografía, sino que la
presencia de elementos como los afectos permitirán
establecer una exactitud en la delimitación conceptual. Lo parapornográfico como el momento posterior al money shot –pero
no sólo eso– como cuando el temblor pasó y viene la calma del terremoto
llamado eyaculación, se va desvaneciendo, por lo
que sería posible pensar esta otra
pornografía –no reconocida como
tal– en términos de evaporación, lo que nos permita plantear no
especificidad en límites temporales sino con matices, en pos de una
reducción como ocurre con el consumo de los facilitadores
mencionados para la “adecuada” realización de una escena en la
pornografía convencional.
El canal de televisión por paga
E! presenta desde enero del 2009 Grills of the Play Boy
mansión, que es la quinta temporada de una producción que lleva
elaborándose desde el 2005 (fecha de la primera temporada).
Esta serie trata básicamente sobre la vida de los habitantes en la
Mansión Play Boy en California: Hugh Hefner (fundador y dueño de
Play Boy) y su harem de novias. En dicha serie se ven festejos de
cumpleaños, remodelaciones en la mansión, una actriz accidentada o
enferma, los jardineros, las secretarias, manchas en el suelo,
momentos incómodos que nos topamos todos como cuando un conductor de
auto decide ofendernos debido a nuestra imprudencia, etc. Algo así
como la casa Farnsworth pero no reducida a los cristales de un
espacio habitable sino una especie de mirada más acompañante que
persecutoria.
La serie forma parte de todo el
frenesí por la visibilidad contemporánea a lo cual los reality
shows han sabido responder con pasmoso acierto a esa demanda que
carece de espontaneidad sino que más bien ha sido un constructo
social multivariante y multifactorial. Grills of the Play Boy mansion
permite ver pornografía sin que se mire
pornografía. Nada nuevo sino
más bien un eco de continuidad que se ha ido presentando con por
ejemplo Linda Benglis como portada de Artforum y miles de
casos que han llevado la pornografía (elemento históricamente de lo
privado, de lo oscuro) cada vez más a escenarios y plataformas
abiertas y de acceso casi irrestringido, sea por vía del arte, del
modelaje, de los videos musicales y de las llamadas luchas a favor
de las minorías sexuales.
Aquí el
cuerpo, sobre todo
femenino, se presenta con estancias de contrariedad: una actriz
llorando con un gran escote que deja al descubierto parte de la
piel
prohibida en tanto que debe permanecer oculta. La frontera es su
cuello: arriba está la tristeza, abajo el busto deseado. ¿Cuál es
entonces la diferencia? Simple, un costado sexual y un costado
sentimental. Ese mismo costado sentimental que queda fuera en el
porno hard core, lo que desaparece con la edición del video
para obtener un producto terminado, un elemento (lo sentimental) que
también es reducido –en tanto que se vuelve puntual– con el uso de
esos facilitadores de la conversión momentánea en máquina de coger
que consumen los actores y actrices del porno. Pensando a la
afectividad como una especie de racionalidad irracional que no por
ser irracional carece de razones[i].
En Grills of the Play Boy
mansion tenemos, sobre todo, la parte anulada, la parte que debe
ser suprimida porque no es sexual sino sentimental. Llanto, sonrisas
de alegría
(no de éxtasis orgasmático), abrazos, besos en la
mejilla, frases como “Quiero salir, tener citas, hacer lo que me
diga mi corazón”, “Te vamos a extrañar, fuiste como una hermana para
nosotras”, caricias al perro que poseen menos zoofilia que cariño.
La serie parece decirnos: ¡mira lo que hace tu objeto de deseo
cuando no está siendo poseído en el escenario donde ese objeto se
vuelve precisamente objeto de deseo sexual! En palabras de Susang
Sontag “el tono básico de la pornografía aparece desprovisto de
afecto y de emoción”, cuando lo compara en tanto principio con la
escritura de Sade, aunque “se puedan distinguir matices en esta
falta de afecto”. Como también ocurre en Catherine Millet donde la
intimidad es una cosa y sus prácticas genitales son otra parte, otra
vida, una pública y no una privada, en referencia a su Vida
sexual de Catherine M la cual precisamente es su vida sexual
pues la vida sentimental está en otro escenario y mostrarla para
Catherine es asunto de pudor. Caso contrario al de Sacher-Masoch
donde hay sentimientos en la Venus de las pieles, poca
genitalidad, más afectividad. Semejante a La casa de las bellas
durmientes donde Eguchi es “asaltado por fuertes sentimientos de
vergüenza y desesperación” al visitar la casa donde duerme con las
chicas, y con cierto parentesco a la novela rosa que termina en la
boda de los personajes principales y no en otro momento como puede
ser la llamada noche de bodas donde está latente lo sexual,
estructura notable también en, por ejemplo, los cuentos de hadas.
Bien puede que la serie Grills
of the Play Boy mansion sea pura teatralidad, ante todo se debe
tener presente que las cámaras no están ocultas, sino que hacen los
recorridos junto con las chicas y el dueño de la mansión. Pero aún
así la serie nos habla de un
deseo en los productores que, desde
cierta perspectiva, es el
deseo de los televidentes: el costado
desplazado del porno, uno donde se exponen los sentimientos, una
especie de desnudez que no corresponde al despojo de prendas, otra
pornografía, una que es parapornográfica.
