En general, el hombre vive poco, y cuando se queja, es su literatura [§ 365] Poco, para Bernardo Soares, no habla de tiempo,
sino de espesor de la vida. ¿Por qué se llama del
desasosiego un libro tan sereno? Cultivo el odio a la acción
como una flor de invernadero. Me alabo conmigo mismo de
mi clarividencia de la vida [§ 82]. ¿Budista, poeta? Haragán ¡compañero!
La vida, para la mayoría de los hombres, es un fastidio
pasado sin darse cuenta de él, una cosa triste compuesta
con intervalos alegres [...] Dijo Heine que, después de
las grandes tragedias, acabamos
siempre por sonarnos la nariz [§ 360].
De ahí los múltiples usos del pañuelo. Como
sea, lo peor es que no me dejan leer tranquilo. Se meten constantemente
entre Pessoa y yo, lo califican,
lo catalogan, y, de veras, es dudoso que lo lean. Se hacen simposios
con su nombre. Con una falta tal de literatura
como la que hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre
de genio sino convertirse, él solo, en literatura?
[Aspectos].
Los simposios, como se sabe, tienen por finalidad la realización
de los rituales nupciales
de las especies dedicadas a la ingurgitación de artistas
talentosos y la regurgitación de sus trozos, bañados
por los jugos gástricos de la crítica,
en comunicaciones, tesis y postulaciones a cargos de la UNESCO.
Todo placer es un vicio -porque buscar
el placer es lo que todos hacen en
la vida, y el único vicio negro es hacer lo que hace toda
la gente [§
395]. En fin, no
sé leer poesía,
según me ha explicado un prologuista famoso, ya que yo
insisto en percibir este libro
de esa forma, y casi el resto de la poesía
como prosa con erratas. Hay una erudición del conocimiento,
que es propiamente lo que se llama erudición, y hay una
erudición del entendimiento, que es lo que se llama cultura. Pero hay también una erudición
de la sensibilidad. La erudición de la sensibilidad nada
tiene que ver con la experiencia de la vida. La experiencia de
la vida nada enseña, lo mismo que la historia
nada informa. La verdadera experiencia de la vida consiste en
restringir el contacto con la realidad y aumentar el análisis
de ese contacto [§
349].
Antes me sentaba en posición de loto y hacía zazen.
Pero es mejor sentarse en cualquier posición y no hacer
nada, o, si uno quiere hacer aún menos, leer este libro.
La ladera lleva al molino, pero el esfuerzo no lleva a nada
[§ 397]. ¿Tan pocas generaciones
han pasado, o Fernando y yo somos de la misma? Pertenezco
a una generación -o más bien a una parte de generación-
que ha perdido todo el respeto por el pasado y toda certeza o
esperanza en el futuro [Apéndice
§ 26].
No somos bondadosos ni caritativos -no porque seamos lo contrario,
sino porque no somos ni una cosa ni la otra. La bondad es la delicadeza
de las almas groseras. Tiene para nosotros el interés de
un episodio sucedido en otras almas, y con otras formas de pensar.
Observamos, y no aprobamos ni dejamos de aprobar. Nuestro oficio
es no ser nada [Apéndice § 33].
* Publicado originalmente en Insomnia, Nº 137
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