El cubismo de Picasso
La pintura es la plasmación de los modos de ver de un
tiempo y de un lugar.
Para el escritor y ensayista inglés John Berger, es posible
medir la permanencia de valores emanados del capitalismo por la
longevidad de la pintura al óleo,
especialmente apta para reproducir brillos y texturas de objetos
suntuosos.
No sólo la superficie pintada es significativa en este
plano: el hecho de que la pintura europea haya elegido mostrarse
dentro de un marco (y en
contraste, por ejemplo, la pintura china se exhibiera en banderas
verticales o larguísimos rollos horizontales), muestra una tendencia obsesiva
por tomar posesión de porciones del mundo.
Suele citarse, desde un estudio muy influyente de John Golding,
la perspectiva cónica como un sistema de representación
visual opuesto al del cubismo.
Pero pensar en términos de pares de conceptos contrarios
suele conducir al olvido de buena parte del mundo. Si bien es
cierto que el cubismo, en todas sus fases, aceleró el
alejamiento de la representación del espacio según
la perspectiva cónica, ese proceso no es, visto el período
completo, su rasgo más característico.
Suele considerarse al cubismo como una síntesis de dos
visiones: la de Braque, que daría forma a las facetas
características del estilo, y la de Picasso, que introduciría
el rasgo escandaloso de lo feo, a través de sus rostros
inspirados en las máscaras africanas por entonces de moda.
Lo que más molestó al público y los críticos
de aquella época, y al mismo tiempo, lo que entusiasmó
a los amigos, no fue el alejamiento de la perspectiva cónica,
sino la fealdad de las figuras del cuadro que se considera fundador
del estilo, Las señoritas
de Aviñón, de Picasso.
John Berger opina que ese primer cuadro no puede verse como una
propuesta estética, sino como una provocación,
actitud que, con más intensidad, adoptarían los
dadaístas algunos años más tarde.
El rasgo pictórico más característico y
permanente, en todas las variantes del cubismo, es el facetado
de la superficie pintada. La faceta puede variar de tamaño
(enorme en los primeros cuadros,
diminuta en los últimos),
pero siempre está definida del mismo modo: una zona delimitada
por líneas, que forma un degradado de claro a oscuro que
contrasta con la faceta contigua porque su degradado va en sentido
opuesto.
Perspectivas y Cézanne
A mediados de junio de 1907, hubo en París una retrospectiva
de acuarelas de Paul Cézanne; a principios de julio, Picasso
terminaba Las señoritas de Aviñón.
En mayo de ese año, Picasso había visitado una
exposición etnográfica en el Trocadero, donde,
dijo, comprendió realmente la escultura africana. Hay
consenso en que el cubismo de Picasso se alimenta de esas dos
fuentes.
Buscando influencias entre los pintores inmediatamente anteriores,
los críticos se detuvieron quizá en exceso en Cézanne.
Sin dudas el gran pintor francés fue decisivo para el camino
que Picaso tomaría a partir de 1907 (el año siguiente a la muerte de Cézanne),
pero no conviene limitar el alcance de un estilo
(de un modo de ver) a un solo aspecto. Cézanne
había comenzado a dislocar la perspectiva, y a extender
pinceladas en forma de escamas, rasgo que el cubismo llevaría
al extremo.
La perspectiva cónica debe su nombre a que la representación
se construye considerando que el ojo
del observador es el vértice de un cono que barre el espacio. Si se corta ese haz cónico
con un plano, y se registra en ese plano cada una de las líneas
que allí se proyectan, se obtiene un trazado que representa
de forma ilusionista la realidad observada. Esta modalidad de
trazado se originó en el Renacimiento italiano, al mismo
tiempo que la técnica del óleo. Se representaba,
con el óleo, la riqueza material de los terciopelos y los
metales preciosos, y con la perspectiva cónica, la centralidad
ubicua del observador.
Las deformaciones de Cézanne no obedecían a un cuestionamiento
de esta clase centralizada de visión,
sino a la necesidad de "acomodar" la realidad
fotográfica que genera la perspectiva cónica
a unos objetivos compositivos personales del pintor.
En cambio, Picasso y los cubistas partían de un cuestionamiento
más esencial de la perspectiva cónica. Picasso decía
que "[...] el arte
es una mentira que nos hace ver la verdad
[...] cuando se habla del naturalismo como opuesto
a la pintura moderna, sería bueno preguntar si alguien
ha visto alguna vez una pintura natural." Los cubistas decían
que estaban interesados en la realidad, en la "auténtica"
realidad, y planteaban que la perspectiva cónica era sólo
una forma de describir una realidad, y una forma interesada. Renacimiento
y capitalismo, cubismo y revolución, decían, por
cierto cuando todavía no existía ni la Unión
Soviética ni el realismo socialista.
El mundo no es un caos,
sólo lo parece
El facetado cubista condujo a un final bastante impresionante,
que lo ha convertido en uno de los puntos de quiebre en toda la
historia del arte universal: la
abolición de la oposición entre los conceptos de
figura y fondo.
Los psicólogos de la teoría de la forma,
que solemos conocer como gestalttheorie, desarrollaron
interesantes ideas
acerca de la percepción visual,
algunos años antes del nacimiento del cubismo. Con todo,
la difusión de estas teorías no se produjo, entre
los artistas, sino hasta mediados
del siglo XX, con el esencial libro
de Rudolf Arnheim Arte y percepción visual, y con
el trabajo de Ernst Gombrich desde el Warburg Institute de Londres.
Sus explicaciones arrojan luz sobre aspectos esenciales del cubismo.
Los psicólogos de la forma sostienen que una característica
básica del modo de percibir humano consiste en separar
dos clases de elementos en el campo visual: la figura (algo compacto, bien definido, que está
adelante) del fondo
(algo extendido, difuso,
que está detrás).
Demostraron, mediante diagramas simples y convincentes, que nos
resulta imposible prescindir de esa dialéctica.
Cuando se trata de representar el mundo en una superficie plana,
no reproducimos realmente lo que vemos, sino lo que vemos a través
de nuestra impronta figura-fondo.
El cubismo puede verse como una síntesis que supera la
oposición figura-fondo.
Picasso realizó un retrato cubista de Abroise Vollard.
Es imposible decir dónde termina la figura y dónde
empieza el fondo. Se disuelven una con el otro. Sin embargo,
la función figurativa (el parecido,
un requisito del retrato) se
mantiene.
Picasso jamás realizó una pintura no figurativa,
fiel a su idea de que la pintura trata de la realidad (aunque sostenía que no le interesaba
pintar lo que veía, sino lo que pensaba de lo que veía), y no puede ser concreta (es decir, limitada a sí misma), como defendieron luego los
mal llamados pintores abstractos.
Durante los años veinte abandonó la disolución
cubista de figura y fondo, y comenzó a desarrollar imágenes
con una espacialidad renacentista acentuada, alternando con composiciones
cercanas al no figurativismo, cuyos referentes sólo se
reconocen cuando se lee el título del cuadro. Cuando hizo
Guernica, en 1937, retomó por última vez
los lineamientos del cubismo, especialmente en la zona central
del gran mural.
El cubismo es quizá el estilo pictórico del siglo
XX que más claramente ilustra la estrecha relación
entre un estado del mundo -caótico,
desquiciado, apocalíptico:
listo para la guerra- y un modo de ver -la abolición del
orden natural que distingue la figura del fondo-.
* Publicado originalmente en El País Cultural
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