Making off
Gubern caracteriza a la
pornografía como documental fisiológico. Algo tan cierto como
también falso, pues se trata de un documental creado y establecido,
generado por convenciones. No es otra cosa que un discurso que por
fuerza de repetición a quedado puesto como pantalla de una verdad,
acotando que cuando habla de esta documentación se refiere al porno
hard core, mismo que considera una especie de pedagogía.
La problemática es simple: sí se
tratara de un documental no se suprimirían escenas. Ya que al ser
documental debiéramos de esperar que dicho archivo de
imagen-movimiento funcione como testimonio forense y jurídico al
presentarse la necesidad. Pero no es el caso con la interpretación
de Gubern para hablar en términos de documental, interpretación que
se queda corta. De lo que podemos afirmar es que se trata de una
especie de documental-ficción, algo así como las mentiras
verdaderas, si es que esa figura es posible ya sea como neutral o
como resolución dialéctica.
La parapornografía está en el
making off pero no lo agota ni se reduce a él, es lo que ha quedado
fuera del producto final en tanto filme, pero que está presente en
los contenidos adicionales para el formato DVD. De hecho no es
reducible al cine porno, sino que está presente en la gran mayoría
de los registros en imagen-movimiento, dictando que siempre debiera
haber algo para suprimir, escenas que queden ob-scene, desde
conciertos, biografías, documentales de animales en supuesto estado
silvestre, filmes multimillonarios. Una práctica no exclusiva del
cine, pues también en la escritura se llega a dar el caso, en el
teatro, la pintura, etc. Siendo estos objetos analizables desde una
perspectiva donde los elementos que aparecen como sobrantes de la
totalidad no se niegan sino que se reconocen como relevantes. Ya no
sólo el mueble de madera sino también las virutas que se
desprendieron en su elaboración. Linda Kauffman dice que hay partes
que no debemos presentar cuando se está haciendo cine porno, una de
ellas es lo correspondiente a cómo se elaboró el filme, perfecto como
estrategia delimitante pero un problema para aquellos que buscamos
la parapornografía y que no la encontraremos pues no hay registro de
ella cuando no son regalados aunque sea un poco de esos
contenidos adicionales, pues además del making off habrá
otras escenas que no son presentadas.
Por su obscenidad lo
parapornográfico debe quedar oculto, no es parte de la escena, la
escena es el producto final y no los componentes que han sido
suprimidos o puestos como extra de la escena. Esta es una
pornografía ob-scena; una
pornografía que queda fuera de
escena, porque la escena es – la mayoría de los casos – dos o tres
cuerpos en acto sexual desde la felación hasta el money shot.
Hablamos de una obscenidad no más espacial de lo que es temporal,
que nos da “lo más verdadero que lo verdadero, la plenitud del sexo,
el éxtasis del sexo…” y más allá de estos términos baudrillarianos
de verdad descarnada, llegando a la presencia de la ausencia, la
presencia de delimitantes: esto es parte del filme porno, esto no. No
ya el documental-ficción de una teatralidad registrada sobre cómo
debe ser el acto sexual – lo que nos da el carácter pedagógico
citado de Gubern – sino también los momentos incómodos, lo que para
la pornografía no es importante y por eso debe suprimirse pero que
para los parapornólogos es materia prima de trabajo: la cuestión
afectiva, por ejemplo.
Tanto en el making off como
en el behind the scenes se les pregunta a las actrices cosas
como ¿cuál ha sido tu mejor cogida?, ¿cuántas veces te lo han metido
por el ano? Y ellas responden. Llegando por momentos la
parapornografía a tomar tintes directamente de lo informativo en
torno a la intimidad de los actores, actrices y directores del cine
porno.
Siendo ese espacio donde afloran
los sentimientos. Como por ejemplo en el behind the scenes of New
chicks cum first #3 de John Strong donde aparece una Alexa
Sparxx tímida, nerviosa ante las preguntas del director. Caso
contrario al de Naomi Cruise en la misma cinta quien dice “hi dad,
fuck you”, pero que nos revela una personalidad de
cuerpo menos
focalizada en la genitalidad, cuando ya no se está actuando.
Por último, seguramente hay
algunas especificidades en la parapornografía previa al acto coital,
otras características distintivas en la pornografía pos-escena y una
que forma parte de la escena misma pero que desaparece en la
edición. Lo que las conjunta es que en esos espacios-momentos
encontramos elementos suprimidos: el accidente, la intimidad, el
enojo, la tristeza, la melancolía, la molestia…
Bibliografía:
Sontag, Susang.
Styles of Radical.
Gubern, Roman. Eros
electrónico.
Baudrillard, Jean.
Seduction.
Fatal
Strategies.
“¿Por qué
la ilusión no se opone a la realidad?”
Kawabata, Yasunari.
House of sleeping beauties.
Williams, Linda.
Hard Core. Power, Pleasure and the Frenzy of the Visible.
Nota:
[i]
No gusto de entrar en debates diferenciales sino que me
conformo con una especie de complicidad sinonímica en las
formas, donde por ejemplo es lo mismo querer más que nada
en el mundo, que decir amor, pues al hablar de
sentimientos uno trata de poner en palabras lo que no tiene
un origen neto en lenguaje pero que se busca exponer por ese
medio, aunque la publicidad en algunos casos nos invite a
decirlo con flores, con abrazos, con motocicletas, con
besos, con chocolates, etcétera.
* Publicado
originalmente en
revista Amadeus y Nod. # 11.
Febrero
de 2009. Traducción del inglés al español por Adela Cervantes Zauman
* algunas referencias han sido traducidas a sus versiones
correspondientes en el castellano.
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