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ISSN 1688-1672

 



FRONTERA - PALABRA - MUERTE - HÖLDERLIN, FRIEDRICH - FUENTES, CARLOS -

La frontera sin palabras: reflexiones desde la literatura en torno a la política y la sociedad (II)

Braulio González Vidaña
Los cyborgs de segundo orden son habitantes multitudinarios de los Burger King y las Casas de Bolsa, en el "metro", en las "combis", en los "peseros", en todas partes, la fauna hipertecnológica se ha apropiado de la vida y la muerte de los hombres; hoy no se es nada sin un DVD, un decente playstation o demás bisuterías tecnológicas


Ocurre que las patrias, las fronteras y las nacionalidades son estrategias para lograr ser "uno", pero esto no se lograría si no existiese la posibilidad de un "otro", el "otro" niega la supuesta originalidad de raza o nación que alega el "uno", al hacerlo rompe con los ideales de totalidad y sorda univocidad de lo que Max Stirner llamaba lo "único y su propiedad". Es así como se van construyendo fronteras que promueven la separación, a veces irreductible, entre las razas, las religiones, los pueblos, las castas, las tribus y las familias. El Gringo viejo, aquel paradigmático personaje de la novela homónima de Carlos Fuentes sostenía que:
"Hay una frontera que sólo nos atrevemos a cruzar de noche, la frontera de nuestras diferencias con los demás, de nuestros combates con nosotros mismos."

En efecto, la frontera carente de palabras para dialogar, comunicar y comprender al "otro", puede orillar al exilio. El siglo XX se nos presenta como el siglo de los grandes exilios. Desde los millones de judíos y gitanos expulsados por los nazis de su tierra en Europa Central, hasta las hordas de africanos, chinos y latinoamericanos que huyen de las atrocidades del hambre y la intolerancia sordomuda que no sabe hablar ni escuchar, y que en algunos casos extremos no tiene ni siquiera la cualidad de mirar.

Los exiliados, los hijos "del camino", aquellos cuya patria es la caravana, son los que mejor pueden valorar la urgencia de recobrar el poder de las palabras, las cuales, hilvanadas con destreza, pueden tejer un tapete de comunicación entre los hombres. En este contexto, me inclino por la postura que sostiene Fernando Savater cuando dice: "Toda identidad nacional es peligrosamente abstracta, todo lo que nos define, precisa excesivamente lo que más interés debemos tener en conservar abierto: pues si de alguna patria hemos de reclamarnos, que sea del campo abierto y no de los
roturados esquemas en varios colores que dibujan en los mapas de la bien llamada geografía política.
"

Esto implica la posibilidad de apelar a la diferencia que permanece conculcada para edificar las abstracciones nacionales y patrióticas que tantas catástrofes han causado. Claudio Magris en su brillante obra El Danubio nos lleva a viajar por un río que es el símbolo de la aventura hacia la pluralidad y la diferencia, en tanto que su corriente no está limitada a un solo país, sino que cruza a Europa Central, bañando con sus aguas, no tan azules, los meandros de la vida cultural, política, religiosa y económica de muchos pueblos, en suma, un mundo sin fronteras, pero cargado de significados, de palabras... de memoria: "La identidad de ese mundo parece residir precisamente en su imposibilidad
de ser definido, en su irreductibilidad a cualquier identidad demasiado precisa.
"

En 1989 el mundo asistió a la caída del llamado "Muro de Berlín", la conocida cortina de hierro se derrumbó, y con ella, las esperanzas de un socialismo que hiciera las veces de contrapeso al aplastante poderío económico-militar del capitalismo. Paradójicamente, así como se derrumbó el bloque socialista, así tambíen se articuló un bloque de mayor antigüedad y de componente rocoso, me refiero a la pared construida por las manifestaciones culturales, religiosas, raciales y políticas que apelan al nacionalismo y al mito del origen.

Los nómadas de la modernidad o del milenio, con sus objetos portátiles o "nómadas" -como los llama Jaques Attali-, ya son parte del paisaje urbano cotidiano; los cyborgs de segundo orden son habitantes multitudinarios de los Burger King y las Casas de Bolsa, en el "metro", en las "combis", en los "peseros", en todas partes, la fauna hipertecnológica se ha apropiado de la vida y la muerte de los hombres; hoy no se es nada sin un DVD, un decente playstation o demás bisuterías tecnológicas. Asistimos al surgimiento de los últimos caballeros -lamentablemente no del zodiaco- que en esta nueva edad de oscuridad sordomuda, pelean las batallas contra el dragón milenario usando los discman, las laptop, las palm III o IV -según el presupuesto-, los biper, los celulares y los condones. Todo es portátil, menos el alma que en su incomensurable presencia nos demanda día a día el retorno a la palabra que nos rescate de la precaria existencia ultramoderna.
Ya Friedrich Hölderlin lo veía cuando en su poema "Hiperión" nos recordaba que:
"A nosotros, en cambio, nos ha sido dado
no descansar en ningún sitio.
Los dolientes hombres
Desaparecen y caen
Ciegamente, de una
Hora en otra,
Como el agua se derrama
De una roca en otra,
Camino de lo incierto.
"

"Mutuos rechazos configuran el panorama del mundo, las catástrofes no son privilegio de los años pasados, para evitarlas se precisa de una permanente vigorización del lenguaje que se abra a los otros lenguajes; los monólogos sólo pueden conducir a metáforas de masacre e intolerancia. La sangre de la plaza de Tian an Men todavía se pega en las botas de los soldados que la resguardan.
Sin duda alguna no es fácil construir las gramáticas para la democracia y el diálogo, pero ahi está el desafío para la política como arte de lo posible, arte que no puede continuar siendo analfabeta, ciego, sordo y mudo. Simular el genocidio, el hambre, la estupidez del discurso y la barbarie, es optar por el abismo o por nuevas torres de Babel que nos hundan debajo del diluvio de nuevos totalitarismos o en el silencio de la muerte.
"

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